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domingo, 29 de diciembre de 2013

SEÑOR, NO QUIERO



Señor, no quiero...


Señor no quiero grandes cosas...
No me des los océanos, sino un vaso de agua cada vez  que tenga sed.

Señor no quiero grandes cosas...
No me des los sembrados de la tierra, sino una rebanada de pan cada vez que tenga hambre.

Señor no quiero grandes cosas...
No me des la extensión de praderas, sino una parcelita  verde donde echarme
cara al cielo a mirar las estrellas.

 Señor no quiero grandes cosas...
 Sólo quiero una parcelita  donde mirar  el vuelo de los  pájaros  y los rayos amarillos con que  el Sol me hace cerrar los párpados.

Señor no quiero grandes cosas...
No me des un vergel:  quiero una flor, tan sólo un jazmín infinito que perfume mis días.

Señor no quiero grandes cosas...
Quiero una sonrisa que no se gaste como las cuentas de un rosario.

Señor no quiero grandes cosas...
Dame ganas de hacer lo que hago, para que no me convierta en un autómata.

Señor no quiero grandes cosas...
Dame esa cuota de amor que le permita al corazón latir sin sobresaltos, latir seguro y suave con ese movimiento de vaivén con que la brisa mueve las ramas de las palmeras.

Señor no quiero grandes cosas...
No me des una enciclopedia, dame tan solo una palabra amable para que cada persona que se acerque a mi pueda ser un poquito más feliz.

Señor no quiero grandes cosas...
Sencillamente quiero esas cosas simples que nos hacen vibrar y le dan sentido a la vida.

ORACIÓN AL SEÑOR JESÚS


Señor Jesús
Autor:  Padre Ignacio Larrañaga


Señor Jesús, manso y humilde. Desde el polvo me sube y me domina esta sed insaciable de estima, esta apremiante necesidad de que todos me quieran. Mi corazón está amasado de delirios imposibles. Necesito redención. Misericordia, Dios mío.
No acierto a perdonar, el rencor me quema, las críticas me lastiman, los fracasos me hunden, las rivalidades me asustan. Mi corazón es soberbio. Dame la gracia de la humildad, mi Señor manso y humilde de corazón.

No sé de donde me vienen estos locos deseos de imponer mi voluntad, eliminar al rival, dar curso a la venganza. Hago lo que no quiero. Ten piedad Señor y dame la gracia de la humildad.

Gruesas cadenas amarran mi corazón, este corazón echa raíces, sujeta cuanto soy y hago y cuanto me rodea. Y de esas apropiaciones me nace tanto susto y tanto miedo. Infeliz de mí, propietario de mí mismo. ¿quién romperá mis cadenas?. Tu gracia, mi Señor pobre y humilde. Dame la gracia de la humildad. La gracia de perdonar de corazón. La gracia de aceptar la crítica y la contradicción, o al menos, de dudar de mí mismo cuando me corrijan.

Dame la gracia de hacer tranquilamente la autocrítica. La gracia de mantenerme sereno en los desprecios, olvidos e indiferencias, de sentirme verdaderamente feliz en el anonimato, de no fomentar autosatisfacciones en los sentimientos, palabras y hechos.

Abre, Señor, espacios libres dentro de mí para que los puedas ocupar tú y mis hermanos. En fin Señor Jesucristo, dame la gracia de ir adquiriendo paulatinamente un corazón desprendido y vacío como el tuyo, un corazón manso, paciente y benigno. Cristo Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo.

Así sea.

SEMILLAS DEL ÉXITO



Semillas del éxito


* Dios, te doy gracias por este día. Sé que aun no he logrado todo lo que esperas de mi y si esa es la razón por la cual me bañas en el fresco rocío de otro amanecer. Me siento muy agradecido.

* Estoy preparado, al fin, a hacer que te sientas orgulloso de mi.

* Me olvidaré del día de ayer, con todas sus pruebas y tribulaciones, con todos sus agravios y sus frustraciones. El pasado ya es un sueño del cual no puedo recuperar ni una sola palabra ni borrar ningún acto imprudente.

* Sin embargo, tomaré la decisión de que si el día de ayer lastime a alguien a través de mi imprudencia o mi irreflexión, no dejaré que el día de hoy el sol se ponga sin rectificar y nada de lo que haga en este día tendrá mayor importancia.

* No me preocuparé por el futuro. Mi éxito y mi felicidad no depende de que me esfuerce en adivinar lo que acecha débilmente en el horizonte, sino en hacer, el día de hoy, lo que claramente tengo al alcance de la mano.

* Atesoraré este día, puesto que es todo lo que tengo. Se bien que sus horas que se deslizan apresuradamente no pueden acumularse ni almacenarse como un valioso grano, para su uso futuro.

