Autor: Xavier Caballero | Fuente: Catholic.net Explicación de la parábola del sembrador | |
Mateo 13, 18-23. Tiempo Ordinario. Contamos con un medio excelente para la lucha: la oración. Siempre encuentra un tiempo para dedicarlo a Dios. | |
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del Reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta enseguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la Palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la Palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la Palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno. Oración preparatoria Señor, la semilla de tu Palabra siempre produce buenos frutos. No permitas que las distracciones me arrebaten lo que en esta oración quieres revelarme. ¡Ven, Espíritu Santo! Petición Señor, dame tu gracia para tu semilla de amor se multiplique en mi vida. Meditación del Papa ¿Qué fruto da la semilla de la Palabra de Dios en la tierra de mi corazón? «El Señor arroja con abundancia y gratuidad la semilla de la Palabra de Dios, aun sabiendo que podrá encontrar una tierra inadecuada, que no le permitirá madurar a causa de la aridez, y que apagará su fuerza vital ahogándola entre zarzas. Con todo, el sembrador no se desalienta porque sabe que parte de esta semilla está destinada a caer en "tierra buena", es decir, en corazones ardientes y capaces de acoger la Palabra con disponibilidad, para hacerla madurar en la perseverancia, de modo que dé fruto con generosidad para bien de muchos. [...] Quien siembra en el corazón del hombre es siempre y sólo el Señor. Únicamente después de la siembra abundante y generosa de la Palabra de Dios podemos adentrarnos en los senderos de acompañar y educar, de formar y discernir. Todo ello va unido a esa pequeña semilla, don misterioso de la Providencia celestial, que irradia una fuerza extraordinaria, pues la Palabra de Dios es la que realiza eficazmente por sí misma lo que dice y desea. (Benedicto XVI, 21 de julio de 2009). Reflexión Lo verdaderamente asombroso es que la inmensa mayoría de las personas no luchan por «ser» alguien, sino por «tener» algo; no se apasionan por llenar sus almas, sino por ocupar un sillón; no se preguntan qué tienen por dentro, sino qué van a ponerse por fuera. Tal vez sea ésta la razón por la que en el mundo hay tantos tantas marionetas y tan pocas, tan poquitas personas. Sí, hay que amar la lucha. Creer en algo muy serio. Luchar por ello. Seguir luchando cuando nos cansemos. Seguir adelante cuando nos cansemos de caminar. Jesús nos explica en el pasaje evangélico de hoy que la vida del cristiano y la de todo hombre es lucha. Hay que vencer el viento, la dureza de las piedras, las espinas... Quien ha tenido la fortuna de trabajar en el campo, comprende perfectamente la parábola del sembrador. Y es que no basta con tirar la semilla para cosechar frutos abundantes. Hay que elegir el terreno. Hay que preparar la tierra. Hay que cuidar la semilla y tirarla a tiempo. Hay que regar, quitar las malas hierbas y, sobre todo, hay que segar en el momento oportuno. Implica lucha. Trabajo. Esfuerzo. Se dice que: «De los esforzados es el Reino de los Cielos». Es ley de vida. A veces cuesta. Lo importante, no es tanto lo que hacemos, sino el amor con el que obramos. Cuando hay amor, Dios bendice y nos premia, aun si en muchas ocasiones no lo parece a primera vista. Para lograr estar siempre en la «lucha» contamos con un medio excelente: la oración. Jesús la usó y siempre le funcionó. Ojalá que sepamos valernos de la oración para permanecer en la «lucha» venciendo esos «problemas» cotidianos por amor a Dios y a nuestros hermanos. Propósito Poner un medio concreto para crecer en la virtud que me lleve a dominar mi defecto dominante. Diálogo con Cristo Señor Jesús, aunque creo que Tú eres lo más importante de toda mi vida, tristemente tengo que reconocer que fácilmente dejo que otras cosas ocupen el lugar que sólo a Ti te corresponde. Dejo que tu semilla se ahogue entre las espinas de mi debilidad al permitir que mis sentimientos gobiernen mis acciones, en vez de mi fe y convicciones. Ayuda mi voluntad para que mi vida sea esa tierra buena donde la semilla de tu amor crezca y dé frutos abundantes. |
Páginas
▼
viernes, 26 de julio de 2013
EL EVANGELIO DE HOY: 26.07.2013
¡EMPUJA!
