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EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 18 DE JULIO DEL 2014

Autor: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net
Quiero misericordia y no sacrificio
Mateo 12, 1-8, Tiempo Ordinario. Cuando no hay misericordia, ayudar a los demás es un molesto peso.
 
Quiero misericordia y no sacrificio
Del santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8

Un sábado de aquellos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los fariseos, al verlo, le dijeron: -Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado. Les replicó: -¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendierais lo que significa «quiero misericordia y no sacrificio», no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del Hombre es señor del sábado.

Oración introductoria

Padre Santo, me pongo en tu presencia mientras contemplo a tu Hijo en la cruz… Te imploro por la luz de tu Espíritu Santo, para comprender en esta oración qué es lo que tengo que hacer para crecer en el amor. Dame tu gracia para amar como Tú amas.

Petición

Señor, hazme comprender el auténtico sentido de tu Palabra, para vivirla,

Meditación del Papa Francisco

¡El Señor me ha cambiado la vida! ¡Me encontré con el Señor ´. Recordar siempre. Es como soplar sobre las brasas de aquella memoria, ¿verdad? Soplar para mantener el fuego, siempre.
En las parábolas evangélicas se habla de la negativa de muchos invitados a la fiesta del Señor. Por lo que Jesús se fue a "buscar a los pobres, a los enfermos, e hizo fiesta con ellos".
Y Jesús, continuando con esta costumbre, celebra con los pecadores y ofrece a los pecadores la gracia. "Quiero misericordia, y no sacrificios. No he llegado, por cierto, a llamar a los justos, sino a los pecadores". ¡Quién se cree justo, que se cocine su propio caldo! Él ha venido por nosotros, pecadores, y esto es lo bello. Dejémonos mirar por la misericordia de Jesús, ¡hagamos fiesta y tengamos memoria de esta salvación!... (Cf. S.S. Francisco, 5 de julio de 2013, homilía en Santa Marta).

Reflexión

El espíritu de la ley es vivir la misericordia de Dios. Porque la misericordia es hija del amor. Y el amor es el centro, el corazón de toda la vida de un verdadero cristiano. En cambio cuando no hay misericordia, la ley se hace cadena, un molesto peso. Y Dios, de Padre de misericordias se hace Juez tirano.

Pero Dios es amor. Y su Hijo es la encarnación del amor. Jesús no se ha molestado con sus discípulos porque hacen algo "prohibido" en sábado. En realidad el descanso sabático era una imagen del descanso que el hombre debe encontrar en el Corazón de Cristo. Por eso lo que los discípulos hacen no tiene importancia.

En cambio los fariseos, creyendo "guardar" el sábado fielmente, cometen la atrocidad de juzgar con sus lenguas a los demás, quebrantando realmente el día consagrado a Dios con sus venenosas palabras y su impuro corazón. ¿Qué es lo más importante de la ley? ¿Cumplir la materia de la ley o su espíritu? ¿Qué honra más a Dios, estarse quieto un tiempo o vivir hasta las últimas consecuencias la misma misericordia de Cristo? Por eso, quien vive el espíritu, esto es, la misericordia del Señor al practicar la ley, la vivirá a fondo porque actuará con el mismo sentir de Cristo. Y el sentir de Cristo, ¿dejaría de cumplir algún punto de la ley, aunque fuera pequeñito? No, porque el que vive amando hace todo cuanto agrada a su Amado.

En cambio quien no vive el espíritu sino la ley sola, aparentemente parecerá cumplir pero será un cadáver que matará con su pensamiento a los demás quebrantando el mismo centro de la ley: el amor. De hecho los fariseos, tan cumplidores no tuvieron escrúpulos para llevar a la cruz a su mismo Dios. Cristo es Rey y Señor. Y de tal dignidad le viene a Cristo ser el Señor del sábado: ¡Él es el Amor!

Propósito

Procurar un estilo de vida más sencillo y sobrio para ser solidario con los necesitados.

Diálogo con Cristo

«Vivir con los pies bien plantados en la tierra, atentos a las situaciones concretas del prójimo, y, al mismo tiempo, teniendo el corazón en el Cielo, sumergido en la misericordia de Dios». Permite, Señor, que ésta sea mi actitud, mi estilo de vida. No evadir egoístamente los problemas, afrontarlos sabiendo que Tú estás conmigo, viviendo auténticamente mi libertad, dando a mi vida la trascendencia para la cual fue creada. 

