Autor: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net La confesión de Pedro | |
Mateo 16, 13-23. Tiempo Ordinario. Cristo ha querido establecer una alianza conmigo porque me ama. | |
Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Él les dijo: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Cristo. Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que Él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día. Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!» Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres! Oración introductoria Jesús, al igual que Pedro no me gusta, en muchas ocasiones, el camino que debo recorrer para aspirar a la santidad. Por eso hoy, con mucha fe y esperanza, te busco en la oración para suplicarte me concedas llegar a percibir tus sentimientos y conocer a fondo tu corazón. Que el centro de mi oración seas Tú, y no tanto mis problemas o dificultades personales. Petición Señor, que sepa reconocerte siempre como tu instrumento, porque Tú eres la única fuente que emana el bien que puedo hacer. Meditación del Papa Francisco Hoy continuamos con el tema de la remisión de los pecados, pero en referencia al llamado "potestad de las llaves", que es un símbolo bíblico de la misión que Jesús ha dado a los apóstoles. Lo primero que debemos recordar es que el protagonista del perdón de los pecados es el Espíritu Santo. [...] Tantas personas quizá no entienden la dimensión eclesial del perdón, porque domina siempre el individualismo, el subjetivismo y también nosotros cristianos lo volvemos a sentir. Cierto, Dios perdona a cada pecador arrepentido, personalmente, pero el cristiano está unido a Cristo, y Cristo está unido a la Iglesia. Para nosotros cristianos hay un don más, y hay también un compromiso más: pasar humildemente a través del ministerio eclesial. Y esto debemos valorarlo. (S.S. Francisco, 20 de noviembre de 2013). Reflexión La fidelidad de Dios es eterna y ha mantenido su promesa y su alianza de generación en generación, independientemente de las infidelidades, rebeldías, traiciones e idolatrías de su pueblo. La historia del pueblo de Israel es este concatenarse de la fidelidad de Dios y de la infidelidad de su pueblo. La alianza encuentra su pleno cumplimiento en Cristo y en la fundación de su Iglesia. Cristo sella el inicio de la nueva alianza al fundar su Iglesia sobre los Apóstoles, con Pedro como fundamento visible en la tierra: el Papa. Y ratifica esta "alianza nueva y eterna" en el momento de la institución de la Eucaristía, memorial de su pasión redentora, pacto sellado en su Sangre preciosa para la remisión de todos los pecados. La respuesta inspirada de Pedro –"esto no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en los cielos"– es el conocimiento interior prometido por Dios para aquellos con quienes establece la nueva alianza: "todos me conocerán". Su Iglesia es el nuevo pueblo, con un mandamiento nuevo, con una doctrina nueva, llamada a crear hombres nuevos bajo la guía del Vicario de Cristo, el sucesor de Pedro. Señor, crea un mí un corazón nuevo para poder conocerte, amarte y vivir en tu Iglesia el mandamiento nuevo del amor, en respuesta a tu elección y a la nueva alianza que has querido establecer libremente conmigo porque me amas. Propósito Renunciar a algo que me cuesta mucho (como oir música un día), y ofrecerlo a Dios por aquellas personas que han perdido su fe. Diálogo con Cristo Gracias, Señor, porque siendo Hijo de Dios, has dado tu vida por mí, porque me amas. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu Palabra. Tú me conoces, sabes de mi debilidad, de mi temor al sacrificio, al dolor, por eso confío en Ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone. |
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jueves, 7 de agosto de 2014
EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 7 DE AGOSTO DEL 2014
LOS ANTEOJOS DE DIOS
LOS ANTEOJOS DE DIOS
El cuento trata de un difunto. Ánima bendita camino del cielo donde esperaba encontrarse con Tata Dios para el juicio sin trampas y a verdad desnuda. Y no era para menos, porque en la conciencia a más de llevar muchas cosas negras, tenía muy pocas positivas que hacer valer. Buscaba ansiosamente aquellos recuerdos de buenas acciones que había hecho en sus largos años de usurero.
Había encontrado en los bolsillos del alma unos pocos recibos "Que Dios se lo pague", medio arrugados y amarillentos por lo viejo. Fuera de eso, bien poca más. Pertenecía a los ladrones de levita y galera, de quienes comentó un poeta: "No dijo malas palabras, ni realizó cosas buenas".
Parece que en el cielo las primeras se perdonan y las segundas se exigen. Todo esto ahora lo veía clarito. Pero ya era tarde. La cercanía del juicio de Tata Dios lo tenía a muy mal traer.
