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martes, 4 de junio de 2013

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y NUESTRO CORAZÓN


Autor: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Catholic.net 
El Sagrado Corazón de Jesús y nuestro corazón  
Durante este mes de junio nos llama nuevamente a nosotros: ¡Mirad cómo os he amado! ¡Sólo os pido una cosa: que correspondáis a mi amor! 


Todo este mes de junio está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. Por eso vamos a meditar, sobre el significado y la actualidad de la devoción al Corazón de Jesús.

Este culto se basa en el pedido del mismo Jesucristo en sus apariciones a Santa Margarita María de Alacoque. Él se mostró a ella y señalando, con el dedo, el corazón, dijo: “Mira este corazón que tanto ha amado a los hombres y a cambio no recibe de ellos más que ultrajes y desprecio. Tú, al menos ámame”. Esta revelación sucedió en la segunda mitad del siglo diecisiete.

Hoy en día, tenemos que preguntarnos: ¿es popular entre los jóvenes esta devoción? ¿La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es de interés palpitante para nuestro tiempo actual? 

Cuando hablamos del Corazón de Jesús, importa menos el órgano que su significado. Y sabemos que el corazón es símbolo del amor, del afecto, del cariño. Y el corazón de Jesús significa amor en su máximo grado; significa amor hecho obras; significa impulso generoso a la donación de sí mismo hasta la muerte.

Cuando Cristo mostró su propio corazón, no hizo más que llamar nuestra atención distraída sobre lo que el cristianismo tiene de más profundo y original; el amor de Dios. También durante este mes nos llama nuevemente a nosotros: ¡Mirad cómo os he amado! ¡Sólo os pido una cosa: que correspondáis a mi amor!

Nuestra respuesta del amor, en general, no es muy adecuada a su llamada. Porque sufrimos una grave y crónica afección cardíaca, que parece propia de nuestro tiempo: está disminuyendo e incluso muriendo el amor; el corazón se enfría y ya no es capaz de amar ni de sentirse amado.
Es una característica de los últimos tiempos - como nos indica la Santa Escritura - de que se “enfriará la caridad de muchos” (Mt 24,12).

¿Quién de nosotros no sufre bajo esta enfermedad del tiempo actual? ¿Quién de nosotros no sufre bajo esta falta de amor desinteresado hacia Dios y hacia los demás? ¿Quién de nosotros no se siente cautivo de su propio egoísmo, el cual es el enemigo mortal de cada amor auténtico? ¿Y quién de nosotros no experimenta, día a día, que no es amado verdaderamente por los que lo rodean?

Cuántas veces nuestro amor es fragmentario, defectuoso, impersonal, porque no encierra la personalidad total del otro. Amamos algo en el otro, tal vez un rasgo característico, tal vez un atributo exterior (- su lindo rostro, su peinado, sus movimientos graciosos -) pero no amamos la persona como tal, con todas sus propiedades, con todas sus riquezas y también con todas sus fragilidades. 

Tampoco amamos a Dios tal como Él lo espera: “con todo nuestro corazón. Con toda nuestra alma. Con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas” (Mc 12,30).

He aquí, pues, el sentido y la actualidad de nuestra devoción al Sagrado Corazón de Jesús. A este tan enfermo corazón moderno contraponemos el corazón de Jesús, movido de un amor palpable y desbordante. Y le pedimos que una nuestro corazón con el suyo, que lo asemeje al suyo. Le pedimos un intercambio, un transplante de nuestro pobre corazón, reemplazándolo por el suyo, lleno de riqueza. 

¡Que tome de nosotros ese egoísmo tan penetrante, que reseca nuestro corazón y deja inútil e infecunda nuestra vida! ¡Que encienda en nuestro corazón el fuego del amor, que hace auténtica y grande nuestra existencia humana! 

Debiéramos juntarnos también con la Santísima Virgen María. Ella tiene tan grande el corazón que puede ser Madre de toda la humanidad. ¡Que, con cariñoso corazón maternal, ella nos conduzca en nuestros esfuerzos hacia un amor de verdad, sin egoísmo y sin límites! 

