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domingo, 9 de junio de 2013
HAS TOMADO MI LUGAR
Has tomado mi lugar
Un día, un hombre fue a una iglesia. Llegó temprano, estacionó su auto, y se bajó para entrar.
Otro auto se le acercó y el conductor le dijo, "Siempre me estaciono allí. ¡Has tomado mi lugar!"
El visitante entró a la escuela dominical, halló un asiento vacío y se sentó. Una jovencita de la iglesia se le acercó y le dijo, "¡Ese es mi asiento! ¡Has tomado mi lugar!". El visitante estaba un tanto incómodo ante esta tosca recepción, pero se quedó callado.
Al término de la escuela dominical, el visitante ingresó al santuario de la iglesia y se sentó. Otro de los feligreses se le acercó y le dijo, "Allí es donde yo siempre me siento. ¡Has tomado mi lugar!". El visitante estaba aún más mortificado por este trato, pero seguía sin hablar.
Más tarde, mientras los fieles oraban para que Cristo estuviera entre ellos, el visitante se puso de pie, ¡y su apariencia empezó a cambiar!. Unas horrorosas cicatrices se hicieron visibles en sus manos, y en sus pies cubiertos por sandalias.
Uno de los feligreses se dio cuenta y le preguntó al visitante, "¿Qué te sucedió?".
El Visitante respondió:
"Yo tomé tu lugar".
PERDÓNAME SEÑOR...
Perdóname Señor...
Hoy, viajando en autobús, vi una hermosa muchacha con cabellos de oro y expresión de alegría; envidié su hermosura.
Al bajarse la vi cojear...tenía una sola pierna, y apoyada en su muleta sonreía.
PERDÓNAME SEÑOR, cuando me quejo.
!Tengo dos piernas y el mundo es mío!
Fui a comprar después unos dulces, me atendió un muchacho
encantador, hablé con él; parecía tan contento que aunque se me hubiera hecho tarde no me habría importado. Ya al salir, oí que me decía:
"Gracias por charlar conmigo....es usted tan amable.
Es un placer hablar con gente como usted...ya ve, soy ciego"
PERDÓNAME SEÑOR, cuando me quejo.
!Yo puedo ver, y el mundo es mío!
Más tarde, caminando por la calle, vi un pequeño de ojos azules que
miraba jugar a otros niños, sin saber que hacer. Me acerqué y le dije Porqué no juegas con ellos? Siguió mirando hacia adelante sin decir una palabra, entonces comprendí
que no me oía.
PERDÓNAME SEÑOR, cuando me quejo,
Yo puedo oír, y el mundo es mío!
Tengo dos piernas para ir a donde quiero....
Ojos para ver los colores del atardecer....
Oídos para escuchar las cosas que me dicen....
PERDÓNAME SEÑOR, cuando me quejo,
! Lo tengo todo y el mundo es mío!
PEQUEÑOS CONSEJOS
Pequeños Consejos
No te detengas en lo malo que has hecho; camina en lo bueno
que puedes hacer. No te culpes por lo que hiciste, más bien
decídete a cambiar.
No te mires con tus ojos, contémplate con la mirada de Dios.
No pienses en lo largo que es el camino de tu transformación, sino
en cada paso que puedes dar para ser lo que Dios quiere que seas.
No confíes en tus propias fuerzas; pon tu vida en manos de Dios.
No trates que otros cambien; sé tú el responsable de tu propia
vida y trata de cambiar tú.
Deja que el amor te toque y no te defiendas de él.
Sólo contempla la meta y no veas que tan difícil es alcanzarla.
Vive cada día, aprovecha el pasado para bien y deja que el
futuro llegue a su tiempo. No sufras por lo que viene, recuerda
que "cada día tiene su propio afán" (Mt. 6,34)
Busca alguien con quien compartir tus luchas hacia la libertad;
una persona que te entienda, te apoye y te acompañe en ella.
No te des por vencido, piensa que si Dios te ha dado la vida,
es porque sabe que tú puedes con ella.
Si algún día te sientes cansado, busca el descanso en Dios
que renovará tus fuerzas.
Si algún día te sientes demasiado responsable de otros,
recuerda que sólo Jesús es el Mesías.
Si te sientes atado a alguien, pídele a Jesús que rompa las
ataduras y que su amor vuelva a crear lazos nuevos de amor
según su Espíritu.
Si reaccionas ante toda provocación, ruega a Dios para que
te enseñe a responder en lugar de reaccionar.
Si tu felicidad y tu vida dependen de otra persona, despréndete
de ella y ámala, sin pedirle nada a cambio.