Se acercó despacito a la entrada principal, y se extraño mucho al ver que allí no había que hacer fila. O bien no había demasiados clientes o quizá los trámites se realizaban sin complicaciones. Quedó realmente desconcertado cuando se percató no sólo de que no se hacía fila sino que las puertas estaban abiertas de par en par, y además no había nadie para vigilarlas. Golpeó las manos y gritó el Ave María Purísima. Pero nadie le respondió. Miró hacia adentro, y quedó maravillado de la cantidad de cosas lindas que se distinguían. Pero no vio a ninguno. Ni ángel, ni santo, ni nada que se le pareciera. Se animó un poco más y la curiosidad lo llevó a cruzar el umbral de las puertas celestiales. Y nada. Se encontró perfectamente dentro del paraíso sin que nadie se lo impidiera.
-¡Caramba — se dijo — parece que aquí deber ser todos gente muy honrada! ¡Mirá que dejar todo abierto y sin guardia que vigile!
Poco a poco fue perdiendo el miedo, y fascinado por lo que veía se fue adentrando por los patios de la Gloria. Realmente una preciosura. Era para pasarse allí una eternidad mirando, porque a cada momento uno descubría realidades asombrosas y bellas.
De patio en patio, de jardín en jardín y de sala en sala se fue internando en las mansiones celestiales, hasta que desembocó en lo que tendría que ser la oficina de Tata Dios. Por supuesto, estaba abierta también ella de par en par. Titubeó un poquito antes de entrar. Pero en el cielo todo termina por inspirar confianza. Así que penetró en la sala ocupada en su centro por el escritorio de Tata Dios. Y sobre el escritorio estaban sus anteojos. Nuestro amigo no pudo resistir la tentación — santa tentación al fin — de echar una miradita hacia la tierra con los anteojos de Tata Dios. Y fue ponérselos y caer en éxtasis. ¡Que maravilla! Se veía todo clarito y patente. Con esos anteojos se lograba ver la realidad profunda de todo y de todos sin la menor dificultad. Pudo mirar profundo de las intenciones de los políticos, las auténticas razones de los economistas, las tentaciones de los hombres de Iglesia, los sufrimientos de las dos terceras partes de la humanidad.
Entonces se le ocurrió una idea. Trataría de ubicar a su socio de la financiera para observarlo desde esta situación privilegiada. No le resulto difícil conseguirlo. Pero lo agarró en un mal momento. En ese preciso instante su colega esta estafando a una pobre mujer viuda mediante un crédito bochornoso que terminaría de hundirla en la miseria por sécula seculorum. (En el cielo todavía se entiende latín). Y al ver con meridiana claridad la cochinada que su socio estaba por realizar, le subió al corazón un profundo deseo de justicia.
Nunca le había pasado en la tierra. Pero, claro, ahora estaba en el cielo. Fue tan ardiente este deseo de hacer justicia, que sin pensar en otra cosa, buscó a tientas debajo de la mesa el banquito de Tata Dios, y revoleándolo por sobre su cabeza lo lanzó a la tierra con una tremenda puntería. Con semejante teleobjetivo el tiro fue certero. El banquito le pegó un formidable golpe a su socio, tumbándolo allí mismo.
En ese momento se sintió en el cielo una gran algarabía. Era Tata Dios que retornaba con sus angelitos, sus santas vírgenes, confesores y mártires, luego de un día de picnic realizado en los collados eternos. La alegría de todos se expresaba hasta por los poros del alma, haciendo una batahola celestial. Nuestro amigo se sobresalto. Como era pura alma, el alma no se le fue a los pies, sino que se trató de esconder detrás del armario de las indulgencias. Pero ustedes comprenderás que la cosa no le sirvió de nada. Porque a los ojos de Dios todo está patente. Así que fue no más entrar y llamarlo a su presencia. Pero Dios no estaba irritado. Gozaba de muy buen humor, como siempre. Simplemente le preguntó qué estaba haciendo.
La pobre alma trató de explicar balbuceando que había entrado a la gloria, porque estando la puerta abierta nadie la había respondido y el quería pedir permiso, pero no sabía a quién.
-No, no — le dijo Tata Dios — no te pregunto eso. Todo está muy bien. Lo que te pregunto es lo que hiciste con mi banquito donde apoyo los pies. Reconfortado por la misericordiosa manera de ser de Tata Dios, el pobre tipo fue animado y le contó que había entrado en su despacho, había visto el escritorio y encima los anteojos, y que no había resistido la tentación de colocárselos para echarle una miradita al mundo. Que le pedía perdón por el atrevimiento.
