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viernes, 14 de noviembre de 2014

SACERDOTE INTERCAMBIA SOLIDEOS CON UN SALUDABLE Y BRILLANTE BENEDICTO XVI



Sacerdote intercambia solideos con un “saludable y brillante” Benedicto XVI




ROMA, 13 Nov. 14 / 08:02 pm (ACI/EWTN Noticias).- Hace unos días un sacerdote hizo parte de una antigua tradición e intercambió el solideo –el sombrero blanco que usa el Papa– que llevaba con el que en ese momento llevaba el Sumo Pontífice Emérito Benedicto XVI, a quien describió como “muy saludable y brillante”.

La antigua tradición consiste en que si se compra un solideo blanco en la sastrería del Papa y se presenta durante una audiencia papal, la Guardia Suiza se encargará de intercambiarlo por el que lleva el Santo Padre en ese momento.

En este caso el intercambio se hizo personalmente y en una audiencia privada en el Vaticano. En declaraciones a ACI Prensa el 7 de noviembre, Mons. Anthony Figuereido señaló que “nos puso muy contentos la alegría de Benedicto y su serenidad. Él es un hombre de paz, una paz en la voluntad de Dios para él hoy, que es rezar por la Iglesia”.

Este sacerdote sirve como director espiritual en el Pontificio Colegio Norteamericano y visitó al Sumo Pontífice Emérito junto a una delegación de la confederación “Caritas in Veritate International”, una institución que labora en 80 países y cuya fundación se inspiró en las encíclicas de Benedicto XVI, Caritas in veritate y Deus Caritas est.

Tras comentar que atesorará el solideo en todos los años por venir, Mons. Figuereido comentó que Benedicto XVI es “un hombre tierno lleno de humildad”, un buen ejemplo de lo que el Papa Francisco quiere decir cuando habla de la ternura.

Benedicto XVI “está con muy buena salud y su mente está muy aguda, tal vez más aguda que cuando fue el gran teólogo y el gran Papa que supimos fue para todos”, indicó.

El sacerdote dijo luego que Benedicto XVI los felicitó y les agradeció por ver que sus encíclicas habían promovido una organización que ponía la caridad por obra. “Nos alentó a vivir en caridad y en fe. Dijo algo muy significativo: ‘la caridad sin fe no tiene sentido, y la fe sin caridad es letra muerte’”.  

Tras señalar que Benedicto XVI es un gran ejemplo para los seminaristas y sacerdotes, Mons. Figuereido indicó que “el púlpito más grande desde el que Benedicto XVI ha predicado es su gran testimonio de humildad. Aquí hay un hombre que llegó a lo más alto, digamos, de la Iglesia. Es sucesor de Pedro, pero no temió dejar tal dignidad”.

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO DE HOY VIERNES 14 DE NOVIEMBRE DEL 2014


HOMILÍA DEL VIERNES:
 DAR A LOS NIÑOS EJEMPLOS DE FE Y NO PALABRAS



Para transmitir la fe a los niños y a los jóvenes de hoy, y ayudarlos a experimentar “la verdad y el amor”, los adultos deben ofrecerles ejemplos más que palabras. Lo afirmó el Papa Francisco durante la homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, en la que participó un grupo de niños y adolescentes de una parroquia romana.

¿Cómo se transmite la fe a los nativos digitales? Con la modalidad que mejor puede impactar a quien vive constantemente estimulado por las imágenes: el ejemplo. Mientras los chicos presentes en esta misa pierden su inicial timidez para responder después a las preguntas del Papa, Francisco se pone en los paños del catequista y, al mismo tiempo, del formador de los catequistas. Parece que estamos en la “Misa de los chicos”, dijo el Obispo de Roma al ver a estos niños y jóvenes, y prosiguió diciendo “es ver una promesa, es ver el mundo que vendrá”. Y se preguntó: ¿Pero qué dejaremos a nuestro futuro?:

“¿Enseñamos lo que hemos oído en la Primera lectura: caminar en el amor y en la verdad? ¿O lo enseñamos con las palabras, pero nuestra vida va por otra parte? ¡Pero para nosotros ver a los chicos es una responsabilidad! Un cristiano debe cuidar con solicitud a los chicos, a los niños y transmitirles la fe, transmitir lo que vive, que está en su corazón. ¡Nosotros no podemos ignorar a las plantitas que crecen!”.

