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martes, 5 de junio de 2012

¿DEMASIADO TARDE?


¿Demasiado Tarde?
Autor: Marta Botta


El día se divide en 24 horas. Levantarse “temprano” significa haberlo hecho en las primeras horas de la mañana. De la misma manera que acostarse “tarde” es cuando lo hacemos cerca de la medianoche o entrada la madrugada.

Llegar tarde a una reunión o cita es haber acudido al lugar pasados varios minutos de la hora pactada.

Ahora bien, al emplear la frase “es demasiado tarde” ya sea “para tener un hijo”, “para empezar a estudiar una carrera”, “para aprender a nadar o cualquier otra actividad nueva”, “para comenzar una relación”, “para cambiar”, o sea cuestiones que no tengan que ver puntualmente con el movimiento de las agujas del reloj... ¿sobre qué nos basamos para decir que “es tarde”? ¿Acaso para empezar a estudiar tenemos que comenzar a una hora determinada? No, pero si se nos ocurre emprender una carrera pasado los 30 años, parecería que ya se nos vino la noche, “es tarde”.

Es tarde para nosotros o es tarde para la gente en general? Porque la sociedad en este sentido es bastante lapidaria al imponer, o al menos pretender imponer, determinados parámetros sin tener en cuenta los valores del ser humano.

Si observamos los requisitos para cubrir un puesto laboral, importa más la edad del postulante que su experiencia. Y se contradicen, porque piden personal “con experiencia” pero no mayor de 22 años. ¿Qué experiencia puede tener alguien que recién comienza a trabajar?

Además lo curioso es que, a pesar de cumplimentar con el requisito: “con experiencia”, no eligen a alguien de más de 40 años, tal vez porque requiere de mayores exigencias, como por ejemplo, un mejor sueldo, acorde con su currículum?

Valores materiales vs. valores espirituales.

Lamentablemente, en el mundo de hoy prevalecen los valores materiales sobre los espirituales.

Los que sobrepasamos esta edad, al menos para esta sociedad, no somos aptos para cubrir puestos laborales, somos “viejos”, se nos hizo “tarde”. Como así también somos víctimas de las críticas al iniciar o realizar actividades que según “estos parámetros” son para gente más joven.

Sería bueno estudiar el por qué la sociedad nos sentencia: “a partir de los 40 años de edad está prohibido gozar de la plena libertad del ejercicio de vuestros deseos y derechos”.

Entonces ahí es cuando sentimos que remamos contra la corriente, ya que la mayoría van, cual rebaño, todos para un mismo lado. Y este remar contra la corriente nos cansa, desgasta, deprime y aletarga, haciéndonos sucumbir ante los ojos de una sociedad represora.

Ahora bien, si tuvieras que escoger entre una oveja y un lobo, con cuál te identificas mejor?. Entonces si ya sabes que eres un lobo, porqué acompañas a las ovejas y tomas actitudes de oveja amenazada por la presencia de un lobo? Perdón, tu no eres un lobo?. De qué te asustas? Porque debes hacer lo que los demás hacen? Y los “demás” están seguramente en la misma condición. Les colocan a todos el disfraz de “ovejas” cuando en realidad tal vez sean perros, gatos o también lobos como tú.

El tema pasa por saber quiénes somos en realidad y no ser como quieren los demás. ¿Deberíamos formar parte del rebaño si somos lobos? ¿Por qué tienes que dejar que te esquilen la piel cual oveja si en realidad eres un león?.

Aunque seamos perseverantes, no siempre triunfamos, porque cuando gestionamos un emprendimiento, nos topamos con los condicionamientos que surgen de la sociedad. Y por otro lado está lo concerniente al individuo que, al refugiarse en la frase “es demasiado tarde”, encuentra allí la excusa perfecta para no embarcarse en un proyecto nuevo, evitando de esta manera, correr ciertos riesgos. Con esta actitud, lo único que se logra es postergar los proyectos, y posponer indefinidamente la realización como personas.


Sugerencias:

Seguir nuestros anhelos y proyectos.

Tratar de no dejarse influenciar por las opiniones negativas y opuestas de los demás. 

Remar contra la corriente no significa ir en contra de la gente, sino querer llegar a nuestro destino final, que no siempre coincide con el lugar escogido por los demás.

Cuando veas una pared por delante, puedes escoger entre estos dos caminos:

1) Quedarte estático delante de ella pensando que no puedes saltar semejante pared, y agachar resignado y derrotado la cabeza.
2) Retroceder unos pasos, mirar hacia arriba y ver que no es tan alta, que es una simple medianera que puedes, aunque sea con esfuerzo, saltar o no. Pero si la saltas tendrás la oportunidad de ver el camino por seguir. 

Lo importante es como te ves a ti mismo





INTELIGENCIA EMOCIONAL


Inteligencia emocional

        Uno de los libros de más venta en E.U., Canadá y otros países, invita a un gran cambio en la valoración propia y ajena.

