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jueves, 9 de mayo de 2013

DE MADRE A MADRE


De madre a Madre
Ornella Accatino
 
Una madre puede entender lo que siente otra Madre. Ornella Accatino, autora del libro "Una Madre llamada María", y madre de dos hijos, se imagina así momentos del nacimiento de Jesús.]
"No gritó, sin duda que María no gritó cuando se realizó el milagro. Estaba sola en aquel establo, sudada y jadeante. Pero puso a su niño entre sus manos y se lo llevó a la cara para mirarlo, para conocerlo, para amar a aquella parte suya que estaba fuera de ella. Y lo besó.

¿Quién puede describir el primer beso de una madre a su hijo? ¿Quién puede descifrar y revelar el tumulto de emociones, de sentimientos, el arrobamiento, la entrega total? Así fue, dulce y apasionado, el primer beso de María a Jesús. Sus labios acariciaban la carita contraída, el cuerpecito tembloroso sacudido por las primeras respiraciones, por el latido rápido del corazón bajo la piel tensa.

Nada ya se interpuso nunca en aquel vínculo secreto y profundo, hecho de ternura y ansiedad, de orgullo y de temor, que unió a la madre con su hijo, que une a todas las madres con sus hijos, por siempre, por encima de cualquier dificultad, a pesar de todo, para siempre.

¿Pensó María que aquella criatura era muy diversa de todos los demás niños, que Dios tenía proyectos sobrenaturales para ella? Creo que en aquellos primeros momentos, durante sus primeras experiencias de madre, María no pensó en acontecimientos tan grandes. Se abandonaría al gozo de los primeros contactos y miraría las manos de Jesús, como habría hecho cualquier madre asombrada por la perfección de los dedos minúsculos, de las uñas frágiles pero curiosamente largas que le cortaría ella, como haría cualquier madre en cualquier rincón perdido del mundo. Y peinó con sus manos sus cabellos ligeros, y sujetó la cabeza que se balanceaba sobre el cuello frágil y observó sorprendida el movimiento que levantaba y hacía subir rítmicamente la superficie de la cabeza, en el centro, justo encima de la frente, la fontanela.

Y María descubrió también la voz, la voz de su hijo. Sin forma y débil, aquella voz salió de la garganta del niño, en el primer instante después del nacimiento, y llenó todos los rincones del establo. La mula y el buey giraron dulce y lentamente sus grandes cabezas peludas. Era la voz más bella del mundo, sólo faltaba aquel sonido para que el mundo fuera perfecto. María se embebió de aquella voz, que inundaba todo su ser. Hasta un vagido sirve para cimentar el amor." (pp.14, 21)

Libro: Una Madre llamada María 

DE UNA SEMILLITA


De una semillita

La historia que tiene más de un siglo,  cuenta que una princesa agonizaba. En su lecho de muerte,  pidió que su tumba fuese cubierta con una gran piedra de granito y que alrededor hubiese otras piedras  sellando la lápida. También dio órdenes de afianzar las piedras con abrazaderas de hierro. A pedido, suyo, la lápida llevaría escrito: "Esta tumba,  comprada para toda la eternidad,  jamás deberá abrirse".

Aparentemente,  durante el entierro se metió en la tumba una bellotita.  Al tiempo empezó a asomarse un brotecito en medio de las piedras.  La bellota había podido absorber  suficiente alimento como para crecer. Después de varios años de crecimiento,  un robusto roble se levantaba  entre las abrazaderas de hierro.  El hierro no pudo con el roble y  sus raíces lo rompieron,  dejando al descubierto la tumba  que nunca debía abrirse.  La nueva vida se abrió camino  desde el lecho de muerte con una semillita.

Todos los días  tenemos infinidad de oportunidades  para aprovechar un nuevo comienzo. Generalmente, los nuevos comienzos se inician cuando alguna otra cosa termina.  Cuando dejamos que el pecado muera  en nuestro corazón,  encontramos nueva vida en Cristo.  Tal vez no haya sido accidental  que el robusto roble,  que es uno de los árboles  más altos y fuertes del mundo, se inicie a partir de una pequeña semillita. 

EL EVANGELIO DE HOY

Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
La tristeza y el gozo
Juan 16, 16-20. Pascua. Todos los cristianos deberíamos vivir en esa alegría: Cristo ha resucitado, y está presente entre nosotros.
 
La tristeza y el gozo
Del santo Evangelio según san Juan 16, 16-20


Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver. Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: ¿Qué es eso que nos dice: Dentro de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver y Me voy al Padre? Y decían: ¿Qué es ese "poco"? No sabemos lo que quiere decir. Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: ¿Andáis preguntándoos acerca de lo que he dicho: Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver? En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo.