¡EMPUJA!
Cuentan que un muy buen hombre vivía en el campo pero tenía problemas físicos, cuando un día se le apareció Jesús y le dijo: "Necesito que vayas hacia aquella gran roca de la montaña, y te pido que la empujes día y noche durante 1 año". El hombre quedó perplejo cuando escuchó esas palabras, pero obedeció y se dirigió hacia la enorme roca de varias toneladas que Jesús le mostró.
Empezó a empujarla con todas sus fuerzas, día tras día, pero no conseguía moverla ni un milímetro. A las pocas semana llegó el diablo y le puso pensamientos en su mente: "¿Por qué sigues obedeciendo a Jesús? Yo no seguiría a alguien que me haga trabajar tanto y sin sentido. Debes alejarte, ya que es estúpido que sigas empujando esa roca, nunca la vas a mover". El hombre trataba de pedirle a Jesús que le ayudara para no dudar de su voluntad, y aunque no entendía se mantuvo en pie con su decisión de empujar.
Con los meses, desde que se ponía el sol hasta que se ocultaba aquel hombre empujaba la enorme roca sin poder moverla, mientras tanto su cuerpo se fortalecía, sus brazos y piernas se hicieron fuertes por el esfuerzo de todos los días. Cuando se cumplió el tiempo el hombre elevó una oración a Jesús y le dijo: "Ya he hecho lo que me pediste, pero he fracasado, no pude mover la piedra ni un centímetro" . Y se sentó a llorar amargamente pensando en su muy evidente fracaso. Jesús apareció en ese momento y le dijo: "¿Por qué lloras? ¿Acaso no te pedí que empujaras la roca? Yo nunca te pedí que la movieras, en cambio mírate, tu problema físico ha desaparecido. NO has fracasado, yo he conseguido mi meta, y tú fuiste parte de mi plan".
Muchas veces al igual que este hombre, vemos como ilógicas las situaciones, problemas y adversidades de la vida, y empezamos a buscarle lógica, nuestra lógica, a la voluntad de Dios y viene el enemigo y nos dice que no servimos, que somos inútiles o que no podemos seguir. El día de hoy es un llamado a "empujar" sin importar los múltiples pensamientos de duda que ponga el enemigo en nuestras mentes. Pongamos pues todo en las manos de Jesús, y Él por medio de su voluntad nunca nos hará perder el tiempo, más bien, nos hará ser mas fuertes!
CARTA A LOS ABUELOS DE JESÚS: ANA Y JOAQUIN
Autor: Susana Ratero | Fuente: Catholic.net Carta a los abuelos de Jesús: Ana y Joaquín | |
Celebramos hoy a San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesús. ¡Gracias por haber sido tan dulces y ejemplares padres de María! | |
Mi nombre es... bueno, no importa… les escribo desde un banco de la parroquia en una inexplicable tarde cálida de julio. Me avisó una amiga que el día 26 es su fiesta y, por ello, quise regalarles esta sencilla carta. No encuentro palabras para decirles "gracias". Gracias por haber sido tan dulces y ejemplares padres de mi amada María. Usted, señora Ana, que habrá compartido con ella tantas tardes luego de intensas jornadas, ha sido una sencilla pero sabia maestra. Fueron sus manos (¿Las de quién, sino?) las que se unieron a las de Ella en un mar de harina, para enseñarle a amasar el pan. Fueron sus manos (¿Las de quién, sino?) las que apretaron fuerte las de Ella cuando el dolor, implacable, les invadía el alma. Fue su ejemplo (¿el de quién, sino?) el que ayudó a María a caminar los senderos de la contemplación simple, sencilla, la que está al alcance de cualquier mujer. Fue este santo ejercicio el que permitió a la Madre, años después, meditar en su corazón los misterios de la Salvación. Fue usted, buena señora, la que son su ejemplo más que con sus palabras, le enseñó a María que ser mamá es la tarea más hermosa del mundo. Así, Ella, la veía a usted cuidar y ayudar a amigas y parientas cuando los embarazos venían difíciles en los caminos del alma. Y seguro en su casa los pequeñines siempre hallaron una rica sorpresa, increíblemente siempre lista, para sus sorpresivas y