Autor: Caludio de Castro | Fuente: Catholic.net En medio de la enfermedad | |
He pasado una semana enfermo, débil, sin ánimo para hacer cosas. Curiosamente, no he dejado de sentir la presencia amorosa de Dios. | |
He pasado una semana enfermo, débil, sin ánimo para hacer cosas. Curiosamente, no he dejado de sentir la presencia amorosa de Dios. Tus fuerzas te abandonan y tú te abandonas ante su presencia soberana. Entonces surge Dios y dice: "No temas, Yo estoy contigo". Y todo cambia. Comprendes que hay un sentido para todo, incluso tu enfermedad. Por momentos, acostado, me trasladaba con mi mente a una capilla donde esta expuesto Jesús Sacramentado. Me detengo frente a Jesús y lo miro. Y le digo que lo quiero. "Eres mi mejor amigo, Señor". No hacemos más que eso. Pero me siento tan feliz de poder entregarle estos pequeños gestos de amor. Comprendo lo frágiles que somos los humanos y la grandeza de nuestro espíritu. Anoche, ocurrió algo significativo. Me dormí profundamente y dormido, en sueños, me puse a rezar. Entonces escuché la voz paternal de Dios que se preguntaba: "¿Qué haré contigo?" Yo, intuitivamente respondí: "Devolverme la salud". De pronto surgió una pregunta que me estremeció: "¿Y qué hiciste con la salud que te di?" Me vi entonces en un tranque vehicular gritándole al conductor de al lado... luego, molesto con una cajera que no me atendió a tiempo. Surgieron así, en cuestión de segundos, cientos de situaciones similares de las que me avergoncé. Sin dejar de amarme, Dios preguntó: "¿Amaste?" “Muy poco Señor”, reconocí, "creo que fui egoísta con el tiempo que me diste". "Está bien reconocerlo”, dijo con ternura… “Tendrás otra oportunidad. Ama y haz todo el bien que puedas". Entonces desperté. Algo pasó en ese sueño, que me llenó de esperanza. La gripe está cediendo y pronto volveré a salir. Pero esta vez seré diferente. Trataré de ver al prójimo como a mi hermano, y estaré más cerca de Dios: amando, ayudando al que pueda. |
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viernes, 28 de junio de 2013
EN MEDIO DE LA ENFERMEDAD
AFICIONARSE A ORAR
Aficionarse a orar
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
Santa Teresa comienza el libro de su Autobiografía con un grato reconocimiento al testimonio de sus padres.”El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me bastará ,si yo no fuera tan ruin, con lo que el Señor me favorecía, para ser buena.
Era mi padre aficionado a leer buenos libros. Con el cuidado que mi madre tenia de hacernos rezar y ponernos en ser devotos de nuestra Señora y de algunos santos, comenzó a despertarme de edad – a mi parecer- de seis a siete años.
Ayudábame no ver en mis padres favor sino para la virtud. Tenían muchas”.
"La familia -decía el Decreto sobre el Apostolado de los Seglares, n. 11- ha recibido directamente de Dios la misión de ser la célula primera y vital de la sociedad. Cumplirá esta misión si, por la mutua piedad de sus miembros y la oración en común dirigida a Dios, se ofrece como santuario doméstico de la Iglesia ... si la familia practica el ejercicio de la hospitalidad y promueve la justicia y demás obras buenas al servicio de todos los humanos que padecen necesidad"
Santa Teresa tuvo la suerte de tener unos padres virtuosos que, además de preocuparse de que sus hijos crecieran en la fe, eran testimonio de vida. De ellos heredó nuestra Santa el amar a Dios sobre todas las cosas y a sentirse amada por Él.
Los padres deben hablar de Dios y hacer que sus hijos crezan en este respeto y amor al Padre de todos. A los pequeños se les enseña a comer, a caminar, a hablar, ¿ por qué no se les puede enseñar y "hacer rezar" y poner cuidado en que sean devotos de la Virgen y los santos? Lo que se aprende en los primeros años, sirve para toda la vida.
El chaval tiene que orar en común con sus padres en toda ocasión : en las alegrías, tristezas, cumpleaños, aniversarios, al dormir, al levantarse de la cama, al bendecir la mesa, en las reuniones familiares. Con los padres visitará a Jesús en el Sagrario, conversará con El como amiguito, participará en la Eucaristía.
Conviene, además, que los esposos tengan tiempo para la reflexión conjunta, para orar como pareja, sobre todo, cuando el amor se debilita y el diálogo flaquea. En esos momentos de dificultad, habrá que repetir con frecuencia la vieja plegaria del Evangelio: "Señor : nos estamos quedando sin vino".
"Oh Dios de quien procede toda la paternidad en el cielo y en la tierra...haz que tu gracia guíe los pensamientos y las obras de los esposos hacia el bien de las familias y de todas las familias del mundo. Haz que las nuevas generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo para su humanidad y su crecimiento en la verdad y en el amor. Haz que el amor corroborado por la gracia del sacramento del matrimonio, se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis, por las que pasan las familias" (Juan Pablo II)
PEDRO Y PABLO EN EL AÑO DE LA FE
Autor: P. Javier Leoz Ventura | Fuente: www.revistaecclesia.com Pedro y Pablo en el Año de la Fe | |||
Dos personas que fueron cimientos y puntales de los primeros tiempos de la evangelización cristiana: Pedro y Pablo | |||
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EL ARTE DE LA SERENIDAD
El arte de la serenidad
Autor: Seneca
El material del que está hecho la vida es el tiempo. Aquí se dan 40
consejos para su sabia administración y disfrute.
