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jueves, 19 de enero de 2012

NO IMPORTA...


No importa...

La gente por lo general, sólo se preocupa por sí mismo.
No importa, quiérela y ten fe en ella.

Si obras bien, dirán que es por motivos ulteriores egoístas.
No importa, obra bien.

Si prosperas, ganas falsos amigos y enemigos verdaderos.
No importa, prospera.

El bien que hagas hoy, se olvidará mañana.
No importa, haz el bien.

Hay gente que necesita ayuda, mas puede atacarte si lo ayudas.
No importa, ayúdala.

En construir, puede ser destruido mañana.
No importa, construye.

Lo que tardas en construir, puede ser destruido mañana.
No importa, construye

ORACIÓN A JESÚS SOLITARIO EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Oración a Jesús solitario en el Santísimo Sacramento

¡Oh Divino Jesús! que durante la noche estáis solitario en tanto tabernáculos del mundo, sin que ninguna de vuestras criaturas vaya a visitaros y adoraros. Yo os ofrezco mi pobre corazón, deseando que todos sus latidos sean otros tantos de amor y adoración. Vos, Señor, estáis siempre en vela bajo las especies Sacramentales, vuestro amor misericordioso nunca duerme ni se cansa de velar por los pecadores.

¡Oh Jesús amantísimo!, ¡Oh Jesús solitario!, haced mi corazón cual lámpara encendida; en caridad se inflame y arda siempre en vuestro amor. Vela ¡oh centinela Divino!, vela por el mísero mundo, por los sacerdotes, por las almas consagradas, las extraviadas, por los pobres enfermos cuyas noches interminables necesitan tu fortaleza y tu consuelo, por los moribundos y por ésta tu humilde sierva que, para mejor servirte, descansa pero sin alejarse de Ti, de tu Sagrario... donde vives en la soledad y el silencio de la noche.

Sea siempre bendito, alabado, adorado, amado y reverenciado el Corazón Sagrado de Jesús en todos los Sagrarios del mundo.

Amén.

REZANDO EL PADRE NUESTRO FRENTE A LA EUCARISTÍA


Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
Rezando el Padre Nuestro frente a la Eucaristía
Te pido mi Jesús, que cada vez que rece la oración que tú me enseñaste, lo haga despacio, con calma, con amor.



Rezando el Padre Nuestro frente a la Eucaristía
Estoy frente a ti, Señor, en esta mañana de cielo azul y sol resplandeciente. Me dispongo a rezar, después de saludarte y empiezo:


"Padre Nuestro... me detengo y llega hasta mi como un relámpago la escena en que tú, Jesús, les decías a aquel grupo de hombres que habías escogido, que te seguían y que te veían orar.

Te preguntaron cómo debían orar y tú dijiste:

Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden y no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. (Mt 6, 9-13)

Y añadiste: Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes. (Mt 6, 9-15)

Me detengo unos momentos para pensar lo que estoy diciendo, ya que generalmente esa oración es una rutina en mi vida.

Su comienzo es toda una maravilla de grandeza, de fuerza, de ternura... y revelada por ti, Señor, porque sino ¿quién se atrevería a llamar PADRE, al Omnipotente, al Creador del cielo y de la tierra, a la Divinidad, al Todopoderoso, al que dijo: "Yo Soy El que Soy"? Pues bien, Jesús, tú que eres su Hijo, dijiste que es así como le podemos llamar, con plena confianza, con respeto pero con mucho amor: Padre

También nos dices que hay que santificar ese NOMBRE, que debemos darle todo el respeto y la gloria de que es merecedor y después añades una petición: Que venga tu Reino, ese Reino por el que Tú te hiciste hombre y es el que viniste a anunciar y que fue el causante de tu muerte y nos sigues pidiendo que recordemos que es también nuestra misión el anunciarlo.

Y lo que sigue, ¡qué bien lo sabes tú, Jesús! Cada día, en todos los rincones de la Tierra hay alguien que te dice, aún con lágrimas en los ojos y el corazón roto de dolor, ¡hágase tu Voluntad! ¡Qué difícil, cómo cuesta dejar todo en tus manos y aceptar tu Voluntad!