¡Qué así sea! 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS - 04 DE JUNIO DEL 2013



 LOS  CINCO MINUTOS DE DIOS
04 DE JUNIO DEL 2013

En el universo hallamos un equilibrio; en el hombre sufrimos un desequilibrio. El universo mantiene un equilibrio sujeto a las leyes señaladas por el Creador; sin ese equilibrio sobrevendría el caos y la autodestrucción, no sólo del mundo, sino también del mismo hombre.
El hombre, por el abuso de su libertad, puede alterar su equilibrio íntimo; de esa forma puede llegar a desorbitarse; el hombre altera el equilibrio; en lugar de ser hermano de todos los hombres y señor de todas las cosas, por su ambición y su egocentrismo quiere ser señor de los hombres y se hace esclavo de las cosas, que llegan a dominarle.
Así el hombre, por su afán de poseer, deja de esforzarse por ser; el hombre queda disminuido, sin identidad propia. Solamente volviendo a ocupar el puesto que Dios le señaló podrá restablecer el equilibrio.

"Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres" (Jn, 8, 36). "Si os mantenéis fieles a mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" (Jn, 8, 31-32). La Palabra del Señor será la luz que te ilumine y la norma que teguíe.


Extraído del Libro: "Los cinco Minutos de Dios"  de Alfonso Milagros

CAMINANDO CON FE

Caminando con fe


"El que con fe se acerca a Dios, no vuelve con la canasta vacía"

"Fe es lo que da valor a las cosas que no podemos ver" 

"Fe es acercarse a Dios"

"Fe es llevar fruto aun en la debilidad"

"Fe es la palabra de aliento para los que están en sufrimiento"

"Fe es la justificación que tenemos para lograr la paz 
con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo"

"Fe es lo que recibimos al oír la palabra de Dios"

"Fe es la que debe permanecer en nuestros corazones,
junto con la esperanza y el amor."

"Fe es lo que nos hace caminar confiados en los senderos 
espirituales"

"Fe es el escudo o defensa que tenemos los cristianos 
para rechazar 

"Fe para vivir con gozo y fe para morir en paz"
gracia santificante, la he recobrado ahora por este acto de amor a Dios. Hago propósito de confesarme en el momento más oportuno.

EL EVANGELIO DE HOY: 04.06.2013

Autor: Víctor Hugo Gamboa | Fuente: Catholic.net
A Dios lo que es de Dios
Marcos, 12, 13-17. Tiempo Ordinario. Si en las monedas romanas estaba impresa la imagen del César, en el corazón del hombre está la huella de Cristo.
 
A Dios lo que es de Dios
Del santo Evangelio según san Marcos, 12, 13-17

Le enviaron después a unos fariseos y herodianos para sorprenderlo en alguna de sus afirmaciones. Ellos fueron y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y no tienes en cuenta la condición de las personas, porque no te fijas en la categoría de nadie, sino que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios. ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no? ¿Debemos pagarla o no?». Pero él, conociendo su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tienden una trampa? Muéstrenme un denario». Cuando se lo mostraron, preguntó: «¿De quién es esta figura y esta inscripción?». Respondieron: «Del César». Entonces Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios». Y ellos quedaron sorprendidos por al respuesta. 

Oración introductoria

Señor creo en ti, ayúdame a creer con firmeza; espero en ti, ayúdame a vivir sin desconfianza; Señor, te amo, ayúdame a demostrártelo con hechos. Quiero ofrecer esta meditación por las personas que no luchan por dar al César lo que es del César y a ti lo que es tuyo.

Petición

Señor, ayúdame a vivir siempre de cara a ti, jamás permitas que te deje de ver. Enséñame a darte lo que te corresponde.

Meditación del Papa

Según el célebre dicho de Jesús: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" (Mc 12, 17). Si en las monedas romanas estaba impresa la imagen del César y por eso a él se le debían dar, en el corazón del hombre está la huella del Creador, único Señor de nuestra vida. Por tanto, la auténtica laicidad no es prescindir de la dimensión espiritual, sino reconocer que precisamente esta dimensión, radicalmente, es garante de nuestra libertad y de la autonomía de las realidades terrenas, gracias a los dictados de la Sabiduría creadora que la conciencia humana sabe acoger y realizar. Benedicto XVI, Audiencia General, miércoles 17 de septiembre de 2008.

