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martes, 10 de diciembre de 2013

QUIEN ESPERA


QUIEN ESPERA...

Quien espera no quema el tiempo porque se aburre, sino porque está ansioso, tiene esperanzas en algo, está enfocado en una meta.  Pues bien, la meta de la espera prenavideña es una fiesta, la fiesta de nuestra encarnación, de nuestro llegar a ser lo que somos, de nuestra unión mística con Dios.  Pero no solamente nosotros esperamos, Dios también nos espera, nos espera hasta que nos abrimos a la vida y al amor, ya que "esperar" significa, en el fondo, vivir en el "puesto de observación".  El "puesto de observación" es el lugar desde donde se divisa, es decir, la atalaya.
Esperar significa, entonces, buscar con la vista, ver si viene alguien, mirar los alrededores, todo lo que viene hacia nosotros.
Sin embargo, esperar puede significar también prestar atención a algo, cuidar de algo, así como el vigilante cuida a una persona y le presta atención.  La espera provoca ambas cosas en nosotros: la lejanía de la mirada y la atención al momento, a lo que estamos viviendo, a las personas con las cuales estamos hablando.
La espera toca nuestro corazón y lo ensancha, nuestro anhelo nos dice: no nos bastamos a nosotros mismos, debemos extender nuestros brazos hacia aquel que nos hace palpitar el corazón.

VIVIR EL ADVIENTO

Autor: Felipe Borau | Fuente: www.mercaba.org
Vivir el Adviento
El auténtico Adviento procede del interior del corazón creyente del hombre y, sobre todo, de la hondura del amor de Dios
 
Vivir el Adviento
Vivir el Adviento
Vivir el Adviento no es tan fácil. Para muchos apenas adquiere relevancia, ni la palabra en sí y mucho menos su contenido.

Apenas una suma pequeña de domingos que nos conduce a la Navidad.

Es necesario reivindicar el sentido pleno del Adviento como actitud cristiana fundamental: esperar a Dios y esperarlo en Jesús; creer en su venida progresiva, misteriosa pero real, a nosotros, al mundo. El Adviento es ese tiempo concreto que rompe nuestra inconcreción y nuestra monotonìa para ponernos en camino de conversión, para centrar nuestra vida no en una irrealidad, sino en la realidad maravillosa de Jesús que se acerca a la vida de los hombres como nuestro Salvador.

Cada día esperábamos, a veces hasta acomodados en un sueño profundo; oíamos voces, ecos; alguien que viene, que vendrá...

También nos habíamos cansado de esperar... casi siempre todos los días eran lo mismo, subía el egoísmo de los hombres y el panorama era un puro desierto de soledad. Cada día era una continua espera desde los solitarios valores de los hombres. Parecía que el cielo estaba más lejos de nosotros. Nuestra espera se había convertido en una actitud inútil. Aunque las fiestas de la Iglesia recuerdan algo pasado, son también presente, realización viva, pues lo que ha ocurrido una vez en la historia, debe volver a ocurrir una y otra vez en la vida de los creyentes. Cada uno de nosotros debe vivir la expectación, la llegada del Señor desde su propia realización y su propia lucha para obtener con ello la Salvación. ¿Qué es eso de esperar a Alguien que viene de otra parte? ¿Qué hay más importante que encontrar en mi vida al Amigo? Un amigo es algo grande y precioso. Pero, ¿me lo puedo hacer yo mismo? Ciertamente, no. Puedo estar vigilante y receptivo, para notar cuando se me acerca una persona que puede ser importante para mí; pero tiene que venir. Venir, desde ese ámbito, inabarcable con la vista, que es la vida humana. En cualquier ocasión nos encontramos, entramos en conversación, y entonces se desarrolla esa cosa fecunda y hermosa que se llama amistad... Alguien que viene a nosotros desde la amplitud de los cielos, desde la inmensidad... hemos extendido las manos, hemos abierto las puertas... Alguien ha penetrado profundamente en nuestra vida.

Nuestra salvación descansa en una venida. Aquel que viene, no lo han podido inventar ni producir los hombres mismos; ha venido a ellos desde el misterio de la libertad de Dios. ¡Cuántas veces lo han intentado! En todos los pueblos y en todas las épocas surgen las figuras de salvadores y redentores que apenas pueden modificar la realidad humana. Por haber nacido del mundo, no pudieron llevar el mundo a la libertad; y por estar hechos de la materia de su tiempo desaparecieron.