-No, no — volvió a decirle Tata Dios — Todo eso está muy bien. No hay nada que perdonar. Mi deseo profundo es que todos los hombres fueran capaces de mirar el mundo como yo lo veo. En eso no hay pecado. Pero hiciste algo más. ¿Qué pasó con mi banquito donde apoyo los pies?
Ahora sí el ánima bendita se encontró animada del todo. Le contó a Tata Dios en forma apasionada que había estado observando a su socio justamente cuando cometía una tremenda injusticia y que le había subido al alma un gran deseo de justicia, y que sin pensar en nada había manoteado el banquito y se lo había arrojado por el lomo.
-¡Ah, no! — volvió a decirle Tata Dios. Ahí te equivocaste. No te diste cuenta de que si bien te había puesto mis anteojos, te faltaba tener mi corazón. Imaginate que si yo cada vez que veo una injusticia en la tierra me decidiera a tirarles un banquito, no alcanzarían los carpinteros de todo el universo para abastecerme de proyectiles. No m’hijo. No. Hay que tener mucho cuidado con ponerse mis anteojos, si no se está bien seguro de tener también mi corazón.
ORACIÓN ANTE LAS TENTACIONES A LA VIRGEN MARÍA
ORACIÓN ANTE LAS TENTACIONES
A LA VIRGEN MARÍA
Madre querida, Virgen María, acógeme en tu regazo, cúbreme con tu manto protector y con ese dulce cariño que nos tienes a tus hijos aleja de mí las trampas del enemigo, e intercede intensamente para impedir que sus astucias me hagan caer. A Ti me confío y en tu intercesión espero. Amén.
EUCARISTÍA Y SILENCIO
Autor: P Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net
Eucaristía y silencio
Es condición indispensable para escuchar y encontrarnos con Dios. El encuentro con Dios se da en el silencio del alma.
Eucaristía y silencio
La vida crece silenciosamente en el oscuro seno de la tierra y en el seno silencioso de la madre. La primavera es una inmensa explosión, pero una explosión silenciosa.
Dios fue silencioso durante muchos siglos, y en ese silencio se gestaba la comunicación más entrañable: el diálogo entre Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¿Qué es el silencio?
Es esa capacidad interior de saber estar reposado, calmado, controlando y encauzando los sentidos internos y externos. Es esa capacidad de callar, de escuchar, de recogerse. Es esa capacidad de cerrar la boca en momentos oportunos, de calmar las olas interiores, de sentirse dueño de sí mismo y no dominado o esclavo de sus alborotos.
Uno de los males de la actualidad es el aburrimiento, que se origina de la incapacidad del hombre de estar a solas consigo mismo. El hombre de la era atómica no soporta la soledad y el silencio, y para combatirlos echa mano de un cigarrillo, una radio, la televisión, y para evadirse del silencio se echa ciegamente en brazos de la dispersión, la distracción y la diversión.
¿Para qué sirve el silencio?
Es muy útil para reponer fuerzas, energías espirituales, calmarse, para encontrarnos con nosotros mismos, para conocernos mejor, más profundamente.
Es imprescindible para ser creativos. Todo artista, científico, pensador, necesita desplegar en su interior un gran silencio para poder generar percepciones, ideas, creaciones. Los grandes genios del arte y de la literatura fueron hombres que dedicaban mucho tiempo al silencio. Y de esos momentos de silencio brotaron las grandes obras. Es lo que llamamos el silencio creador, fecundo, productivo.
Es condición indispensable para escuchar y encontrarnos con Dios. Jamás le escucharemos si estamos sumergidos en el oleaje de la palabrería, dispersión, agitación. El encuentro con Dios se da en el silencio del alma. Así lo dice santa Teresa de Jesús: “Pues hagamos cuenta que dentro de nosotros está un palacio de grandísima riqueza, todo su edificio de oro y piedras preciosas –en fin, como para tal Señor-, y que sois vos parte de que aqueste edificio sea tal, como a la verdad lo es (que es ansí, que no hay edificio y de tanta hermosura como un alma limjpia y llena de virtudes, y mientras mayores, más resplandecen las piedras), y que en este palacio está este gran Rey y que ha tenido por bien ser vuestro Padre y que está en un trono de grandísimo precio, que es vuestro corazón” (Camino de perfección, 28, 9).