EL AGUA QUE QUERÍA SER FUEGO



El agua que quería ser fuego.


“Ya estoy cansada de ser fría y de correr río abajo. Dicen que soy necesaria. Pero yo preferiría ser hermosa. Y encender entusiasmos. Y hacer arder el corazón de los enamorados y ser roja y cálida. Dicen que yo purifico lo que toco, pero más fuerza purificadora tiene el fuego. Quisiera ser fuego y llama.” 

Así pensaba en septiembre el agua de un río de montaña. 
Y, como quería ser fuego, decidió escribir una carta a Dios y pedir que cambiara su identidad. 

“Querido Dios: Tú me hiciste agua. Pero quiero decirte con todo respeto que me he cansado de ser transparente. 
Prefiero el color rojo para mí. Desearía ser fuego. ¿Puede ser? 
Tú mismo, Señor, te identificaste con la zarza ardiente y dijiste que habías venido a poner fuego en la tierra. No recuerdo que te compararas con el agua. 
Por eso, creo que comprenderás mi deseo. No es un simple capricho. Yo necesito este cambio para mi realización personal...” 

El agua salía todas las mañanas a su orilla para ver si llegaba la respuesta de Dios. 
Una tarde pasó una lancha muy blanca y dejó caer al agua un sobre muy rojo. El agua lo abrió y lo leyó: 

“Querida hija: me apresuro a contestar tu carta. Parece que te has cansado de ser agua, yo lo siento mucho porque no eres un agua cualquiera. Tu abuela fue la que me bautizó en el Jordán, y yo te tenía destinada a caer sobre la cabeza de muchos niños. Tu preparas el camino del fuego. Mi espíritu no baja a nadie que no haya sido lavado por ti. El agua siempre es primero que el fuego.” 

Mientras el agua estaba embebida leyendo la carta, Dios bajó a su lado y la contempló en silencio. El agua se miró a sí misma y vio el rostro de Dios reflejado en ella. 

Y Dios seguía sonriendo, esperando una respuesta. 

Ella comprendió que el privilegio de reflejar el rostro de Dios, solo lo tiene el agua limpia... 

Suspiró y dijo: “Sí Señor, seguiré siendo agua, seguiré siendo tu espejo. Gracias. 

NADIE CONTRA NOSOTROS


Nadie contra nosotros..


Cuando el caminar parezca
pedregoso y difícil,
las ofensas traten de herirte,
las palabras no salgan y no puedas hablar,
todos te condenen,
la inseguridad te agobie,
el dolor y la amargura te invadan,
parezca que te han abandonado,
la enfermedad se vuelva agresiva,
seas perseguido y humillado,
prediques la Palabra de Dios
y creas que no la han recibido,
el caminar parezca doloroso,
hablen mal de ti,
te sientas débil,
te sientas solo cuando digas:
«No puedo más...»
Sí puedes,
PORQUE DIOS ESTÁ CONTIGO,
y cuando Dios está con uno,
NADIE CONTRA NOSOTROS.

DIEZ CONSEJOS DESDE LA FE PARA AYUDA A MATRIMONIOS QUE NO CONSIGUEN TENER HIJOS

10 consejos desde la fe para ayudar a los matrimonios que no consiguen tener hijosAutor: Elizabeth Kirk - Ave Maria University | Fuente: http://www.desdelafe.mx/
10 consejos desde la fe para ayudar a los matrimonios que no consiguen tener hijos
La fecundación in vitro es un método injusto e inmoral pero hay otras formas de afrontar esta condición en pareja
10 consejos desde la fe para ayudar a los matrimonios que no consiguen tener hijos
En la actual sociedad de comunicación con una sobreexposición de los detalles más íntimos de la vida de las personas, la infertilidad sigue siendo una prueba silenciosa. Pero no es algo que deba ser ignorado. La naturaleza, al final, recuerda mensualmente a la mujer que su cuerpo no está cooperando con ella.

El dolor de la infertilidad es diferente de otras formas de sufrimiento: como nuestros cuerpos llevan en sí el potencial de la maternidad y de la paternidad, la infertilidad hiere la propia concepción de femineidad o de masculinidad.