El auténtico Redentor, Aquél a quien esperamos, ha procedido de la libertad de Dios: ha surgido en una pequeña nación, en una época que nadie podría demostrar que era la apropiada y en figura ante la cual nos invade el asombro: ¿por qué precisamente ésta? La decisión de la fe consiste en buena medida en prescindir de qué es lo correcto y apropiado, y recibir al que proviene de la libertad de Dios: "Bendito el que viene en el nombre del Señor".

Este es el comienzo de la Buena Nueva, de la Buena Noticia.

Estamos ya en el camino de la esperanza.

Esto nos dice el Adviento. Todos los años nos exhorta a considerar el prodigio de esta Venida. Pero nos recuerda también que su sentido sólo puede adquirir su plenitud si el Redentor no viene sólo para la humanidad en su conjunto, sino para cada uno de nosotros en particular: en sus alegrías y miserias, en sus convicciones, perplejidades y tentaciones, en todo lo que constituye su ser y su vida. Descubrir desde lo hondo de nuestras conciencias que Cristo es mi Redentor y viene a mi vida, es ponerse en el camino de Adviento. El auténtico Adviento procede del interior. Del interior del corazón creyente del hombre y, sobre todo, de la hondura del amor de Dios. Debemos preparar el camino a su Amor y descubrir formas nuevas que nos pongan en disposición de recibir "al Salvador de Dios". De nuevo volverá a tener vigencia y sentido este bello deseo y oración: "Ven, Señor Jesús".

LA FIESTA DE LA VIRGEN DE GUADALUPE


LA FIESTA DE LA VIRGEN DE GUADALUPE
12 DE DICIEMBRE

Para los mexicanos la fiesta de la Virgen de Guadalupe es la más importante a nivel nacional. Un gran número de personas desde diferentes puntos del país acuden en peregrinación hasta el santuario o Basílica de Guadalupe utilizando diferentes medios de transporte, ya que estos van desde el ir en automóvil, autobús, bicicleta o simplemente a pie, lo hacen con la finalidad de dar gracias por los favores recibidos, para solicitarle ayuda o simplemente por tradición. 
En la explanada de afuera del templo puedes ver danzas prehispánicos, de la época colonial o bien un tanto modernos, si bien todos los asistentes coinciden en una cosa, el gran amor que le profesan a la "morenita"; la noche previa al gran día la virgencita recibe en su casa "mañanitas" de parte de un gran número de personas, todas ellas dispuestas a manifestar ese gran amor que sienten por ella por medio de cantos (ahí puedes ver a gran número de artistas y grupos de famosos cantándole a su reina y madre del cielo).

El pasado 12 de Diciembre de 1998, la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe recibió la visita de aproximadamente 6 millones de fieles.

Pío X en 1910, la declaró "Celestial Patrona de América Latina" y Pío XII la llamó en 1945, Emperatriz de las Américas.

AMAR A LOS QUE NO SON AMABLES


Amar a los que no son amables 

(San Francisco)... sabía qué difícil es amar a los no amables; y que no se les ama precisamente porque no son amables; y cuanto menos se les ama, menos amables son, y que si hay algo que puede sanar al rebelde, es precisamente el amor.

En sus últimos años lanzó la gran ofensiva del amor. A un ministro provincial, que se quejaba de la rebeldía de algunos hermanos, le escribió esta carta de oro, verdadera carta magna de la misericordia:

"...Ama a los que te hacen esto. Ámalos precisamente en esto...y en esto quiero conocer si amas al Señor y a mi, siervo suyo y tuyo, si procedes así: 

Que no haya en el mundo hermano que, por mucho que hubiere pecado, se aleje jamás de ti, después de haber contemplado tus ojos, sin haber obtenido tu misericordia, si es que la busca. Y, si no la busca, pregúntale tú si la quiere. Y si mil veces volviere a pecar ante tus propios ojos, ámale más que a mi, para atraerlo al Señor".




RECETAS PARA LA SALUD EMOCIONAL


Recetas para la salud emocional


1. Enfrente de a uno por vez los problemas que le causan tensión emocional, y haga una cosa por vez.

2. Haga lo mejor que pueda en cada situación de estrés, y luego deje de preocuparse por ella.

3. Sea positivo y exprese sus sentimientos con honestidad.

4. Trate a los demás con el respeto que espera para usted mismo.

5. Tome conciencia de sus necesidades, en lugar de dejar que se la dicten los otros.

6. No contemple a su vida como algo cerrado; considere que siempre hay alternativas.

7. Elija sentirse bien y contento.

8. Tome distancia de sus problemas. Piense en qué pensará de sus problemas de hoy dentro de un año, cinco años, una década.

