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BUSCANDO EL CAMINO PERDIDO

Buscando el camino perdido
Autor: Paulo Coelho


Salimos al mundo a la búsqueda de nuestros sueños e ideales, pese a saber que a menudo imaginamos en lugares remotos lo que en realidad está al alcance de nuestras manos. Cuando descubrimos el error, nos damos cuenta del largo tiempo que perdimos buscando tan lejos aquello que teníamos tan cerca. Nos dejamos entonces atormentar por el sentimiento de culpa, por los pasos errados, la vana búsqueda y el dolor que causamos.

No debería ser así: aunque el tesoro que anhelas esté enterrado en tu casa, sólo lo encontrarás cuando te alejes. Si el hijo pródigo no lo hubiese abandonado todo, su padre jamás lo habría recibido a su vuelta con tan gran regocijo.

Existen en nuestras vidas ciertas cosas marcadas con un sello que reza: "sólo cuando me hayas perdido y recuperado, apreciarás mi valor". De nada sirve intentar acortar este camino. En Japón, fui invitado a visitar el templo zen budista de Guncan-Gima. Al llegar allí, me orprendió que la bellísima estructura, situada en medio de un bosque inmenso, estuviera junto a un gigantesco terreno baldío. Cuando le pregunté al encargado por aquel terreno, me explicó: "Es el lugar de la próxima construcción. Cada 20 años destruimos este templo que está usted viendo, y lo volvemos a construir al lado. De esta forma, los monjes carpinteros, pedreros y arquitectos pueden siempre ejercer sus habilidades, y enseñárselas, a través de la práctica, a sus aprendices. También mostramos con ello que nada en la vida es eterno, pues incluso los templos están en un proceso de constante perfeccionamiento."

Si el camino que recorres es el de tus sueños, comprométete con él. No dejes abierta la puerta de salida, con la excusa de que "esto más o menos, pero no es lo que busco". Esta frase tan utilizada guarda dentro de sí la simiente de la derrota. Asume tu camino. Aunque hayas de dar pasos en falso, aunque tengas que destruir y construir constantemente, aunque sepas que puedes dar más de ti. Si aceptas tus posibilidades en el presente, con toda certeza mejorarás en el futuro.

Al maestro Achaan Chah le dieron una hermosa parcela para que construyese en ella un monasterio. Chah debía emprender un viaje y ausentarse por un tiempo, así que dejó la construcción en manos de sus discípulos.

A su vuelta, cinco meses más tarde, las obras no habían empezado todavía. Los discípulos habían encargado varios estudios a los arquitectos locales. Uno de ellos le preguntó a Chah: –¿Cuál de los proyectos debemos llevar adelante? ¿Cómo proceder para tomar la decisión acertada?

Chah respondió: –Cuando se quiere el bien, los resultados son siempre buenos.

Liberados así del miedo a errar, tomaron una decisión y el resultado fue magnífico.

Afronta tu camino con valentía, no temas la crítica de los otros. Y sobre todo, no dejes que tu propia crítica te paralice.

REGRESO AL HOGAR

Regreso al hogar


Corría el tren por la vía en busca de las estaciones que se acercaban sin cesar. Entre el bullicio que había en el pasillo, nadie reparó en un joven que estaba sentado con el rostro entre las manos en un compartimiento. Cuando levantaba el rostro, se veían en él las huellas de la tristeza, el desencanto y la preocupación. Después de varias estaciones, un señor mayor que estaba sentado frente a él, se animó a preguntarle cuál era el motivo de su turbación.

Verá, -dijo el joven- siendo adolescente, era muy rebelde y no hice caso a mi madre que me aconsejaba a dejar las malas compañías. En una de esas andanzas mías, en una pelea, maté a una persona. Fui juzgado, condenado a diez años de cárcel y mi sentencia la tuve que purgar en un presidio lejos de mi casa. Nadie me escribió durante ese tiempo, y todas las cartas que envié no tuvieron respuesta.

Unos meses atrás, -prosiguió el joven- cuando supe la fecha de mi liberación le escribí a mi madre una carta. En ella le decía más o menos así: "Querida mamá, sé que has sufrido mucho por mi causa en estos diez años. Sé que he sido un mal hijo y que entiendo tu silencio al no querer comunicarte conmigo. Dentro de unos meses voy a estar libre y quisiera regresar a casa. No sé si me estarás esperando, por lo cual te ruego que me des una señal que me aceptarás. ¿Te acuerdas el peral que hay en la estación de trenes? Yo voy a comprar un pasaje que sirva para más allá de nuestro pueblo. Si tú me perdonaste y aceptas mi regreso, te ruego le pongas una cinta amarilla a ese peral, entonces yo al verlo me bajaré. Si es que no aceptas mi regreso, al no ver la cinta amarilla en el árbol, seguiré de largo y nunca más te molestaré."

Esta es mi historia, señor, y quisiera pedirle un favor. ¿Podría mirar Ud. en la próxima estación si ve el árbol con cinta amarilla? Tengo tanto miedo que no me animo a mirar.

