Páginas

domingo, 30 de noviembre de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 30 DE NOVIEMBRE DEL 2014



Y tú ¿Abrirás tu casa al rey?
Y tú ¿Abrirás tu casa al rey?


Marcos 13, 33-37. Adviento.¡Ojalá que le abramos la puerta y le dejemos entrar a nuestra casa esta Navidad! 



Por: P . Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net




Del santo Evangelio según san Marcos 13, 33-37
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a que hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada. No vaya a suceder que legue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta"

Oración introductoria
Señor, gracias por este tiempo del Adviento que me ayuda a prepararme espiritual y apostólicamente al gran acontecimiento de la Navidad. Permite que esta meditación me descubra los medios de perseverancia en lo que tengo que poner más atención.

Petición
¡Ven, Señor, no tardes! ¡Ven que te esperamos! ¡Ven pronto Señor!

Meditación del Papa Francisco
El Señor Jesús se ha donado y sigue donándose a nosotros, para llenarnos de toda la misericordia y la gracia del Padre. Somos nosotros, por tanto, los que podemos convertirnos en cierto sentido en jueces de nosotros mismos, auto condenándonos a la exclusión de la comunión con Dios y con los hermanos, con la profunda soledad y tristeza que esto produce. No nos cansemos, por tanto, de vigilar nuestros pensamientos y nuestras actitudes, para pregustar desde ahora el calor y el esplendor del rostro de Dios.
Será bellísimo ese Dios que en la vida eterna contemplaremos en toda su plenitud. ¡Adelante! Pensando en ese juicio que comienza ahora, que ya ha empezado. ¡Adelante! Haciendo que nuestro corazón esté abierto a Jesús y a su salvación, y ¡Adelante! Sin tener miedo, porque el amor de Jesús es más grande, y si nosotros pedimos perdón por nuestros pecados él nos perdona. Jesús es así. ¡Adelante con esta certeza, que nos llevará a la gloria del cielo!  (S.S. Francisco, 11 de diciembre de 2013).
Reflexión
El domingo pasado celebramos con regocijo la solemnidad de Cristo Rey, y con esta fiesta hemos cerrado el ciclo ordinario del año litúrgico. Hoy iniciamos el Adviento. Adviento –en latín, adventus significa llegada – es el tiempo que va desde el día de Cristo Rey hasta la Navidad, y que nos prepara espiritualmente para celebrar con gozo y con óptimas disposiciones interiores el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo en la tierra, momento maravilloso de nuestra salvación.

En estas semanas previas a la Navidad, la Iglesia entera aguarda con júbilo la nuevallegada del Mesías, del Hijo de Dios, de nuestro Redentor, de nuestro hermano Jesús, hecho Hombre como nosotros y nacido para redimirnos. La virtud propia y más característica de este período es la esperanza.

Y, mientras esperamos su venida gloriosa, el Señor nos recuerda que hemos de estar siempre en vela, "porque no sabemos a qué hora llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o al amanecer", nos dice en el Evangelio.

Hace tres semanas, Jesús nos contaba la parábola de las diez vírgenes, invitándonos a la vigilancia. Y hoy nos vuelve a recordar la necesidad de velar para que, cuando llegue, nos encuentre despiertos y preparados para recibirlo con un nuestro corazón puro, noble y generoso. Un poeta alemán del siglo XVIII decía: "Aunque Cristo naciera mil veces en Belén, si no nace en tu corazón, seguirías siendo un desgraciado".

Se cuenta que un famoso artista pintó un bello cuadro. El día de la presentación al público, asistieron las autoridades locales, fotógrafos, periodistas y una gran concurrencia de espectadores. Llegado el momento, se tiró el paño que cubría el cuadro. Un estallido de aplausos hizo retumbar el salón. Una impresionante figura de Jesús tocaba suavemente la puerta de una casa. Jesús parecía vivo. Con el oído junto a la puerta, pretendía oír si adentro de la casa alguien le respondía. Se pronunciaron discursos y elogios. Todos admiraban aquella preciosa obra de arte. Sin embargo, un observador muy curioso y perspicaz, encontró un fallo en el cuadro y se lo hizo notar a su autor: la puerta no tenía cerradura. Y fue a preguntar al artista, no sin cierta picardía: "Oiga, su puerta no tiene cerradura. ¿Cómo se hace para abrirla?"
- "Así es- respondió el pintor. Usted ha observado bien. Esa casa no tiene puerta porque representa el corazón del hombre. Sólo se abre por el lado de adentro".

Si nosotros queremos que Cristo venga a nuestra alma y nazca en nosotros esta Navidad, tenemos que abrirle nuestra casa desde adentro. Él no obliga a nadie, ni fuerza contra su voluntad a que le abran. Cada uno lo hace libremente. Él nos respeta siempre porque nos ama, incluso aunque en nuestra indiferencia o negación nos hacemos daño a nosotros mismos. Es el misterio del amor de Dios y de la libertad humana. Si queremos que Dios nazca en nosotros, hemos de preparar nuestro nacimiento, nuestro "belén" interior. Y esto exige estar en vela para que el pecado y los vicios del mundo no hagan presa de nuestra vida.