Todo, afirmó el Papa Francisco, depende de la justa actitud hacia los niños. Y volvió a preguntarse: ¿Cómo es mi actitud? ¿Es una actitud de hermano, de padre, de madre, de hermana, que lo hace crecer o es una actitud de indiferencia: “ellos crecen, yo hago mi vida…?”:

“Todos nosotros tenemos la responsabilidad de dar lo mejor que tenemos y lo mejor que tenemos es la fe. Darla a ellos, ¡pero darla con el ejemplo! Con las palabras no sirve, con las palabras… ¡Hoy las palabras no sirven! En este mundo de la imagen, todos estos tienen el celular y las palabras no sirven… ¡Ejemplo! ¡Ejemplo! ¿Qué cosa les doy a ellos?”

A este punto, comenzó el diálogo. El Papa preguntó a los chicos por qué participaban en esta misa, y alguno, después de cierto tiempo, se armó de valor y admitió: “Para verte…”. El Papa Francisco replicó: “También a mí me agrada verlos a ustedes”. Y se informó acerca de si ya recibieron la Primera Comunión, y también la Confirmación, y repitió a todos que el Bautismo “abre la puerta a la vida cristiana” y que, inmediatamente después, inicia un “camino largo cuanto toda la vida”.

El recorrido descripto en la Carta de Juan escuchado poco antes: “Caminar en la verdad y en el amor”. Y más adelante, indicó el Papa, llegarán otros Sacramentos como el matrimonio. Pero este camino, reafirmó, “es importante saber vivirlo, saber vivirlo como Jesús”:

“¿En estos Sacramentos – les pregunto – la oración es un Sacramento?... ¡Fuerte!… ¡No! ¡Es verdad!, ¿no? La oración no es un Sacramento, pero debemos rezar. ‘¿No saben si deben rezar? Bien… ¡Sí! Rezar al Señor, rezar a Jesús, rezar a la Virgen, para que nos ayuden en este camino de la verdad y del amor. ¿Entendieron? Han venido para verme. ¿Quién de ustedes lo había dicho? Tú. Es verdad. Pero también para ver a Jesús. ¿De acuerdo? ¿O dejamos de lado a Jesús? Ahora viene Jesús al altar. ¡Y lo veremos todos! ¡Es Jesús! En este momento debemos pedir a Jesús que nos enseñe a caminar en la verdad y en el amor. ¿Lo decimos juntos? ‘Caminar en la verdad y en el amor’”.



(Traducción del italiano: María Fernanda Bernasconi, RV)
FOTO: Copyright L'Osservatore Romano

EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 14 DE NOVIEMBRE DEL 2014



Venida del Reino de Dios

Tiempo Ordinario

Lucas 17, 26-37. Tiempo Ordinario. No descuidemos lo más importante de nuestra vida que es ganarnos la eternidad. 



Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net




Del santo Evangelio según san Lucas 17, 26-37
«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste. «Aquel Día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada». Y le dijeron: «¿Dónde, Señor?» El les respondió: «Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres».

Oración introductoria
Señor, dame la gracia de saber vivir de cara a la eternidad. Creo en Ti, eres mi compañía y mi fuerza. Creo que diariamente me buscas, pidiéndome que dependa más de Ti y no de las creaturas. Espero en Ti como el Único capaz de llenar mi deseo de amar y ser amado. Te amo en este momento con mi oración y mi deseo de ser fiel y generoso en lo que hoy quieras pedirme.

Petición
Señor, te pido tu gracia para ser dócil a tu voluntad, para poder abrirme a tu gracia, para ponerte siempre en el primer lugar en mi vida.

Meditación del Papa Francisco
En este recorrido hacia el fin de nuestro camino, de cada uno de nosotros y también de toda la humanidad, el Señor aconseja dos cosas, dos cosas que son diferentes, y son diferentes según cómo vivamos, porque es diferente vivir en el instante y vivir en el tiempo.
Y el cristiano es un hombre o una mujer que sabe vivir en el instante y sabe vivir en el tiempo. El instante es lo que tenemos en las manos ahora: pero este no es el tiempo, ¡pasa! Tal vez podemos sentirnos dueños del instante, pero el engaño es creernos dueños del tiempo: ¡el tiempo no es nuestro, el tiempo es de Dios! El instante está en nuestras manos y también en nuestra libertad sobre cómo tomarlo. Y aún más: nosotros podemos convertirnos en los soberanos del momento, pero solo hay un soberano del tiempo, un solo Señor, Jesucristo. (Cf. S.S. Francisco, 26 de noviembre de 2013, homilía en la capilla de Santa Marta).

