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martes, 10 de julio de 2012

LA VIRGEN DEL CARMEN MADRE DE TODOS


La Virgen del carmen Madre de todos
Autor:  Padre Eusebio Gómez Navarro OCD 
        


Muchas son las advocaciones con las que invocamos a María. La Virgen del Carmen ha sido una de las devociones más populares durante setecientos años. Muchos cristianos se han sentido protegidos por María con el Escapulario. El escapulario es un signo especial de la protección de María, madre y hermana nuestra. El Escapulario del Carmen nos compromete a vivir como María, a ser personas orantes, a estar abiertos a Dios y a las necesidades de los hermanos.

María fue la favorecida de Dios, la “llena de gracia”. Sabía que el Señor estaba con ella, sentía su presencia. Dios se había fijado en su humildad y cuidaba de ella. Estaba arropada por la fuerza de Dios. No podía temer a nada ni a nadie. María conocía el corazón de Dios, sabía de su infinita misericordia. Por eso, lo alababa y adoraba. Vivía de Dios, con Dios y para Dios.

Concibió y dio a luz a su hijo, “el Hijo del Altísimo” a quien puso por nombre Jesús, Salvador de cada pueblo y de todos aquellos que creen en él. En su vientre había llevado a Jesús y facilitó que estuviera en su corazón durante toda su vida.

María fue una mujer sencilla. Se ubicó entre los socialmente considerados inferiores, entre los que no tienen ni voz ni voto. Todos los necesitados tenían cabida en su corazón. Sin demora ni tardanza se puso en camino para atender a su pariente Isabel, para llevarle al Dios de la vida, para asistirla y ayudarla.

María tiene muchos títulos. Entre todos ellos, todos hermosos y grandes, sobresale el de ser  Madre de Cristo y Madre nuestra. María es Madre de la Iglesia. Como dice Pablo, sufre por ella dolores de parto hasta ver a Cristo formado en cada uno de los creyentes. Ella cuida de sus hijos, como buena madre,  durante la vida y en la hora de la muerte. Ella ayuda a caminar con Jesús y a esperar hasta el final.

María estuvo junto a su hijo en todos los momentos de su vida. En las alegrías y, sobre todo, en el momento de la cruz. Lo acompañó hasta la tragedia final del Calvario. Ella, la Dolorosa, también está cercana a nuestras penas y sufrimientos cotidianos. Los pobres, los enfermos, los que sufren, alcanzan de María la fuerza y ayuda para sobrellevar con fe una vida plagada de dificultades.

La historia y la leyenda nos han mostrado a la Virgen del Escapulario siempre cercana a todos aquellos que, viviendo momentos difíciles y amargos, han acudido a ella pidiendo su protección.

            Llevar el Escapulario de la Virgen del Carmen es ponerse, como ella, un vestido nuevo, el ropaje de la fe, de la alegría...

Sí, hemos sido revestidos de Cristo y, como María, debemos permanecer fieles a Dios hasta el final.

PANCAKES...

 Pancakes

            El pequeño Luis de seis años decidió una mañana prepararles pancakes a sus papás para desayunar.
        Encontró un gran tazón y una cuchara, acercó una silla a la mesa, y trató de alzar el pesado paquete de harina para abrirlo. La mitad del paquete quedó desparramada entre la mesa, la silla y el suelo. Tomó toda la que pudo con sus manitas y la puso dentro del tazón, y después le puso un poco de leche y azúcar, haciendo una mezcla pegajosa que empezaba a chorrear por los bordes.
        Además habían ya pequeñas huellas de harina por toda la cocina, dejadas por él y su gatito.

        Luis estaba totalmente cubierto con harina, y estaba empezando a frustrarse.
        El quería darles una sorpresa a sus papás haciendo algo muy bueno, pero todo le estaba saliendo al revés. No sabía qué más había que agregar a su pasta, o si había que hornear los pancakes, pues ni siquiera sabía como usar el horno. Cuando miró otra vez la mesa, su gatito estaba lamiendo el tazón, por lo que corrió a apartarlo de la mesa, pero por accidente se volcó el cartón de leche y además se quebraron unos huevos que habían sobre la mesa al caer al suelo. Intentó agacharse a limpiarlo pero se resbaló y quedó con toda su pijama pegajosa, llena de harina y huevo.

        En ese momento vio a su papá de pie en la puerta.
        Dos grandes lágrimas se asomaron a sus ojos.
        El sólo quería hacer algo bueno, pero en realidad había causado un gran desastre.
        Estaba seguro de que su papá lo iba a regañar y muy posiblemente a castigarlo.
        Pero su papá sólo lo miraba en medio de aquel desorden. Entonces, caminando encima de todo aquello, tomó en sus brazos a su hijo que lloraba, y le dio un gran abrazo lleno de amor, sin importarle llenarse él mismo de harina y huevo.

        Así es como Dios nos trata. A veces tratamos de hacer las cosas bien, pero sin quererlo terminamos haciendo un desastre. Nuestra familia se pelea, insultamos a un amigo, o hacemos mal nuestras obligaciones, o desordenamos nuestra vida.

        Otras veces sólo podemos llorar, porque ya no sabemos qué más hacer.

        Entonces es cuando Dios nos toma en brazos, nos perdona y nos demuestra que nos ama, sin importarle que pueda ensuciarse con nuestra suciedad.

        Pero por el simple hecho de habernos equivocado, no debemos dejar de "preparar pancakes" para Dios o para alguien especial...
        Tarde o temprano lo lograremos, y Dios estará orgulloso de nosotros, porque no nos dimos por vencidos...

PARA LEVANTAR EL ANIMO...

