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miércoles, 16 de abril de 2014

PUBLICAN LIBROS CON LOS APUNTES PRIVADOS DE JUAN PABLO II


Publican en España el libro 
con los apuntes privados de Juan Pablo II.

'Estoy en tus manos' es el título del libro que contiene las meditaciones privadas de Juan Pablo II, que escribió en dos cuadernos entre 1962 y 2003. Los manuscritos los redactó durante los ejercicios espirituales, primero con los obispos polacos y posteriormente con la curia romana.


El Cardenal arzobispo de Cracovia Stanislaw Dziwisz, quien fue secretario personal de Juan Pablo II durante más de 40 años, en el prólogo explicó los motivos por los cuales no quemó los apuntes del papa polaco, tal y como Wojtyla había solicitado antes de fallecer.

"No quemé los apuntes de Juan Pablo II, pues son la clave para comprender su espiritualidad, aquello que es más interior en el hombre: su relación con Dios, con los demás y consigo mismo. Nos revelan cómo era el otro lado de aquella persona que conocimos como obispo en Cracovia y en Roma", escribe el cardenal Dziwisz.

El libro ya ha sido publicado por la editorial polaca Znak a inicios de febrero y ahora ha salido en España, publicado por la editorial Planeta Testimonio. Tiene 639 páginas con meditaciones, fotografías, documentos y material para estudio. 

Entre los temas: la figura del pastor, del obispo, los sacerdotes, la vacuidad que lleva a las defecciones, el materialismo práctico, el pesimismo, el papel de los cristianos, el pecado y el escándalo.

Pero también tantas reflexiones, muchas y muy íntimas, las cuales son publicadas así como el papa santo las escribió, como: "El infierno es no poder amar más". O diversas frases de grandes pensadores del siglo XX: Bernanos, Maritain, Bergson, Mauriac, Guiton y Sartre; Dostoievski y Tolstoi, así como los italianos Guardini y Papini.


¿QUÉ ES EL CIRIO PASCUAL?


¿QUÉ ES EL CIRIO PASCUAL?


Este es el único objeto litúrgico que puede ser visto apenas por cuarenta días. Surge al inicio de la Vigilia Pascual y en el día de la Ascensión desaparece. El Cirio Pascual es símbolo de la Resurrección de Nuestro Señor. Es la evocación de Cristo glorioso, vencedor de la muerte.

Es el símbolo más destacado del Tiempo Pascual. La palabra "cirio" viene del latín "cereus", de cera. El producto de las abejas. El cirio más importante es el que se enciende en la vigilia Pascual como símbolo de cristo – Luz, y que se sitúa sobre una elegante columna o candelabro adornado.



Originalmente el Cirio tenía la altura de un hombre, simbolizando Cristo-luz que brilla entre las tinieblas. Los teólogos francos y galicanos lo enriquecieron con elementos simbólicos.

Un acólito trae al celebrante el Cirio Pascual, que graba en el mismo las siguientes inscripciones (En itálico colocamos las palabras que el sacerdote pronuncia al colocar cada uno de los símbolos en el Cirio):

1º – Una cruz. Diciendo: "Cristo ayer y hoy. Principio y fin".

2º – Las letras Alfa y Omega, la primera y la última del alfabeto griego. Eso quiere significar que Dios es "el principio y el fin de todo", que todo proviene de Dios, subsiste por causa de Él y va hacia Él: "Alfa y Omega".





3º – Los dígitos son colocados entre los brazos de la Cruz, marcando las cifras del año corriente. Eso es hecho para expresar que Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, es el principio y el fin de todo, el Señor del tiempo, es el centro de la Historia y a Él compete el tiempo, la eternidad, la gloria y el poder por los siglos, a Él ofrecemos este año y todo lo que en él hicimos; "A Él el tiempo y la eternidad, la gloria y el poder por los siglos sin fin. Amén".


4º – Cinco granos de incienso en forma de clavos, en las cinco cavidades previamente hechas en el medio del Cirio, dispuestas en forma de Cruz. Ese ceremonial simboliza las cinco llagas de Nuestro Señor en las cuales penetraron los aromas y perfumes llevados por Santa María Magdalena y las santas mujeres al sepulcro. El incienso es una substancia aromática que quemamos en alabanza a Dios, su humo, subiendo, simboliza nuestro deseo de permanente unión a Él y de que nuestra vida, nuestras acciones y nuestras oraciones sean agradables al Señor. Representa también, nuestra oración que deseamos llegue a Dios, como suave perfume de amor. Esos granos simbolizan todavía las cinco llagas gloriosas de Cristo Resucitado que le posibilitaron amarnos totalmente, conforme Él mismo dijera: "No hay mayor amor que dar la vida por los amigos" (Jn 15, 13):"Por sus santas llagas, sus llagas gloriosas, Cristo Señor nos proteja y nos guarde. Amén".

El sacerdote enciende después el cirio, con el fuego nuevo por él bendecido. El cirio servirá para dar luz a las demás velas y a la lamparita del Sangrario.