Y sigue otra petición: Nuestro pan Señor que no nos falte. ¡Que todos tus hijos, sin distinción de razas y credos, tengan el alimento de cada día, ya que a ti te preocupaba y apenaban aquellos hombres que te seguían y no tenían que comer y que tenían hambre... y lleno de piedad hiciste uno de los milagros más hermosos. Ahora nos toca a nosotros luchar porque llegue el día en que no exista el hambre en esta Tierra.
Y lo más importante, que nunca nos falte TU Pan, la Eucaristía, que siempre podamos recibirla, que aumentes nuestra fe para amar cada día más Tu presencia en ese pequeño pedacito de Pan donde quieres quedarte con nosotros para siempre.

Y luego, la petición de la humildad pidiendo perdón de nuestras ofensas, pero ese perdón, lleva una condición. ¡Ay, Jesús, esa condición, tú lo sabes porque conoces nuestro corazón, cómo nos cuesta! Mira que le ponemos al Padre, el ejemplo de que nos perdone "cómo nosotros perdonamos" y nosotros somos los que siempre decimos: "¡yo eso no lo voy a perdonar, no puedo, me han hecho demasiado daño o es una persona que no la soporto, me cae muy mal y no la voy a perdonar!" o "yo perdono pero... no olvido". ¡Ay, Jesús!, tú que sabes y recuerdas que diste hasta la última gota de tu preciosa sangre para que fuésemos perdonados y sabes también que esa es la condición del amor por nuestros semejantes. Perdonar y olvidar, porque así es el perdón que Dios, nuestro Padre, nos da. Y nosotros sabemos muy bien cómo es nuestro perdón...

Ya voy a terminar la oración más hermosa que nos pudiste enseñar, pidiendo: Que no nos dejes caer en la tentación, qué seamos fuertes para no rendirnos a los mil sortilegios y engaños del enemigo de ese Dios que tanto nos ama y ¡líbranos del mal! Si, líbranos de ese mal y de tantos males para que no echen raíces en nuestro corazón, y nos puedan alejar de nuestro Padre Dios.

Bendita, como ninguna, la oración del Padre Nuestro, que siendo tan hermosa la decimos todos los días pero tan rutinariamente que no le podemos dar todo el maravilloso sentido y poder que ella encierra.

Te pido mi Jesús, que cada vez que rece la oración que tú me enseñaste, lo haga despacio, con calma, con amor, sabiendo que la dirijo a mi Padre Bueno que me escucha y me ama.

Gracias por estar presente en la Eucaristía... gracias por Tu Pan de cada día.




  • Preguntas o comentarios al autor
  • Ma. Esther de Ariño

    JESÚS EUCARISTÍA...

    Jesús Eucaristía

    ¡ Jesús Eucaristía!
    ¡ Tú eres mi Dios y mi todo!
    Y por eso en estos momentos quiero
    profundizar en esta trascendental
    verdad.

    ¡ Jesús Eucaristía!
    ¡ Tú eres mi Dios y mi todo!
    Sé que muchas cosas me sobran
    y quiero prescindir libremente de ellas
    pero de tí, es absolutamente imposible
    que yo pueda abstenerme... porque
    Tu eres el Señor de mi vida, el dueño
    absoluto de mis aspiraciones y demás
    sentimientos, el ideal y la razón cabal
    de toda mi existencia.

    ¡ Jesús Eucaristía!
    ¡ Tú eres mi Dios y mi todo!
    Háblame en lo más profundo de mi ser.
    Revélame tu amor y tu misterio.
    Comunícame tu luz y tu verdad suprema
    hazme experimentar viva y poderosamente
    que Tú solamente tú.
    eres lo único  necesario en mi vida.

    ¡ Jesús Eucaristía!
    ¡ Tú eres mi Dios y mi todo!
    Tú eres el motivo de mi contemplación,
    el anhelo constante de todos mis
    pensamientos, la meta de todas mis
    acciones, el objetivo de todas mis
    aspiraciones.

    ¡ Jesús Eucaristía!
    ¡ Tú eres mi Dios y mi todo!
    Que la creación te glorifique,
    los volcanes proclamen tu poder,
    la tempestad tu omnipotencia,
    los ríos y las praderas tu suavidad
    y armonía, los cielos y los espacios
    canten tu excelsa gloria.

    ¡ Jesús Eucaristía!
    ¡ Tú eres mi Dios y mi todo!

            Amén.