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miércoles, 7 de noviembre de 2012

LAS GAFAS DE DIOS..


Las gafas de Dios

Dicen que un día llegó un hombre al cielo. Su sorpresa fue inmensa cuando descubrió que en la puerta del cielo no había nadie. San Pedro se había ido a alguna emergencia. Siguió avanzando el hombre y descubrió que en la pared estaba el anuncio de despedida de Dios. Se coló y también se dio cuenta de que en el despacho no estaba Dios. Miró todas las estanterías. Curioseó todo
lo que tenía Dios en su despacho. Se fijó largamente en que en la mesa del despacho había unas gafas. Se las puso y comprobó que a través de ellas veía el mundo y a cada hombre que vive en este planeta. Sintió gran curiosidad por saber algo de su socio, el que había trabajado codo con codo con él y se sospechaba que no era buena persona. Las gafas le hicieron descubrir la vida de su socio, sus negocios sucios, su infidelidad a su esposa y, sobre todo, que se había reído de él. En un momento no pudo contener la rabia, tomó la maceta que tenía al lado en la mesa de Dios y trató de tirársela a su socio a la cabeza.

Cuando estaba en el intento de usar violencia contra
aquel de quien tenía tantas sospechas, entró Dios. Le preguntó: “¿Qué haces?”. Le respondió: “Me he puesto tus gafas y no aguanto tanta maldad, tanto pecado”, Dios le miró con cariño y le dijo:

“Has cometido un gran error. Para mirar con esas gafas hay que ponerse antes mi corazón”.

CORAZÓN DE JESÚS enséñanos a mirar con tu corazón.

BUSCO UN CORAZÓN...



 BUSCO UN CORAZÓN...
 Busco un corazón,
pero no un corazón cualquiera.
Tiene que ser uno compatible
con la dureza de los tiempos
en los que vivimos,
para poder soportar las pruebas...

Busco un corazón fuerte,
pero lo suficientemente blando
como para percibir
el dolor de la gente
y sensibilizarme ante ellos...

Busco un corazón
con un ritmo que sea ligero
pero controlado al mismo tiempo,
para que me ayude a tener paciencia
ante las cosas que me parecen injustas,
pero que yo no puedo cambiar...

Busco un corazón estable;
que me dé la seguridad que necesito
para enfrentar mi destino
y saber que todo tiene su lugar
y su tiempo;
que nada ocurre por casualidad...

Busco un corazón
que simplemente ame,
porque el Amor
es la Clave de todo:
del principio y del fin,
de parar o seguir,
de vivir o morir...

Busco un corazón especial...
¿Acaso lo tienes tú?

¿Cómo está mi fe?

Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
¿Cómo está mi fe? La fe que es luz... se puede apagar
Pedirla cada día pues es un relalo de Dios y sostenerla y aumentarla, no es cosa fácil, pero tenemos un ejemplo a seguir.
 
¿Cómo está mi fe?  La fe que es luz... se puede apagar

La puerta de la fe (cf.Hch,14,27) que introduce en la vida de comunicación con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Éste empieza con el Bautismo (cf.Rm 6,4), con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a cuantos creen en Él ( cf.Jn 17,22 ). Profesar la fe en la Trinidad- Padre, Hijo y Espíritu Santo- equivale a creer en un solo Dios que es amor. (cf.Jn 4,8 ) El Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo, eñ Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor. (Benedicto XVI para el Año de la fe)


Las virtudes teologales son tres: Fe, Esperanza y Caridad. Hoy ante la crisis de Fe en el mundo actual nos podemos preguntar: ¿cómo es mi fe?.

Cuando nos sentimos plenos, alegres, felices o cuando hay sufrimiento, cuando hay enfermedad, cuando hay dolor de la índole que sea... ¿cómo está mi fe?. La fe que es luz se puede apagar. El que conoce y ama a Cristo se identifica con Él, en cualquiera de esa circunstancias, y se convierte en apóstol, siendo parte de esa luz y esa fe.

Tener fe y vivir la fe es un riesgo. Un riesgo que nos obliga a dejar el egoísmo que ha hecho nido en el fondo de nuestro corazón, a dejar la pereza, el engaño, los gustos hedonistas, frívolos y llenos de vanidad. Una vida vacía solo llena de cosas perecederas.

Sostener y aumentar la fe no es cosa fácil, pero tenemos un ejemplo a seguir. Jesús es el mejor ejemplo para ayudarnos pues El vino por eso y para eso. En El encontraremos todo lo que nuestro corazón nos pide y desea. La amistad con el Hijo de Dios, es el resultado de una vida sostenida, iluminada y confortada por nuestra fe en El. Y ante todo tenemos que pedirla en la oración de cada día, porque la fe es un regalo de Dios.

Este mundo está necesitado de que seamos portadores de esa FE como miembros de la Iglesia, instituida por Cristo hace más de veinte siglos y tenemos y debemos dar testimonio al mundo de nuestra fe.

No podemos decir que vivimos esa fe si no pedimos perdón o si no sabemos perdonar. Esa humildad y ese perdonar nos identifican como personas de fe, de verdadera y auténtica FE.

El mensaje del Señor resuena en toda la tierra: Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día comunica su mensaje al otro día y una noche se lo transmite a la otra noche. Sin que pronuncien una palabra, sin que resuene su voz, a toda la tierra llega su sonido y su mensaje hasta el fin del mundo. El mensaje del Señor resuena en toda la tierra. (Salmo 18)


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  • Ma. Esther de Ariño