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martes, 18 de diciembre de 2012

CRUZ PESADA


Cruz pesada

Un joven, ya no daba más con sus problemas. Cayó de rodillas, rezando: "Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado pesada". El Señor, como siempre, acudió y le contestó: "Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz, guárdala dentro de esa habitación. Después, abre esa otra puerta y escoge la cruz que tú quieras". El joven suspiró aliviado. "Gracias, Señor", dijo, e hizo lo que le había dicho. Al entrar, vio muchas cruces, algunas tan grandes que no les podía ver la parte de arriba. Después, vio una pequeña cruz apoyada en un extremo de la pared. "Señor", susurró, "quisiera esa que está allá", dijo señalándola. Y el Señor contestó: "Hijo mío, esa es la cruz que acabas de dejar".

Cuando los problemas de la vida nos parecen abrumadores, siempre es útil mirar a nuestro alrededor y ver las cosas con las que se enfrentan los demás. Verás que debes considerarte más afortunado de lo que te imaginas. Cualquiera que sea tu cruz, cualquiera que sea tu dolor, siempre brillará el sol después de la lluvia.

¡Ninguna cruz es pesada, cuando es Jesús quien te ayuda a cargarla!

La esperanza de un sueño

La esperanza de un sueño

Un pequeño gusanito caminaba un día en dirección al sol. Muy cerca del camino se encontraba un saltamontes. "¿Hacia dónde te diriges?", le preguntó. Sin dejar de caminar, la oruga contestó: "Tuve un sueño anoche, soñé que desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo".

Sorprendido, el saltamontes dijo mientras su amigo se alejaba: "¡Debes estar loco! ¿Cómo podrás llegar hasta aquel lugar? ¡Tú, una simple oruga! Una piedra será una montaña, un pequeño charco un mar, y cualquier tronco una barrera infranqueable". Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó. Sus diminutos pies no dejaron de moverse.

De pronto se oyó la voz de un escarabajo: "¿Hacia dónde te diriges con tanto empeño?". Sudando ya el gusanito, le dijo jadeante: "Tuve un sueño y deseo realizarlo, subiré a esa montaña y desde ahí contemplaré todo nuestro mundo". El escarabajo no pudo soportar la risa, soltó la carcajada y luego dijo: "Ni yo, con patas tan grandes, intentaría una empresa tan ambiciosa". Él se quedó en el suelo tumbado de la risa mientras la oruga continuó su camino, habiendo avanzado ya unos cuantos centímetros.

Del mismo modo, la araña, el topo, la rana y la flor aconsejaron a nuestro amigo a desistir. "¡No lo lograrás jamás!", le decían, pero en su interior había un impulso que lo obligaba a seguir. Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió parar a descansar y construir con su último esfuerzo un lugar donde pernoctar. "Estaré mejor", fue lo último que dijo, y murió.

Todos los animales del valle por días fueron a mirar sus restos. Ahí estaba el animal más loco del pueblo. Había construido como su tumba un monumento a la insensatez. Ahí estaba un duro refugio, digno de uno que murió por querer realizar un sueño irrealizable.

Una mañana en la que el sol brillaba de una manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos. De pronto quedaron atónitos.

Aquella concha dura comenzó a quebrarse y, con asombro, vieron unos ojos y una antena que no podía ser la de la oruga que creían muerta. Poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron saliendo las hermosas alas arco iris de aquel impresionante ser que tenían frente a ellos: una mariposa.

No hubo nada que decir, todos sabían lo que haría: se iría volando hasta la gran montaña y realizaría un sueño; el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir. Todos se habían equivocado.

Dios nos ha creado para realizar un sueño, vivamos por él, intentemos alcanzarlo, pongamos la vida en ello y, si nos damos cuenta que no podemos, quizá necesitemos hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical en nuestras vidas. Y entonces, con otro aspecto, con otras posibilidades y con la gracia de Dios, lo lograremos.

Es buscando lo imposible como los hombres han encontrado y alcanzado lo posible, y aquéllas que se limitaron a lo que visiblemente era posible, nunca dieron un paso.

LAS PALABRAS DE JUAN BAUTISTA SIEMPRE ACTUALES

Autor: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net
Las palabras de Juan Bautista siempre actuales
Dios nos juzgará según nuestras obras, es en los comportamientos, donde hay que demostrar que se sigue su voluntad.
 
Las palabras de Juan Bautista siempre actuales




Palabras de Benedicto XVI en el Ángelus del domingo III de Adviento 16 de diciembre 2012


¡Queridos hermanos!

El Evangelio de este domingo de Adviento presenta nuevamente la figura de Juan Bautista y lo describe mientras habla a la gente que llega hasta el al río Jordán para bautizarse.

Dado que Juan, con palabras mordaces, exhorta a todos a prepararse a la venida del Mesías, algunos le preguntan: "¿Qué debemos hacer?" (Lc3,10.12.14).

Esto diálogos son muy interesantes y se revelan de gran actualidad:

1. La primera respuestase dirige a la multitud en general. El Bautista dice: "Quien tenga dos túnicas, de una a quien no tiene ninguna, y quien tiene qué comer haga otro tanto" (v. 11). Aquí podemos ver un criterio de justicia, animado por la caridad:
  • La justicia pide superar el desequilibrio entre quien tiene lo superfluo y quien carece de lo necesario;
  • la caridad empuja a estar atento al otro y a salir al encuentro de su necesidad, en vez de encontrar justificaciones para defender los propios intereses.

    Justicia y caridad no se oponen, pero ambas son necesarias y se completan mutuamente. "El amor será siempre necesario, incluso en la sociedad más justa" porque "siempre habrá situaciones de necesidad material en las cuales es indispensable una ayuda en la línea de un concreto amor por el prójimo" (Enc. Deus caritas est, 28).

    2. La segunda respuesta, que se dirige a algunos "publicanos", es decir recaudadores de impuestos para los romanos. Ya por esto los publicanos eran despreciados, y también porque a menudo se aprovechaban de su posición para robar. A ellos el Bautista no les dice que cambien de oficio, sino que no exijan nada más de lo fijado (cfr v. 13). El profeta, en nombre de Dios, no pide gestos excepcionales, sino sobre todo el cumplimiento honesto del propio deber. El primer paso hacia la vida eterna es siempre la observancia de los mandamientos; en este caso el séptimo: "No robar" (cfr Es 20,15).

    3. La tercera respuesta mira a los soldados, otra categoría dotada de un cierto poder, y por tanto tentada de abusar. A los soldados, Juan les dice: «No maltratéis y no extorsionéis a nadie; contentaros con vuestras pagas» (v. 14). También aquí la conversión empieza por la honestidad y el respeto de los demás: una indicación que vale para todos, especialmente para quien tiene mayor responsabilidad.

    Considerando en su conjunto estos diálogos, impresiona la gran concreción de las palabras de Juan: dado que Dios nos juzgará según nuestras obras, es allí, en los comportamientos, donde hay que demostrar que se sigue su voluntad. Justo por esto las indicaciones del Bautista son siempre actuales: también en nuestro mundo tan complejo, las cosas irían mucho mejor si cada uno observara esta reglas de conducta. Oremos entonces al Señor, por intercesión de María Santísima, para que nos ayude a prepararnos a la Navidad llevando buenos frutos de conversión (cfr Lc 3,8).