        Se titula "Inteligencia emocional" y supone una recuperación de nuestra dimensión afectiva.

        Nos ahogamos en una sociedad en la que pensamos poco y sentimos menos.

        Una cultura que ha supervalorado la razón en detrimento de lo espiritual y lo emocional.

        Pero el mundo avanza y, aunque los pesimistas no lo crean, se está acabando el reinado de la diosa razón.

        Ya haya empresas que realizan test emocional a sus a sus empleados y cada día le dan más importancia a este campo.

        Saben que sin equilibrio emocional de poco sirven los títulos y los muchos conocimientos. No quieren más doctores y peritos esclavos de la ira, el egoísmo, el sexo, el alcohol o la droga.

        Sí, más que datos necesitamos amor, más que saber mucho, nos hace falta sentir mucho. Lo que necesitamos es inteligencia emocional.

CRISTO RESUCITADO CAMINA EN MEDIO DE NOSOTROS

Autor: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net
Cristo resucitado camina en medio de nosotros
El jueves celebramos la gran solemnidad de Corpus Christi. Meditemos las palabras de SS Benedicto XVI.
Cristo resucitado camina en medio de nosotros

¡Queridos hermanos y hermanas!

La fiesta del Corpus Domini es inseparable a la del Jueves Santo, de la Misa de Caena Domini, en la que celebramos solemnemente la institución de la Eucaristía. Mientras que en la noche del Jueves Santo se revive el misterio de Cristo que se ofrece a nosotros en el pan partido o en el vino derramado, hoy, en la celebración del Corpus Domini, este misterio se ofrece a la adoración y a la meditación del Pueblo de Dios, y el Santísimo Sacramento es llevado en procesión por las calles de las ciudades y de los pueblos, para manifestar que Cristo resucitado camina en medio de nosotros y nos guía hacia el Reino de los Cielos.

Lo que Jesús nos ha dado en la intimidad del Cenáculo, hoy lo manifestamos abiertamente, porque el amor de Cristo no está reservado a algunos pocos, sino que está destinado a todos.

(...) En la Eucaristía sucede la transformación de los dones de esta tierra -el pan y el vino- con el fin de transformar nuestra vida e inaugurar así la transformación del mundo. (...)

En la Última Cena, en la vigilia de su pasión, agradeció y alabó a Dios y, de esta manera, con la potencia de su amor, transformó el sentido de la muerte a la que iba a enfrentarse.

El hecho de que el Sacramento del altar haya asumido el nombre de Eucaristía -acción de gracias- expresa esto: que la transformación de la sustancia del pan y del vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo, es fruto del don que Cristo ha hecho de sí mismo, don de un Amor más fuerte que la muerte, Amor Divino que lo ha hecho resucitar de entre los muertos. Esta es la razón por la que la Eucaristía es alimento de vida eterna, Pan de la vida.

(...)

Todo procede de Dios, de la omnipotencia de su Amor Uno y Trino, encarnado en Jesús. En este Amor está inmerso el corazón de Cristo; por esto sabe agradecer y alabar a Dios incluso frente a la traición y a la violencia, y en este modo cambia las cosas, las personas y el mundo.

Esta transformación es posible gracias a una comunión más fuerte que la división, la comunión de Dios mismo. La palabra "comunión", que nosotros usamos para designar la Eucaristía, reasume en sí mismo la dimensión vertical y la horizontal del don de Cristo. Es muy bella y elocuente la expresión recibir la comunión referida al hecho de comer el Pan eucarístico. Cuando realizamos este acto, entramos en comunión con la vida misma de Jesús, en el dinamismo de esta vida que se da a nosotros y por nosotros.

Desde Dios, a través de Jesús, hasta llegar a nosotros: una única comunión se transmite en la Santa Eucaristía. Lo hemos escuchado, de las palabras del apóstol Pablo dirigidas a los cristianos de Corinto: “ La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan.(1 Cor 10,16-17).

(...)


Así la eucaristía, mientras que nos une a Cristo, nos abre a los demás, nos hace miembros los unos de los otros: ya no estamos divididos, sino que somo una sola cosa en Él. La comunión eucarística me une a la persona que tengo al lado, y con la que, quizás, ni siquiera tengo una buena relación, y también nos une a los hermanos que están lejos, en todas las partes del mundo. De aquí, de la Eucaristía, deriva, por tanto, el sentido profundo de la presencia social de la Iglesia, como testifican los grandes Santos sociales, que fueron siempre grandes almas eucarísticas.

Quien reconoce a Jesús en la Hostia Santa, lo reconoce en el hermano que sufre, que tiene hambre y sed, que es forastero, desnudo, enfermo, encarcelado; y está atento a todas las personas, se compromete, de modo concreto, por todos los que tienen necesidad.

Del don del amor de Cristo proviene, por tanto, nuestra especial responsabilidad de cristianos en la construcción de una sociedad solidaria, justa y fraterna. Especialmente en nuestra época, en la que la globalización nos hace, cada vez más, dependientes los unos de los otros, el Cristianismo puede y debe hacer que esta unidad no se construya sin Dios, es decir, si en el Verdadero Amor, lo que daría lugar a la confusión, al individualismo, y la opresión de todos contra todos.