La mujer infértil tiene útero, pero ninguna criatura anida en él. Tiene senos, pero estos no amamantarán a un hijo. La esterilidad del hombre puede llevarle a sentirse inseguro en su masculinidad y a sufrir profundamente por la imposibilidad de engendrar una familia. Y como los niños son el signo visible del amor conyugal que literalmente vuelve a marido y mujer un solo cuerpo, la infertilidad hiere el núcleo del matrimonio.

Para dificultar aún más, hombres y mujeres simplemente no se comunican de la misma forma: sus diferentes formas de lidiar con el sufrimiento pueden forzar el matrimonio hasta el punto de romperlo.

Nada cura completamente el dolor de la infertilidad, y así la fertilización in vitro (FIV) se presenta a sí misma como una esperanza para los cónyuges que padecen ese dolor. Pero el profundo dolor de la infertilidad y el deseo bueno y natural de tener hijos no legitiman el uso de cualquier medio para curar ese dolor y satisfacer ese deseo. Algunos recursos, y la FIV es uno de ellos, simplemente tienen daños colaterales demasiado altos.

Algunos lectores me han escrito indignados, o incluso con rabia, a causa de mi crítica a la FIV, un procedimiento que a ellos les trajo esperanza y que, en algunos casos, terminó en el nacimiento del tan esperado y deseado hijo. Parece imposible, al final, decir que alguien comete un error al recurrir a la FIV por desear profundamente un hijo.

Pero criticar la fertilización in vitro no equivale, en absoluto, a sugerir que los niños concebidos a través de esa técnica no sean "hijos de Dios" o no tengan dignidad humana. Ellos son deseados y queridos por encima de toda medida, como todos los niños deben serlo.

La historia humana está repleta de situaciones cuestionables de concepción: la dignidad del niño nunca disminuye por causa de esto. Pero las situaciones cuestionables son, precisamente, cuestionables. Y este hecho debe reconocerse.

¿Cómo enfrentar la infertilidad sin recurrir a la FIV? ¿O qué hacer si ya recurrió usted a la FIV, pero, por causa del bajo índice de éxito de esta técnica, aún así no consigue tener hijos?

Yo no soy médico. Yo sólo he sufrido este mismo sufrimiento y humildemente comparto algunos consejos que realmente me ayudaron a mí y a mi marido.

1) Siga un buen tratamiento médico.
Es importante recordar que el sistema reproductivo no es un componente independiente en nuestro cuerpo: muchas veces, la infertilidad puede ser signo de un problema general. Siempre vale la pena buscar asistencia médica completa. Puede revelar problemas de salud subyacentes, que un examen típico para la FIV puede no identificar.

Asuma un papel activo en su salud. Yo busqué tratamiento a través de la NaProTechnology (www.naprotechnology.com) [el estudio del ciclo fértil de la mujer] y de la inmunología reproductiva. Identifiqué condiciones subyacentes que afectan a mi estado general de salud y no simplemente mi fertilidad: son condiciones tratables y controlables.

Pregunte a su médico: "¿Cómo puede ayudarme a ser una persona saludable, independientemente de que conciba o no un bebé?". Si el médico no estuviera interesado en prestar este tipo de cuidados, busque otro.

2) Cuide bien de usted mismo.
Es fácil dejarse envolver por una visión médica focalizada solo en la infertilidad, descuidando la vida saludable como un todo. Coma alimentos nutritivos. Tome suplementos adecuados. Haga ejercicio. Duerma bien.

3) Ame a su esposo o esposa.
La infertilidad presiona intensamente al matrimonio y su intimidad. Así como la contracepción y la pornografía reducen al cónyuge a un objeto de placer, el foco exagerado en la fertilidad reduce al cónyuge a un mero medio para tener hijos. No descuide su matrimonio por causa de su deseo intenso de tener hijos. Antes, haga de la infertilidad una ocasión para aceptar del cónyuge con todas sus fragilidades y franquezas. Ámense. Concéntrense en sus intereses comunes y en su “amistad conyugal”. Protejan su intimidad.

4) Compartan su carga pesada.
La infertilidad es silenciosa y solitaria e impone cargas diferentes a hombres y mujeres. Busque consejo profesional, psicológico, espiritual, de grupos de apoyo o de amigos próximos: no tenga miedo de buscar apoyo externo. Al mismo tiempo, dé apoyo a los demás, que agradecerán su compañía y se pueden beneficiar con las lecciones que usted aprendió a lo largo del camino.