Reflexión
En las profecías se suelen utilizar gran cantidad de símbolos y modos de hablar, aunque los detalles concretos sólo quedarán claros a medida en que vayan acaeciendo. La última venida del Señor será repentina, inesperada, muchos hombres estarán desprevenidos. Jesús ilustra esta verdad con ejemplos de la Historia Sagrada: como en los días de Noé y como en los de Lot, el juicio divino sobre los hombres vendrá de repente.

¿Cuándo? ¿Dónde? Son las preguntas que hacían los discípulos a Jesús sobre el Reino de los Cielos, y no se daban cuenta de su tozudez y superficialidad. ¿Qué más da cuándo o dónde? No sabemos ni la hora ni el lugar, ni tampoco lo necesitamos. Ellos se distraían con esa curiosidad tan humana, y descuidaban los acontecimientos importantes, lo que era el aviso, el mensaje que Cristo nos está comunicando sirviéndose de estas preguntas.

Nos pasa a menudo a los hombres: nos perdemos entre tantos datos, detalles, circunstancias, y no nos damos cuenta de las grandes lecciones que se pasean por nuestras vidas. No somos capaces de profundizar e interiorizar. Cristo nos está exhortando a la vigilancia, a que no descuidemos lo más importante de nuestra vida, que es ganarnos la eterna. Las dificultades nos pueden preocupar o agobiar más o menos, pero de eso no depende nuestra felicidad, ¡y tampoco es lo más importante!

Debemos aprender a relativizar los asuntos terrenos de forma que no nos impidan ver el horizonte. Lo realmente importante es que seamos felices, que nos salvemos, que nos encontremos con Dios, y sólo eso debe sobresaltar nuestro corazón. Lo demás,... ¡no importa! O simplemente, importa menos.

Por esto Cristo nos dice que quien pretenda guardar su vida la perderá; y quien la pierda, la guardará, esto es, la engendrará, dará al alma la verdadera vida. Nos esta diciendo que quien haga de esta vida el valor fundamental, está cayendo en un gran error: pierde la vida eterna. Por el contrario, quien esté dispuesto a renunciar a las comodidades de este mundo, a perder lo terreno, lo material, a resistir hasta la muerte a los enemigos de Dios y del alma, en esa lucha ganará la eterna felicidad. Pues, ¿de qué me sirve ganar el mundo entero, si pierdo mi alma?

Propósito
Pedir continuamente a la Santísima Trinidad la gracia de la perseverancia final.

Diálogo con Cristo
Señor, aumenta mi deseo de vivir una relación cercana a Ti. Ordena todas mis actividades y relaciones de acuerdo a tu voluntad. «Todo aquello que quieres tú, Señor, lo quiero yo, precisamente porque lo quieres Tú, como Tú lo quieras y durante todo el tiempo que lo quieras» (Oración del Papa Clemente XI). El día que me llames no va importar quién sea o qué tenga, lo único que va contar es mi relación contigo, porque el único y verdadero tesoro es vivir siendo fiel a tu amor y no perder nunca tu amistad por el pecado. Todo lo demás es valioso en la medida en que me ayude a conservar y vivir en gracia.

SER EXCELENTE



Ser excelente
Autor: Miguel Ángel Cornejo 


Ser excelente es hacer las cosas, no buscar razones para demostrar que no se pueden hacer. 

Ser excelente es comprender que la vida no es algo que que nos da hecho, sino que tenemos que producir las oportunidades para alcanzar el éxito.

Ser excelente es trazarse un plan y lograr los objetivos deseados a pesar de todas las circunstancias. 

Ser excelente es saber decir, me equivoque. y proponerse no cometer el mismo error. 

Ser excelente es levantarse cada vez que se fracasa con espíritu de
aprendizaje y superación. 

Ser excelente excelente es ejercer nuestra libertad y ser responsable de cada una de nuestras acciones. 

Ser excelente es levantar los ojos de la tierra, elevar el espíritu y soñar con lograr lo imposible.