revoltosas incursiones. Ustedes llevaron a la "llena de gracia" por las escalinatas del Templo tantas veces… Así, Ella fue conociendo que hace muchos años, un profeta llamado Isaías anunciaba que "...La Virgen está embarazada y da a luz un hijo..." y la profecía le inundaba el alma… Usted, mi buen Joaquín, fue un hombre honesto y sencillo. ¿Quién, sino, habría sido digno de traer a este mundo a la "llena de gracia"?. María le habrá contemplado, seguramente, tantos días al partir de la casa para "ganar el pan con el sudor de su frente". Y le habrá esperado de regreso y habrá corrido hacia usted con las mejillas sonrosadas y los ojos llenos de palomas blancas para abrazarle al regreso de la larga jornada. Y usted, la tomó en sus brazos y la alzó al cielo... tan ligera como una gacela, tan pura como una mañana. "- "Quisiera que el padre de mi hijo se te pareciera” le dijo un día Ella." Y usted casi no veía su rostro pues las lágrimas delataban que la niña le había besado el corazón. - "Quisiera que mi hijo, un día, estuviese tan feliz de mí como yo lo estoy de ti, querida madre..." y sus palabras le hicieron sentir, Ana, que la vida es hermosa y los sacrificios y angustias de muchos años al criar los hijos, pueden desaparecer en un instante con frases como esa. No quisiera terminar esta sencilla carta sin imaginar, por un momento, cuanto de ustedes llego al corazón de Jesús a través de María: Usted, mi buena Ana, seguro le alcanzó, desde más allá del tiempo, esa ternura por las pequeñas cosas de cada día, la cual, al llegarle desde el corazón de María, se transformaría luego en parábola, en camino. Usted, don Joaquín, le dejó al mejor de los nietos la mejor de las herencias: El amor al trabajo. Así, a través de María y envuelto en las palabras y ejemplo del buen José, hallaría en Jesús el mejor de los depositarios. Abuelos, abuelos, cuantas veces Jesús habrá dicho estas palabras. "Extrañas a los abuelos ¿Verdad, Madre querida?". "A veces, Hijo, a veces... Cuando tu te vas a predicar lejos y yo te extraño, muchas veces siento que hubiera querido tener a mis padres cerca”... Y Jesús habrá mirado a María en silencio, sabiendo que había verdades que Ella comprendería más tarde, con la llegada del Espíritu Santo... Para terminar les pido un favor. Abracen a todos los abuelos del mundo, en especial a los que se sienten solos. No importa si tienen nietos o no, pues hay una edad del alma en que la palabra "abuelo" se torna en caricia... Un gran abrazo a los dos... __________________ NOTA Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna. |
LA PUERTA
LA PUERTA
Un hombre había pintado un lindo cuadro.
El día de la presentación al público, asistieron las autoridades locales, fotógrafos, periodistas, y mucha gente, pues se trataba de un famoso pintor, reconocido artista.
Llegado el momento, se tiró el paño que velaba el cuadro. Hubo un caluroso aplauso. Era una impresionante figura de Jesús tocando suavemente la puerta de una casa. Jesús parecía vivo. Con el oído junto a la puerta, parecía querer oír si adentro de la casa alguien le respondía.
Todos admiraban aquella preciosa obra de arte. Un observador muy curioso, encontró una falla en el cuadro. La puerta no tenía cerradura.
Y fue a preguntar al artista:
"¡Su puerta no tiene cerradura! ¿Cómo se hace para abrirla?"
El pintor tomo su Biblia, buscó un versículo y le pidió al observador que lo leyera:
Apocalipsis 3, 20: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo."
"Así es", respondió el pintor. "Esta es la puerta del corazón del hombre." "Solo se abre por dentro."
Abramos nuestro corazón al amor, a DIOS. Cambiemos, aún estamos a tiempo.
ORACIÓN POR LOS ABUELOS
ORACIÓN POR LOS ABUELOS
El Papa Benedicto XVI nos invita a rezar en familia esta oración por los adultos mayores.
Señor Jesús, tu naciste de la Virgen María,
hija de San Joaquín y Santa Ana.