Propósito
¡Ojalá que le abramos la puerta y le dejemos entrar a nuestra casa esta Navidad! Tenemos cuatro semanas de Adviento para preparar nuestra alma.
Comentarios al autor P . Sergio Córdova LC

UNA PENITENCIA CURIOSA


UNA PENITENCIA CURIOSA



San Felipe Neri era un santo con gran sentido común. Trataba a sus penitentes de una manera muy práctica. 
Una señora tenía la costumbre de confesarse con él muy habitualmente y casi siempre tenía el mismo pecado del que arrepentirse: el de calumniar a sus vecinos. Por ello, San Felipe, le dijo: 

– <<De penitencia, vas a ir al mercado, compras una gallina y me la traes. Pero de camino, la vas desplumando y dejando las plumas en las calle conforme caminas>>. 

La señora pensó que ésta era una penitencia rara, pero deseando recibir la absolución, hizo conforme se le había indicado y por fin regresó donde san Felipe. 

– <<Bueno, Padre, he completado mi penitencia>>. Y le mostró la gallina desplumada. 

– <<Oh, de ningún modo la has completado – le dijo el santo. Ahora regresarás al mercado y en el camino, recoges todas las plumas y las pones en una bolsa. Entonces regresas aquí con la bolsa>>. 

– <<¡Pero eso es imposible! – lloró la señora –, ¡esas plumas deben de estar ahora por toda la ciudad por el efecto del viento!>>. 

– <<Es cierto – replicó el santo –, pero tienes aún menor oportunidad de recoger todos los calumnias que has esparcido sobre tus vecinos>>.

Los falsos rumores que decimos de los demás, las mentiras que esparcimos, no sabemos dónde van a parar, ni qué mal pueden hacer. Cuesta mucho después querer arreglar lo que hemos estropeado. Es imposible rectificar lo que hemos dicho. Y hablar mal de los otros es una de las cosas que más daño pueden hacer en tu ambiente. 

ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA EN ADVIENTO


ORACIÓN DE ADVIENTO 
 A LA VIRGEN MARÍA


¡Dulcísima y amabilísima Madre de Dios y Virgen sacratísima! ya se llega la hora de vuestro bienaventurado parto, parto sin dolor, parto gozoso. Vuestra es esta hora, y nuestra es: vuestra es porque en ella habéis de descubrir al mundo los tesoros divinos que tenéis encerrados en vuestras entrañas, y el sol que le ha de alumbrar, y el pan del cielo que le ha de sustentar, y la fuente de aguas vivas por la cual viven todas la cosas que viven. 

Y vos, Señora, con este sagrado parto habéis de quedar más gloriosa, pues por ser madre no se marchitará la flor de vuestra virginidad, antes cobrará nuevo frescor y nueva belleza, porque sois la puerta de Ezequiel cerrada, huerto cercado y fuente sellada, y todas las gentes os quedarán obligadas, y os reconocerán y adorarán por Madre de su Señor, y reparadora del linaje humano, y emperatriz y princesa de todo lo criado.

Pero también esta hora es nuestra, no solamente por ser para nuestro bien y principio de nuestro bien, sino porque desde que pecó Adán y Dios le dio esperanza con su promesa que le remediaría, todos los patriarcas la han deseado, todos los profetas la han prometido, todos los santos del Antiguo Testamento han suspirado por ella, todas las gentes la han aguardado y todas las criaturas están suspensas y colgadas de vuestro felicísimo parto, en el cual está librada la suma de la salud y felicidad eterna. 

Pues ¡oh esperanza nuestra! ¡oh refugio y consuelo de nuestro destierro!; oíd nuestros clamores, oíd los gemidos de todos los siglos y naciones, y los continuos ruegos y lágrimas del linaje humano, que está sepultado en la sombra de la muerte aguardando esta luz, y que vos le mostréis su Salvador, su Redentor, su vida, su gloria y toda su bienaventuranza. Daos prisa, Virgen santísima, daos prisa, acelerad vuestro dichoso y bienaventurado parto, y manifestadnos a vuestro unigénito Hijo, vestido de vuestra carne, para dar espíritu a los hombres carnales y hacerlos hijos de Dios, al cual sea gloria y alabanza en los siglos de los siglos. Amén.

¿CÓMO ORAR EN ADVIENTO Y EN NAVIDAD?


¿Cómo orar en Adviento y en Navidad?
Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron... ¿Habrá posada para el Verbo encarnado en nuestros días?


Por: P. Evaristo Sada LC | Fuente: la-oracion.com



"Dios puso su morada entre los hombres" (Ez 37,27) "por el gran amor con que nos ha amado." (Ef 2,4) Pero ¿es acogido? "Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron" (Jn 1,11) ¿Habrá posada para el Verbo encarnado en nuestros días? Eso se juega en la libertad de cada uno.