Oración introductoria

Gracias, Señor, por recordarme que los momentos de confusión, de dificultad o de tristeza, son momentos para crecer, para amar más, para centrarme en lo esencial, para crecer en la fe y la confianza. Fortaléceme Señor, para salir de esta oración más unido a Ti.

Petición

Padre mío, ayúdame a vivir, y a trasmitir a los demás, la alegría de tu presencia.

Meditación del Papa

Jesús cuando, dirigiéndose a sus discípulos, afirma: "volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría". Son palabras que indican una propuesta rebosante de felicidad sin fin, del gozo de ser colmados por el amor divino para siempre. Plantearse el futuro definitivo que nos espera a cada uno de nosotros da sentido pleno a la existencia, porque orienta el proyecto de vida hacia horizontes no limitados y pasajeros, sino amplios y profundos, que llevan a amar el mundo, que tanto ha amado Dios, a dedicarse a su desarrollo, pero siempre con la libertad y el gozo que nacen de la fe y de la esperanza. Son horizontes que ayudan a no absolutizar la realidad terrena, sintiendo que Dios nos prepara un horizonte más grande, y a repetir con san Agustín: "Deseamos juntos la patria celeste, suspiramos por la patria celeste, sintámonos peregrinos aquí abajo." Queridos jóvenes, os invito a no olvidar esta perspectiva en vuestro proyecto de vida: estamos llamados a la eternidad. Dios nos ha creado para estar con Él, para siempre. Esto os ayudará a dar un sentido pleno a vuestras opciones y a dar calidad a vuestra existencia. Benedicto XVI, Mensaje para la XXV Jornada Mundial de la Juventud, 2010.

Reflexión

Cuando muere un familiar o un amigo, sentimos una enorme tristeza, un vacío insufrible. Dejamos de verlo. Se crea en la familia, en el lugar de trabajo, en el club de amigos, un hueco que no sabemos cómo ocupar. El o ella ya no están con nosotros. Y aunque le necesitemos, ya no lo vemos...

Algo parecido pasó con Cristo. Murió. Los discípulos se quedaron "fuera de combate". El mundo, la sociedad, la prensa, los orgullosos y egoístas, celebraron fiesta. Pero Cristo resucitó. Lo vieron pocos, muy pocos, y se llenaron de alegría. Todos los cristianos deberíamos vivir en esa alegría: Cristo ha resucitado, y está presente entre nosotros.

Cuando nos detenemos en el frenesí de cada día y entramos en una iglesia, allí lo podemos encontrar. El "mundo" no se da cuenta de esto, pues todos tienen mucho que hacer, y les falta tiempo para abrir los ojos de la fe y encontrarse con Cristo. Pero Él está allí. Te espera, y me espera...

Propósito

Vivir hoy intensamente la caridad, como si fuera hoy mi último día.

Diálogo con Cristo

Jesús, Tú me enseñas que el amor produce alegría y paz. Y, sólo puedo realizarme en el amor, en la entrega generosa y confiada a los demás. Ayúdame a hacer esta misma experiencia cada día, porque me has creado para recibir y dar amor.


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Fernando Pascual LC

    CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA


    CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

    Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, a vuestro Corazón Inmaculado nos consagramos, en acto de entrega total al Señor. Por Vos seremos llevados a Cristo, y por Él y con El seremos llevados a Dios Padre. Caminaremos a la luz de la fe, y haremos todo para que el mundo crea que Jesucristo es el Enviado del Padre. 

    Con Él queremos llevar el Amor y la Salvación hasta los confines del mundo. Bajo la maternal protección de vuestro Corazón Inmaculado, seremos un solo pueblo con Cristo. Seremos testimonio de su Resurrección. Por Él seremos llevados al Padre, para gloria de la Santísima Trinidad, a quien adoramos, alabamos y bendecimos. Amen.

    LOS CINCO MINUTOS DE DIOS - 09 DE MAYO DEL 2013


    LOS  CINCO MINUTOS DE DIOS
    09 DE MAYO DEL 2013

    Por más que no lo quieras, en tu vida no podrás nunca prescindir del dolor; el dolor es una realidad que no depende de nosotros; se nos hace presente, queramos o no queramos; incluso se nos hace encontradizo cuanto menos lo queremos.
    Pero si no podemos evitar el dolor, está en nuestras manos el saberle dar un sentido u otro, el adoptar frente a él una u otra posición, muy distinta por cierto una de otra.
    Si al sufrir te enojas y protestas, con ello nada bueno consigues; solamente aumentas el sufrimiento y haces daño a tu cuerpo en su parte nerviosa y a tu espíritu en tus relaciones con Dios.
    Si al sufrir aceptas el sufrimiento, le das un verdadero sentido, lo conviertes en algo positivo, eficiente, salvador y redentor de ti y de los demás; con ello te estás dignificando.
    Si al sufrir llegas a amar al sufrimiento, será porque ya te ha acercado a Dios y has llegado a comprender que no es posible amar sin sufrir, ni sufrir sin amar.

