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lunes, 10 de diciembre de 2012

ALEGRÍA EN TU CORAZÓN


Alegría en tu corazón
Autor: Eileen Caddy, Libro: Dios me hablo



 Comienza el día con alegría en tu corazón y pala­bras de agradecimiento en tus labios.

Hay tanto por lo cual estar agradecido. Eleva tu con­ciencia de inmediato.

Comenzar el día embotado y confuso no es prove­choso para ti, ni para tu familia, ni para nadie.

Si te sientes con espíritu crítico hacia alguien, encuentra algo en esa persona que sea positivo y bueno.

Con­céntrate en esto hasta que sientas que el amor fluye a través de ti hacia esa persona.

Sé paciente y afectuoso y nunca, en ningún mo­mento, te desesperes por el alma de nadie.

En algún lugar, de algún modo, podrás estar en contacto con eso que traerá nueva vida, alegría y esperanza.

La clave está allí, oculta quizás. Deja que esto sea como la búsqueda del tesoro, una pista que conduce a la próxima, hasta que llega al alma.

La perseverancia es fundamental.

Llegar a algunas almas es más difícil que llegar a otras, pero aquellas son frecuentemente las que nece­sitan ser alcanzadas.

Elige las más difíciles; haz esto con Mi ayuda y Mi guía constante y no podrás fallar.

Bendice todo, da gracias continuamente, llena tu co­razón con amor e irradia esto a todos los que están en contacto contigo.

Reflejo de tus acciones



 Reflejo de tus acciones...
 
Conducía camino a mi casa durante una noche lluviosa; delante de mi iba otro automóvil que constatemente me deslumbraba con una luz proveniente de la parte de  atrás del automóvil.

        Me molesté pues a demás de la lluvia y el estado de la  carretera tenía que lidiar con el destello que aquel automóvil me reflejaba. Pensé que algún niño travieso llevaba algún artefacto luminoso e iba jugando por la carretera.
         
Más adelante llegamos a un semáforo donde un poco molesto me coloqué al ladode  aquel automóvil, cuando se abrió la ventana del otro auto y el conductor me dijo:
         - "Disculpe, pero su luz izquierda está desprendida Debería repararla o puede tener algún accidente"
Me dí cuenta entonces que el reflejo era producto de mi luz averiada Esto me hizo reflexionar mucho sobre lo que pensamos de los demás.
 
A veces una  actitud negativa o mala de otras personas, puede no ser mas que el reflejo de  nuestras acciones en aquella persona. Comprendí entonces las palabras de Jesús  de tratar a los demás como quisiéramos ser tratados, y servir como si fuéramos  los últimos para así ser los primeros.
 
Mantén la paz con tus amigos y compañeros, y antes de criticar o juzgar, mira tu  corazón y piensa si aquello no es el resultado de tus acciones para con aquella persona Y recuerda no juzgar pues con la misma medida serás juzgado, deja el juicio y a Dios, que ES MISERICORDIOSO, lento para enojarse y generoso para
        perdonar.

Vuelo del Alma (Reflexión)


Vuelo del Alma (Reflexión)

Cuando el camino se hace cuesta arriba…
NO LO DEJES

Cuando las cosas andan mal…
NO ABANDONES

Cuando no consigas resultados y se sumen los problemas…
NO TE RINDAS

Cuando quieras sonreír y sólo puedas suspirar…
NO DECAIGAS

Cuando la suerte, te sea adversa y no encuentres fuerzas para seguir…
NO RENUNCIES

Cuando no encuentres compañeros de lucha…
NO TE APURES

¡Hay manos que sostienen las tuyas!
Cree y siente cada minuto de tu vida, deja que tu alma "vuele libre" por los jardines hermosos de la confianza en Dios, que llega donde nuestra visión no puede alcanzar, pero sí donde nuestro corazón puede sentir.
¡Tu alma desea estar libre para darte fuerza y estímulo!
INTENTALO

Cierra los ojos por algunos minutos y deja que tus pensamientos se llenen de Amor.
No podemos cambiar el mundo, ni quitar todo el dolor de la tierra, ni tener resueltos todos nuestros problemas, pero podemos aprender a mirar las cosas, con ojos de Amor.
Si pensamos que todo es pasajero, miremos también con Amor todo lo que nos parece negativo. De esta manera observaremos con felicidad como poco a poco el mal se transforma en bien y las tristezas en alegrías.

Lo que hoy nos hace sonreír fueron las cosas que nos hicieron llorar ayer.
Nuestras necesidades de hoy, también pueden ser las alegrías de mañana.
Las personas se van, los amores se pierden en el tiempo, los problemas se solucionan, hasta el mismo sol se va cada noche para renacer al día siguiente... no te quedes en el medio del camino porque un poco más adelante... ¡te espera la recompensa de Jesús!

ORACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE



ORACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE

Virgen de Guadalupe, Madre de América. Tiende tu protección sobre todas las naciones del Continente y renueva su fidelidad a Cristo y a la Iglesia. Suscita propósitos de equidad y rectitud en sus gobernantes. Protege a los hermanos de Juan Diego para que no sufran discriminación. Cuida a los niños. Guarda la unidad de las familias... Que desde esta tu Imagen manifiestes siempre tu clemencia, tu compasión y tu amparo. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

EL ESPÍRITU SANTO, NUESTRO GUÍA EN ADVIENTO


Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
El Espíritu Santo, nuestro guía en Adviento
Únicamente los sencillos pueden reconocer la voz del Espíritu Santo en su interior, sólo ellos son capaces de dejarse guiar por Él.