Quisiera sugerir algunas pautas para orar en Adviento:



1. Contemplar el misterio de la encarnación:

La encarnación del Verbo es la entrada de la presencia de Dios en el mundo y en la historia. El mundo de la carne busca a su Creador. El mundo de la Gracia busca al hombre. El Verbo encarnado es el lugar de encuentro de las dos búsquedas. La divinidad habita corporalmente en Jesús de Nazaret y así encuentra descanso la doble búsqueda.

"Se anonadó a sí mismo, tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a un hombre." (Flp 2,7) Nuestra fe se pone a prueba: "esto no puede ser", el Trascendente no puede ser tan cercano, no puede ser que se vuelva tangible, de carne y hueso, un bebé indefenso; es demasiado que Dios llegue al extremo de hacerse siervo. Tenemos aquí la prueba más convincente del gran amor con que Dios nos ama, de su incomprensible predilección por el hombre. Dios prueba su amor, el hombre debe probar su fe.

En Adviento y Navidad contemplamos el rostro de Dios que por amor se acercó a nosotros y vive en medio de nosotros. Más cercano está de quien más se acerque a contemplarle. Estar allí contemplándolo con mucho amor es acercarse; eso es lo que obra el amor: una creciente cercanía.



2. Dar posada al Redentor que ha venido, pero aún debe ser acogido.

La Redención la ha realizado Cristo con su encarnación, muerte y resurrección, pero aún debe verificarse en cada uno y eso depende de la acogida personal. Dios nunca se impone al hombre, siempre pregunta. Dios es mendigo de la acogida por parte del hombre; se toma muy en serio su libertad. La respeta hasta el grado de verse humillado. Con paciencia, nuestro Dios sigue tocando la puerta.

La plenitud de los tiempos ya ha llegado con la venida de Cristo, pero no se ha cumplido del todo: se realiza o no en cada persona, que libremente lo acepta o lo rechaza. Lo acepta cuando permite que el amor de Dios le impregne del todo, cuando su persona se cubre con la sombra luminosa del Espíritu Santo y Él obra su transformación en Cristo, a través de una sinergia de donaciones repitiendo la historia de la Madre de Dios.

El Redentor es acogido cuando cada uno vive una vida cristiana, una vida en Cristo, no una doble vida, donde aún se reserva algo para sí, sin tomar completamente en serio la búsqueda de la santidad. "Cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hacia la verdad completa (Jn 16,13) La radicalidad de la irrupción de Dios en la historia por la encarnación del Verbo es la que Jesucristo pide hoy de cada uno de sus hijos por la aceptación libre e incondicional del Espíritu Santo, la ley del amor, en la propia vida.

En ese sentido, Adviento es tiempo de conversión, por eso el ornamento morado en la misa: "El Padre celestial, que en el nacimiento de su Hijo unigénito nos manifestó su amor misericordioso, nos llama a seguir sus pasos convirtiendo, como él, nuestra existencia en un don de amor. Y los frutos del amor son los «frutos dignos de conversión» a los que hacía referencia san Juan Bautista cuando, con palabras tajantes, se dirigía a los fariseos y a los saduceos que acudían entre la multitud a su bautismo." (Benedicto XVI, 9 de diciembre de 2007)


3. Adorarlo con corazón de pastor y de ángel.

"Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos" (Mt 18,3) Para entrar a la cueva de Belén hay que hacerse pequeño, como niño. Los pastores y los ángeles tienen corazón de niño. El niño tiene una mirada pura, se maravilla de todo, todo lo disfruta, es capaz de dar amor y de recibir amor con humildad y corazón de pobre.

Los pastores y los ángeles se dieron el tiempo para centrarse en lo esencial: la contemplación del hijo de Dios que habita en medio de nosotros. Los pastores dejaron sus ganados, los ángeles dejaron el cielo; todos se juntaron para adorar a Dios en los brazos de María.

Adviento y Navidad deben ser tiempos de más calma para pasar más tiempo junto a Cristo Eucaristía. Sí, hay que tener el valor de romper esquemas y centrarse en lo esencial. Que esta Navidad, Cristo sea el mejor atendido y el más amado.

EL SIGNIFICADO DE LA CRUZ DE SAN ANDRÉS





Significado de la Cruz de San Andrés
Cruz en forma de aspa
Lo amarraron a una cruz en forma de X y allí estuvo padeciendo durante tres días


Por: Redacción | Fuente: Wikipedia / Otros



La llamada Cruz de San Andrés es una cruz en forma de aspa (con dos ángulos agudos y dos ángulos obtusos) muy utilizada en heráldica y en vexilología. Representa el martirio de San Andrés Apóstol, según una tradición muy antigua que cuenta que el apóstol fue crucificado en Patrás, capital de la provincia de Acaya, en Grecia. Lo amarraron a una cruz en forma de X y allí estuvo padeciendo durante tr...es días, los cuales aprovechó para predicar e instruir en la religión a todos los que se le acercaban.

