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lunes, 22 de octubre de 2012

ORA Y CONFIA


Ora y confía

Padre, escucha mi oración, atiende mi plegaria, porque en ti confío.

Padre alargo a tí mis manos, porque en ti confió.

Padre, escúchame pronto, porque me falta el aliento y en ti confío.

Padre hazme sentir desde la mañana tu gracia, puesto que confío en ti.

Padre señálame el camino que debo andar, ya que levanto a ti mi alma porque en ti confío.

Padre, enséñame a cumplir tu voluntad, ya que tú eres mi Dios y en ti confío.

Padre que tu buen espíritu me guíe y me conduzca por buenos caminos porque en ti confío.

Padre, por tu Nombre guardarás mi vida; por tu gran compasión me sacarás de las angustias.

Porque en ti confío y confiare por siempre.

Tu hijo/a .

NO PREGUNTES.. COMPARTE!!


No preguntes. ¡Comparte! 
                  Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD

  Estaba pacíficamente sentado un derviche a la orilla de un río, cuando un transeúnte que pasó por allí, al ver la parte posterior de su cuello desnudo no pudo resistir la tentación de darle un sonoro golpe. Y quedó encantado del sonido que su golpe había producido en el cuello del derviche, pero éste se dolía del escozor y se levantó para devolverle el golpe.

“Espera un momento”, dijo el agresor. “Puedes devolverme el golpe si quieres, pero responde primero a la pregunta que quiero hacerte: ¿Qué es lo que ha producido el ruido: mi mano o tu cuello?

Y replicó el derviche: “Responde tú mismo. A mí, el dolor no me permite teorizar. Tú puedes hacerlo porque no sientes lo mismo que yo”.


                                      Anthony de Mello

El dolor, cualquier clase de sufrimiento, no permite teorizar. El que sufre, o se queda en silencio o grita. La Biblia nos muestra al pueblo gritando ante el faraón para obtener el pan, y los profetas siguen gritando contra los tiranos.

Jesús anunció a sus discípulos que El mismo tenía que sufrir: “El Hijo del Hombre debe sufrir mucho” (Mc 8.31). Desde pequeño se familiarizó con el dolor. Sufrió a causa de la muchedumbre incrédula, fue desechado por los suyos, conoció la negación de Pedro y la traición del otro discípulo. Pero fue en la pasión donde se concentró todo el sufrimiento, hasta sentirse abandonado por su Padre Dios (M. 27.46). El “Siervo de Yahvé” sudó sangre y suplicó con lágrimas en los ojos que el Padre le apartase el cáliz.

La humanidad sigue sufriendo. La cruz sigue siendo para muchos escándalo, locura maldición. El dolor es un misterio que no exige explicación o comprensión, sino aceptación.

El cristiano tiene que encajar las contrariedades, las cruces, como el Maestro. El papel de los cristianos no es comer, sino ser comidos (Bernanós). Es la finalidad del trigo y la de todo creyente, para que haya fruto en abundancia.

Al que sufre, no se le hacen preguntas. No. Hay que solidarizarse con él y compartir el dolor como muestra de que se ha acercado uno también al Otro: a Dios.

DAME TUS PECADOS...



        Dame tus pecados

        Una vez oí una historia respecto a un misionero que fue echado en la prisión por los oficiales comunistas rusos, por predicar el evangelio en lo que era la Unión Soviética. No le permitieron a este gran siervo de Dios ver a ningún otro ser humano, y le alimentaban pasándole la comida por debajo de la puerta. Años y años pasaron. Y un día el Señor se le apareció en la prisión.

        El hombre estaba tan agradecido con el Señor por haber venido a verle.

        - ¿Hay algo que pudiera darte para agradecerte? - le pregunto.

        - No, todo es Mío - respondió el Señor - . No hay nada que pudieras darme.

        - Pero, Señor, debe haber algo que pudiera darte para expresar mi gratitud.

        - No hay nada que puedas darme - repitió el Señor -. Hasta tu mismo cuerpo me pertenece. Tu misma vida es Mía.

        - Oh, por favor, debe haber alguna cosa que pudiera darte - el hombre volvió a preguntar.

        - La hay. Dame tus pecados. Eso es todo lo que quiero - dijo el Señor.

PADRE NUESTRO DEL CATEQUISTA

Padre Nuestro del Catequista



Padre, Padre Dios.
Que no es lo mismo que decir Supremo, Magnífico, Todopoderoso, Excelsísimo. Simplemente Padre, Papá. Papito.

Y además, Padre Nuestro, de todos.
No te decimos cada uno por su cuenta, "Padre Mío" expresión de uso exclusivo y egoísta.
Te decimos Padre Nuestro porque nos reconocemos hermanos de todos los hombres e hijos privilegiados tuyos.
Un Dios que eligió amarnos y darnos la vida por amor. Un Dios que quiso crearnos hijos. Ni súbditos, ni esclavos: Hijos.
Por eso, te decimos: "Padre", Te decimos "Nuestro" y nos comprometemos a presentarte así ante nuestros hermanos; Que nuestra actividad catequística siempre ayude a mostrarte como Padre. A contar tus maravillas y a transmitir Tu Amor, a los que no saben de Él.

