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viernes, 6 de diciembre de 2013

PREPAREN EL CAMINO CON ALEGRÍA: ADVIENTO


Preparad el camino con alegría: ADVIENTO


En estos días, ya cercanos a la Navidad, hay muchas cosas que nos invitan a la alegría. Desgraciadamente muchos se quedan sólo en la parte externa, material. Y, como son cosas pasajeras y a veces muy deficientes, la alegría se deshace como un pedazo de hielo puesto al calor del sol. En este domingo 3º de Adviento la Iglesia quiere que en la misma liturgia resuene la palabra alegría. Hoy lo vemos un poco en las tres lecturas. En la primera sentimos al profeta Isaías que invita a la esperanza alegre, a pesar de que el pueblo está en el destierro, porque Dios, que es nuestro creador, no puede querer en definitiva el mal, sino la alegría, para la cual debemos colaborar con el arrepentimiento y el acercarse al Señor.

San Pablo en la segunda lectura es más explícito y nos dice: “Estad siempre alegres”. A veces nos empeñamos en creer que Dios quiere el mal para nosotros. Es necesario que afiancemos nuestra fe en Dios, que es nuestro Creador bondadoso y que por lo tanto desea siempre nuestro bien y nuestra felicidad. Este mundo es imperfecto y hay dificultades, que son para todos, buenos y malos. Pero para el que está con Dios, en todo sabe hallar la alegría de corazón, aunque sepa que la perfección de la felicidad estará en la vida futura. Pero si se busca la alegría por caminos que no llevan a Dios, al final sólo se halla la infelicidad y la tristeza. La experiencia de las personas entregadas a Dios nos dice que el hecho de conocer a Cristo y vivir con Él es una fuente continua de alegría. Ello requiere diálogos con Dios Padre, o con Cristo, que nos espera en la Eucaristía.

La tristeza nace del egoísmo, de buscar compensaciones materiales, que muchas veces no llegan. La alegría es verdadera cuando uno procura hacer alegres a los demás. Este es uno de los grandes mensajes de Navidad. La alegría perfecta es un don de Dios; por eso hay que estar en continua acción de gracias. Como salmo responsorial de este día, nos presenta el “Magnificat” de la Santísima Virgen. Ella siente su alma desbordar de gozo, que quiere transmitir a su prima Isabel, y ante ella proclama la grandeza del Señor. En ese momento se siente agradecida y humilde.

Esta virtud de la humildad aparece, para nuestro ejemplo, en la figura de S. Juan Bautista, que hoy nos trae el evangelio. Juan no era la luz, sino que daba testimonio de la luz. Fueron gentes importantes a preguntarle quién era y él declaró que no era un profeta, aunque su misión era hablar a favor de otro. Para esto se requiere mucha humildad o conocimiento de la realidad. Tanta humildad que decía que no era digno ni de “desatar la sandalia del Mesías”. Su mensaje era: “Preparad el camino”. Hoy, en las vísperas de la Navidad, también nos dice a nosotros que preparemos el camino. Para ello debemos estar en una especie de “desierto”, que significa un cierto silencio en nuestro interior. Hay muchos que en estos días navideños sólo quieren mucho ruido, mucha bulla externa; pero con ello no dejan que penetre el mensaje de Jesús.

San Juan se parecía a los motoristas que van por delante de una carrera ciclista anunciando que la carrera ya viene. A la gente no le interesa mirar a los motoristas, sino sólo saber que ya vienen los ciclistas, que es lo que quieren ver. Así a veces nos quedamos sólo con los festejos externos de la Navidad y no atendemos para nada a aquel que realmente festejamos en la Navidad, que es Jesús, Dios hecho hombre.

Es lo que les decía el Bautista a aquellos sacerdotes y levitas: “En medio de vosotros hay uno que no conocéis”. ¡Cuántas veces se puede decir esto de muchos cristianos en la Navidad! En medio de tanto ruido y gasto no conocen al Redentor. Nos empeñamos a veces en ver tinieblas donde hay luz y esplendor. La Navidad es el mensaje de Dios que se hace hombre por amor. Dios muestra su compasión y misericordia y nos enseña que, a pesar de los sufrimientos de esta vida, su mensaje es de optimismo y alegría para los que están dispuestos a acogerle en su corazón.