Ser excelente es trascender a nuestro tiempo legando a las futuras
generaciones un mundo mejor.

CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA


Consagración de la Familia 
a los Sagrados Corazones de Jesús y María


Santísimos corazones de Jesús y María,
unidos en el amor perfecto,
como nos miráis con misericordia y cariño,
consagramos nuestros corazones,
nuestras vidas,
y nuestras familias a Vosotros.
Conocemos que el ejemplo bello
de Vuestro hogar en Nazaret fue un modelo
para cada una de nuestras familias.
Esperamos obtener,
con Vuestra ayuda,
la unión y el amor fuerte y perdurable
que Os disteis.
Qué nuestro hogar sea lleno de gozo.
Qué el afecto sincero, la paciencia, la tolerancia,
y el respeto mutuo
sean dados libremente a todos.
Qué nuestras oraciones
incluyan las necesidades de los otros,
no solamente las nuestras.
Y qué siempre estemos cerca de los sacramentos.
Bendecid a todos los presentes
y también a los ausentes,
tantos los difuntos como los vivientes;
qué la paz esté con nosotros,
y cuando seamos probados,
conceded la resignación cristiana
a la voluntad de Dios.
Mantened nuestras familias cerca
de Vuestros Corazones;
qué Vuestra protección
especial esté siempre con nosotros.
Sagrados Corazones de Jesús y María,
escuchad nuestra oración.

Amén.

CONSUELO


Consuelo
Autor: Phil Bosmans


Sin consuelo no puedes vivir. Pero recuerda que el consuelo no es como el alcohol, un somífero, una inyección que te anestesia durante un rato y luego te devuelve a una noche todavía más negra. 
El consuelo no consiste en una efusión de palabras.

El consuelo es como un oasis inesperado en un gran desierto: te hace creer en la vida.

El consuelo es como una suave mano sobre la cabeza: te tranquiliza.

El consuelo es como ese rostro dulce y cercano de alguien que comprende tus lágrimas, que escucha tu corazón angustiado, que permanece cerca de ti en tu tristeza y en tu desesperación y que en el cielo nublado te hace ver algunas estrellas.

CORAZÓN QUE ARDE



Corazón que arde
Autor: Madre Teresa de Calcuta


Un corazón lleno de alegría es resultado de un corazón que arde de amor. La alegría no es solo cuestión de temperamento, siempre resulta difícil conservar la alegría--- motivo mayor para tratar de adquirirla y de hacerla crecer en nuestros corazones.

La alegría es oración; la alegría es fuerza; la alegría es amor. Da más quien da con alegría.

A los niños y a los pobres, a todos los que sufren y están solos, bríndales siempre una sonrisa alegre; no solo les brindes tus cuidados sino también tu corazón.

Tal vez no podamos dar mucho, pero siempre podemos brindar la alegría que brota de un corazón lleno de amor.

Si tienes dificultades en tu trabajo y si las aceptas con alegría, con una gran sonrisa, en este caso, como en muchas otras cosas, verás que tu bien si funciona.

Además, la mejor manera de mostrar tu gratitud está en aceptar todo con alegría.

Si tienes alegría, esta brillara en tus ojos y en tu aspecto, en tu
conversación y en tu contento. No podrás ocultarla por que la alegría se desborda.

La alegría es muy contagiosa. Trata, por tanto, de estar siempre desbordando de alegría donde quiera que vayas.

La alegría, ha sido dada al hombre para que se regocije en Dios por la esperanza del bien eterno y de todos los beneficios que recibe de Dios. Por tanto, sabrá como regocijarse ante la prosperidad de su vecino, como sentirse descontento ante las cosas huecas.

La alegría debe ser uno de los pivotes de nuestra existencia. es el
distintivo de una personalidad generosa. en ocasiones, también es el manto que cubre una vida de sacrificio y entrega propia. La persona que tiene este don muchas veces alcanza cimas elevadas. El o ella es como el sol en una comunidad.

Deberíamos preguntarnos: "¿En verdad he experimentado la alegría de amar?" el amor verdadero es un amor que nos produce dolor, que lastima y, sin embargo, nos produce alegría. Por ello debemos orar y pedir valor para amar.

Quien Dios te devuelva en amor todo el amor que hayas dado y toda la alegría y la paz que hayas sembrado a tu alrededor, en todo el mundo.