Es representación de humildad y sufrimiento y en heráldica simboliza caudillo invicto en combate. Muchas banderas llevan la Cruz de San Andrés en su variante llamada "Cruz de Borgoña", en la que los troncos que forman la cruz aparecen con sus nudos en los lugares donde se cortaron las ramas. Este emblema ha sido incluido en los escudos de armas y en las banderas de España, tanto de tierra como de mar, desde 1506, época de su introducción con la Guardia Borgoñona de Felipe el Hermoso, hasta nuestros días. Muchas banderas americanas llevan en su diseño la Cruz de Borgoña recordando así su pasado español.



Bartolomé Esteban Murillo. El martirio de San Andrés. 1675-1682.


SAN ANDRÉS, APÓSTOL, 30 DE NOVIEMBRE



Andrés, Santo
Apóstol, 30 de Noviembre 


Por: P. Ángel Amo. | Fuente: Cathoic.net



Apóstol

Andrés era hermano de Simón Pedro y como él pescador en Cafarnaúm, a donde ambos habían llegado de su natal Betsaida. Como lo demuestran las profesiones que ejercían los doce apóstoles, Jesús dio la preferencia a los pescadores, aunque dentro del colegio apostólico están representados los agricultores con Santiago el Menor y su hermano Judas Tadeo, y los comerciantes con la presencia de Mateo. De los doce, el primero en ser sacado de las faenas de la pesca en el lago de Tiberíades para ser honrado con el titulo de “pescador de hombres” fue precisamente Andrés, junto con Juan.

Los dos primeros discípulos ya habían respondido al llamamiento del Bautista, cuya incisiva predicación los había sacado de su pacífica vida cotidiana para prepararse a la inminente venida del Mesías. Cuando el austero profeta se lo señaló, Andrés y Juan se acercaron a Jesús y con sencillez se limitaron a preguntarle: “Maestro, ¿dónde habitas?”, signo evidente de que en su corazón ya habían hecho su elección.

Andrés fue también el primero que reclutó nuevos discípulos para el Maestro: “Andrés encontró primero a su hermano Simón y le dijo: Hemos encontrado al Mesías. Y lo llevó a Jesús”. Por esto Andrés ocupa un puesto eminente en la lista de los apóstoles: los evangelistas Mateo y Lucas lo colocan en el segundo lugar después de Pedro.
Además del llamamiento, el Evangelio habla del Apóstol Andrés otras tres veces: en la multiplicación de los panes, cuando presenta al muchacho con unos panes y unos peces; cuando se hace intermediario de los forasteros que han ido a Jerusalén y desean ser presentados a Jesús; y cuando con su pregunta hace que Jesús profetice la destrucción de Jerusalén.

Después de la Ascensión la Escritura no habla más de él. Los muchos escritos apócrifos que tratan de colmar este silencio son demasiado fabulosos para que se les pueda creer. La única noticia probable es que Andrés anunció la buena noticia en regiones bárbaras como la Scitia, en la Rusia meridional, como refiere el historiador Eusebio. Tampoco se tienen noticias seguras respecto de su martirio que, según una Pasión apócrifa, fue por crucifixión, en una cruz griega.

Igual incertidumbre hay respecto de sus reliquias, trasladadas de Patrasso, probable lugar del martirio, a Constantinopla y después a Amalfi. La cabeza, llevada a Roma, fue restituida a Grecia por Pablo VI. Consta con certeza, por otra parte, la fecha de su fiesta, el 30 de noviembre, festejada ya por San Gregorio Nacianceno.

sábado, 29 de noviembre de 2014

JESÚS, TÚ ERES EL CAMINO


Jesús, tú eres el Camino


Jesús, tú eres el Camino:
contigo nada me falta;
en verdes praderas me haces recostar;
me conduces hacia fuentes tranquilas
y reparas mis fuerzas;
me guías por el sendero justo.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo porque tú vas conmigo.
Tu vara y tu cayado me sosiegan.

MEDITACIÓN DE ADVIENTO PARA EL DOMINGO 30 DE NOVIEMBRE DEL 2014


MEDITACIÓN DE ADVIENTO


Esperamos como Salvador al Señor Jesucristo (Mc 13,33-37)
1° Domingo del Tiempo de Adviento - 30 de noviembre de 2014

El tiempo fluye inexorable, y es así que nos encontramos de nuevo al comienzo del año litúrgico con la celebración del I Domingo del Adviento. El tiempo de Adviento dura cuatro semanas y culmina con la celebración del nacimiento de Jesús. La liturgia de este tiempo está caracterizada por la espera de una venida, de un “adviento”. La actitud propia del Adviento está expresada en este grito del profeta Isaías: “¡Ánimo, no temáis! Mirad que vuestro Dios viene... él vendrá y os salvará” (Is 35,4). 

Movidos por este certeza, nosotros esperamos que venga Dios a salvarnos. Hoy día es más claro que nunca que el mundo está sometido a la esclavitud del pecado y que de esta esclavitud no puede salvarse a sí mismo. A pesar de todos los adelantos científicos y tecnológicos de nuestro tiempo, perduran la violencia, el terrorismo, la guerra, la corrupción, la pobreza y el hambre en vastos sectores de la tierra, la destrucción de la familia, la pornografía con su cortejo de abusos, etc. Es claro que no podemos esperar ser salvados de todos esos males por algún esfuerzo humano, por muy poderoso que sea. De todo eso no nos puede salvar sino una intervención personal de Dios mismo. Esto es lo que esperamos. 

