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sábado, 1 de febrero de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: 01.02.2014

Autor: Estanislao Mª García | Fuente: Catholic.net
La tempestad calmada
Marcos 4, 35-41. Tiempo Ordinario. Cristo está cerca de nosotros en cualquier tempestad de nuestra vida.
 
La tempestad calmada
Del santo Evangelio según san Marcos 4, 35-41

Aquel día, al atardecer, les dice: Pasemos a la otra orilla. Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; e iban otras barcas con él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: Maestro, ¿no te importa que perezcamos? Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: ¡Calla, enmudece! El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe? Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?

Oración introductoria

Señor, aunque creo tener fe, necesito de tu gracia para acrecentarla porque me parezco a tus discípulos, ante los problemas y angustias me acobardo. Te suplico que esta oración me ayude a creer con fe viva en tu nombre, a actuar mi fe de manera filial, recordando que Tú eres un Padre que vela con infinita ternura sobre mí. Ayúdame a descubrir tu mano amorosa detrás de todo, porque Tú sólo buscas mi bien.

Petición

Señor, te pido me concedas caminar por la senda de una fe viva, operante y luminosa.

Meditación del Papa Francisco

El temor, sin embargo, no es un buen consejero. Jesús muchas veces, ha dicho: "¡No tengan miedo!" El miedo no nos ayuda. La cuarta actitud es la gracia del Espíritu Santo. Cuando Jesús trae la calma al agitado mar, los discípulos en la barca se llenaron de temor. Siempre, ante el pecado, delante de la nostalgia, ante el temor, debemos volver al Señor.
Mirar al Señor, contemplar al Señor. Esto nos da estupor, tan hermoso, por un nuevo encuentro con el Señor. "Señor, tengo esta tentación: quiero quedarme en esta situación de pecado; Señor, tengo la curiosidad de saber cómo son estas cosas; Señor, tengo miedo". Y ellos vieron al Señor: "¡Sálvanos, Señor, estamos perdidos!" Y llegó la sorpresa del nuevo encuentro con Jesús. No somos ingenuos ni cristianos tibios, somos valientes, valerosos. Somos débiles, pero hay que ser valientes en nuestra debilidad. Y nuestro valor muchas veces debe expresarse en una fuga y no mirar hacia atrás, para no caer en la mala nostalgia. ¡No tener miedo y mirar siempre al Señor!. (S.S. Francisco, 2 de julio de 2013, homilía en misa matutina en capilla de Santa Marta). 

Reflexión

Han pasado más de dos mil años desde que Jesucristo fundó la Iglesia. Han pasado más de dos mil años de cristianismo y parece que todo se viene abajo; parece que las nuevas doctrinas religiosas están tomando el puesto de la Iglesia, pero no es así.

La Iglesia parece naufragar en la tempestad del mundo y en los problemas que se le presentan; pero cada vez que los hombres dudamos se alza una voz que parece despertar de un largo sueño: ¡No temáis, tened fe! Y el mar vuelve a la calma; la barca de Pedro sigue su rumbo a través de los años, los siglos y los milenios.

Cristo no está lejos de nosotros; duerme junto al timón, para que cuando nuestra fe desfallezca, cuando estemos tristes y desamparados, Él tome el timón de nuestra vida.

Además en el mar de nuestra vida brilla una estrella; relampaguea en el cielo de nuestra alma la estrella de María, para que no perdamos el rumbo.

Propósito

Ante las dificultades, preocupaciones y angustias, decir la jaculatoria: ¡Jesús, en ti confío!

Diálogo con Cristo 

Señor, la tormenta más grande que debo combatir diariamente es el pecado. Necesito esforzarme constantemente para no caer en la tentación y decidirme, con entusiasmo y confianza, a conquistar la santidad mediante la caridad. Por eso te pido me ayudes a ser perseverante en mis propósitos. 

EL CORAZÓN DE LA AMISTAD



El corazón de la amistad


La amistad verdadera
no se considera con los ojos,
se siente con el corazón
cuando hay confianza, comprensión, lealtad, y el compartir...

La amistad verdadera
es una sensación rara,
pero cuando se encuentra tiene impacto
profundo en nuestro bienestar,
fuerza, y carácter.
La amistad verdadera no necesita los regalos
elaborados o los acontecimientos
espectaculares para tener valor  o ser
valorado.
Para asegurar calidad y la satisfacción
duraderas, la amistad verdadera necesita
 solamente algunos ingredientes dominantes:

Lealtad perpetua, comprensión
incomparable, confianza sin igual  y secretos
del alma, el compartir sin fin.
Estos ingredientes,
mezclados con personalidad
y sentido del humor,
pueden hacer lo último de la amistad un
curso de la vida. 

EL CIELO Y LA AMISTAD


El cielo y la amistad


Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición...).