P. Silverio Velasco (España)



ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS




ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Oh Señor mi dulce amigo
cuatro cosas hoy te pido
con mucha necesidad.

Paciencia para sufrir
Fuerza para trabajar
Valor para resistir
las penas que han de venir
y me han de mortificar.

Temperamento sereno
para poder resolver
las cosas con santa calma.

Y así tener en el alma
perfecta tranquilidad.

Esto tengo que pedirte
oh mi Jesús adorado
en este día consagrado
para adorarte y servirte
por siempre.

Amén.


MEDITACIÓN BREVE



Meditación breve


Has recibido un destino de otra palabra más fuerte: es tu misión ser profeta, palabra de Dios viviente.

Tú irás llevando la luz en una entrega perenne, que tu voz es voz de Dios y la voz de Dios no duerme.

Vé por el mundo, grita a la gente que el amor de Dios no acaba, ni la voz de Dios se pierde.

Sigue tu rumbo, profeta, sobre la arena caliente, sigue sembrando en el mundo que el fruto se hará presente.

No temas si nuestra fe ante tu voz se detiene porque huimos del dolor y la voz de Dios nos duele.

Vé por el mundo, grita a la gente que el amor de Dios no acaba, ni la voz de Dios se pierde.

Sigue cantando, profeta, cantos de vida o de muerte, sigue anunciando a los hombres que el Reino de Dios ya viene.

No callarán esa voz y a nadie puedes temerle, que tu voz viene de Dios y la voz de Dios no muere.


Emilio Vicente Matéu

GIRA YA


GIRA YA

Una vez me tocó ir a un lugar alejado de mi ciudad, donde el camino era tan estrecho que apenas podían pasar dos autos, y a una lado del camino había montaña y al otro un precipicio de como de 40 mts. de altura. Pregunté a un hombre que caminaba si faltaba mucho para llegar a mi destino, y me dijo que la entrada había quedado 1 kilómetro atrás.

En ese momento empecé a descender más y más, buscando un lugar donde el auto pudiera dar la vuelta. Al no encontrarlo, me empecé a preocupar pues por más que avanzaba no podía dar marcha atrás, y más bien me alejaba cada vez mas de mi destino real. En aquel momento lo que más deseaba era un lugar donde pudiera "dar la vuelta" y regresar. En esa ocasión tuve que bajar aproximadamente 4 km. para poder girar y volver.

¿Sabes? , muchas veces hemos dejado atrás el bueno camino, tal vez has dejado ya muy lejos tu amistad con Dios. Pero tienes una ventaja con respecto mí en la historia, y es que no tienes que esperar más para volver hacia Dios. Lo único que debes hacer es dar la espalda a "tu camino" y darle la cara a Dios. Cambiar completamente tu rumbo.

Vuelve!!! no te alejes más, pues tienes la oportunidad de volver en este mismo momento a los brazos de tu creador, que esperan abiertos tu regreso. Y no tendrás un regaño por parte de Dios, pues lo que El más anhela es que vuelvas.

No lo dudes...GIRA AHORA!!!!! Y no te alejes más... el próximo lugar para "girar" puede estar lejos. Depende de ti. 

EL EVANGELIO DEL DÍA: 6.12.2013

Autor: Michael Hemm, L.C. | Fuente: Catholic.net
Jesús es la luz de mi vida
Mateo 9, 27-31. Adviento. Cristo nos regala la luz de la fe. Nos cura de la ceguera del pecado que nos impide verle a Él.
 
Jesús es la luz de mi vida
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 27-31

Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos gritando: "¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!". Y al llegar a casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les preguntó: "¿Creen que puedo hacerlo?". Ellos le contestaron: "Sí, Señor". Entonces, les tocó los ojos diciendo: “Que se haga en ustedes conforme a su fe”. Y se les abrieron sus ojos. Jesús les ordenó severamente: "¡Que nadie lo sepa!". Pero ellos, en cuanto salieron, divulgaron su fama por toda aquella región.