    "El sacrificio del justo es aceptado, su memorial no se olvidará; con ojo generoso glorifica al Señor y no escatimes las primicias de tus manos" (Eccli, 35, 6- 7). El justo ha de convertir al mero dolor en auténtico sacrificio ofrecido al Señor con amor y por amor.

    Extraído del Libro: "Los cinco Minutos de Dios"  de Alfonso Milagros

    HACIA NUESTRA PROPIA ASCENSIÓN

    Autor: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Retiros y homilías del Padre Nicolás Schwizer
    Hacia nuestra propia ascensión
    Las tristezas y alegrías en este mundo, son pasajeras
     
    Hacia nuestra propia ascensión
    ¿Cómo está Cristo con nosotros, en nuestra tierra?

    Cristo está presente. Cristo está aquí, en la tierra, con nosotros, y ya no nos abandonará jamás. Está presente en los sacramentos, sobre todo en la Eucaristía. Está presente en la comunidad cristiana. Está presente en nuestro corazón que es un templo de Cristo y del Dios Trino

    La Ascensión del Señor, nos quiere revelar algo más que su presencia invisible en medio de nosotros. Nos revela cómo se va a acabar nuestro destino, nuestra vida terrenal. Creo que ésta es una pregunta que nos inquieta a todos. Y la fiesta de la Ascensión del Señor nos da la respuesta: nuestro final será una ascensión.

    Algún día nos encontraremos en el cielo, lo mismo que ahora estamos reunidos en la tierra. Nuestra presencia en cada misa dominical, no hace más que prefigurar, anunciar y preparar esa gran asamblea final en torno al Señor. Al final de la misa la vida nos dispersará; pero será solo algo transitorio, hasta que llegue la hora de nuestra ascensión final.

    Todo es transitorio: alegrías, tristezas, bienes…
    Porque todo lo que pasa aquí abajo en esta tierra es transitorio. Cuántas veces nos desanimamos por cualquier contrariedad, cualquier sufrimiento y cruz, diciendo: no es posible que Dios exista y permita estas cosas; no es posible que Dios dirija nuestra vida y que la transforme de esta manera. Sí, es verdad que las cosas no nos resultan siempre fáciles. Pero esperemos, tengamos paciencia, no juzguemos hasta haber visto el final. Porque sabemos ya por experiencia que después de la Pasión y del Calvario viene siempre la Resurrección y la Ascensión.

    Por eso, toda tristeza es transitoria. Somos desgraciados, pero solamente por un tiempo breve.

    ¿Por qué recé y no me escuchó Dios? Porque Dios se reserva el derecho de darme muchas cosas y mucho mejores que las que yo me atreví a pedirle.
    ¿Por qué sigo enfermo, sin fuerzas? Porque pronto quedaré curado para siempre.
    ¿Por qué tengo que lamentar la muerte de una persona querida?

    ¿O por qué la vida me separa de los únicos con quienes me gusta vivir? Porque pronto me encontraré reunido para siempre.

    También la alegría, toda alegría de este mundo, es pasajera. Los hijos saben que no pueden tener siempre consigo a sus padres. Los padres saben también que no guardarán para siempre a sus pequeños. Y lo mismo la mujer a su marido, el marido a su mujer, y así todas las personas que se aman. No existe más que un solo lugar definitivo en el que nos juntaremos para siempre, y este sitio no está aquí abajo en esta tierra.

    Lo mismo con nuestros bienes: No podemos llevarlos con nosotros: los perderemos todos. Algún día, nuestras manos se abrirán para entregarlos todo. Hoy todavía estamos a tiempo de abrirlas para ofrecerlos libremente. Porque todo lo que no ofrezcamos a Dios, lo vamos a perder.

    Llevar el mundo a Dios. En todas las Misas, ofrecemos un poco de pan, un poco de vino – en representación de nosotros mismos, de nuestras vidas, de nuestros trabajos, de nuestros bienes. Y el sacerdote tomará todo esto y luego lo consagrará llevándolo al mundo de Dios.

     Así en cada una de nuestras Misas, un poco de nuestro mundo pasa a formar parte del mundo del otro mundo.
     En cada una de las Misas, tiene lugar la ascensión de un poco de tierra al cielo.
     En cada una de las Misas, los cristianos, estamos invitados a elevarnos, a separarnos un poco de la tierra, a dar un paso hacia el mundo de Dios.

    Preguntas para la reflexión

    1. ¿He pensado en mi propia ascensión?
    2. ¿Qué me costaría dejar hoy: mis bienes…?
    3. ¿Vivo como si nunca fuera a dejar este mundo?