En silencio, solo interrumpido por los sollozos del joven, el tren fue avanzando, acercándose cada vez más a la estación asignada. De repente, el señor que estaba enfrente gritó lleno de júbilo:

-¡Joven, joven, mire! Alzando los ojos surcados por las lágrimas, el joven contempló el espectáculo más hermoso que podían ver sus ojos. El peral no tenía una cinta amarilla. Estaba lleno de cintas amarillas, pero no solo él, sino todos los árboles del pueblo estaban llenos de cintas amarillas.

REGLAS DE ORO DEL DÍA


Reglas de oro del día


Si abriste, cierra.
Si encendiste, apaga.
Si conectaste, desconecta.
Si desordenaste, ordena.
Si ensuciaste, limpia.
Si rompiste, arregla.
Si no sabes arreglar, busca al que sepa.
Si no sabes qué decir, cállate.
Si debes usar algo que no te pertenece, pide permiso.
Si te prestaron, devuelve.
Si no sabes cómo funciona, no toques.
Si es gratis, no lo desperdicies.
Si no es asunto tuyo, no te entrometas.
Si no sabes hacerlo mejor, no critiques.
Si no puedes ayudar, no molestes.
Si prometiste, cumple.
Si ofendiste, discúlpate.
Si no sabes, no opines.
Si opinaste, hazte cargo.
Si algo te sirve, trátalo con cariño.

Si no puedes hacer lo que quieres, trata de querer lo que haces

EL EVANGELIO DE HOY: 21.07.2013

Autor: Clemente González | Fuente: Catholic.net
La aparición a María Magdalena
Juan 20, 1-2. 11-18. Tiempo Ordinario. Es en los momentos duros cuando Dios está más cercano a nosotros.
 
La aparición a María Magdalena
Del santo Evangelio según san Juan 20, 1-2. 11-18


El domingo por la mañana, muy temprano estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puest". María se había quedado junto al sepulcro llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto». Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré». Jesús le dice: «María». Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» - que quiere decir: «Maestro» Jesús le dice: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios». Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.

Oración introductoria

Señor mío, te necesito. No soy digno y humildemente te pido perdón por todas mis debilidades. Permite, por tu inmensa misericordia, que hoy pueda reconocerte y experimentar tu cercanía para salir como Magdalena a anunciar a todos la Buena Nueva.

Petición

Dios mío, no permitas que las actividades diarias ni las atracciones del mundo me distraigan de mi fin último, de tu gloria y de tu servicio.

Meditación del Papa

Por tanto, la resurrección no es una teoría, sino una realidad histórica revelada por el Hombre Jesucristo mediante su "pascua", su "paso", que ha abierto una "nueva vía" entre la tierra y el Cielo. No es un mito ni un sueño, no es una visión ni una utopía, no es una fábula, sino un acontecimiento único e irrepetible: Jesús de Nazaret, hijo de María, que en el crepúsculo del Viernes fue bajado de la cruz y sepultado, ha salido vencedor de la tumba. En efecto, al amanecer del primer día después del sábado, Pedro y Juan hallaron la tumba vacía. Magdalena y las otras mujeres encontraron a Jesús resucitado; lo reconocieron también los dos discípulos de Emaús en la fracción del pan; el Resucitado se apareció a los Apóstoles aquella tarde en el Cenáculo y luego a otros muchos discípulos en Galilea. El anuncio de la resurrección del Señor ilumina las zonas oscuras del mundo en que vivimos.(Benedicto XVI, 12 de abril de 2009).

Reflexión

Es justo para María Magdalena que, en su infinita ternura y misericordia, Jesús Renacido prefiera mostrarse por primera vez a ella con su cuerpo transfigurado. La compasión que Jesús siempre ha demostrado respecto a las almas en pena lo ha llevado a mostrar mayor atención hacia ellas. María Magdalena siguió durante años a Cristo en sus recorridos por las calles de Israel compartiendo alegrías y esperanzas con los otros discípulos, y ahora recibe el consuelo de ser la primera en ver a su Maestro vivo.

¿Cuántas veces también nosotros nos sentimos deprimidos, trastornados, embrujados por los hechos que se arremolinan violentamente en nuestra vida? Es precisamente en estos momentos cuando Dios está más cercano a nosotros, ansioso de donarnos el consuelo de su abrazo y su Resurrección, si logramos renunciar a nuestra autocompasión y dejamos de hurgar, orgullosos, en nuestro corazón herido buscando sólo el bien propio. Si nos esforzamos por volver a la luz, entonces secaremos de nuestros ojos las lágrimas de la desesperación. Entonces veremos la esperanza de Cristo, el Hijo de Dios que ha triunfado sobre el dolor, el pecado y la muerte.

Diálogo con Cristo

Jesús, con frecuencia me parece tan difícil darme el tiempo y buscar el mejor lugar para poder encontrarte en mi oración. Me dejo envolver en mis asuntos y no sé descubrirte en los demás. Dame un corazón humilde y sabio, para reconocer siempre que sin Ti no soy nada y que nada de lo que haga, por más maravilloso que pueda parecer, tendrá valor.

Propósito

Pedir al Espíritu Santo la sabiduría y la fortaleza para cambiar esta actitud o comportamiento que no es propio de un auténtico discípulo y misionero de Cristo.