5) Proteja su corazón.
La infertilidad puede ser dolorosamente recordada en situaciones cotidianas. Escuchar a mujeres que se quejan de estar embarazadas, por ejemplo, puede evocar cruelmente la experiencia que tal vez nunca tengamos. O escuchar a un amigo planear el próximo hijo, como si quedarse embarazada fuese fácil para todas; o a una amiga declarando que está "agotada" por el trabajo que dan los hijos, cuando usted no tiene la oportunidad de comenzar... Puede ser difícil asistir a baños de bebés o incluso acercarse a niños pequeños. Conozca sus límites y proteja su corazón con antelación. Puede ser necesario evitar a ciertas personas o situaciones, especialmente en los momentos más difíciles del día.

6) Eduque a los demás.
Puede ser útil compartir su situación y ayudar a las personas a ser más sensibles a este sufrimiento y a que apoyen a quien lo sufre. Usted puede, por ejemplo, compartir informaciones sobre la FIV con su médico; o pedir que su párroco tenga especial sensibilidad para con quien sufre la infertilidad y las recuerde en las oraciones de intención de la liturgia; o poner en marcha un grupo de apoyo en su parroquia o en su comunidad...

7) Rece.
Aún deseando mucho el don de un hijo, yo dudaba, en el fondo, en implorar de Dios esa gracia. Yo tenía tantas bendiciones en otras áreas de la vida, como el matrimonio y la familia, que creía egoísta pedir gracias adicionales. En cierto momento crítico, tuve la felicidad de conversar con un obispo sabio sobre nuestra lucha. De forma muy suave y paternal, él me alertó contra la desesperación y aconsejó: "Nunca deje de pedir a Dios cualquier cosa que necesite. Él no le rechazará". El obispo tenía razón. Dios no me negó los dones que yo más necesitaba: aceptación, paz y alegría. También encontré consuelo al meditar las Escrituras, especialmente los pasajes sobre las mujeres estériles de la Biblia y sobre el testimonio de perseverancia en la oración. Leer la vida de algunos santos también me fue útil.

8) Valore el papel del sufrimiento.
Es muy fácil que la infertilidad le transforme en una persona amarga y triste, contagiando su matrimonio y su fe. Yo tomé la decisión de no ser infeliz y tuve la gracia de entender que Dios no quería eso para mí. Yo quería un matrimonio feliz. Quería mirar a los niños con alegría, no con resentimiento o envidia. Medité sobre el papel del sufrimiento en nuestra vida y sobre cómo lidiar con él, fuese en forma de infertilidad, fuese en forma de cualquier otra cosa (¡y siempre hay alguna cosa!). Reconocí que, en vez de huir del sufrimiento o dejar que éste defina mi vida, yo necesitaba practicar la gratitud y el amor altruista. En su encíclica sobre la esperanza, “Spe salvi”, el papa emérito Benedicto XVI resumió: "No es evitando el sufrimiento o huyendo de él como nos curamos, sino aceptándolo, madurando a través de él y encontrando sentido a través de la unión con Cristo, que sufrió con infinito amor".

9) Tenga esperanza.
Es un desafío particular cuando los ciclos menstruales se transforman en ciclos continuos de esperanza y decepción, todos los meses... Josef Pieper nos recuerda que la esperanza no es la "presuntuosa anticipación de una realización", sino "el poder de aceptar pacientemente un ‘aún no’". Benedicto XVI, también en la “Spe salvi” , dice: "Es esperanza, pero no cumplimiento; la esperanza nos da el valor de ponernos del lado del bien, incluso en situaciones aparentemente sin esperanza...". Yo aprendí, además, que al esperar un bien que puede no venir, yo estoy abierta a bienes que nunca podría imaginar que vinieran. ¡Déjese sorprender por la esperanza!

10) Ábrase a otras maneras de ser "fértil".
Todos los matrimonios están llamados a ser fecundos, aunque esto no sea posible en el sentido biológico. La infertilidad es una ocasión para descubrir en nosotros otros modos de realizar el deseo de cuidar de los demás. Las formas no son iguales para todos. Usted puede adoptar o ayudar en un orfanato. Hay quien descubre otras vocaciones, como cuidar de personas mayores, pobres o enfermas, o realizar trabajos misioneros. Son vocaciones que pueden ser incompatibles con la educación de hijos propios. En nuestro caso, optamos por la adopción. Al descubrir nuestra vocación de padres adoptivos, mi marido y yo acabamos estando agradecidos por nuestra infertilidad biológica.