* Viviré como lo hacen todos los buenos actores cuando estén en escena... solo el momento. No puedo desempeñarme al máximo este día lamentando los errores de mis actos previos, ni preocupándome por la próxima escena.


* Abordaré las tareas difíciles este día, me quitaré el saco y levantaré el polvo en el mundo. Recordaré que mientras mas ocupado este, menos probabilidades tendré de sufrir, mas apetitosos serán mis alimentos, mas dulce mi sueno y mas satisfecha me sentiré con mi lugar en el mundo.


* El día de hoy me libertaré de la esclavitud del reloj y del calendario. Aún cuando planearé este día con objeto de cuidar de mis pasos y de mis energías, empezaré a medir mi vida en hechos, no en años; en pensamientos, no en estaciones; en sentimientos, no en los números sobre un cuadrante.

* Estaré consciente de lo poco que se necesita para hacer de este un día feliz. Jamás buscaré la felicidad, porque la felicidad no es una meta, es solo un producto secundario y no hay felicidad en tener o recibir, solo en dar.

* No huiré de ningún peligro con el cual pueda tropezar el día de hoy, porque estoy segura de que no me sucederá nada de lo que no este equipada para manejar con tu ayuda. Así como toda gema se pule por medio de la fricción, estoy segura de que yo seré mas valiosa a través de las adversidades de este día y si tu me cierras una puerta, siempre me abres otra.

* Viviré este día como si fuese Navidad. Seré un repartidor de dones y les daré a mis enemigos el don del perdón; a mis oponentes, el de la tolerancia; a mis amigos, el de una sonrisa; a mis hijos, el de un buen ejemplo; y a todos esos regalos irán envueltos en un amor incondicional.

* No desperdiciaré ni siquiera un preciado segundo del día de hoy con sentimientos de cólera, de odio, de celos o de egoísmo. Sé que las semillas que siembro son las que cosecharé, porque cada acción, buena o mala, siempre va seguida de una reacción igual. El día de hoy solo sembraré las buenas semillas.

* Trataré el día de hoy como si fuese un inapreciable violín. Una persona puede sacarle notas armoniosas y otra, notas discordantes y, no obstante nadie puede culpar al instrumento. La vida es la misma y si la toco correctamente, producirá belleza, pero si la toco con ignorancia, producirá fealdad.

* Me condicionaré a mi mismo para considerar todos los problemas con los cuales tropiece el día de hoy como si no fuesen otra cosa que un guijarro en mi zapato. Recuerdo el dolor, tan severo que apenas podía caminar y recuerdo mi sorpresa cuando al quitarme el zapato encontré solo un grano de arena.

* Trabajaré con el conocimiento de que nunca se ha logrado nada grande sin entusiasmo. Para hacer cualquier cosa digna de hacerse, no debo retroceder tembloroso, pensando en el frío y en el peligro, sino saltar al frente con entusiasmo y salir adelante tan bien como me sea posible.

* Me enfrentaré al mundo con las metas que me he fijado para el día de hoy, pero serán metas fáciles de alcanzar, no esa variedad tan vaga e imposible que declararan todos aquellos que han hecho una carrera del fracaso.

* Me doy cuenta de que siempre me pones a prueba primero con un poco, para ver lo que haría con mucho.

* Jamás ocultaré mis talentos. Si guardo silencio, seré olvidado, si no avanzo, retrocederé. Si el día de hoy me aparto de mi desafío, mi propia estimación quedará lastimada para siempre y si dejo de crecer, aun cuando sea un poco, me empequeñeceré. Rechazo la posición estacionaria porque siempre es el principio del fin.

* Conservaré una sonrisa en mi rostro y en mi corazón, incluso si algo me duele el día de hoy. Se que el mundo es un espejo y que me devuelve el reflejo de mi propia alma. Ahora ya he comprendido el secreto de corregir la actitud de los demás, y es corregir mi propia actitud.

* El día de hoy me alejaré de cualquier tentación que pudiese obligarme a faltar a mi palabra o a perder el respeto hacia mi misma.
Estoy segura de que lo único que poseo mas valioso que mi vida es mi honor.

* Durante este día trabajaré con todas mis fuerzas, satisfecha por saber que la vida no consiste en revolcarse en el pasado o en atisbar ansioso hacia el futuro. Me causa consternación contemplar el sinnúmero de dolorosos pasos mediante los cuales uno llega a una verdad tan antigua, tan obvia y que se expresa con tanta frecuencia. Cualquier cosa que me ofrezca, poco o mucho, mi vida es ahora.

* Haré una pausa siempre que el día de hoy sienta lastima de mi mismo y recordaré que es el único día que tengo y que debo aprovecharlo al máximo.

* Tal vez no logre reconocer lo que mi parte pueda significar en el gran todo, pero estoy aquí para jugarla y ahora es el momento de hacerlo.

* Contaré este día como una vida separada.

