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viernes, 25 de abril de 2014

¿QUÉ ES UNA INDULGENCIA PLENARIA?



Indulgencia plenaria


El Sumo Pontífice, Juan Pablo II, animado por un ardiente deseo de fomentar al máximo en el pueblo cristiano estos sentimientos de piedad hacia la Misericordia divina, por los abundantísimo frutos espirituales que de ello pueden esperarse, en la audiencia concedida el día 13 de junio de 2002 a los infrascritos responsables de la Penitenciaría apostólica, se ha dignado otorgar indulgencias en los términos siguientes:




  • Se concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) al fiel que, en el domingo segundo de Pascua, llamado de la Misericordia divina, en cualquier iglesia u oratorio, con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, participe en actos de piedad realizados en honor de la Misericordia divina, o al menos rece, en presencia del santísimo sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en el Sagrario, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en ti"). Se concede la indulgencia parcial al fiel que, al menos con corazón contrito, eleve al Señor Jesús misericordioso una de las invocaciones piadosas legítimamente aprobadas.

  • Además, los navegantes, que cumplen su deber en la inmensa extensión del mar; los innumerables hermanos a quienes los desastres de la guerra, las vicisitudes políticas, la inclemencia de los lugares y otras causas parecidas han alejado de su patria; los enfermos y quienes les asisten, y todos los que por justa causa no pueden abandonar su casa o desempañan una actividad impostergable en beneficio de la comunidad, podrán conseguir la indulgencia plenaria en el domingo de la Misericordia divina si con total rechazo de cualquier pecado, como se ha dicho antes, y con la intención de cumplir, en cuanto sea posible, las tres condiciones habituales, rezan, frente a una piadosa imagen de nuestro Señor Jesús misericordioso, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en ti").

  • Si ni siquiera eso se pudiera hacer, en ese mismo día podrán obtener la indulgencia plenaria los que se unan con la intención a los que realizan del modo ordinario la obra prescrita para la indulgencia y ofrecen a Dios misericordioso una oración y a la vez los sufrimientos de su enfermedad y las molestias de su vida, teniendo también ellos el prepósito de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres condiciones prescritas para lucrar la indulgencia plenaria.

  • Los sacerdotes que desempañan el ministerio pastoral, sobre todo los párrocos, informen oportunamente a sus fieles acerca de esta saludable disposición de la Iglesia, préstense con espíritu pronto y generoso a escuchar sus confesiones, y en el domingo de la Misericordia divina, después de la celebración de la santa misa o de las vísperas, o durante un acto de piedad en honor de la Misericordia divina, dirijan, con la dignidad propia del rito, el rezo de las oraciones antes indicadas; por último, dado que son "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Mt 5, 7), al impartir la catequesis impulsen a los fieles a hacer con la mayor frecuencia posible obras de caridad o de misericordia, siguiendo el ejemplo y el mandato de Jesucristo, como se indica en la segunda concesión general del "Enchiridion Indulgentiarum".

    Este decreto tiene vigor perpetuo. No obstante cualquier disposición contraria.

  • Decreto sobre las Indulgencias recibidas en la Fiesta de la Divina Misericordia
  • EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 25 DE ABRIL DEL 2014 - JESÚS EN EL MAR DE TIBERIADES

    Autor: H. Alfonso Novoa | Fuente: Catholic.net
    Jesús en el mar de Tiberíades
    Juan 21, 1 -14. Viernes de Pascua. Jesús, se manifiesta a sus apóstoles, habla con ellos y les transmite una paz que solo él puede dar.
     
    Jesús en el mar de Tiberíades
    Del santo Evangelio según san Juan 21, 1-14 

    En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dice: «Voy a pescar». Le contestan ellos: «También nosotros vamos contigo». Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dijo: «Muchachos, ¿no tenéis pescado?» Le contestaron: «No». Él les dijo: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces. El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: «Es el Señor», se puso el vestido - pues estaba desnudo - y se lanzó al mar. Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos. Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan. Jesús les dice: «Traed algunos de los peces que acabáis de pescar». Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: «Venid y comed». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», sabiendo que era el Señor. Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez. Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.