Y san Juan de la Cruz nos susurra al oído: “El alma que le quiere encontrar ha de salir de todas las cosas con la afición y la voluntad, y entrar dentro de sí mismo con sumo recogimiento. Las cosas han de ser para ella como si no existiesen...Dios, pues, está escondido en el alma y ahí le ha de buscar con amor el buen contemplativo, diciendo: ¿A dónde te escondiste?” (Cántico espiritual, 1, 6).
¡El valor del silencio!
Las grandes decisiones en la vida nacieron de momentos de silencio.
Necesitamos del silencio para una mayor unificación personal. La mucha distracción produce desintegración y ésta acaba por engendrar desasosiego, tristeza, angustia.
Hay diversas clases de silencio.
Jesús nos dijo: “cierra las puertas”. Cerrar las puertas y ventanas de madera es fácil. Pero aquí se trata de unas ventanas más sutiles, para conseguir ese silencio.
Está, primero, el silencio exterior, que es más fácil de conseguir: silencio de la lengua, de puertas, de cosas y de personas. Es fácil. Basta subirse a un cerro, internarse en un bosque, entrar en una capilla solitaria, y con eso se consigue silencio exterior.
Pero está, después, el silencio interior: silencio de la mente, recuerdos, fantasías, imaginaciones., memoria, preocupaciones, inquietudes, sentimientos, corazón, afectos. Este silencio interior es más difícil, pero imprescindible para oír a Dios e intimar con Él.
Los enemigos del silencio son la dispersión, el desorden, la distracción, la diversión, la palabrería, la excesiva juerga, risotadas, la velocidad, el frenesí, el ruido.
¿Qué relación hay entre eucaristía y silencio?
El mayor milagro se realiza en el silencio de la eucaristía. Las más íntimas amistades se fraguan en el silencio de la eucaristía. Las más duras batallas se vencen en el silencio de la eucaristía, frente al Sagrario. La lectura de la Palabra que se tiene en la misa debe hacerse en el silencio del alma, si es que queremos oír y entender. El momento de la Consagración tiene que ser un momento fuerte de silencio contemplativo y de adoración. Cuando recibimos en la Comunión a Jesús ¡qué silencio deberíamos hacer en el alma para unirnos a Él! Nadie debería romper ese silencio.
Las decisiones más importantes se han tomado al pie del silencio, junto a Cristo eucaristía. ¡Cuántas lágrimas secretas derramamos en el silencio! Juan Pablo II cuando era Obispo de Cracovia pasaba grandes momentos de silencio en su capillita y allí escribía sus discursos y documentos. ¡Fecundo silencio del Sagrario!
Así lo narra Juan Pablo II en su libro “¡Levantaos! ¡Vamos!”: “En la capilla privada no solamente rezaba, sino que me sentaba allí y escribía...Estoy convencido de que la capilla es un lugar del que proviene una especial inspiración. Es un enorme privilegio poder vivir y trabajar al amparo de este Presencia. Una Presencia que atrae como un poderoso imán...” .
Preguntemos a María si el silencio es importante. El silencio de la Virgen no es un silencio de tartamudez e impotencia, sino de luz y arrobo...Todos hablan en la infancia de Jesús: los ángeles, los pastores, los magos, los reyes, Simeón, Ana la Profetisa...pero María permanece en su reposo y sagrado silencio. María ofrece, da, recibe y lleva a su Hijo en silencio. Tanta fuerza e impresión secreta ejerce el silencio de Jesús en el espíritu y corazón de la Virgen que la tiene poderosamente y divinamente ocupada y arrebatada en silencio.
UN CIEGO CON LUZ
UN CIEGO CON LUZ
Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida.
La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella.
En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce.
Se da cuenta de que es Manuel, el ciego del pueblo. Entonces, le dice:
-¿Qué haces Manuel, tú ciego, con una lámpara en la mano?
Si tú no ves...
Entonces, el ciego le responde:
- Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mi...
No solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella.
Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.
Alumbrar el camino de los otros no es tarea fácil...Muchas veces en vez de alumbrar oscurecemos mucho más el camino de los demás...¿Cómo? A través del desaliento, la crítica, el egoísmo, el desamor, el odio, el resentimiento...
¡Qué hermoso sería si todos ilumináramos los caminos de los demás!
Sin fijarnos si lo necesitan o no... Llevar luz y no oscuridad...
Si toda la gente encendiera una luz el mundo entero estaría iluminado y brillaría día a día con mayor intensidad...