Mira con amor a los abuelos de todo el mundo.
¡Protégelos! son una fuente de enriquecimiento
para las familias, para la Iglesia
y para toda la sociedad.
¡Sostenlos! Que cuando evejezcan
sigan siendo para sus familias
pilares fuertes de la fe evangélica,
custodios de los nobles ideales, hogareños,
tesoros vivos de sólidas tradiciones religiosas
haz que sean maestros de sabiduría y valentía
que transmitan a generaciones futuras los frutos
de su madura experiencia humana y espiritual.
Señor Jesús, ayuda a las familias y a la sociedad
a valorar la presencia y el papel de los abuelos.
Que jamás sean ignorados o excluidos,
sino que encuentren respeto y amor.
Ayúdales a vivir serenamente
y a sentirse acogidos durante todos los años
de vida que les concedas.
María, Madre de todos los vivientes,
cuida constantemente a todos los abuelos,
acompáñalos durante su peregrinación terrena
y con tus oraciones obten que todas las familias
se reúnan un día en nuestra patria celestial,
dónde esperas a toda la humanidad
para el gran abrazo de la vida sin fin.
Amén
¿DÓNDE ESTÁN LAS MANOS DE DIOS?
¿DÓNDE ESTÁN LAS MANOS DE DIOS?
Cuando observo el campo sin arar; cuando los aperos de labranza están olvidados; Cuando la tierra está quebrada y abandonada me pregunto:
¿Dónde estarán las manos de Dios?
Cuando observo la injusticia, la corrupción, el que explota al débil; cuando veo al prepotente pedante enriquecerse del ignorante y del pobre, del obrero, del campesino carente de recursos para defender sus derechos, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?
Cuando contemplo a esa anciana olvidada; cuando su mirada es nostalgia y balbucea todavía algunas palabras de amor por el hijo que la abandonó, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?
Cuando veo al moribundo en su agonía llena de dolor; cuando observo a su pareja deseando no verle sufrir; cuando el sufrimiento es intolerable y su lecho se convierte en un grito de súplica de paz, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?
Cuando miro a ese joven, antes fuerte y decidido, ahora embrutecido por la droga y el alcohol; cuando veo titubeante lo que antes era una inteligencia brillante y ahora harapos sin rumbo ni destino, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?
Cuando a esa chiquilla que debería soñar en fantasías, la veo arrastrar su existencia y en su rostro se refleja ya el hastío de vivir, y buscando sobrevivir se pinta la boca, se ciñe el vestido y sale a vender su frágil cuerpecito, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?
Cuando aquel pequeño a las tres de la madrugada me ofrece su periódico, su miserable cajita de dulces sin vender; cuando lo veo dormir en una puerta titiritando de frío; cuando su mirada me reclama una caricia; cuando lo veo sin esperanzas vagar con la única compañía de un perro callejero, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?
Y me enfrento a Él y le pregunto:
¿Dónde están tus manos, Señor? Para luchar por la justicia, para dar una caricia, un consuelo al abandonado, rescatar a la juventud de las drogas, dar amor y ternura a los olvidados.
Después de un largo silencio escuché su voz que me reclamó:
“No te das cuenta que tú eres mis manos, atrévete a usarlas para lo que fueron hechas: para dar amor y alcanzar estrellas”.
Y comprendí que las manos de Dios somos “TÚ y YO”, los que tenemos la voluntad, el conocimiento y el coraje de luchar por un mundo más humano y justo, aquellos cuyos ideales sean tan altos que no puedan dejar de acudir a la llamada del destino, aquellos que desafiando el dolor, la crítica y la blasfemia se retienen a sí mismos para ser las manos de Dios.
Señor, ahora me doy cuenta que mis manos están sin llenar, que no han dado lo que deberían de dar, te pido ahora perdón por el amor que me diste y no he sabido compartir, las debo usar para amar y conquistar la grandeza de la creación.
El mundo necesita de esas manos llenas de ideales, cuya obra magna sea contribuir día a día a forjar una nueva civilización que busque valores superiores, que compartan generosamente lo que Dios nos ha dado y puedan llegar al final habiendo entregado todo con amor.
Y Dios seguramente dirá:
¡ESAS SON MIS MANOS!