Si necesitas tener todo bajo control, entrega el control de tu
vida a Dios y confía en su poder y en su amor por ti.
Aprende a mirarte con amor y respeto, piensa en tí como en algo precioso; ¡eres un hijo de Dios! Piensa que Él está más
interesado que tú en que te conviertas en esa
creación que Él pensó desde toda la eternidad."
EL EVANGELIO DE HOY: 08.06.2013
Autor: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net El hijo de la viuda de Naím | |
Lucas 7, 11-17. Tiempo Ordinario. Dios sigue haciendo milagros para que nosotros podamos ser felices en Él. | |
En aquel tiempo iba Jesús de camino a una ciudad llamada Naím, e iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda, a la que acompañaba mucha gente de la ciudad. Al verla el Señor, tuvo compasión de ella, y le dijo: No llores. Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon, y él dijo: Joven, a ti te digo: Levántate. El muerto se incorporó y se puso a hablar, y él se lo dio a su madre. El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros, y Dios ha visitado a su pueblo. Y lo que se decía de Él, se propagó por toda Judea y por toda la región circunvecina. Oración introductoria Dios mío, Tan grande es tu amor que no dejas de compadecerte de mí, a pesar de mis debilidades, porque digo y no hago, ofrezco y no cumplo. ¡Ven a iluminar mi oración! Dame la gracia que me hará crecer en amor y en fidelidad. Petición Señor, quiero ser todo para Ti, concédeme olvidarme de mis preocupaciones para poder escucharte. Meditación del Papa «Así les habló a los discípulos, expresando con la metáfora del sueño el punto de vista de Dios sobre la muerte física: Dios la considera precisamente como un sueño, del que se puede despertar. Jesús demostró un poder absoluto sobre esta muerte: se ve cuando devuelve la vida al joven hijo de la viuda de Naím y a la niña de doce años. Precisamente de ella dijo: "La niña no ha muerto; está dormida", provocando la burla de los presentes. Pero, en verdad, es precisamente así: la muerte del cuerpo es un sueño del que Dios nos puede despertar en cualquier momento. Este señorío sobre la muerte no impidió a Jesús experimentar una sincera compasión por el dolor de la separación. Al ver llorar a Marta y María y a cuantos habían acudido a consolarlas, también Jesús "se conmovió profundamente, se turbó" y, por último, "lloró". El corazón de Cristo es divino-humano: en él Dios y hombre se encontraron perfectamente, sin separación y sin confusión. Él es la imagen, más aún, la encarnación de Dios, que es amor, misericordia, ternura paterna y materna, del Dios que es Vida. Benedicto XVI, 9 de marzo de 2008. Reflexión Hay una diferencia abismal entre las demás religiones y el Cristianismo. En las demás, el hombre va en busca de Dios. En el Cristianismo es Dios el que busca al hombre. Y en la Iglesia Católica, fundada por Cristo, lo vemos todos los días. Este Evangelio es una prueba más del amor de Dios hacia nosotros, que es infinito. Tiene el arrojo y tesón del amor de padre y el candor y profundidad del amor de madre. Cristo al ver a la viuda que se le había muerto todo lo que tenía en el mundo, se compadece de ella. Del Corazón de Cristo brota esa necesidad de consolar a la viuda y le vuelve a entregar a su hijo. Y así como Cristo entregó alegría a esta viuda, hoy día Cristo entrega a muchos padres angustiados su joven hijo que se fue de casa días atrás, ablanda los corazones de los esposos a punto de separarse, inspira a los grandes empresarios a cambiar de actitud hacia sus colaboradores y, en vez de hundirles en deudas estratosféricas, hacen un trato para arreglar cuentas, etc. Dios sigue obrando milagros para que nosotros podamos ser felices en Él. Es imposible que a Dios le guste vernos tristes, porque nos ama. Pero si lo estamos... ¿acaso será porque no le hemos permitido a Cristo entrar en nuestras vidas? Pidamos hoy esta gracia a Cristo Eucaristía. Propósito Hacer una visita al Santísimo Sacramento para escuchar lo que Dios me quiere decir hoy y dejarlo entrar en nuestra vida. Diálogo con Cristo Señor, sé, como decía san Agustín, que las aflicciones y tribulaciones que a veces sufrimos nos sirven de advertencia y corrección, y que si tuviera la fe debida, no temería a nada ni a nadie, porque todo pasa para nuestro bien, si sabemos poner todo en tus manos. Pero bien conoces mi debilidad, mi necesidad de sentir tu consuelo y tu presencia, ven a mi corazón, que quiere resucitar contigo, para poder experimentar el amor de Dios. |