Todos pasamos por situaciones difíciles a veces... todos sentimos el peso del dolor en determinados momentos de nuestras vidas... todos sufrimos en algunos momentos... lloramos en otros...
Pero no debemos proyectar nuestro dolor cuando alguien desesperado busca ayuda en nosotros...
No debemos exclamar como es costumbre: -La vida es así... llenos de rencor, llenos de odio...
No debemos...Al contrario: ayudemos a los demás sembrando esperanza en ese corazón herido...
Nuestro dolor es y fue importante pero se minimiza si ayudamos a otros a soportarlo, si ayudamos a otro a sobrellevarlo... luz... demos luz... Tenemos en el alma el motor que enciende cualquier lámpara, la energía que permite iluminar en vez de oscurecer...
Está en nosotros saber usarla...Está en nosotros ser Luz y no permitir que los demás vivan en las tinieblas...
ORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO
ORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO
Con el velo del Santísimo Sacramento
sean cubiertos mis seres queridos.
y no sean heridos, ni muertos,
ni presos, ni cautivos,
ni de sus enemigos vencidos.
por la flor en que nació,
por la cruz en que murió,
hablen y se defiendan
y ablanden los corazones
que estén en su contra.
¡Oh! Jesús sacramentado,
si enemigos ven venir,
la llaga de tu costado
siempre los ha de cubrir.
con el velo de Maria Santísima
sean cubiertos mis seres queridos.
y no sean heridos, ni muertos,
ni presos, ni cautivos,
ni de sus enemigos vencidos.
El poder de Dios les valga,
la fuerza de la fe,
la pureza de María Santísima,
y la castidad del señor San José.
Así sea.
SAN CAYETANO PARA COLOREAR -7 DE AGOSTO
Festividad: 7 de agosto.
Fundador de la orden de los Clérigos Regulares (Teatinos)
Nacionalidad: italiana.
Fecha beatificación: 1629 por el Papa Urbano VIII.
Fecha canonización: 1671 por el Papa Clemente X.
Patrón: personas que buscan trabajo, desempleados.
SAN CAYETANO DE THIENE, PRESBÍTERO FUNDADOR, 7 DE AGOSTO
Autor: . | Fuente: Corazones.org
Cayetano de Thiene, Santo
Presbítero Fundador, 7 de agosto
Cayetano de Thiene, Santo
Fundador de la Orden de Clérigos Regulares
Martirologio Romano: San Cayetano de Thiene, presbítero, que en Nápoles, en la región de la Campania, se entregó piadosamente a obras de caridad, especialmente a favor de los aquejados de enfermedades incurables, promovió cofradías para formar religiosamente a los laicos e instituyó los Clérigos Regulares, para la reforma de la Iglesia, enseñando a sus discípulos a seguir la primitiva manera de vida apostólica (1547).
Etimología: Cayetano = alegre. Viene de la lengua latina.
Su padre, el Conde Gaspar de Thiene y su madre María di Porto. El padre murió cuando los dos hermanos eran muy pequeños. Su piadosa madre dio a sus hijos un admirable ejemplo.
Cayetano estudió 4 años en la Universidad de Padua donde se distinguió en la teología y se doctoró en derecho civil y canónico en 1504. Fue nombrado senador en Vicenza.
Estaba, sin embargo, decidido a seguir los estudios sacerdotales. Se trasladó a Roma en 1506. Decía que Dios le llamaba a realizar una gran obra. Al poco tiempo fue nombrado secretario privado del Papa Julio II. Ayudaba al Papa a escribir las cartas apostólicas. Conoció de cerca a cardenales y prelados.
El Papa muere en 1513 y Cayetano decide no continuar en el cargo. Se preparó durante 3 años para ser sacerdote. Fue ordenado en 1516, a los 36 años. Celebra su primera misa y queda sobrecogido por el don del que no se considera digno.
Funda en Roma la "Cofradía del Amor Divino", una asociación de clérigos que se dedicaba a promover la gloria de Dios. Tuvo su primera experiencia pastoral en la parroquia de Santa María de Malo, cerca de Vicenza; luego se dedicó a cuidar los santuarios esparcidos por el monte Soratte.
Ingresó en el oratorio de San Jerónimo que tenía los mismos fines que la cofradía del Amor Divino, pero incluía a laicos pobres. Sus amigos se molestaron mucho por eso, porque consideraban que aquello era indigno para un hombre de gran alcurnia como él. A Cayetano no le importó. Ayudaba y servía personalmente a los pobres y enfermos de la ciudad y atendía a los pacientes de las enfermedades repugnantes.