Por Emilio Portugal Coutinho

GETSEMANÍ, PADRE SI ES POSIBLE, QUE PASE DE MÍ ESTE CÁLIZ


Getsemaní: Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz
Autor: P. Alfonso Pedroza, LC. | Fuente: Catholic.net



Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Que tu voluntad se realice en mi obrar cotidiano. Sea agradable o no. Tu voluntad, Señor...


Getsemaní:  Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz

Un hombre, el más inocente de todos, Jesús de Nazareth, cae de rodillas en el huerto de los olivos. Sólo le contempla la luna que baña, enmudecida, las sombras de la ciudad santa. Era de noche.

Era de noche en el alma de Judas Iscariote, uno de los apóstoles, que ha tomado la decisión de traicionar de su maestro.

Era de noche también en el alma de Jesús. El Señor, que nos acostumbró a verlo tan seguro de sí mismo, dueño de toda circunstancia, aun en medio de situaciones muy tensas, ahora cae de rodillas, temblando. Su sudor es frío, llora, gime. Su oración es inusual: "Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz."

¿Cómo es que tú, que siempre aceptaste la voluntad del Padre y la defendiste contra toda rebaja por parte de los hombres, ahora la rechazas? "Padre, si es posible..." ¡Cuánto te debió doler esta oración! ¡Hasta qué punto debió llegar tu sufrimiento moral que te ha reventado por dentro y te ha hecho chorrear goterones de sudor sanguinolento!

Agonía, temor, pavor, tristeza suma, casi desesperación, tedio, pesar. Estas son las aves que anidan en tu ánimo. Por eso te encontramos desplomado, yaciente en el suelo, gimiendo e implorando misericordia al Padre de los cielos. Sí que era de noche.

¿Por qué esta escena? ¿Por qué así? ¿Qué contemplabas, Jesús? Delante de ti se levantaba una oscura y pesada ola de contradicciones, pasiones desbocadas, traición y desprecio, vejaciones sin cuento, injusticias e ingratitudes, insensibilidad y odio. Todo concentrado sobre ti. Y estabas solo. Terriblemente solo.

Y no era para menos. Las imágenes de lo que te vendrá encima son como sordas bofetadas sobre tu corazón. La traición de Judas, alma escogida; el abandono de los once restantes cuando la captura; las negaciones de Pedro; la condena injusta; el ir y venir de Pilato a Herodes; la cobardía y contemporización del procurador; el bestial ensañamiento de la cohorte sobre tu persona bendita; el desprecio de la chusma que prefirió a un bandido de nombre Barrabás; el via-crucis; la crucifixión; las tres horas de agonía colgado de un madero, pendiendo sobre tus carnes vivas; los desprecios y desafíos que aún allí te lanzarán los escribas y fariseos. Una muerte ignominiosa. Este era el cáliz que por adelantado te hacía beber el Padre.

¡Y no sólo! Ese cáliz insoportable lo completa el ridículo y triste espectáculo de tus seguidores y amigos que a lo largo de la historia actuarían "como si no te conociesen", como si estas páginas del evangelio no hubiesen sido escritas, como si tu donación dolorosa no les incumbiese también a ellos. ¡Cuántos besos sacrílegos y traidores! ¡Cuántas promesas tiradas al bote de la basura! Y ¡cuánto desprecio a tu persona en la persona de los pobres, de las viudas, de los niños, de los ignorantes, de los que no suelen contar para nada en los destinos de las naciones!

"Padre, si te es posible..." aparte de mí tantos pecados, tanta destrucción y muerte. Tantos sitios de exterminio: los lagers, los Gulag, los Albania, los Bosnia, los Ruanda. A tantos Hitlers y Stalins a lo largo de la historia. Todas las matanzas y carnicerías inútiles y gratuitas, perpetradas sobre poblaciones inocentes. Las revanchas, odios, venganzas, rencores, riñas, discusiones sin sentido, disensiones familiares, distancias entre hermanos.

Aparta de mí tanta infidelidad conyugal, tanta debilidad e inconsciencia ante el dolor de los hijos abandonados. Aparta tanto escándalo público, tanto mal ejemplo y desfachatez engrandecida por los medios de comunicación pública.

Aparta de mí tanto desenfreno sexual, tanto comercio con la debilidad humana, tanta propaganda escandalosa.

Y, sobre todo, aparta de mí, Padre santo, el grito angustioso del pequeño que clama desesperado, desde el seno materno, que quiere vivir, que merece vivir, que no es ningún injusto agresor. Él se considera un regalo, puro don de alegría para sus padres. Y hay tantos de ellos, tantos médicos que lo consideran un producto, un montón de células, un huésped indeseable, un auténtico enemigo de la felicidad matrimonial.

¡Quiere vivir! ¡Quiere decirles que los quiere mucho! Sin embargo, son miles, millones de hombres cuya vida ha segado el egoísmo humano.

Guerras, pobreza extrema, infidelidad generalizada, vida de placeres y despilfarro material. Suicidios. Borracheras y orgías. Droga al por mayor. Vandalismo sin sentido, pandillerismo nihilista. Trata de blancas. Misas negras. Promoción de la homosexualidad. Superstición generalizada. La lista sería interminable.