1. Nuestra vida se extiende mucho para quien sabe administrarla bien.
2. ¿Se atreve alguien a quejarse de la soberbia del otro cuando él
mismo nunca tiene tiempo libre para sí?
3. Nada puede ejercitarse bien por un hombre ocupado, ni la
elocuencia, ni las artes liberales, pues cuando un espíritu es
distraído, no cobija nada muy elevado, sino que todo lo rechaza como si fuese inculcado a la fuerza.
4. A los hombres más poderosos, los que están situados en altos
cargos, se les escapan palabras en las que anhelan el descanso, lo
alaban, lo prefieren antes que a todos sus bienes.
5.-. Hay que suavizar todas las cosas y hay que sobrellevar todas con buen ánimo.
6. Aquel que dedica todo el tiempo a su propia utilidad, el que
dirige cada día como si fuese el último, ni suspira por el mañana, ni
lo teme.
7. Debe conservarse con sumo cuidado lo que no se sabe cuando va a faltar.
8. El mayor impedimento para vivir es la espera, porque dependiendo del mañana se pierde el hoy.
9. Este camino de la vida, continuo y apresuradísimo, que, en vela o
dormidos, recorremos al mismo paso, no es visible a los hombres
ocupados sino hasta que han llegado al final.
10. Es propio de una mente segura y tranquila el recorrer todas las
partes de su vida. Los espíritus de las personas ocupadas, como si
estuviesen bajo un yugo, no pueden volver, ni mirar hacia atrás.
11. El tiempo presente sólo pertenece a los hombres ocupados, el cual es tan breve que no puede atraparse, y este mismo se les sustrae, turbados como están en sus muchas ocupaciones.
12. Hay que ser indulgentes con el espíritu, y hay que darle descanso una y otra vez.
13. Es ocioso aquel que tiene sentido para su ocio.
14. No son ociosos aquellos cuyos placeres encierran buena parte de trabajo.
15. De todos, sólo son ociosos quienes tienen tiempo libre para la
sabiduría, pues no sólo defienden bien su vida: cualquier tiempo lo
añaden al suyo.
16. La vida mas breve y mas llena de inquietudes es la de aquellos
que olvidan el pasado, miran con indiferencia el presente, temen el
futuro.
17. La vida de quienes preparan con un gran esfuerzo lo que poseerán con un esfuerzo mayor es desgraciadísima. Con gran trabajo consiguen las cosas que quieren, con ansiedad mantienen las que han conseguido, entretanto no hay ningún cálculo del tiempo, de ese que no va a tornar nunca más.
18. No esperes hasta que las circunstancias te dejen en libertad,
sino sepárate tú mismo de ellas.
19. Es enemigo de la serenidad un compañero perturbado y que se
lamenta de todo.
20. Hay que pensar cuánto más leve sea el dolor de no tener que el de perder, y comprenderemos que a la pobreza le corresponde un tormento menor en cuanto es menor la posibilidad de mermar.
21. Habituémonos a desprendernos de la pompa y a valorar la utilidad de las cosas, no sus adornos.
22. En todas partes es un vicio lo que es excesivo.
23. Da entrada a la razón en las dificultades: pueden ablandarse las
circunstancias duras, dársele amplitud a las estrechas y las graves
oprimir menos a quienes las soportan con elegancia.
24. No envidiemos a los que están situados por encima de nosotros:
las cosas que parecían más excelsas se derrumbaron.
25. Quien tema a la muerte, no hará nunca nada por un hombre vivo, pero quien sepa que este hecho estaba pactado en el mismo momento en que fue concebido, vivirá según la ley de la naturaleza, y, a su vez, con la misma fortaleza de espíritu, se mantendrá firme para que ninguna cosa que le suceda sea inesperada.
26. Es más tolerable y más fácil no adquirir que perder.
27. Que no se apodere de nosotros la inconstancia, vicio en extremo
enemigo de la serenidad.
28. Quien se dedica a muchas cosas, a menudo entrega a la suerte el
dominio de sí mismo.
29. Es propio del hombre reírse de la vida antes que lamentarse.
30. Es mejor aceptar con tranquilidad las costumbres públicas y los
defectos humanos, y que no se escapen involuntariamente ni la risa ni las lágrimas.
31. En tus males conviene que te conduzcas de tal modo que des al
dolor sólo cuanto la naturaleza ordene, no cuanto ordene la
costumbre.
32. No es grata y segura la vida de quienes viven siempre bajo una
máscara.