La espera de que venga Dios mismo a salvarnos es una actitud esencial de la fe cristiana. Confiando en que sólo una intervención de Dios puede lograr que se establezca la paz en nuestro mundo actual y que la familia, como fundamento de la sociedad, recupere su santidad y unidad, el Santo Padre Juan Pablo II ha promulgado un “Año del Rosario” que va desde octubre 2002 a octubre 2003. Se trata de implorar por medio de la plegaria del Rosario esa intervención salvífica de lo Alto. Los esfuerzos diplomáticos y políticos se han revelado incapaces; la guerra no hace más que empeorarlo todo. Sólo Dios nos salvará. Conviene que recordemos las palabras de Juan Pablo II: “Algunas circunstancias históricas ayudan a dar un nuevo impulso a la propagación del Rosario. Ante todo, la urgencia de implorar de Dios el don de la paz... 

Al inicio de un milenio que se ha abierto con las horrorosas escenas del atentado del 11 de septiembre de 2001 y que ve cada día en muchas partes del mundo nuevos episodios de sangre y violencia, promover el Rosario significa sumirse en la contemplación del misterio de Aquél que ‘es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad’ (Ef 2, 14)... 

Otro ámbito crucial de nuestro tiempo, que re-quiere una urgente atención y oración, es el de la familia, célula de la sociedad, amenazada cada vez más por fuerzas disgregadoras, tanto de índole ideológica como práctica, que hacen temer por el futuro de esta fundamental e irrenunciable institución y, con ella, por el destino de toda la sociedad... Fomentar el Rosario en las familias cristianas es una ayuda eficaz para contrastar los efectos desoladores de esta crisis actual” (Rosarium Virginis Mariae, 6). 

El Papa afirma que no podemos cifrar esperanzas en esfuerzos humanos: “Las dificultades que presenta el panorama mundial en este comienzo del nuevo Milenio nos inducen a pensar que sólo una intervención de lo Alto... puede hacer esperar en un futuro menos oscuro” (Ibid. 40). Los cristianos creemos firmemente que “Dios envió a su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él” (Jn 3,17). 

¿Cómo logramos que esta salvación obtenida por Cristo se haga efectiva en cada uno de nosotros y en el mundo? ¿Cómo podemos ser liberados de la esclavitud del pecado? Hay un solo medio: la fe en Cristo. Debemos creer que la salvación no es obra nuestra sino de Cristo y, convencidos de esto, acoger a Cristo en nuestra vida. Esa fe la expresamos estando en vela a la espera de su venida final. 

Creemos que “de nuevo vendrá con gloria a juzgar a vivos y muertos y su Reino no tendrá fin” (El Credo). En el Evangelio de hoy, para exhortarnos a esperar su venida y a estar en vela cuando venga, Jesús propone una parábola: “Al igual que un hombre que se ausenta: deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero que vele. Velad, por tanto, ya que no sabéis cuándo viene el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al cantar del gallo, o de madrugada”.

 Cuando Jesús, después de obtener la salvación del género humano, ascendió al cielo en presencia de sus apóstoles, se les aparecieron dos ángeles que les dijeron: “Este mismo Jesús vendrá de nuevo” (Hech 1,11). Al irse, “dio atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo”. Sabemos que a todos nos infundió su Espíritu -“Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo” (Hech 1,8)-, y que este don hace de nosotros “hijos de Dios” y “testigos de Cristo”. 

Estas son las atribuciones que nos dio. Y nos encomendó la tarea de “ir y hacer discípulos de todos los pueblos“ (Mt 28,19), cada uno en su propio ambiente. Mientras esperamos y anhelamos la venida final de Cristo, en este tiempo de Adviento cada uno debe examinarse para ver si está velando, es decir, si vive como hijo de Dios y testigo de Cristo y si cumple con fidelidad la misión que le ha sido encomendada. 

Es un tiempo de oración, de conversión y de moderación en el uso de los bienes de este mundo. Nuestra mente debe estar orientada al cielo “de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo”
 (Fil 3,20).

 + Felipe Bacarreza Rodríguez Obispo Auxiliar de Los Ángeles (Chile)

EVANGELIO DEL DOMINGO 30 DE NOVIEMBRE DEL 2014 - PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO


Vivir el 1º domingo Adviento, ciclo B
MARCOS 13, 33-37

¡Andaos con cuidado, ahuyentad el sueño, que no sabéis cuándo va a ser el momento! Es como un hombre que se marchó de su país: dejó su casa, dio a los siervos su autoridad -a cada uno su tarea- y en especial al portero le mandó mantenerse despierto. Por tanto, manteneos despiertos, que no sabéis cuándo va a llegar el señor de la casa -si al oscurecer o a media noche o al canto del gallo o de mañana-, no sea que, al llegar de improviso, os encuentre dormidos. Y lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: manteneos despiertos.