Reflexión 

Un cristiano no es un ser de otro planeta, tiene bien puestos los pies en la tierra, es la presencia de Cristo en la sociedad. "Dar a Dios lo que es de Dios", significa afirmar siempre nuestra fe; dar ejemplo de coherencia a los que no creen en Jesús. Es vivir de cara a Dios, dándole lo que le corresponde. Pero, cuidado, Jesús dijo también: "dad al César lo que es del César", Así que no podemos olvidarnos de nuestras ocupaciones y deberes; mas en la actualidad, en un mundo laicizado, el problema es otro: frecuentemente es muy fácil pasarse con los "impuestos" debidos al César e ir robando poco a poco el tiempo a Dios. Es allí donde la frase de Cristo se actualiza. ¿Yo estoy dedicándole el tiempo que le corresponde a Dios o me estoy excediendo con el impuesto al César? Y el César es un rey que cada uno se pinta, para unos es la perdida de tiempo, para otros el agobio causado por el estudio o el trabajo excesivo. El César en sí no es malo, pero cuando usurpa el papel de Dios se convierte en un tirano nocivo y déspota.

Propósito

El día de hoy rezaré un padrenuestro al iniciar mi trabajo o estudio para recordarme que necesito dar al César lo del César y a Dios lo de Dios.

Diálogo con Cristo

¡Señor!, gracias por recordarme cuáles son las prioridades en mi vida. Señor, que no dude darte generosamente el tiempo que te mereces. Señor, ilumíname cuando me exceda con las cosas de este mundo, con el César tirano, para que pueda escapar de sus garras y tener claro los límites entre lo tuyo y mis demás ocupaciones. Gracias por enseñarme con tu ejemplo a dar al César lo del César y a Dios lo que es de Dios.


La Iglesia invita a sus hijos, renacidos del agua y del Espíritu Santo, a que perseveren en la escucha de la palabra de Cristo, el Unigénito de Dios Padre, en el fiel cumplimiento de la voluntad divina y en el testimonio de la caridad. (Benedicto XVI) 




  • Preguntas o comentarios al autor
  • Víctor Hugo Gamboa 

    NECESITAMOS...

    Necesitamos...


    Un borrador, para borrar de nuestra historia todo lo que nos haga daño.

    Un detergente, para quitar las manchas de las máscaras que usamos a diario.

    Unas tijeras, para cortar todo aquello que nos impide crecer.

    Un pájaro, para que nos enseñe a volar alto y cantar con libertad.

    Una tinaja, para añejar el cariño y la madurez del amor.

    Un frasco transparente, para conservar las sonrisas y sin tapa para
    escuchar su alegre sonido.

    Unos lentes, correctores de la visión de la vida, que nos permitan
    observar con amor al prójimo y a la naturaleza.

    Una ardilla, que nos indique como trepar por las ramas del árbol de la sabiduría.

    Unas agujas grandes, para tejer sueños e ilusiones.

    Un cofre, para guardar todos los recuerdos que construyen y dan vida.

    Un cierre (zipper), que permita abrir la mente cuando se desee encontrar respuestas, otro para cerrar nuestra boca cuando sea necesario, y otro para abrir nuestro corazón.

    Un rebobinador de películas, para recordar los momentos más felices en nuestras vidas.

    Un reloj, para darle todo el tiempo al amor y al amar.

    Los zapatos de la ética y la moral, para pisar firme y seguro por donde quiera que vamos.

    Una balanza, para pesar todo lo vivido y todo lo experimentado.

    Un espejo, para admirar una de las obras más perfectas de DIOS... ¡Tú!

    FRUTO DE LA HOSPITALIDAD

    Fruto de la hospitalidad
    Autor:  Padre Justo López Melús


    Un gesto de hospitalidad ayudó a resolver un caso insoluble de matemáticas. Era un árabe del desierto, que tenía diecisiete camellos y tres hijos: Hasán, Hasín y Hasún. Cuando ya estaba para morir les dijo: «Riqueza suya son los camellos. Cuando yo muera los repartirán así: la mitad para Hasán, la tercera parte para Hasín y la novena parte para Hasún». Aceptaron a gusto y al día siguiente el padre murió.