Padre Nuestro que estás en el cielo.

Reconocemos que son lo más grande que hay; Que estás en el cielo.
Pero no un "cielo" lejano; un "cielo" que es Reino tuyo que ha sido anunciado a nosotros, tus hijos. Y que podemos empezar a vivir desde ya.

Santificado sea Tu Nombre!
Sí, que todos los hombres te conozcan y reconozcan Tu Nombre por sobre todo nombre. Que nadie hable blasfemia en nombre tuyo; que no se mate ni se robe, ni se censure, ni se discrimine en Tu Nombre, como muchos lo hacen.
Que Tu Nombre sea Santificado. Respetado, Conocido por los hombres.
Que nuestra labor como catequistas contribuya a difundir tu nombre y que podamos hacerlo con claridad y transparencia. Que nunca nos anunciemos "a nosotros mismos", buscando prestigio o ascendiente delante de los demás sino que siempre te anunciemos a Vos.

Padre Nuestro, que Venga a nosotros Tu Reino.
Tu Reino de justicia, paz, amor y libertad. Que venga a nosotros ya.
Que seamos capaces de empezarlo a vivir en medio de los abatares cotidianos. Que nuestra catequesis sean verdadero anuncio del reino.
Que hagamos una catequesis profética, en la que el anuncio y la denuncia aporten sabiduría a nuestra comunidad. Que sepamos leer tu paso por la historia.
Padre Nuestro Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Te pedimos con insistencia, que se realice Tu Voluntad, en el mundo, entre nosotros, como ya se realiza en el Reino.
Que seamos capaces de darnos cuenta que Tu Voluntad es, como dice Pablo: "Que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la Verdad". Que seamos capaces de comprender que Tu Voluntad es, como dice Jesús: "Que nos amemos los unos a los otros como Él nos amó". Ayúdanos a ser claros para contar a todos esta, la esencia de Tu Voluntad. Que nuestra catequesis permita descubrirla y sea el camino para vivirla.

Danos hoy nuestro pan de cada día.
Te lo pedimos con toda confianza. Danos el pan como nos diste la vida, danos el alimento material y espiritual de tu mano providente.
Confiamos en Vos, aunque sabemos que debemos poner nuestro esfuerzo y nuestro trabajo para ganar ese pan. Padre, nuestra petición no es pasiva, es compromiso porque decimos con San Benito que te rezamos como si todo dependiese de Vos pero queremos hacer nuestro trabajo como si todo dependiese de nosotros. Que así sea en nuestra catequesis. Que nuestra dedicación y nuestro esmero sea como si
todo dependiera de nosotros pero sin olvidar que la conversión de la persona siempre depende de Vos.

Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
Y también perdona esta audacia de pedirte que nos perdones de la misma manera que nosotros perdonamos, mejor, enséñanos a perdonar como sabemos que Vos perdonas. Enséñanos a amar como Vos nos amas.
Enséñanos a ser misericordiosos como Vos sois misericordioso.
Enséñanos a ser perfectos como Vos sois perfecto. Que nuestra catequesis sea verdadera escuela del perdón. Que aprendamos a arrepentirnos del mal que cometemos. Que aprendamos a dolernos de los males que provocamos. Que aprendamos a decir perdón por todas nuestras fallas.

Padre Nuestro no nos dejes caer en la tentación.

Sabemos que estamos rodeados de tentaciones y sabemos que no sois Vos quien nos tienta sino el Mal. No te pedimos que nos esquives las tentaciones, siempre van a estar pero danos tu espíritu para no "entrar en su juego".
Los catequistas estamos tentados por muchas cosas. Las tentaciones comunes de cualquier mortal y las tentaciones propias de nuestro ministerio catequístico. Muchas veces nos creemos mejores que otros por ser catequistas o somos soberbios en nuestra fe o nos consideramos "superados" en nuestra relación con Vos. Es una gran tentación, Padre. Porque, muchas veces, no sabemos aprovechar como es debido Tu cercanía y tu confianza.

Padre Nuestro, líbranos del mal.
No te pedimos que nos saques del medio del mundo. Te pedimos que nos libres del mal aunque tengamos que convivir con Él. El horror, el hambre, los abusos y atropellos a las personas, el egoísmo, la mentira, el error, el pecado....
El mal. Líbranos del mal.

Padre Nuestro, nos ponemos en tus manos.

Somos catequistas por obra de Tu Gracia y no por nuestros méritos.
Que seamos dignos de anunciarte y encender la llamita del fuego sagrado en el corazón de los hombres.
Necesitamos tenerte cerca para sentirnos seguros y andar por el camino de la vida teniéndote a Vos, por compañía.

Amén.

PENSAMIENTO DE JUAN PABLO II

La familia está llamada a ser templo, o sea, casa de oración: una oración sencilla, llena de esfuerzo y ternura. Una oración que se hace vida, para que toda la vida se convierta en oración.

Beato JUAN PABLO II