* Recordaré que todos aquellos que tienen menos cosas de que arrepentirse, son aquellos que aceptan cada momento tal y como se resenta y por todo lo que vale.


¡Este es mi día!
Estas son mis semillas.

UNA FAMILIA FELIZ PORQUE AHÍ ESTABA DIOS.


Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
Una familia feliz porque ahí estaba Dios.
Una familia muy pobre, tenía lo elemental para vivir. Sin embargo, ha sido la familia más feliz.


Hoy se celebra la fiesta de la Sagrada Familia. Una familia formada por José, María y el Niño Jesús. Era una familia muy pobre, tenía lo elemental para vivir. Sin embargo, ha sido la familia más feliz. 

Feliz porque ahí estaba Dios. Una familia feliz porque ahí se rezaba todos los días. Feliz porque ahí se trabajaba con paz y con amor. Allí se amaba la vida, allí se amaban entre ellos con un grandísimo corazón. 

¡Cuánto necesitamos nosotros que esa Sagrada Familia nos ayude a recuperar muchos valores familiares que se ha llevado el viento! 

¡Oh Familia de Nazareth, qué pocos elementos te bastaron para ser una familia feliz y hermosa! ¡Cómo necesitamos que vuelvas a injertar en nuestros hogares, en nuestros corazones, esa maravillosa gama de virtudes que tiene la familia! 

Todos los que quieran saber cuál es la familia más maravillosa deben visitar Nazareth, y preguntar a José a Jesús y a María cómo se puede ser feliz en familia. 


ORACIÓN A LA SAGRADA FAMILIA



ORACIÓN A LA SAGRADA FAMILIA

Sagrada Familia de Nazaret;
enséñanos el recogimiento,
la interioridad; 
danos la disposición de 
escuchar las buenas inspiraciones y las palabras 
de los verdaderos maestros.

Enséñanos la necesidad 
del trabajo de reparación,
del estudio, 
de la vida interior personal, 
de la oración,
que sólo Dios ve en los secreto;
enséñanos lo que es la familia, 
su comunión de amor, 
su belleza simple y austera, 
su carácter sagrado e inviolable. Amén

EL EVANGELIO DE HOY: 29.12.2013

Autor: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net
El Paraíso en la tierra
Mateo 2, 13-15. 19-23. Fiesta de la Sagrada Familia Ciclo A. ¡Qué hermosas son esas familias católicas en donde reina la paz, la armonía y el amor entre todos!
 
El Paraíso en la tierra
Del santo Evangelio según san Mateo 2, 13-15. 19-23

Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle." El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo. Muerto Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: "Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño." El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea, y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret; para que se cumpliese el oráculo de los profetas: "Será llamado Nazoreo". 

Oración preparatoria 

Señor, en mi oración del día de hoy en el que recordamos a la Sagrada Familia, te ofrezco toda mi vida, mi libertad y mi voluntad. Soy tuyo, a Ti me entrego con todo lo que soy y lo que tengo. Que tu gracia me permita escuchar tu voluntad para que mi testimonio de vida convierta y dé esperanza a mi familia.

Petición

Señor, te pido por mi familia, dale un amor fuerte. Acrecienta mi confianza en Ti y ayúdame a poner todas mis ilusiones en santificarme para alcanzar la gloria eterna.

Meditación del Papa Francisco

En el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús. ¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia?
Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio; y eso es lo que Dios le pidió a David, como hemos escuchado en la primera Lectura: Dios no quiere una casa construida por el hombre, sino la fidelidad a su palabra, a su designio; y es Dios mismo quien construye la casa, pero de piedras vivas marcadas por su Espíritu (...)
En los Evangelios, san José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura. (S.S. Francisco, 19 de marzo de 2013).

Reflexión

Un buen hogar siempre estará donde el camino esté lleno de paciencia, donde la almohada esté llena de secretos y el perdón esté lleno de rosas. Estará donde el puente se halle tendido para pasar, donde las caras estén dispuestas para sonreír, las mentes activas para pensar y las voluntades deseosas para servir.

Un buen hogar siempre estará donde los besos tengan vuelo, y los pasos mucha seguridad; donde los tropiezos tengan cordura, y los detalles significación; donde abunde la ternura y el respeto en el trato diario; donde el deber sea gustoso, la armonía contagiosa y dulce la paz.

Un buen hogar siempre estará donde el crecimiento sea por el mismo tronco y el fruto por la misma raíz; donde la navegación sea por la misma orilla y hacia el mismo puerto; donde la autoridad se haga sentir y, sin miedos ni amenazas, llene la función de encauzar, dirigir y proteger; donde los abuelos sean reverenciados, los padres obedecidos y los hijos vigilados.