 
Para levantar el ánimo
Autor: Madre Teresa de Calcuta



Si eres amable,
las personas pueden acusarte de egoísta e interesado...
Aun así se gentil.

Si eres un triunfador,
tendrás algunos falsos amigos y algunos enemigos verdaderos...
Aun así triunfa.

Si eres honesto y franco, las personas pueden engañarte...
Aun así se honesto y franco.

Lo que tardaste años para construir, alguien puede destruirlo en un minuto...
Aun así... Construye

Si tienes paz. Y eres feliz, las personas pueden sentir envidia...
Aun así... Se feliz.

El bien que hagas hoy, puede ser olvidado mañana...
Aun así... Haz el bien.

Da al mundo lo mejor de ti, aunque eso pueda ser nunca suficiente...
Aun así... da lo mejor de ti mismo.

y recuerda que, al fin de cuentas... Es entre Tu y DIOS.
¡Nunca fue entre tu y los demás!

No soy totalmente feliz aquí, pero quiero serlo

Autor: P. Juan Antonio Ruiz J., L.C. | Fuente: www.la-oracion.com
No soy totalmente feliz aquí, pero quiero serlo
Soy peregrino en este mundo, que va de paso, que está dirigiéndose a su patria: a la eternidad con Dios.
 
No soy totalmente feliz aquí, pero quiero serlo
Aquí tienes mi corazón ansioso, ensanchado por el inmenso deseo de las realidades futuras, que desde hace mucho tiempo está suspirando por ti, por el regreso a la patria: desea, antes que amanezca, contemplar ya aquí en la tierra los gozos de la felicidad futura. Desea saber qué gozos esperan a las almas de los difuntos después de la muerte del cuerpo, y qué glorificación se les añade después de recibir sus cuerpos. [...]
Yo, queriendo volar al interior de aquella patria, de la que se dicen tantas cosas, te pido subir por Ti, que eres el camino; que no te ofenda a Ti, que eres la verdad; que llegue a Ti, que eres la vida. Que de ninguna manera me separe de Ti, que eres el camino de la felicidad plena; que de ningún modo desista por la dificultad de estas cosas, sino que subiendo por Ti, al morir no sufra [el ataque del] al ladrón, y, una vez muerto, no lleve al acusador [conmigo]
(San Julián de Toledo, La oración que Julián dirige a Dios).


¿A quién no le gusta reírse a carcajada limpia? Estoy seguro que todos disfrutamos un buen chiste, una puntada cómica. Y si eso viene acompañado de imágenes, todavía más. Como las películas o series de televisión divertidas -para quienes las ven- que logran hacernos olvidar muchas veces las preocupaciones de todos los días.

Me vino esto a la mente cuando veía una entrevista que Andreu Buenafuente, humorista español, le hizo a Mons. Xavier Novell, obispo de Solsona (España). Y lo admito: me dio mucha rabia. No porque Mons. Xavier no respondiese bien, pues estuvo bastante bien a decir verdad. Lo que me enojó fue ver que gente con mucho talento en el mundo del espectáculo, como el caso de Buenafuente, no sean creyentes y que, en numerosas ocasiones, critiquen y ridiculicen a la Iglesia y a Dios. Y entiéndanme, sé que ataques siempre habrán, pero es que creo que los cómicos y humoristas pueden tener un papel fundamental en mostrar lo que será el cielo en la eternidad: una risa sin fin, un eterno sentirse llenos por dentro, una compañía de Dios que nunca se acabará.

¿No les pasa a ustedes? A mí siempre me viene un deseo profundo de dejar de sufrir, de que los malos momentos no sucedan más, que ya no tenga tragos amargos en mi vida. Y luego, en contrapartida, desearía detener el segundero del reloj cuando le doy un abrazo a un ser querido, cuando paso un buen momento con los amigos, cuando tengo a Cristo en mis manos como sacerdote. Y aunque en ocasiones deseo callar mi corazón, es tal el anhelo de felicidad que no puedo hacerme ilusiones: mis ansias de eternidad son mayores.

San Julián de Toledo era muy consciente de este sentimiento dentro del corazón del hombre y por ello dedicó gran parte de su vida a estudiar y meditar la eternidad. Prueba de ello es este extracto de la bellísima oración que le dirige a Dios: una oda a la búsqueda que todo ser humano tiene de felicidad. Es un sentirse peregrino en este mundo, que va de paso, que está dirigiéndose a su patria. Dialogar con Dios de estas realidades no es sólo recomendable, sino necesario. De hecho, algunos maestros de la vida espiritual recomiendan poner ante nuestros ojos estas realidades futuras por lo menos una vez por semana.

Ésta es, creo yo, la gran enseñanza que San Julián nos deja y que debemos tatuarnos en el alma con el fuego de la oración: soy peregrino, esta vida es a fin de cuentas sólo pasajera. Y aunque debo trabajar y ayudar en la sociedad aquí, el apellido de mis actos sólo puede ser "eternidad". Si no, la felicidad seguirá rondando nuestro corazón, sin tocarlo del todo en este mundo.

¿Y los humoristas qué pintan en todo esto? Pues mucho. Porque cada vez que reímos, tocamos un poco la orla del manto de la eternidad y nos sentimos plenos. Y por eso un buen comediante, si es creyente, puede ser un buen predicador. Tal vez por eso que me he tomado muy en serio la petición que el mismo Andreu Buenafuente le hizo a Mons. Xavier Novell al final de la entrevista mencionada.

Decía: "Si habla usted con Dios, hable bien de nosotros. Porque a lo mejor no vamos mucho a misa, pero nos gusta ser buenas personas". ¡Cuenta con ello, Andreu!