9. Adopte una perspectiva humorística, de modo de ver sus problemas de manera más objetiva y poder reírse de ellos.

10. Viva en el presente.

EL EVANGELIO DE HOY: 10.12.2013

Autor: Andrés González Cristóbal, LC | Fuente: Catholic.net
La misericordia de Dios
Mateo 18, 12-14.Adviento. Quien va con el Señor, incluso en los valles oscuros del sufrimiento, la incertidumbre y todos los problemas; como la oveja, se siente seguro.
 
La misericordia de Dios
Del santo Evangelio según san Mateo 18,12-14

¿Qué os parece? Si tiene un hombre cien ovejas, y se le extravía una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve e irá a buscar la extraviada? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegrará por ella más que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Así, pues, no es voluntad de vuestro Padre que está en los cielos que se pierda ni uno solo de esos pequeñuelos.

Oración introductoria

¡Cómo no admirarme de tu paciencia para con el hombre, si Tú te dignas vivir entre pecadores que no te conocen y no te hacen caso! Tú perdonas lo que el hombre no sabe perdonar. Tú olvidas las ingratitudes. Enséñame a ser una persona misericordiosa como Tú lo has sido conmigo. Soy una persona ciega y dominada por el egoísmo.
Gracias, Señor, porque Tú me has cuidado cada vez que me pierdo, ya sea consciente o inconscientemente. Gracias por cargarme en tus hombros, pues soy una persona muy débil. Muchas gracias.

Petición

Dulce Jesús, que has salido a buscarme para que no me perdiera. Dame la gracia de ser un hijo tuyo que pueda seguir tu ejemplo de paciencia y misericordia para con los que me rodean.

Meditación del Papa Francisco

¿Qué quiere decir ser "Pueblo de Dios"? Ante todo quiere decir que Dios no pertenece en modo propio a pueblo alguno; porque es Él quien nos llama, nos convoca, nos invita a formar parte de su pueblo, y esta invitación está dirigida a todos, sin distinción, porque la misericordia de Dios «quiere que todos se salven».
A los Apóstoles y a nosotros Jesús no nos dice que formemos un grupo exclusivo, un grupo de élite. Jesús dice: id y haced discípulos a todos los pueblos. San Pablo afirma que en el pueblo de Dios, en la Iglesia, "no hay judío y griego... porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús". Desearía decir también a quien se siente lejano de Dios y de la Iglesia, a quien es temeroso o indiferente, a quien piensa que ya no puede cambiar: el Señor te llama también a ti a formar parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor. Él nos invita a formar parte de este pueblo, pueblo de Dios. (S.S. Francisco, 12 de junio de 2013).

Reflexión

Tenemos una seguridad de la gran misericordia y paciencia de Dios para con el hombre: "Tú estás conmigo: ésta es nuestra certeza, la certeza que nos sostiene". Es una certeza saber que Nuestro Señor Jesucristo siempre va a nuestro encuentro, y que se alegra de tenernos a su lado.
Sin embargo, Él permite que nos perdamos en ocasiones para que comprendamos que nos cuida en cada momento, que está a nuestro lado. Pero hay que recordar que tenemos un deber muy grande al llevar a Cristo a los demás, y que, con nuestra certeza de que Él nunca nos dejará solos, haremos que las personas también se den cuenta de ello, y confíen más en Jesucristo.

Propósito

Haré un sacrificio por aquellos que se han extraviado, para que Nuestro Señor les ayude y puedan regresar al redil.

Diálogo con Cristo

Señor Jesús, después de meditar contigo sobre la misericordia que tienes con aquellos que se han perdido por no hacer caso a lo que Tú quieres, te doy gracias por regalarme la certeza de que nunca me dejarás en los momentos en los yo me pierda, sabiendo que me esperas y que siempre sales a mi encuentro.

Dios me ama tanto que nunca me dejará solo, ¿Cuál es mi respuesta?

Tanto se complace Dios en nuestros actos de bondad para con los demás, que ofrece su misericordia solamente a quienes son misericordiosos. (San Hilario, en Catena Aurea vol. I, p. 248)