    Oración inicial

    Señor, vengo en este día a renovarte mi amor. Quiero unirme más íntimamente a ti en esta oración. Tú conoces mi debilidad y miseria y por eso quiero que me tomes en tus manos para que me ayudes a ser tu hijo fiel. Amén.

    Petición 

    Jesucristo que cada día que pasa experimente la alegría de tu resurrección. Ayúdame a percibir tu cercanía en cada momento de mi existencia.


    Meditación del Papa Francisco

    Después del "escándalo" de la cruz habían regresado a su tierra y a su trabajo de pescadores, es decir, a las actividades que realizaban antes de encontrarse con Jesús. Habían vuelto a la vida anterior y esto da a entender el clima de dispersión y de extravío que reinaba en su comunidad. Para los discípulos era difícil comprender lo que había acontecido. Pero, cuando todo parecía acabado, nuevamente, como en el camino de Emaús, Jesús sale al encuentro de sus amigos.
    Esta vez los encuentra en el mar, lugar que hace pensar en las dificultades y las tribulaciones de la vida; los encuentra al amanecer, después de un esfuerzo estéril que había durado toda la noche. Su red estaba vacía. En cierto modo, eso parece el balance de su experiencia con Jesús: lo habían conocido, habían estado con él y él les había prometido muchas cosas. Y, sin embargo, ahora se volvían a encontrar con la red vacía de peces. [...] Normalmente los peces caen en la red durante la noche, cuando está oscuro, y no por la mañana, cuando el agua ya es transparente. Con todo, los discípulos se fiaron de Jesús y el resultado fue una pesca milagrosamente abundante, hasta el punto de que ya no lograban sacar la red por la gran cantidad de peces recogidos. (Benedicto XVI, 21 de abril de 2007). 

    Reflexión apostólica

    El evento de la resurrección nos invita a cultivar la paz y la alegría en nuestros corazones. También nos interpela a vivir de cara a la verdad y a la eternidad. Jesús, se manifiesta a sus apóstoles, habla con ellos y les transmite una paz que solo él puede dar. Nosotros estamos a crecer en la confianza hacia Dios, nuestro Padre, sabiendo que siempre estará dispuesto a guiarnos y confortarnos en nuestras luchas diarias.

    Propósito 

    Me examinaré con profundidad, preguntándome cómo estoy viviendo mi vida de cara a la eternidad.

    Diálogo con Cristo 

    Jesús, al terminar esta oración quiero dejar toda mi vida en tus manos. Señor enséñame a ser un instrumento de tu paz y de tu amor en este mundo tan necesitado de Ti. Que en cada momento de mis días busque tu gloria y tu amor. Amén

    La verdadera felicidad se encuentra en Dios Benedicto XVI


  • Preguntas o comentarios al autor
  • H. Alfonso Novoa 

    NO ODIAR


    No odiar.


    Después de la primera guerra mundial, un sacerdote francés recolectaba fondos en Holanda, para la reconstrucción de una Iglesia en París, que había sido destruida. Al acercarse a un hombre, desconocido para él, éste le contestó:

    –– “Padre, he perdido casi todo en la guerra, pero jamás he dejado marchar a un sacerdote con las manos vacías. Aquí tiene cinco florines, es todo lo que puedo darle”. Y añadió: “Soy alemán”.

    El sacerdote se disculpó por haber pedido algo para Francia.

    –– “No tiene por qué disculparse usted –prosiguió el alemán–, yo perdí tres hermanos en la guerra contra Francia, más no por eso he de odiar a su País”.

    ¡NECESITO UN DESCANSO!


    ¡Necesito un descanso!


    "Necesito un descanso" es una frase que ha alcanzado mucha popularidad en la cultura  norteamericana por más de dos décadas. Y lo cierto es que hoy, como nunca antes, necesitamos un descanso! 
    A menudo, nuestro día no se desarrolla de acuerdo a los planeado. De repente surgen problemas que demandan una solución, preguntas que requieren una respuesta. Se presentan conflictos, y debemos resolverlos. 
    Las situaciones cambian, y debemos hacer ajustes. Enfrentamos nuevas oportunidades, y debemos tomar decisiones difíciles. Muy pocos son los días que se desenvuelven como quisiéramos!. 