UNA IGLESIA DESPIERTA

Las primeras generaciones cristianas vivieron obsesionadas por la pronta venida de Jesús. El resucitado no podía tardar. Vivían tan atraídos por él que querían encontrarse de nuevo cuanto antes. Los problemas empezaron cuando vieron que el tiempo pasaba y la venida del Señor se demoraba.

Pronto se dieron cuenta de que esta tardanza encerraba un peligro mortal. Se podía apagar el primer ardor. Con el tiempo, aquellas pequeñas comunidades podían caer poco a poco en la indiferencia y el olvido. Les preocupaba una cosa: «Que, al llegar Cristo, nos encuentre dormidos».
La vigilancia se convirtió en la palabra clave. Los evangelios la repiten constantemente: «vigilad», «estad alerta», «vivid despiertos». Según Marcos, la orden de Jesús no es solo para los discípulos que le están escuchando. «Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: Velad». No es una llamada más. La orden es para todos sus seguidores de todos los tiempos.

Han pasado veinte siglos de cristianismo. ¿Qué ha sido de esta orden de Jesús? ¿Cómo vivimos los cristianos de hoy? ¿Seguimos despiertos? ¿Se mantiene viva nuestra fe o se ha ido apagando en la indiferencia y la mediocridad?

¿No vemos que la Iglesia necesita un corazón nuevo? ¿No sentimos la necesidad de sacudirnos la apatía y el autoengaño? ¿No vamos a despertar lo mejor que hay en la Iglesia? ¿No vamos a reavivar esa fe humilde y limpia de tantos creyentes sencillos?

¿No hemos de recuperar el rostro vivo de Jesús, que atrae, llama, interpela y despierta? ¿Cómo podemos seguir hablando, escribiendo y discutiendo tanto de Cristo, sin que su persona nos enamore y trasforme un poco más? ¿No nos damos cuenta de que una Iglesia "dormida" a la que Jesucristo no seduce ni toca el corazón, es una Iglesia sin futuro, que se irá apagando y envejeciendo por falta de vida?

¿No sentimos la necesidad de despertar e intensificar nuestra relación con él? ¿Quién como él puede liberar nuestro cristianismo de la inmovilidad, de la inercia, del peso del pasado, de la falta de creatividad? ¿Quién podrá contagiarnos su alegría? ¿Quién nos dará su fuerza creadora y su vitalidad?

José Antonio Pagola


EL EVANGELIO DE HOY: SÁBADO 29 DE NOVIEMBRE DEL 2014



Estad siempre alerta
Tiempo Ordinario


Lucas 21, 34-36. Tiempo Ordinario. Vigilar y orar para descubrir si estamos aprovechando al máximo el tiempo presente. 


Por: Ignacio Sarre | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Lucas 21, 34-36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre. 

Oración introductoria
Señor Jesús, sé que tu Evangelio de hoy no tiene la finalidad de causar miedo o inquietud. Tú no estás esperando un momento de debilidad para llamarnos a juicio, al contrario, personalmente creo que llamas a cada persona en su mejor momento. Ilumina esta oración para que continúe con entusiasmo y confianza mi camino hacia la santidad: hacer lo que me toca hacer, siempre y todo por amor a Ti.

Petición
Señor, dame la gracia de la perseverancia final.

Meditación del Papa Francisco
Saber "discernir los espíritus", discernir si una cosa nos hace permanecer en el Señor o nos aleja de Él. Nuestro corazón siempre tiene deseos, tiene anhelos, tiene pensamientos. Pero, ¿estos son del Señor o algunos de estos nos alejan del Señor? Hay que poner a prueba lo que pensamos y deseamos: Si esto va en la línea del Señor, así irá bien, pero si no va... Poner a prueba los espíritus para ver si son verdaderamente de Dios, porque muchos falsos profetas proceden del mundo. Profetas y profecías o propuestas: "¡Yo quiero hacer esto!" Pero no te lleva al Señor, te aleja de Él.
Por esto es necesaria la vigilancia. El cristiano es un hombre o una mujer que sabe vigilar su corazón. Y muchas veces nuestro corazón, con tantas cosas que van y vienen, parece un mercado local: de todo, encuentras de todo allí... ¡Y no! Debemos saber -esto es del Señor o esto no lo es- para permanecer en el Señor... (Cf. S.S. Francisco, 7 de enero de 2014, homilía en Santa Marta).
Reflexión
En nuestras vidas hay "sorpresas" que en realidad no lo son tanto. No debería sorprendernos que llegue así la cuenta mensual del teléfono, si hemos estado haciendo largas llamadas al exterior. Para quien se dedica a los estudios y no se ha dedicado responsablemente a ellos, es lógico que al llegar al examen "le sorprenda" lo difícil que es. ¡Era de esperar! Nosotros mismos preparamos y fraguamos estas sorpresas, que pueden resultar desagradables o negativas.