EL SECRETO DE LA CONFESIÓN


El secreto de confesión
Sigilo confesional

El secreto no pretende encubrir tramas, complots o misterios, sino proteger la intimidad de la persona 

Por: Redacción Catholic.net | Fuente: Varios*


«El sistema del secreto que se da en el orden eclesial, como en cualquier otro orden jurídico, no pretende encubrir tramas, complots o misterios, como a veces ingenuamente la opinión pública cree o, más a menudo, es inducida a creer». El cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario mayor de la Iglesia católica, explicó que el «objetivo del secreto, tanto sacramental como extra sacramental es proteger la intimidad de la persona, es decir, custodiar la presencia de Dios en lo íntimo del ser humano». Añadió el cardenal Piacenza que «grandes y saludables son los efectos que con el secreto y la reserva se desean proteger y custodiar para salvaguardar la fama y la reputación de alguien o respetar los derechos tanto de individuos como de grupos». (Artículo publicado por “L’Osservatore Romano” sobre el congreso que organizó la misma Penitenciaría Apostólica titulado “El sigilo confesional y la privacidad pastoral”. 12 noviembre 2014).

Breve explicación del secreto de confesión o sigilo sacramental

El sigilo sacramental es, en la Iglesia Católica, la obligación de no manifestar jamás lo sabido por confesión sacramental.

El derecho natural lo supone y es de derecho divino, sin que la Iglesia tenga facultad para dispensar de él, ni aun muerto el penitente. Su inviolabilidad es tal, que en ningún caso imaginable, ni daño gravísimo que sobrevenga al confesor ni a toda la humanidad, podría infringirse, ni de palabra, ni por escrito, ni por señal, ni por reticencias. Ni el mismo confesor podría confesar su pecado revelando la confesión recibida y de no haber otro medio, no estaría obligado a la integridad material de su propia confesión.

Dicha obligación comprende en primer término al confesor y después a todos aquellos que de algún modo se enterasen de la confesión, lícita o ilícitamente, ya oyéndola, ya leyendo apuntes de los pecados en orden a la confesión, ya sirviendo de intérprete y, si son varios, no pueden hablar de ello entre sí.

Son materia directa del sigilo los pecados mortales en general y en particular, los veniales en particular (pues, en general, no hay hombre que no los tenga y, por tanto, no son materia de sigilo), su objeto, cómplices y circunstancias. Materia indirecta es todo aquello por donde se puede venir en conocimiento del pecado o del pecador y cuanto a éste pudiera causar confusión, sospecha o daño y por esto caen bajo sigilo la penitencia impuesta, indisposición del penitente, denegación de absolución, defectos naturales y morales, escrúpulos conocidos solo por la confesión y cuya revelación pueda molestar al penitente.

Aun excluido el peligro de revelación, el Código de Derecho Canónico prohibe absolutamente a los confesores usar del conocimiento adquirido en la confesión con gravamen del penitente. De ser violado, el sacerdote queda automáticamente excomulgado.

A tanto llega la inviolabilidad del sigilo, que de negarse la absolución a un penitente por indispuesto, si se acerca públicamente a recibir la comunión de mano del mismo confesor, éste tiene que dársela.

Ni al mismo penitente se puede hablar de sus pecados fuera de la confesión sin licencia suya, que no debe solicitarse sino en caso de excepcional necesidad, por no exponerle a la natural vergüenza, haciendo odiosa la confesión. Aparte de esto, el penitente puede autorizar al confesor para hacer uso del secreto sacramental, pero esa autorización debe ser expresa, no implícita ni interpretativa, ha de ser espontánea y libérrima, con causa legítima y en bien del mismo penitente. Todo lo sobredicho va en el supuesto de que el confesor no sepa las cosas por otro producto que la confesión y así lo haga constar.

Preguntas frecuentes sobre el tema:

- ¿Puede un sacerdote revelar algún secreto de confesión?

La Iglesia Católica declara que todo sacerdote que oye confesiones está obligado a guardar un secreto absoluto sobre los pecados que sus penitentes le han confesado, bajo penas muy severas. Tampoco puede hacer uso de los conocimientos que la confesión le da sobre la vida de los penitentes.