La carretera era muy larga, colina arriba, el sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnifico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro, en el centro de la cual había una fuente de donde manaba agua cristalina.

El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada.

- Buenos días -

- Buenos días - Respondió el guardián

- ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?

- Esto es el Cielo.

- Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos ..
- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente.
- Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...
- Lo siento mucho - Dijo el guardián-pero aquí no se permite la entrada a los animales.

El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo; dio las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puertecita vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles.

A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.

- Buenos días - dijo el caminante.

El hombre respondió con un gesto de la cabeza.

- Tenemos mucha sed, yo, mi caballo y mi perro.

- Hay una fuente entre aquellas rocas - dijo el hombre, indicando el lugar. - Podéis beber tanta agua como queráis.

 El hombre, el caballo el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.

- Podéis volver siempre que queráis - Le respondió

- A propósito ¿Cómo se llama este lugar?

- Cielo !·

- ¿El Cielo? ¿Sí?, Pero si el guardián del portal de mármol de más abajo me ha dicho que aquello era el Cielo!

- Aquello no era el Cielo, era el Infierno, contestó el guardián.

El caminante quedó perplejo.

- ¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe de provocar grandes confusiones!

- ¡De ninguna manera! En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos...

SUPLICAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN


SUPLICAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Dame tus ojos, Madre, para saber mirar;
si miro con tus ojos jamás podré pecar.

Dame tus labios, Madre para poder rezar;
si rezo con tus labios Jesús me escuchará.

Dame tu lengua, Madre, para ir a comulgar;
es tu lengua, patena de gracia y santidad.

Dame tus brazos, Madre, que quiero trabajar; entonces mi trabajo valdrá una eternidad.

Dame tu manto, Madre, que cubra mi pobreza; cubierto con tu manto al cielo he de llegar.

Dame tu cielo, Oh Madre, para poder gozar; 
si tu me das Cielo, ¿que mas puedo anhelar?.

Dame Jesús, Oh Madre, para poder amar:
esta será mi dicha por una eternidad.

QUINCE MINUTOS CON JESÚS MISERICORDIOSO


QUINCE MINUTOS CON JESÚS MISERICORDIOSO

Jesús Misericordioso ayúdame a orar más, y especialmente cuando me siento afligido y angustiado, porque es en esos momentos cuando tengo la tentación de abandonar la oración o, al menos, de rezar menos, siendo que Tú, cuando estabas sufriendo la agonía en el Huerto de los Olivos, orabas más intensamente cuanto más sufrías.
Jesús, ten compasión de mí, que el demonio es muy astuto y me quiere llevar por el camino de la perdición eterna. Sólo Tú puedes vencerlo, porque eres Dios. Por eso te ruego encarecidamente que me protejas del enemigo infernal, y para ello prometo venerar tu Imagen, ya que Tú mismo has prometido que quien la venere obtendrá la victoria sobre todos sus enemigos ya aquí en la tierra.
Jesús, Rey de Misericordia, ayúdame a entender que a veces no tengo que rezar con los labios y con oraciones hechas, sino con mis palabras y con el corazón, y especialmente rezar así en los momentos de congoja, para pedirte auxilio y recostar mi frente cansada sobre tu pecho amorosísimo.
¡Te amo, Jesús Misericordiosísimo, y confío para siempre en Ti!

ORACIÓN PARA SONREIR



ORACIÓN PARA SONREIR

Señor, renueva mi espíritu y dibuja en mi rostro
sonrisas de gozo por la riqueza de tu bendición.
Que mis ojos sonrían diariamente
por el cuidado y compañerismo
de mi familia y de mi comunidad.
Que mi corazón sonría diariamente
por las alegrías y dolores que compartimos.
Que mi boca sonría diariamente
con la alegría y regocijo de tus trabajos.
Que mi rostro dé testimonio diariamente
de la alegría que tú me brindas.
Gracias por este regalo de mi sonrisa, Señor.
Amén.


-Madre Teresa de Calcuta M.C.

ORACIÓN POR LA ALEGRÍA


ORACIÓN POR LA ALEGRÍA


Padre en el cielo, 
Tú eres la fuente de toda alegría. 
Tú quieres que vivamos 
como alegres hijos de Dios delante de Tí. 
Disipa de mi corazón 
las nubes y las neblinas 
de pensamientos sombríos. 
Preserva mi alma de melancolía 
y preocupaciones aplastantes. 
Protégeme del desaliento y la tristeza. 
Llena mi corazón con alegría santa. 
Haz que en toda la eternidad 
me pueda alegrar contigo. 

María, Madre de la santa alegría, 
condúcenos a Jesús. 

San Francisco, 
hermano siempre alegre, 
ruega por nosotros 
e implóranos un carácter alegre 
y un corazón contento.