Un buen hogar siempre estará donde el fracaso y el éxito sean de todos; donde disentir sea intercambiar y no guerrear; donde la formación junte los eslabones y la oración forme la cadena; donde las pajas se pongan con el alma y los hijos se calienten con amor; donde el vivir esté lleno de sol y el sufrir esté lleno de fe.

Un buen hogar siempre estará en el ambiente donde naciste, en el huerto donde creciste, en el molde donde te configuraste y el taller donde te puliste. Y muchas veces será el punto de referencia y la credencial para conocerte, porque el hogar esculpe el carácter, imprime rasgos, deja señales, marca huellas indelebles. Con buenos hogares se podría salvar al mundo, porque ellos tocan a fondo la conducta de los hombres, la felicidad de los pueblos y la raíz de la vida.

Aunque hay excepciones, ese hogar primero, ese “hogar tronco”, nunca se pierde: ¡te lo llevas en el alma! Nunca se oscurece; queda en las luces que te alumbran el camino. Y nunca se lo lleva el viento; queda prendido en tu raíz. De ese hogar salen las grandes alas que te permiten volar y hacerte águila. Del hogar salen los principios fuertes que enmarcan tu figura para hacerte gigante. Del hogar sale esa fuerza de la fe que resplandece para hacerte estrella.

¡De ahí salen obras maestras! Porque ahí se gestan los grandes valores del mundo, ahí se incuban las almas de resistencia, de temple y de fe. De ahí salen los grandes conductores de la humanidad, ¡y los grandes seguidores de Cristo! El hogar, hoy en día, es una prioridad, pues, como la buena tierra, ¡da lo que le siembran!

No recuerdo dónde encontré este texto, pero me parece una maravillosa meditación para celebrar hoy a la Sagrada Familia, modelo y prototipo de todas las familias cristianas. Esto es lo que debería ser cada familia. Si cada hogar católico tuviera estas cualidades, el mundo sería mucho más bello, más justo y más humano.

¿Cómo te imaginas tú a aquella familia de Nazaret, compuesta por Jesús, María y José? ¡Qué almas tan exquisitas, de tanta elevación humana y moral, y tan santas! Aun en medio de la sencillez de lo ordinario, su vida estaría, sin duda, permeada de fe, de dulzura, de amor, de comprensión, de obediencia, de servicio y de oración. ¡De verdad que sería un verdadero paraíso en la tierra!....

El Evangelio de hoy se complace en presentarnos reiteradamente la obediencia y la disponibilidad de José a la voluntad de Dios, expresada a través del mensaje del ángel. José, como padre y esposo, era también el guardián y protector de la Virgen Madre y del Niño Jesús. ¡Qué inmensos tesoros quiso confiar Dios a la humildad y a la sencillez de este gran hombre! Y por ello supo ser también digna cabeza de esta Sagrada Familia.

Todos los padres y esposos cristianos deberían esforzarse sinceramente por imitar a este "varón justo" –como llama el Evangelio, sencillamente, san José-. Y entonces, estoy seguro, su autoridad sería mucho más dulce y llevadera, y sus familias más hermosas, más piadosas, más serenas y risueñas. Yo he conocido muchos hogares así, por fortuna, y son una auténtica bendición de Dios para toda la humanidad.

¡Qué hermosas son esas familias católicas en donde reina la paz, la armonía y el amor entre todos! Y no digo que no tenga que haber esas normales desaveniencias que se dan en todo núcleo humano. Negarlo sería caer en un angelismo ingenuo e idealista. Pero, en medio de esos avatares, son maravillosos esos hogares en los que se palpa a Dios, se vive el Evangelio y se trata de vivir como aquella familia de Nazaret.

El Papa Pablo VI, cuando visitó Tierra Santa en enero de 1964, dirigió una hermosa alocución en el lugar que vio crecer a Jesús. Y, hablando de las principales enseñanzas de la Sagrada Familia, decía: "Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irreemplazable que es su pedagogía, y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social".

La familia cristiana –como recordaba el Concilio Vaticano II- es una "iglesia doméstica", pues en ella se nace no sólo a la vida física, sino también, en cierto modo, a la vida de la gracia. Ella es como la puerta de ingreso a la fe y a la vida eterna, pues son los padres cristianos quienes acercan a sus hijos al bautismo, los encaminan a los sacramentos y les propician una auténtica educación en la fe y en el amor a Dios.

Además, el hogar es el nido en donde el infante, el niño, el joven y el hombre maduro encuentran siempre comprensión, indulgencia, fortaleza, apoyo, amor desinteresado y puro, y una santa elevación hacia las cosas eternas.

Propósito

En el fondo, todos seguimos siendo un poco niños toda la vida y, por ello mismo, profundamente necesitados del calor de una familia. Que en el corazón de María, de Jesús y de José encontramos ese tesoro que anhela nuestra alma. Y es lo que también nosotros, como cristianos, hemos de dar a los demás, a ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret.



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  • P. Sergio Cordova LC