Cayetano se preocupaba mucho por el bien espiritual de su congregación. Solía decir: "En el oratorio rendimos a Dios el homenaje de la adoración, en el hospital le encontramos personalmente".
Fundó otro oratorio en Verona. Se trasladó a Venecia en 1520, siguiendo el consejo de su confesor, Juan Bautista de Crema, un dominico santo y prudente. Se alojó en el hospital de la ciudad y siguió la misma forma de vida. Se le consideraba fundador principal del hospital por todos los regalos que hizo.
La Eucaristía
Implantó la bendición con el Santísimo Sacramento y promovió la comunión frecuente, en los 3 años que vivió en Venecia. Escribió: "No estaré satisfecho sino hasta que vea a los cristianos acercarse al Banquete Celestial con sencillez de niños hambrientos y gozosos, y no llenos de miedo y falsa vergüenza".
La cristiandad pasaba por un periodo de crisis. La corrupción debilitaba a la Iglesia. Cayetano era uno de los que más imploraban la verdadera reforma de vida y de costumbres dentro de la Iglesia. Repetía a menudo: "Cristo espera, ninguno se mueve".
Fundador
San Cayetano regresó a Roma para hablar de la reforma con los miembros de la Cofradía del Amor Divino en 1523, en compañía del obispo de Teato Giampietro Carafa, de Bonifacio Colli y de Pablo Consiglieri. No solo predicó la reforma, sino la llevó a cabo fundando con sus tres compañeros una orden de Clérigos Regulares que tomasen como modelo la vida de los Apóstoles. La llamaron "Ordo Regularium Theatinorum" o Congregación de los Teatinos (el nombre de padres teatinos viene del episcopado de "Teate Marrucinorum" ), y tenía como finalidad principal la renovación del clero.
Clemente VII aprobó la fundación el 14 de septiembre de 1524. Cayetano renuncia a todos sus bienes y Carafa a los 2 episcopados de Brindis y de Chieti.
Los 4 primeros miembros visten sus hábitos religiosos y hacen los votos en San Pedro, ante un delegado pontificio. Carafa es nombrado superior general de la orden. Aparte de la renovación del clero, sus otros objetivos eran la predicación de la sana doctrina, el cuidado de los enfermos y la restauración del uso frecuente de los Sacramentos.
Los seguidores no eran muchos. A los 4 años, en 1527, cuando la orden tenía 12 miembros, el ejercito saqueó la ciudad, la casa fue destruida y ellos escaparon a Venecia. En 1530 San Cayetano sucede a Carafa en el cargo de superior. Por su humildad, lo hace con renuencia.
Trabaja enérgicamente por la reforma del clero. En 1533, Carafa fue elegido superior general por segunda vez. Cayetano es enviado a Verona, donde recibe oposición a sus reformas.
Viaja a Nápoles para fundar una casa de su orden. Recibe una casa donada por el conde de Oppido y rechaza otros terrenos. El conde alega que los napolitanos no eran tan ricos y generosos como los venecianos a los que San Cayetano le responde: "Tal vez tengáis razón, pero Dios es el mismo en ambas ciudades. Dios está en Nápoles como en Venecia".
Se quedó en Nápoles donde había mas trabajo. La ciudad mejoró notablemente gracias a las prédicas y el trabajo apostólico del santo, que en ocasiones tuvo que enfrentarse con laicos y religiosos que predicaban el calvinismo, el luteranismo y otros errores.
Fundó con el Beato Juan Marinoni los "Montes de Piedad" para liberar de la miseria a los pobres y marginados. Esta obra fue aprobada poco antes del Concilio de Letrán. En sus últimos años de vida abrió hospicios para ancianos y fundó hospitales.
Cae enfermo en el verano de 1547. Los médicos le aconsejan poner un colchón sobre su cama de tablas, el respondió: "Mi salvador murió en la cruz; dejadme pues, morir también sobre un madero".
Murió en Nápoles a la edad de 77 años, el domingo 7 de agosto de 1547.
Ocho años después de su muerte, el teatino Carafa fue elegido Papa, con el nombre Pablo IV, un auténtico reformador, aunque su pontificado fue muy impopular.
Cayetano fue canonizado en 1671 después que la comisión encargada terminara de examinar rigurosamente los numerosos milagros.