Pero sucede lo mismo en sentido positivo. Quien cumple su trabajo con profesionalidad, es emprendedor y tiene iniciativa, está "preparándose" una buena sorpresa, que puede ser un ascenso de puesto, más prestaciones, etc. De nosotros depende, entonces, que muchas situaciones del futuro sean buenas o malas.

Por eso, el Señor nos recomienda vigilar y orar; estar activos, construyendo nuestras vidas. Vigilar y orar para descubrir si estamos aprovechando al máximo el tiempo presente, ¡no vaya a ser que nos estemos preparando una sorpresa desagradable para el futuro!

Propósito
Prepararnos en el Adviento, orando y meditando para estar preparados a la venida de Jesús.

viernes, 28 de noviembre de 2014

PAPA FRANCISCO VISITARÁ TURQUÍA DEL 28 AL 30 DE NOVIEMBRE DEL 2014 - OREMOS!!!


Papa Francisco visitará Turquía 
del 28 al 30 de noviembre 2014




VATICANO, 21 Oct. 14 / 09:45 am (ACI/EWTN Noticias).- La Oficina de Prensa de la Santa Sede publicó este martes el programa que el Papa Francisco seguirá en su viaje a Turquía de 28 al 30 de noviembre, durante el cual visitará Ankara y Estambul, acogiendo la invitación de las autoridades civiles, del Patriarca ecuménico Bartolomé I y de los obispos.

Las fechas del viaje del Papa Francisco coinciden con las del Sumo Pontífice Emérito, Benedicto XVI, cuando éste realizó su visita a Turquía entre el 28 de noviembre y el 1 de diciembre de 2006.

El Papa Francisco saldrá el viernes 28 a las 9:00am del aeropuerto de Roma Fiumicino y llegará al aeropuerto de Esemboga de Ankara (Turquía) a las 1:00pm; para inmediatamente partir al Mausoleo de Kemal Ataturk y luego ir al Palacio Presidencial donde pronunciará un discurso ante el presidente Recep Tayyip Erdogan y diversas autoridades.

Después se encontrará con el primer ministro Ahmet Davutoglu y posteriormente visitará al Presidente de Asuntos Religiosos en el Diyanet.

El sábado 29 Francisco partirá en avión hasta Estambul para visitar el museo de Santa Sofía, la mezquita Sultan Ahmet (la ''mezquita azul'') y la catedral católica del Espíritu Santo donde celebrará una Misa.

Más tarde, durante una ceremonia ecuménica rezará en la Iglesia Patriarcal de San Jorge y en el Palacio Patriarcal encontrará de manera privada a Bartolomé I.

Finalmente el domingo 30 el Santo Padre celebrará una Misa en privado en la Delegación Apostólica. En la iglesia patriarcal de San Jorge asistirá a la Divina Liturgia y pronunciará un discurso al que seguirá la bendición ecuménica y la firma de una declaración conjunta con el Patriarca Bartolomé. Ya por la tarde, desde el aeropuerto de Estambul regresará a Roma. Se prevé su llegada al aeropuerto de Fiumicino a las 6:40pm.

EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 28 DE NOVIEMBRE DEL 2014


Señales de la venida del Reino
Tiempo Ordinario

Lucas 21, 29-33. Tiempo Ordinario. Es nuestra responsabilidad no perder el tiempo porque es un regalo de Dios de valor incalculable. 


Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Lucas 21, 29-33
Les añadió una parábola: «Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

Oración introductoria
Espíritu Santo, te pido el don de ciencia para valorar las cosas humanas en relación a mi último fin y para saber discernir lo que debo hacer en cada momento. En este momento de oración, ayúdame a guardar el silencio necesario para agradarte y escuchar lo que hoy me quieres decir.

Petición
Señor, dame fortaleza, para buscar con constancia la santidad.

Meditación del Papa Francisco
Al final, Jesús hace una promesa que es garantía de victoria: "Con su perseverancia salvarán sus almas". ¡Cuánta esperanza en estas palabras! Son un llamamiento a la esperanza y a la paciencia, a saber esperar los frutos seguros de la salvación, confiando en el sentido profundo de la vida y de la historia: las pruebas y las dificultades forman parte de un designio más grande; el Señor, dueño de la historia, lleva todo a su cumplimiento. ¡A pesar de los desórdenes y de los desastres que turban al mundo, el designio de bondad y de misericordia de Dios se cumplirá!
Y esta es nuestra esperanza. Ir así, por este camino, en el designio de Dios que se cumplirá. Es nuestra esperanza.
Este mensaje de Jesús nos hace reflexionar sobre nuestro presente y nos da la fuerza para afrontarlo con coraje y esperanza, en compañía de la Virgen, que camina siempre con nosotros. (S.S. Francisco, 17 de noviembre de 2013).