    En medio del caos, podemos tomar un descanso momentáneo. No importa cuan frenético esté nuestro horario, o cuan desesperada sea nuestra situación, podemos acudir a la Palabra de Dios en busca de la fortaleza y sabiduría. 

    Es algo sencillo; no hay descanso Mejor que aquel que nos aleja de los problemas y nos acerca a la Respuesta, al Senor Jesucristo. 

    Sólo Él nos ofrece la verdad, la valentía para permanecer firmes en nuestras prioridades, y regresar al camino si es que hemos fallado, 
    la paz que sobrepasa todo entendimiento y la perspectiva que lleva la marca de la fe, la esperanza y el amor. 

    Nadie excepto el Señor, 
    puede ofrecernos palabras poderosas que lleguen al corazón, y nos ayuden a enfrentar cualquier situación. 
    Hoy día, nadie puede ofrecerte un descanso. 

    Tú puedes obsequiarte uno. 
    En medio del día, regálate un Merendar con Dios!

    JUAN PABLO II, EL HOMBRE DE TODA LA VIDA


    Autor: María Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net
    Juan Pablo II, el hombre de toda la vida
    Celebraremos gozosos su santidad y estará en los altares para ser proclamado santo entre los santos.



    En su momento, el Papa Juan Pablo II, fue denominado por la revista Times, "EL HOMBRE DEL AÑO" 

    Entró en la Historia "Como el más grande Papa de nuestros tiempos modernos" decía Billy Graham y añadía : -"Ha sido una patente conciencia en todo el mundo cristiano". 

    Su voz nos sacudió, no solo a los católicos, sino a cualquier persona de diferente religión, raza o credo. Su carisma era tan fuera de lo común, tan subyugante, que quién lo llegó a ver o a oír, nunca lo pudo olvidar. Y ese magnetismo provenía de su fuerza espiritual, que emanaba de toda su persona, de sus actitudes, de su mirada, de su voz. 

    Era un ser lleno de Dios y, por lo tanto, transmitió esa energía a pesar de que su figura se veía a veces un tanto cansada y doliente. Doliente si, porque le salía afuera lo mucho que sufría su corazón al poder comprobar que sus amados hijos seguíamos sumidos en el pecado de la ambición, del egoísmo y del odio. 

    Tristemente cansado, pero no doblegado, alzaba su voz al mundo entero como lo hizo en la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo en el Cairo, como lo hizo con su "best seller" Cruzando el umbral de la Esperanza y tantos escritos más y como en su Rosario con el fondo musical de Bach y Haendel y como le pudimos escuchar en sus innumerables viajes. 

    Su voz aún resuena sobre la faz de la Tierra y en lo individual de cada conciencia de todos nosotros. 

    Fue el hombre vertical de la Iglesia Católica. Su vida fue firme como la roca al embate de un mar embravecido que sacudía al mundo con oleajes de lujuria, odios, muerte y desorientación. 

    Una bala mortal, un 13 de mayo día de la Virgen de Fátima, entró en su cuerpo y la mano de una madre, la Madre de Dios, la desvió para que no muriera hasta que acabara su Camino. 

    Fue el hombre de sacrificios, oración, de contacto vital con Dios y el Espíritu de ese Dios hizo nido en su corazón y lo hizo arder como tea encendida y proclamar la única verdad absoluta para el hombre: "Venimos de Dios y al Él volvemos". 

    Siguió los pasos de Cristo y nos fue mostrando el Camino. 

    Fue un ejemplo viviente para nuestra existencia. Fue nuestro guía. Y no solo fue "el hombre del año", allá por 1995, sino de todos los años, el de "toda la vida". 

    Su muerte nos llenó de pesar. 

    Hoy celebraremos gozosos su SANTIDAD y estará en los altares para ser proclamado SANTO entre los santos, pero muy especialmente en nuestros corazones. 