    Se pusieron a deliberar y no había manera de solucionarlo. La mitad de diecisiete eran ocho y medio. ¿Habría que matar un camello y quedarse con la mitad? Y lo mismo pasaba con la tercera y la novena parte. Entonces llegó un beduino montado en un viejo camello, pidiendo hospitalidad. Se la dieron y les ayudó a resolver el problema. Les dio su camello para que se repartieran los dieciocho. Hasán tomó la mitad, nueve; Hasín la tercera parte, seis, y Hasún la novena, dos. 9+6+2=17. Y al día siguiente marchó el beduino con su viejo camello que había sobrado. De la hospitalidad había salido la solución.

    HOSPITAL DEL SEÑOR


    HOSPITAL DEL SEÑOR

    Fui al Hospital del Señor a hacerme una revisión de rutina y constaté que estaba enfermo. Cuando Jesús me tomó la presión vio que estaba baja de ternura. Al medirme la temperatura el termómetro registró 40 grados de egoísmo.

    Hizo un electrocardiograma y el diagnóstico fue que necesitaba varios "by-pases" de amor porque mis venas estaban bloqueadas y no abastecían mi corazón vacío.

    Pasé hacia ortopedia: no podía caminar al lado de mi hermano, y tampoco podía abrazarlo porque me había fracturado al tropezar con mi vanidad. También me encontraron miopía, ya que no podía ver más allá de las apariencias; cuando me quejé de sordera Jesús me diagnosticó quedarme sólo en las palabras vacías de cada día.

    GRACIAS SEÑOR, porque las consultas son gratuitas, por tu gran misericordia. Prometo, al salir de aquí, usar solamente los remedios naturales que recetas en el Evangelio...

    Al levantarme tomaré un vaso de AGRADECIMIENTO.

    Al llegar al trabajo, una cucharada sopera de BUEN DÍA.

    Cada hora un comprimido de PACIENCIA y una copa de HUMILDAD.

    Al llegar a casa, SEÑOR, voy a tener diariamente una inyección de AMOR, y al irme a acostar dos cápsulas de CONCIENCIA TRANQUILA.

    ¡¡¡¡¡ GRACIAS SEÑOR !!!!!

    ¿CÓMO TOCAR CON FE A DIOS EN LA ORACIÓN?

    Autor: P. Guillermo Serra, LC | Fuente: la-oracion.com
    ¿Cómo tocar con fe a Dios en la oración?
    Jesús nos dice con claridad que tocarle es amarle, es tener la humildad de confiar en Él, de tratarle con ternura y fe.
    ¿Cómo tocar con fe a Dios en la oración?
    La oración es acercarse a Jesús con humildad y tocarlo desde la fe. La oración llena de fe es "la debilidad" de Dios y la fuerza del hombre. Jesús no se resiste a hacer milagros cuando percibe una gran fe. No basta con tocar a Jesús, sino tocarlo con fe y experimentar cómo muchas virtudes, gracias, salen de Él para curar nuestro corazón y cuerpo.

    Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que no había podido ser curada por nadie, se acercó por detrás y tocó la orla de su manto, y al punto se le paró el flujo de sangre. Jesús dijo: «¿Quién me ha tocado?» Como todos negasen, dijo Pedro: «Maestro, las gentes te aprietan y te oprimen». Pero Jesús dijo: «Alguien me ha tocado, porque he sentido que una fuerza ha salido de mí». Viéndose descubierta la mujer, se acercó temblorosa, y postrándose ante él, contó delante de todo el pueblo por qué razón le había tocado, y cómo al punto había sido curada. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz». (Lc 8,43-48)

    Nuestra propia enfermedad debe ser presentada con fe y esperanza

    La mujer hemorroisa sufría desde hacía 12 años esta enfermedad. No había encontrado remedio, se había gastado todo en doctores. Sólo le quedaba una esperanza, ese Jesús del que toda la gente hablaba. Debido a su enfermedad era impura y todo lo que tocase automáticamente se convertía en impuro. Vivía en una soledad total, separada de la sociedad, de su familia, 12 años queriendo "volver a vivir". Esta soledad, necesidad de vivir, de ser alguien, hizo que sin temor se acercase a Jesús. Percibía en Él alguien que podría devolverle la vida, que podría dar sentido a esta enfermedad y poder ser curada.