Esto es lo que contemplas, Señor. Esto es lo que cargarás sobre tus hombres. Esto es lo que tu Padre te está cobrando: tú eres el redentor, tú pagarás por los pecados del hombre, de todo hombre, en todas las latitudes, de todos los tiempos. No hay escapatoria. Hay expiación. Y tú lo sabes. Y tú lo aceptas. Y tú estás pagando por ello. Con amor, mansamente… por mí y en mi lugar.

Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Que tu voluntad se realice en mi obrar cotidiano. Sea agradable o ingrata. Fácil o complicada. “Tu voluntad, Señor...”

SANTA BERNARDITA SOUBIRIUS, VIDENTE DE LOURDES, 16 DE ABRIL



Autor: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net
Bernardita Soubirous, Santa
Vidente de Lourdes, 16 de abril

Bernardita Soubirous, Santa
Virgen

Martirologio Romano: En Nevers, en Francia, santa María Bernarda Soubirous, virgen, la cual, nacida en Lourdes de una familia muy pobre, siendo aún niña asistió a las apariciones de la Inmaculada Santísima Virgen María y, después, abrazando la vida religiosa, llevó una vida escondida y humilde. († 1879). 

También se la conoce como: Santa Bernardita De Lourdes. 
También se la conoce como: Santa Bernardette. 
También se la conoce como: Santa María Bernarda. 

Etimológicamente: Bernarda = Aquella que es una guerrera, es de origen germánico. 

Fecha de canonización: 8 de diciembre de 1933 por el Papa Pío XI.

El 11 de febrero, fiesta de la Santísima Virgen de Lourdes, nos recuerda las apariciones de la Virgen a una niña de 14 años que no sabía ni leer ni escribir, pero que rezaba todos los días el rosario, Bernardita Soubirous. Nació en Lourdes en 1844 de padres muy pobres. Por medio de ella la Virgen hizo surgir la prodigiosa fuente del milagro, a la cual acuden peregrinos de todo el mundo para reavivar su fe y su esperanza. Muchos regresan de Lourdes curados también en su cuerpo. La Virgen, durante la segunda aparición, le dijo: “No te prometo hacerte feliz en este mundo, pero sí en el otro”. 

A pesar de haber sido dócil instrumento para extener la devoción a la Inmaculada, Bernardita no se contaminó con la gloria humana. El día que el obispo de Lourdes, ante 50.000 peregrinos, colocó la estatua de la Virgen sobre la roca de Massabielle, Bernardita tuvo que permanecer en su celda, víctima de un ataque de asma. Y cuando el dolor físico se hacía más insoportable, suspiraba: “No, no busco alivio, sino sólo la fuerza y la paciencia”. Su breve existencia transcurrió en la humilde aceptación del sufrimiento físico como generosa respuesta a la invitación de la Inmaculada para pagar con la penitencia el rescate de tantas almas que viven prisioneras del mal. 

Mientras junto a la gruta de las apariciones se estaba construyendo un grande santuario para acoger a los numerosos peregrinos y enfermos en busca de alivio, Bernardita pareció desaparecer en la sombra. Pasó seis años en el instituto de Lourdes, de las Hermanas de la Caridad de Nevers, y en el que después fue admitida como novicia. Su entrada se demoró debido a su delicada salud. En la profesión tomó el nombre de Sor María Bernarda. Durante los quince años de vida conventual no conoció sino el privilegio del sufrimiento. Las mismas superioras la trataban con indiferencia, por un designio providencial que les impide a las almas elegidas la comprensión y a menudo hasta la benevolencia de las almas mediocres. Al principio fue enfermera dentro del convento, después sacristana, hasta cuando la enfermedad la obligó a permanecer en la cama, durante nueve años, siempre entre la vida y la muerte. 

A quien la animaba le contestaba con la radiante sonrisa de los momentos de felicidad cuando estaba a la presencia de la blanca Señora de Lourdes: “María es tan bella que quienes la ven querrían morir para volver a verla”. Bernardita, la humilde pastorcita que pudo contemplar con sus propios ojos a la Virgen Inmaculada, murió el 16 de abril de 1879. 

Fue beatificada el 14 de junio de 1925 por el Papa Pío XI, y el mismo Papa la elevó al honor de los altares el 8 de diciembre de 1933. 

En Francia se la festeja el 18 de febrero

ORACIÓN A SANTA BERNARDITA SOUBIROUS - 16 DE ABRIL


ORACIÓN A SANTA BERNADETTE SOUBIROUS


¡Oh bienaventurada Bernardita! Acuérdate que la Virgen te dijo en la Gruta: "Ruega por los pecadores", para que se conviertan y hagan penitencia. Ruega por mí, pecador, para que Dios perdone mis pecados. Ruega por mí a María Inmaculada, pues confío en que te concederá cuanto la pidas, porque fuiste su confidente en la Gruta de Lourdes. Así como Ella te prometió "hacerte feliz en el otro mundo", te concederá que hagas felices a los que devotamente acudan a ti. A ti, pues, acudo humildemente, suplicándote no me dejes ni me abandones hasta verme contigo en el cielo. Amén.