    SAN JUAN PABLO II, DESDE LOS BRAZOS DEL PADRE, RUEGA POR NOSOTROS 

    LA FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA: INDULGENCIA PLENARIA




    Autor: www.beatojuanpabloii.org | Fuente: www.beatojuanpabloii.org 
    La Fiesta de la Divina Misericordia: indulgencia plenaria
    La elección del II Domingo de Pascua indica la estrecha relación que existe entre el misterio pascual de la Salvación y la fiesta de la Misericordia


    La fiesta es, de entre todas las formas de la devoción a la Divina Misericordia, la que tiene mayor rango. Jesús habló por primera vez a Santa Faustina de instituir esta fiesta el 22 de febrero de 1931 en Plock el mismo día en que le pidió que pintara su imagen y le dijo: "Yo deseo que haya una Fiesta de la Divina Misericordia. Quiero que esta imagen que pintarás con el pincel, sea bendecida con solemnidad el primer Domingo después de la Pascua de Resurrección; ese Domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia" Durante los años posteriores, Jesús le repitió a Santa Faustina este deseo en catorce ocasiones, definiendo precisamente la ubicación de esta fiesta en el calendario litúrgico de la Iglesia, el motivo y el objetivo de instituirla, el modo de prepararla y celebrarla, así como las gracias a ella vinculada.

    El tema de la Divina Misericordia está presente durante todo el año litúrgico. La elección del II Domingo de Pascua, que concluye la octava de la Resurrección del Señor, indica la estrecha relación que existe entre el misterio pascual de la Salvación y la fiesta de la Misericordia. La Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo son, en efecto, la más grande manifestación de la Divina Misericordia de Dios Padre hacia los hombres, especialmente hacia los pecadores. Esta relación está subrayada por la novena que precede a la fiesta, que se inicia el Viernes Santo y se prolonga hasta el II Domingo de Pascua.

    Jesús mismo le explicó a Santa Faustina el motivo por el cual establece esta fiesta: "Las almas mueren a pesar de mi Dolorosa Pasión... Si no adoran Mi Misericordia, morirán para siempre" (Diario, 65) y también : "Las almas mueren a pesar de Mi amarga Pasión. Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir, la fiesta de la Misericordia".(Diario, 965)

    La fiesta de la Misericordia ha de ser no sólo un día de particular veneración de Dios en este misterio, sino sobre todo un día de gracia para todos los hombres, un día de reconciliación con Dios y con los hermanos por medio del sacramento de la penitencia: "En aquel día quien se acerque a la Fuente de la Vida (Sacramentos de la Reconcilación y de la Eucaristía), conseguirá la remisión total de las culpas y de las penas" (Diario, 300).

    La Comunión ha de ser recibida el mismo día de la fiesta de la Misericordia, mientras que la confesión puede hacerse durante los siete días previos a la comunión o los siete posteriores a ella.

    Además de esta gracia extraordinaria, el Señor promete: "Derramaré todo un mar de gracias sobre las almas que se acerquen al manantial de Misericordia. En ese día están abiertas todas las compuertas Divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como escarlata serán perdonados". (Diario, 699) 

    Queda claro entonces que Nuestro Señor vinculó esta abundancia de gracias y beneficios sólo a ésta y no a las otras formas de devoción a la Divina Misericordia.

    Por fin, el 30 de abril del año 2000, coincidiendo con la canonización de Santa Faustina, "Apóstol de la Divina Misericordia", Juan Pablo II instituyó oficialmente la Fiesta de la Divina Misericordia a celebrarse todos los años en esa misma fecha: Domingo siguiente a la Pascua de Resurrección. 

    Luego de su Homilía, el Papa anunció una sorpresa: «En todo el mundo, el segundo Domingo de Pascua recibirá el nombre de Domingo de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al genero humano en los años venideros».

    Con la institución de esta Fiesta, el Papa concluyó la tarea asignada por Nuestro Señor Jesús a Santa Faustina en Polonia, 69 años atrás, cuando en febrero de 1931 le dijo: "Deseo que haya una Fiesta de la Misericordia". Dicha Fiesta constituye uno de los elementos centrales del Mensaje de la Divina Misericordia según le fuera revelado por Nuestro Señor a la Santa en los años 30.