ACTO DE DESAGRAVIO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

ACTO DE DESAGRAVIO 
AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Autor: PÍO XI


¡Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón.

Mas recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con tal indignidad de la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos, ante todo, obtener para nuestras almas vuestra divina misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros propios pecados, sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y obstinados en su infidelidad, o no quieren seguiros como a Pastor y Guía, o, conculcando las promesas del Bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de vuestra ley.

Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y la deshonestidad de la vida y de los vestidos, las innumerables asechanzas tendidas contra las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las execrables injurias proferidas contra vos y contra vuestros Santos, los insultos dirigidos a vuestro Vicario y al Orden Sacerdotal, las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia a los derechos y al magisterio de la Iglesia por vos fundada.

¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entretanto, como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la Virgen vuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os ofrecemos la satisfacción que vos mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en cuanto nos sea posible y mediante el auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las almas hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos podamos para que vayan en vuestro seguimiento.

¡Oh benignísimo Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, os suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación; concedednos que seamos fieles a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.


¿ME ESTOY HACIENDO VIEJO?



Autor: Marcelino de Andrés, L. C. y Juan Pablo Ledesma, L. C. | Fuente: Catholic.net
¿Me estoy haciendo viejo?
¡Cuántos personajes, cuántos seres queridos, de repente, han comenzado a desfilar en la pantalla de mi corazón!


Revisando algunos cajones, he dado con este pensamiento. En la misma página aparecía un abuelo fumando en pipa. De sus frente cuelgan los años en arrugas. Su mirada es cansina, pero segura. Por momentos me parecía el protagonista de “El viejo y el mar”. 

No me he podido resistir y he soltado en mi interior las palomas de los recuerdos. ¡Cuántos personajes, cuántos seres queridos, de repente, han comenzado a desfilar en la pantalla de mi corazón! Y es que me parece un canto a la juventud fresca de nuestros mayores. Léelo despacio, con bastón, si lo necesitas. Percibirás una mirada más profunda, más luminosa de esa etapa final de la existencia terrestre. Son líneas de ilusión y de esperanza. 


Me dicen que me estoy 
haciendo viejo: 
les diré que no es así. 
La “casa” en que vivo, 
ya sé, se está 
deteriorando. 
Eso ya lo sé. 
Es que hace mucho 
tiempo que la habito. 
Ha pasado conmigo 
muchas tormentas. 
Ya está algo débil. 

El techo está 
cambiando de color. 
Las ventanas ya están 
un poco empañadas: 
ya no se ve bien 
hacia afuera. 
Las paredes se sienten 
débiles, quebradizas: 
es que los cimientos ya 
no están tan sólidos 
como hace unos 
cuantos años. 
Mi “morada” se ha 
vuelto temblorosa, 
la estremecen el frío 
del invierno, las noches 
sin sueño. 

Siento que estoy en 
plena juventud, 
ya que la Eternidad está 
a un paso de mí, 
una vida llena de vida, 
sin posibilidad 
de tristezas que 
envejecen, 
sin ausencias que nos 
sacan canas, 
sin dolor que atenta 
contra la verticalidad 
de nuestra existencia. 

La Eternidad está a un 
paso de mí. 
Sin embargo mi “casa” 
no soy todo yo. 
Mis años, transcurridos 
velozmente, 
no me pueden hacer 
viejo a mí, 
alma siempre joven, 
lozana y alegre. 

Una inacabable vida de 
gozo y de verdad. 
Yo viviré allá 
para siempre, 
amando sin temor 
de perder el Amor. 
Y el Amor es la Vida: 
¡que siga la vida! 

¿Y decían que me 
estoy haciendo viejo? 
El que habita en mi 
pequeña “casa” 
está joven, lleno de luz 
y de alegría, 
principiando 
justamente una vida 
que durará, durará, 
durará... 
Ustedes solamente me ven 
por fuera 
y me repiten lo que 
todos dicen: 
anciano arrugado, 
cabizbajo, trémulo, 
lento... 

Parece que se terminan 
los horizontes. 
No confundan mi 
“casa” con lo que soy yo, 
conmigo: 
un nuevo amanecer, 
horizonte con luz 
indeficiente, 
cielo de azul 
indeclinable. 
¡Que siga la vida! 