    En la oración nos presentamos también enfermos, débiles, con temores, resistencias, profundas heridas que todavía sangran. Con facilidad buscamos en el mundo diversos “doctores” que nos puedan curar, distracciones, pasatiempos que en el fondo nos dejan igual y nos vamos desgastando. En la oración nos presentamos conscientes de esta debilidad, pero a la vez llenos de fe porque estamos ante el único que nos puede curar de raíz, el que puede devolvernos la vida, dar un sentido profundo y nuevo a nuestra existencia, a nuestra soledad. Este acto de fe y confianza son los pasos necesarios para llegar hasta el Maestro: "Creo en ti Señor, espero en tu amor, confío en ti, quiero amarte para vivir". Presentamos nuestra vida ante Él, nuestra debilidad, enfermedad, con fe y confianza para que Él nos cure.

    Acercarse a Jesús con humildad, con la mirada siempre fija en su Amor y ternura

    Con gran fe, se acercó a Jesús por detrás, y con delicadeza, consciente de su impureza, se atrevió a tocarle con fe la orla de su manto.

    Cuando hay fe y amor, la oración se convierte en un buscar el bien de la otra Persona: acogerle, cuidarlo, amarlo. Esto es lo que hace la hemorroisa. No piensa en sí misma. No quiere "molestar" al Señor: con humildad se acerca por detrás y busca tocar tan sólo el borde de su manto. Esto sería suficiente. La fe no busca evidencia, no quiere tocar a toda costa, palpar como lo hizo Santo Tomás. Basta con un detalle, un gesto cercano y tierno. Es un decirle a Jesús: "no te quiero molestar, sé que me amas y con tocarte el borde del manto, te darás cuenta que te necesito, que estoy aquí, que te amo y que quiero poderte abrazar… pero soy impura, mi alma es impura, necesito que tu amor me purifique y me haga digna de Ti".

    Así la hemorroisa buscando el bien de Jesús, el no "hacerle" impuro, logra su propio bien. La oración es buscar al otro para encontrarse con el otro. Es dejarse encontrar buscando. Es rozar su Corazón para encontrase dentro de él.

    La fe mueve el Corazón de Jesús y fija su mirada en la humildad

    La mujer queda curada al instante. Jesús no espera a que la mujer le diga qué necesita. Así es el Buen Pastor, conoce a sus ovejas, nos conoce y sabe lo que necesitamos incluso antes de que se lo pidamos. Por eso, muchas veces la oración es ponerse en su presencia, quizás experimentando un silencio que no es indiferencia por parte de Jesús, sino un querer expresar ternura, contemplar a su creatura tan amada y admirarla con amor.

    Jesús estaba siendo oprimido por la multitud, sin embargo, sintió que una virtud salía de Él y gritó: « ¿Quién me ha tocado? » Los discípulos, asombrados, no entienden esta pregunta. Decenas de personas están agolpadas, se empujan y estrujan a Jesús y sólo una "le ha tocado", aquella que apenas ha rozado el borde de su manto.

    Aquí Jesús nos dice con claridad que tocarle es amarle, es tener la humildad de confiar en Él, de tratarle con ternura y fe. De acercarse a Él como un niño a su Padre y estar, sí, estar junto a Él. Muchos estaban más cerca que la mujer, pero no tenían fe, era quizás más bien curiosidad, rutina.

    La oración nunca puede ser curiosidad o rutina. No es una actividad para llenarme de ideas o repetir fórmulas aprendidas de memoria. Esto sería como empujar y estrujar a Jesús, como aquel grupo que lo seguía. No, esta mujer nos enseña que para tocar a Jesús hay que tener fe, hay que acudir con confianza, presentarse con humildad y tener ternura hacia Dios. ¡Ah!, y sobre todo, hay que dejarse querer por el Maestro que nos conoce, nos espera y al instante nos abraza con amor.

    Queremos tocarte Jesús. Ayúdanos Señor a tocarte con fe.





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