El Espíritu Santo, nuestro guía en Adviento

Durante el Adviento no podemos olvidar la presencia del Espíritu Santo que primero actúa profetizando la venida del Mesías, y después, en Jesucristo. Esto es para nosotros una muy especial indicación por parte de Dios Nuestro Señor de que las necesidades que posee el hombre sólo pueden realizarse desde una perspectiva: la del Espíritu Santo. Sin embargo, tampoco podemos olvidar que esto únicamente es posible para el alma que se convierte en dócil instrumento del Espíritu Santo, pues es Él quien nos permite ir llegando con paso firme a todas y cada una de las metas que Dios nos va poniendo a lo largo de la vida. No estamos solos, el Señor no nos abandona. La presencia de Jesucristo en nuestras vidas no es nada más una compañía, es también una guía, una luz. Y nunca olvidemos que esta iluminación quien la realiza es el Espíritu Santo.

El profeta Isaías nos habla de un momento, en los tiempos mesiánicos (cuando venga el Mesías), en que todo será paz, y cómo el Espíritu de Dios colmará el mundo. Dice el Profeta: “Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la Tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar”.

En la Encarnación es el Espíritu Santo el que cubre con su sombra a la Santísima Virgen para que sea engendrado el Hijo de Dios. Y es también el Espíritu Santo el que, cada vez que queremos tener a Cristo en nuestra alma, se hace presente para construir en nosotros la presencia, la vida de Cristo. El Espíritu Santo es el Santificador, es el que realiza en el alma la función de dar vida en el Señor. Es Él quien nos aconseja, guía e ilumina, fortaleciéndonos para que el mensaje que la Navidad viene a traer a nuestras almas se pueda cumplir.

En este Adviento, en este camino hacia la Navidad, hacia la presencia plena de Cristo en nuestra alma, no estamos guiados por una estrella, estamos guiados por el Espíritu de Dios Nuestro Señor. Esto tiene que ser para nosotros una grandísima certeza, tiene que darnos una gran paz y una gran serenidad. Sin embargo, exige de nosotros un entrenamiento que consiste en aprender a escuchar lo que el Espíritu Santo va diciendo a nuestra conciencia, el someter nuestro juicio a lo que Él nos va pidiendo y el ser capaces de amar el modo concreto con el cual va educando nuestro corazón.

Únicamente los sencillos pueden reconocer la voz del Espíritu Santo en su interior, sólo ellos son capaces de dejarse guiar por Él. Si tuviéramos dentro de nosotros esta presencia constante del Espíritu Santo podríamos participar de la acción de gracias que Jesucristo hace al Padre: “Te doy gracias Padre del Cielo y de la Tierra, porque has revelado estas cosas, no a los sabios y entendidos, sino a los sencillos”.

¡Cuántas veces nuestra forma de ver las cosas y nuestros juicios son los que gobiernan nuestras vidas! ¡Cuántas veces pretendemos entender todas las cosas según la cuadrícula de nuestra sabiduría, y nos olvidamos que la sabiduría de Dios es la que tiene que regir nuestra vida!

Cuando leemos las profecías de Isaías, donde aparece el lobo habitando con el cordero, la pantera con el cabrito, el novillo y el león pastando juntos, podría aparecer la pregunta: ¿Todo eso existe? ¿Es un sueño o es una realidad? Lo que el profeta nos está diciendo es que aun aquello que parece imposible al hombre, que en la lógica humana jamás podría llegar a darse, el Espíritu Santo lo puede realizar.

En este Adviento, aprendamos a romper las lógicas humanas, a deshacer nuestras cuadrículas, nuestras formas de ver muchas situaciones, de vernos, incluso, a nosotros mismos. Dejemos a un lado tantas y tantas cosas que clasifican nuestra existencia de una manera determinada y que, en definitiva, la alejan de Dios. Permitamos al Espíritu Santo hablar en nuestra vida, guiarnos e inspirarnos. No es tan difícil, es cuestión de aprender a escuchar, de no hacer ruido en nuestra alma, de ponernos delante de Dios y no oír otra cosa más que a Él, para que nada interrumpa esa comunicación de amor entre Dios y cada uno de nosotros.

Nuestro corazón debe estar dispuesto a escuchar a Dios, para que este tiempo de Adviento, en el que se produce la mayor alegría para el hombre, que es el encuentro con el Señor, no pase con las hojas del calendario, sino que sea un tiempo que permanezca en el corazón. Con una gran apertura interior, permitámosle al Espíritu Santo hablar, para así poder ir quitando todo aquello que nos impiden tener paz en el alma, junto a Cristo en Belén.

El profeta Isaías nos dice: “Aquel día, la raíz de Jesé se levantará como bandera de los pueblos, la buscarán todas las naciones”. ¿Hay en mi alma avidez de Dios? ¿Hay en mi corazón sed de este Cristo, que es la raíz de Jesé? ¿Hay en mi interior el anhelo de encontrarme con Jesús? Si no lo hay, permitamos que el Espíritu Santo vaya cambiando nuestro corazón hasta que Él lo llene. Y pidámosle que en este período de Adviento, Él vaya transformando nuestra existencia de tal manera que nunca nos sintamos solos, para que se pueda cumplir en nosotros la profecía de que somos dichosos porque vemos la presencia de Cristo en nuestra vida, vemos su influjo en la sociedad: “Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis”.