¿Todavía dicen que me 
estoy haciendo viejo? 

NOSOTROS LOS CRISTIANOS DE GAZA, VIVIMOS BAJO LAS BOMBAS

Autor: Giorgio Bernardelli | Fuente: vaticaninsider.lastampa.it
Nosotros los cristianos de Gaza vivimos bajo las bombas
El padre Jorge Hernández, religioso del Verbo encarnado, describe desde la parroquia latina de la Sagrada Familia en Gaza cómo vive estos días su comunidad
 
Nosotros los cristianos de Gaza vivimos bajo las bombas
Nosotros los cristianos de Gaza vivimos bajo las bombas
«Nosotros también recibimos la invitación, extendida a los residentes de las zonas de Beit Hanoun y de Beit Lahia, para abandoner inmediatamente las casas. Y, como todos, nos preguntamos: “¿A dónde ir?”. Gaza es pequeña. Todo está cerca. No hay un solo sitio seguro, neutro, que pueda acogernos. ¿A dónde vamos?».

El padre Jorge Hernández, religioso del Verbo encarnado, describe desde la parroquia latina de la Sagrada Familia en Gaza cómo vive estos días su comunidad. Él también viven bajo las bombas que llueven del cielo sobre, y no es la primera vez para este sacerdote argentino que guía desde hace algunos años a la pequeña comunidad católica de que vive en la Franja de Gaza. Son unos 200 fieles en un territorio en el que los cristianos suman en total menos de 2000. Desde hace años comparten todos los sufrimientos de la población civil, aislada herméticamente en un territorio de apenas 360 kilómetros cuadrados en el que viven casi 1,8 millones de personas.

El miércoles pasado, justamente cuando cuatro niños murieron tras el impacto de un misil israelí mientras estaban jugando en la playa, también en la Iglesia de la Sagrada Familia se vivieron momentos de pavor: tres misiles cayeron muy cerca de los edificios de la parroquia. Por este motivo se decidió, ayer, que las tres monjas que colaboran con el padre Jorge (y que pertenecen a su misma congregación) se fueran a Belén. Como son extranjeras, sólo pudieron salir de la Franja de Gaza durante el breve cese al fuego humanitario obtenido por la ONU. Sin embargo, el párroco se queda, pero no está solo, porque ahora lo acompañan las monjas de Madre Teresa, que se mudaron allí con los chicos discapacitados a los que acuden en Gaza. También su instituto se encuentra en una zona en la que han caído misiles, por lo que pensaron que la Iglesia de la Sagrada Familia era un lugar más seguro.

En estos días tan delicados, el padre Jorge ha mentenido sus contactos con el exterior a través de algunas cartas que publica en la página de Facebook del Instituto del Verbo Encarnado. De estos textos surge la descripción de la vida cotidiana en una parroquia bajo las bombas. «Preparaba en estos días la predicación del domingo, y pensaba: ¿Que se le predica a esta gente? ¿Cómo confortarlos? ¿Quale parola buona meterci? Que difícil. Y además: ¿Vendrá gente?... Hoy domingo hemos podido celebrar la Santa Misa, gracias a Dios, con la presencia, además de siete religiosas, de cinco valerosos hombres. Por demás edificante dado las circunstancias».

«Una familia cristiana –indica en otra carta– se vio afectada al ser bombardeada la casa contigua a la suya. Ventanas rotas, humo, grito, confusión fue el trágico escenario de la noche de ayer para esta familia. También es cosa de tener en cuenta los niños pequeños que comienzan a enfermarse por el miedo, el stress, la repercusión de las ondas expansivas, el ruido continuo».

En cuanto al clima general que se vive en Gaza, el padre Jorge escribe que esta guerra no era imprevisible: «La gente esperaba desde hace tiempo una intensificación militar –explica–, y podría durar mucho tiempo. Lo único que nos sorprendió fue que se registró una resistencia a mayor escala y una mejor preparación por parte de las autoridades locales con respecto a las guerras anteriores. Que Hamas haya golpeado Tel Avviv y Jerusalén no es cosa de poco». Añade que teme que con la guerra se cree una reacción islamista en la Franja de Gaza en contra de los cristianos: «Viendo lo que sucede en otras partes, no habría que sorprenderse», comenta. Y por este motivo, añade, es admirable la fuerza de los cristianos de Gaza, que saben muy bien que están solamente en manos de Dios.