Reflexión
La parábola de la higuera se sitúa prácticamente al final del discurso de Jesús sobre las señales del fin universal. Hace aproximadamente dos mil años que Cristo pronunció estas palabras, y no pueden ser más actuales. No hace falta detenerse demasiado en dicho discurso para encontrar rápidamente el paralelismo entre lo que Cristo nos describe y lo que nosotros vivimos en la actualidad. Ante tanta adversidad el mensaje de Cristo es, como siempre, esperanzador: "el Reino de Dios está cerca". Somos pues, hijos todos de la misma generación, descendientes de Adán y Eva, los expulsados del paraíso. Pero hijos principalmente de Dios, que nos dignifica a través de su Hijo Jesucristo y que nos muestra ya la higuera que retoña, es decir, el Reino naciente en cada corazón que le ama.

El tiempo ha demostrado la autenticidad de las palabras de Nuestro Señor: "El cielo y tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán". Esta sorprendente expresión de Jesús está cargada de un profundo significado: nada perdura en el tiempo, sólo Él es eterno, sólo Él puede decir "siempre".

Por eso, nos equivocamos si centramos nuestra vida en lo estrictamente pasajero, material y efímero. Debemos anclarnos en Cristo, con Él no damos pasos en falso.

Desde luego, y estamos avisados, la senda es estrecha y espinada, y cuesta transitarla, pero vamos acompañados y guiados por el Maestro. Este pasaje nos llama a volver a la frescura del Evangelio, a buscar la autenticidad del mensaje cristiano, seguros de que no pasa, jamás se desfasa, ni es atemporal. A veces, nuestros prejuicios nos empujan a quedarnos en lo más superficial de lo que conforma nuestra fe; nos ocupamos con demasiada frecuencia de lo externo; estamos estancados en nuestra dimensión más horizontal, olvidándonos de que es la vertical la que nos conduce a las alturas.

Propósito
El Señor nos advierte: "mis palabras no pasarán", es nuestra responsabilidad no perder más el tiempo, el tiempo es un regalo de Dios de valor incalculable. Utilizarlo de cara a Él, obedeciendo su santa voluntad. He ahí la tarea del cristiano y lo único que puede darnos la felicidad.

EL CAMINO DE LA PAZ


El camino de la paz
Autor:  Padre Guillermo Ortiz SJ.


Más que de la carne misma, más que del cuerpo, la resurrección de Cristo es el triunfo del Amor sobre el odio, el resentimiento, la indiferencia y el deseo de venganza. La resurrección es el triunfo de Dios, y Dios es el Amor siempre nuevo que dura.

Esta idea es coherente con el saludo de Jesús a sus discípulos, cuando se les presenta vivo con las llagas del crucificado. ¿Cómo los saluda? Los saluda dándoles la paz.

Resucitado, Jesús no se junta con los discípulos para planear la venganza. Con su resurrección, Jesús ha conquistado la paz del perdón que ha dado a todos. Más daño no podrían haberle hecho, pero él ha superado los daños y vuelve no para vengarse sino para seguir ofreciendo la oportunidad del perdón y la paz. La paz con Dios, y la paz entre los hermanos del mismo Padre Dios. La paz de la familia de Dios.

Por eso Juan Pablo II dice que «El único camino de la paz es el perdón». Esta es la contribución específica que ofrecen los cristianos en la resolución de conflictos, no sólo en situaciones de violencia armada, sino también en las incomprensiones y litigios de la vida cotidiana.

Se trata, en el fondo, de algo que es propio únicamente del cristianismo: tomar en serio las palabras y la vida misma de Jesús: «Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odien».
Bendito sea el amor de Dios que triunfa sobre el odio con el perdón.

RESENTIMIENTOS


Resentimientos


Al tener un resentimiento vamos matando  nuestra semilla de felicidad interna. La palabra resentimiento viene de re-sentir, 
es decir volver a sentir intensamente una  y otra vez aquello que nos dolió;  es como si a diario tomáramos una cucharadita de veneno  que nos va amargando y destruyendo por dentro.

Es cierto que perdonar es difícil, especialmente a nosotros mismos,
nos cuesta trabajo perdonar nuestros errores y fracasos, 
y lo peor es que ese resentimiento lo proyectamos en los demás 
por la vía de la agresividad, la envidia y el mal humor. 

Pero, como dice José Luis Martín Descalzo, pasarse la vida dándole vueltas a nuestros propios errores es señal de un refinadísimo orgullo. 

Cuando con serenidad nos aceptamos a nosotros mismos, 
y a la vez sabemos exigirnos y sonreír ante nuestro propio espejo, 
ya estamos bien preparados para perdonar a los demás. 
A final de cuentas, perdonar es siempre la consecuencia de comprender,  y como dice Graham Green, "si conociéramos el último porqué de las cosas, tendríamos compasión hasta de las estrellas". 

Perdonar a veces sólo requiere de una percepción distinta, 
de que veamos las cosas bajo otro lente: el del otro. 

Cuando perdonamos nos quitamos un gran peso de encima,
nos sentimos más ligeros, libres y, sobre todo, en paz.
Es como reparar algo que estaba roto, nos ofrece un nuevo comienzo, una nueva forma de vivir, nos vuelve a despertar a la verdad  de nuestra bondad y nos hace sentirnos dignos de amor.