Oración introductoria

Señor, como los ciegos en el evangelio, también yo experimento la oscuridad y desorientación. No veo el sentido de tantas cosas en mi vida. Me doy cuenta que no puedo ayudarme yo mismo. Necesito tu ayuda. Tú me quieres ayudar en mi miseria. A veces me dejas esperar en la oscuridad para aumentar mi deseo por ti. Con un mayor deseo, te puedo recibir mejor. Quieres darme la luz de la fe. Yo confío en ti, en tu poder y en tu amor.

Petición

Señor Jesús, ayúdame a reconocer mi debilidad. Dame tu gracia para acercarme a ti. Aumenta mi fe en ti, en tu amor y en tu poder. Ábreme los ojos para verte y reconocerte en mi vida. Sé Tú la luz de mi vida.

Meditación del Papa Francisco

La palabra de Cristo, una vez escuchada y por su propio dinamismo, en el cristiano se transforma en respuesta, y se convierte en palabra pronunciada, en confesión de fe. Como dice san Pablo: “Con el corazón se cree [...], y con los labios se profesa”. La fe no es algo privado, una concepción individualista, una opinión subjetiva, sino que nace de la escucha y está destinada a pronunciarse y a convertirse en anuncio.
En efecto, "¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar? ¿Cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie?". La fe se hace entonces operante en el cristiano a partir del don recibido, del Amor que atrae hacia Cristo, y le hace partícipe del camino de la Iglesia, peregrina en la historia hasta su cumplimiento. Quien ha sido transformado de este modo adquiere una nueva forma de ver, la fe se convierte en luz para sus ojos.(S.S. Francisco, encíclica Lumen fidei, n. 22).

Reflexión 

Cristo nos muestra su amor regalándonos la luz de la fe. Nos cura de la ceguera del pecado que nos impide verle a Él. Tenemos que experimentar este amor de Dios. Tenemos que experimentar que nos ama a cada uno de nosotros, personalmente. Necesitamos ojos de fe para ver el amor de Dios, para descubrir las huellas de Cristo en mi vida. Así nos entusiasmaremos por Él, porque reconoceremos que no hay nadie como Él en nuestra vida.

Sólo si hacemos esta experiencia, podremos ser apóstoles de Jesucristo. La experiencia del amor y de la misericordia de Dios es la condición previa de nuestro apostolado. Él necesita que le ayudemos a abrir los ojos a la gente de hoy. ¡Cuánta gente hoy en día vive en la oscuridad por la falta de fe! ¡Cristo nos llama a ayudarle, a ser luz para ellos! Nos llama a ser un signo de la fe. Dios quiere que la gente lo vea a Él dentro de nosotros. Nos llama a la misión maravillosa de ser sus testigos.

Propósito

Hoy haré un acto de fe para ver a Dios en mi vida: Voy a tomar conciencia de su presencia (p.ej. en mi alma, en mi prójimo, en mi sufrimiento, en su voluntad para mí).

Diálogo con Cristo

Jesús, tú sabes que soy débil y que por mí mismo no tengo nada que te pueda regalar. Hoy me ofrezco a ti en mi nada. Te doy mis defectos y mi debilidad ¡Ilumina mi vida con la luz de tu presencia! ¡Dame fe en ti! Tú eres lo único que necesito. Si Tú estás conmigo, todo está bien. Dame fe en ti también en las horas en que no te veo, cuando todo parece oscuro. Ayúdame a confiar siempre en ti, en tiempos de alegría y en tiempos de oscuridad. Ayúdame a ser luz para mi prójimo.


"Quédate con nosotros, porque nos rodean en el alma las tinieblas y sólo Tú eres luz, sólo Tú puedes calmar esta ansia que nos consume. Porque entre las cosas hermosas, honestas, no ignoramos cual es la primera: poseer siempre a Dios". (San Gregorio Nacianceno, Epístola 212)