33. Hay que mezclar y alternar estas cosas: la soledad y la compañía de la multitud.
34. No hay que tener la mente en la misma tensión constantemente.
35. Hay que dar un alivio a nuestros espíritus: tras haber descansado surgen los mejores y más vivos proyectos.
36. A través de las ocupaciones se pasa la vida.
37. Ante todas las cosas es necesario evaluarse a uno mismo, porque las más veces nos parece que podemos más de lo que en verdad podemos.
38. Los patrimonios, causa máxima de las aflicciones humanas.
39. La mejor medida del dinero es no caer en la pobreza ni alejarse
demasiado de la pobreza.
40. ¡Qué tarde es comenzar a vivir cuando hay que abandonar la vida!
NO ACUMULES PENAS
No acumules penas
Acostumbro tener un calendario del cual día a día arranco la hoja del día anterior.
Algo bastante simple, excepto cuando dejé de hacerlo por un par de meses, y al tratar de arrancar todas las hojas atrasadas no pude hacerlo, pues una a la vez es fácil, pero todas juntas es muy diferente.
Lo mismo sucede con nosotros cuando no nos perdonamos día a día, o cuando guardamos rencores o sufrimientos.
Muchas veces nosotros mismos no nos perdonamos errores y decidimos cargarlos en silencio, haciendo cada vez más difícil la tarea de arrancarlos de nuestras vidas.
Pero no acumules más hojas de tu vida; decide hoy arrancarlas de ti y ser libre, pues para eso fuiste hecho.
No acumules tus penas y dáselas cada día a quien ya pagó por todas y cada una de ellas en una cruz.
EL EVANGELIO DE HOY: 28.06.2013
Autor: Buenaventura Acero | Fuente: Catholic.net La curación de un leproso | |
Mateo 8, 1-4. Tiempo Ordinario. Cristo nos consuela en nuestros sufrimientos, basta confiar en Él, nuestro Padre misericordioso que quiere nuestra felicidad. | |
Cuando bajó del monte, fue siguiéndole una gran muchedumbre. En esto, un leproso se acercó y se postró ante él, diciendo: «Señor, si quieres puedes limpiarme». Él extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio». Y al instante quedó limpio de su lepra. Y Jesús le dice: «Mira, no se los digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio. Oración introductoria Señor, yo creo en ti y en tu amor. Si quieres puedes convertir este momento de oración en una experiencia de amor que transforme toda mi vida; sé que lo puedes hacer y humildemente te suplico que lo hagas. Petición Jesús, cúrame de todo eso que me aparta del camino del bien porque quiero vivir en todo, y sobre todo, tu caridad. Meditación del Papa El domingo pasado vimos que Jesús, en su vida pública sanó a muchos enfermos, revelando que Dios quiere para el hombre la vida y la vida en abundancia. El evangelio de este domingo nos muestra a Jesús en contacto con una forma de enfermedad considerada en ese momento como la más seria, tanto que volvía a la persona "impura" y la excluía de las relaciones sociales: hablamos de la lepra. Una ley especial reservaba a los sacerdotes la tarea de declarar a la persona leprosa, es decir impura; y también correspondía al sacerdote declarar la curación y readmitir al enfermo sanado a la vida normal. Mientras Jesús estaba predicando en las aldeas de Galilea, un leproso se le acercó y le dijo: "Si quieres, puedes limpiarme". Jesús no evade el contacto con este hombre, sino, impulsado por una íntima participación de su condición, extiende su mano y le toca --superando la prohibición legal--, y le dice: "Quiero, queda limpio.". (Benedicto XVI, 12 de febrero de 2012). Reflexión No hay duda que la vida de los hombres está llena de sufrimientos más o menos visibles, físicos, mentales, morales. El leproso del evangelio de hoy es una de estas miserias. Aunque los hombres se afanen por buscar las riquezas y finjan vivir en un mundo inmortal, los signos de la muerte que cada hombre lleva en sí mismo son inevitables. Los encontramos en cada paso de nuestra vida. Drogas, matrimonios deshechos, suicidios, abusos, enfermedades y un sin fin de desgracias que hasta el hombre más famoso, más rico, más sabio y más sano conoce personalmente. Para muchas personas muchas de estas realidades son hechos de cada día. Sin embargo, ellas mismas saben que a pesar de ello se debe ir adelante en la vida lo mejor posible. Por eso, Jesús pone en sus manos este elenco de desdichas y lo transforma en gracias y en bendiciones. Realiza milagros para que veamos que es capaz de darnos una vida que no sólo es sufrimiento sino que también hay consuelos físicos y morales que, son más profundos porque tocan el alma misma. Para esto ha venido a esta vida, para traernos un reino de amor y unión. Basta que nosotros usemos correctamente nuestra libertad para que se realicen todas las gracias que Cristo quiere darnos. Basta confiar en Él, en su palabra que nos habla del Padre misericordioso e interesado por nuestra felicidad. Diálogo con Cristo Señor, yo creo en Ti, en la abundancia y gratuidad de tu amor. Dame la gracia de corresponderte con un corazón benigno y sincero, que cure la vida de los demás con mis palabras, mis acciones y mi testimonio. Ayúdame a vivir en tu luz para experimentar la alegría de sanación que viene con tu amistad. Propósito Orar con la ilusión y con la confianza de creer, y saber, que Dios me dará todo lo que necesito. |