El Evangelio mira desde siempre a la unidad de la familia humana, una unidad no impuesta por las alturas, ni por intereses ideológico o económicos, sino a partir del sentido de responsabilidad de los unos hacia los otros, porque nos reconocemos miembros de un mismo cuerpo, del cuerpo de Cristo, porque hemos aprendido y aprendemos constantemente por el Sacramento del Altar que la comunión, el amor es la vía de la verdadera justicia.

Volvemos ahora al acto de Jesús en la Última Cena. ¿Qué sucedió en ese momento? Cuando Él dijo: Este es mi cuerpo que he dado por vosotros, esta es mi sangre derramada por vosotros y por todos los hombres, ¿Qué sucede? Jesús en este gesto anticipa el suceso del Calvario. Él acepta por amor toda la pasión, con su sufrimiento y su violencia, hasta la muerte de cruz; aceptándola de este modo, la transforma en una acto de donación.

Esta es la transformación que el mundo necesita, porque lo redime desde el interior, lo abre a las dimensiones del Reino de los cielos.. Pero esta renovación del mundo, Dios quiere realizarla siempre a través de la misma vía seguida por Cristo, este camino, que es Él mismo. No hay nada de mágico en el Cristianismo. No hay atajos, sino que todo pasa a través de la lógica humilde y paciente de la semilla de grano que se parte para dar la vida, la lógica de la fe que mueve las montañas con el suave poder de Dios. (...)

Mediante el pan y el vino consagrados, en los que están realmente presentes su Cuerpo y su Sangre, Cristo nos transforma, asimilándonos a Él: nos implica en su obra de redención, haciéndonos capaces, por la gracia del Espíritu Santo, de vivir según su misma lógica de donación, como semillas de grano unidos a Él y en Él. Así se siembran y van madurando en los surcos de la historia, la unidad y la paz, que son el fin al que tendemos, según el diseño de Dios.

Llevando dentro de nosotros el Cuerpo del Señor, como la Virgen María en el misterio de la Visitación. Con la humildad de sabernos simples semillas de grano, custodiamos la firme certeza de que el amor de Dios, encarnado en Cristo, es más fuerte que el mal, que la violencia y que la muerte.
Sabemos que Dios prepara para todos los hombres, cielos nuevos y tierra nueva, en la que reinan la paz y la justicia, y en la fe entrevemos el mundo nuevo, que es nuestra verdadera patria. También esta tarde, mientras se pone el sol sobre nuestra amada ciudad de Roma, nosotros nos ponemos en camino: con nosotros está Jesús Eucaristía, el Resucitado, que dijo "yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20).

¡Gracias, Señor Jesús! Gracias por tu fidelidad, que sostiene nuestra esperanza. Quédate con nosotros, porque se hace de noche. Buen Pastor, verdadero Pan, ¡Oh Jesús! ¡Piedad de nosotros; aliméntanos, defiéndenos, llévanos a los bienes eternos, en la tierra de los vivos! Amén.


Atrio de la Basílica Papal de San Juan de Letrán. Jueves, 23 de junio del 2011. HOMILIA DEL PAPA BENEDICTO XVI EN LA PROCESION DEL CORPUS CHRISTI

Nardo del 5 de Junio: ¡Oh Sagrado Corazón, qué tierno eres!


Nardo del 5 de Junio:
¡Oh Sagrado Corazón, qué tierno eres!

Meditación: Dicen que una vez la Santísima Virgen a un niño se le presentó, le habló del Amor y de su Corazón, pero el niño que sorprendido la escuchaba se atrevió a preguntarle por el Niño Dios. De tal modo, una conversación parecida a ésta se escuchó:
Perdón, Virgen María, ¿pero si voy al Cielo voy a poder jugar con el Niño Jesús?. La Virgen sonriendo contestó: "Sí, en el Cielo se te da todo lo que buscas con un corazón de niño". El pequeño prosiguió: ¿Al fútbol también podré jugar con El?. La Virgen contestó: Si así lo deseáis... El niño: Ah, pero siempre va a ganar Jesús, porque El es el mejor, es Dios. La Virgen, llena de ternura, contestó: "No, mi amor, porque en el Cielo no hay competencia y mi Jesús siempre deja ganar…". A lo que el niño, poniéndose a llorar respondió: "Entonces yo no quiero ganar, sólo quiero ser como Jesús...".
¡Qué lección la de la Madre de Dios!. Ella nos muestra la humildad y la ternura del Corazón de Su Hijo, que todo nos da, nos deja hasta querer ¨ganar¨ para que podamos aprender a ser como El, y ver que el Rey, todo Poder, trabaja en la pequeñez. ¿Qué nos queda entonces a nosotros?.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Que tratemos de ser niños guiados por la voz de nuestra Madre, practicando la humildad.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.