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lunes, 23 de abril de 2012

CAMINANDO CON FE


Caminando con fe

"El que con fe se acerca a Dios, no vuelve con la canasta vacía"

"Fe es lo que da valor a las cosas que no podemos ver"

"Fe es acercarse a Dios"

"Fe es llevar fruto aun en la debilidad"

"Fe es la palabra de aliento para los que están en sufrimiento"

"Fe es la justificación que tenemos para lograr la paz
con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo"

"Fe es lo que recibimos al oír la palabra de Dios"

"Fe es la que debe permanecer en nuestros corazones,
junto con la esperanza y el amor."

"Fe es lo que nos hace caminar confiados en los senderos
espirituales"

"Fe es el escudo o defensa que tenemos los cristianos
para rechazar

"Fe para vivir con gozo y fe para morir en paz"
gracia santificante, la he recobrado ahora por este acto de amor a Dios. Hago propósito de confesarme en el momento más oportuno.

GENEROSIDAD


Generosidad...

La vida es un cielo armónico entre el dar y el recibir. Mientras más das más recibes, si das con alegría.

El placer de dar nos introuce en la corriente inextinguible del amor.

Un amor que nos mueve a dar y a darnos sin medida y a vivir unidos.

En el flujo generoso del dar y del recibir hallamos nuestra felicidad buscando la felicidad de los demás.

Y la clave está en enseñarnos a dar siempre algo a los otros, conscientes de que es mucho lo que podemos ofrecer.

Toma hoy la decisión de dar siempre algo a cada persona que te encuentres y tu vida se llenará de amor y de alegría.

No se trata de dar cosas sino de regalar tiempo, una sonrisa, un abrazo, una flor, una tarjeta, un estímulo, una oración.

Ora hoy por 3 personas que trates o que veas y ese don silencioso te dará felicidad. Es un excelente modo de amar sin interés.

En saber dar y saber recibir está uno de los principios de la paz interior que anhelas y que es fuente de felicidad. Como decía Jesucristo: Hay más alegría en dar que en recibir.

EL MUNDO DE LA MISERICORDIA

Autor: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net
En el mundo de la misericordia
Nos sorprende ese Dios de misericordias que busca, que rescata, que cura, que salva. Precisamente cuando no lo merecíamos.
 
En el mundo de la misericordia
Nos sorprende tanto amor de Dios. Porque le dimos motivos para la ira y respondió con su perdón. Porque nos alejamos de sus brazos y no dejó de caminar a nuestro lado. Porque le olvidamos en nuestras alegrías y esperó a que le diéramos gracias. Porque protestamos en la hora del sufrimiento y no se ofendió por nuestras quejas.

Es un amor que va mucho más allá de lo que podamos esperar, que no se explica por lo que podamos merecer. Ama simplemente, sin condiciones, porque es Dios, porque tiene entrañas de misericordia.

Su amor da sentido a la vida. Porque nos quiso empezamos a existir. Porque nos quiere seguimos en este camino de maravillas y de lágrimas. Porque siempre nos querrá tenemos un lugar preparado en el cielo, en nuestra casa eterna.

Nos sorprende ese Dios de misericordias que busca, que rescata, que cura, que salva. Precisamente cuando no lo merecíamos, cuando más lejos estábamos, cuando vivíamos de egoísmos, cuando habíamos pisoteado la justicia.

Así es Dios, un enamorado lleno de pasión por cada uno de sus hijos.

Si escuchamos su llamada discreta y constante, si le abrimos una puerta en nuestras vidas, entrará, limpiará, curará, salvará. (cf. Ap 3,20).

Sólo quien ha sido tocado por ese amor comprende la maravilla de ser hijos de un Padre tan bueno.

Es entonces cuando podemos dejar egoísmos, romper perezas, quitar rencores, empezar a vivir en el mundo de la misericordia y del perdón.

A nosotros se nos perdonó mucho, muchísimo. También nosotros tenemos que perdonar a nuestro hermano (Lc 6,36-38). Seremos entonces semejantes a Dios, que es amor, misericordia y paciencia sin límites.


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