El Código de Derecho Canónico, canon 983,1 dice: «El sigilo sacramental es inviolable; por lo cual está terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de cualquier otro modo, y por ningún motivo».

- ¿No hay excepciones?

El secreto de confesión no admite excepción. Se llama "sigilo sacramental" y consiste en que todo lo que el penitente ha manifestado al sacerdote queda "sellado" por el sacramento.

Un sacerdote no puede hablar a nadie sobre lo que se le dice en confesión. Aun cuando él supiera la identidad del penitente y posteriormente se encontrara con él no puede comentarle nada de lo que le dijo en confesión, a menos que sea el mismo penitente quien primero lo comente. Entonces y sólo entonces, puede discutirlo sólo con él. De lo contrario debe permanecer en silencio.

- ¿Cómo se asegura este secreto?

Bajo ninguna circunstancia puede quebrantarse el “sigilo” de la confesión. De acuerdo a la ley canónica, la penalización para un sacerdote que viole este sigilo sería la excomunión automática (Derecho Canónico 983, 1388).

El sigilo obliga por derecho natural (en virtud del cuasi contrato establecido entre el penitente y el confesor), por derecho divino (en el juicio de la confesión, establecido por Cristo, el penitente es el reo, acusador y único testigo; lo cual supone implícitamente la obligación estricta de guardar secreto) y por derecho eclesiástico (Código de Derecho Canónico, c. 983).

- ¿Y si revelando una confesión se pudiera evitar un mal?

El sigilo sacramental es inviolable; por tanto, es un crimen para un confesor el traicionar a un penitente ya sea de palabra o de cualquier otra forma o por cualquier motivo.

No hay excepciones a esta ley, sin importar quién sea el penitente. Esto se aplica a todos los fieles —obispos, sacerdotes, religiosos y seglares—. El sigilo sacramental es protección de la confianza sagrada entre la persona que confiesa su pecado y Dios, y nada ni nadie puede romperlo.

- ¿Qué puede hacer entonces un sacerdote si alguien le confiesa un crimen?

Si bien el sacerdote no puede romper el sello de la confesión al revelar lo que se le ha dicho ni usar esta información en forma alguna, sí está en la posición —dentro del confesionario— de ayudar al penitente a enfrentar su propio pecado, llevándolo así a una verdadera contrición y esta contrición debería conducirlo a desear hacer lo correcto.

- ¿Las autoridades judiciales podrían obligar a un sacerdote a revelar un secreto de confesión?

En el Derecho de la Iglesia la cuestión está clara: el sigilo sacramental es inviolable. El confesor que viola el secreto de confesión incurre en excomunión automática.

Esta rigurosa protección del sigilo sacramental implica también para el confesor la exención de la obligación de responder en juicio «respecto a todo lo que conoce por razón de su ministerio», y la incapacidad de ser testigo en relación con lo que conoce por confesión sacramental, aunque el penitente le releve del secreto «y le pida que lo manifieste», (cánones 1548 y 1550).

- ¿Aunque contando el secreto el sacerdote pudiera obtener algo bueno para alguien?

El sigilo sacramental no puede quebrantarse jamás bajo ningún pretexto, cualquiera que sea el daño privado o público que con ello se pudiera evitar o el bien que se pudiera promover.

Obliga incluso a soportar el martirio antes que quebrantarlo, como fue el caso de San Juan Nepomuceno. Aquí debe tenerse firme lo que afirmaba Santo Tomás: «lo que se sabe bajo confesión es como no sabido, porque no se sabe en cuanto hombre, sino en cuanto Dios», (In IV Sent., 21,3,1).

- ¿Y si otra persona oye o graba la confesión y la revela?

La Iglesia ha precisado que incurre también en excomunión quien capta mediante cualquier instrumento técnico, o divulga las palabras del confesor o del penitente, ya sea la confesión verdadera o fingida, propia o de un tercero.

- ¿Y en el caso de que el sacerdote no haya dado la absolución?

El sigilo obliga a guardar secreto absoluto de todo lo dicho en el sacramento de la confesión, aunque no se obtenga la absolución de los pecados o la confesión resulte inválida.



Fuentes: Código de Derecho Canónico, Catecismo de la Iglesia Católica, respuestas sobre el tema de Grace MacKinnon, especializada en Doctrina Católica, L’Osservatore Romano, L’Osservatore Romanoatican Insider.