Páginas

domingo, 9 de octubre de 2011

HACIENDO LIMPIEZA

Haciendo limpieza


Recibí la noticia de que vendrá mi prima de vacaciones a pasar unos días en casa; inmediatamente empecé los preparativos para recibirla como merece....

Según yo, siempre tengo la casa limpia y me admiro cuando llego a una casa y está sin barrer; mis hijos ya saben que si al llegar yo a casa encuentro algo fuera de su lugar, explotó inmediatamente....Bueno volvamos a lo de la limpieza de casa, a pesar de que aparentemente tengo la casa limpia decidí hacer aseo general...

Y cual fue mi sorpresa al ver que tenía basura acumulada, cosas inservibles, polvo en los rincones, papeles sin importancia ocupando espacio, etc...

Y entonces se me vino a la mente que si así tenía mi casa, a la mejor así tenía mi alma y conciencia, según yo aparentemente tranquila y limpia; sin perder mas tiempo también me he propuesto hacer limpieza general y profunda...

Empiezo por revisar cuidadosamente cada espacio de mi interior, para encontrar todo aquello que es inservible y nocivo.

Inmediatamente tomé el plumero para sacudir todos los rincones que estaban cubiertos con polvo de olvido y frustraciones....

Luego paso a revisar los cajones de mi corazón que sirven para guardar recuerdos; tiré todos las experiencias amargas, todo rescoldo de aquel resentimiento que aún se encontraba por ahí...


Descubrí algunas manchitas en mi alma, producidas por sentimientos negativos como el odio y el orgullo, las lave con delicadeza y empeño; utilizando jabón de perdón y enjuagando con abundantemente agua de humildad....


Vi que en mi corazón había algunas grietas causadas por las desilusiones, entonces también decidí darle una resanadita con una mezcla de ilusiones y esperanzas...

Luego me puse a barrer minuciosamente, cuidando de no dejar ni la más mínima mancha de polvo; era necesario para que quedará mi alma limpia de toda mezquindad...

Planché con sumo cuidado mi alma, por si había quedado alguna arruguita provocada por la duda o desconfianza, la deje impecable....

Me quede asombrada al final de mi tarea:

-Cuánta basura tenía dentro de mi!......viejos resentimientos, amarguras, frustraciones, cosas que según yo había olvidado y seguían ahí ocupando espacio, impidiendome llenarme de amor........

Hoy me siento mas liviana, mas libre, en mi mente y corazón hay mas espacio para el amor....

Y como no quiero mi alma ensuciar tomaré algunas precauciones:

Me vacunaré contra todo sentimiento mezquino; con una buena dosis de esperanza, ilusión, confianza, humildad y sobretodo de amor...

Sembraré en mi corazón un jardín de flores de amistad, solidaridad, ternura, impidiendo así que crezca la mala yerba...

La tarea mas ardua que tendré es aprender a dominar mi carácter, que ha sido el causante de que tuviera tanta basura en mi interior..... Se que lo podré amansar, pues a pesar de ser como un fuerte toro, tengo a mi mejor entrenador para lograrlo: DIOS.......

Y ustedes amigos....cuando hacen limpieza general?

Lo ven amigos yo ya hice limpieza...espero que todos aqui lo hagan...

PELDAÑOS PARA UNA VERDADERA DEVOCIÓN A MARÍA

Peldaños para una verdadera devoción a María
Padre Tomás Rodríguez Carbajo 



Una auténtica devoción a María supone un ascenso en la vida espiritual, ya que en la medida en que amamos a María, estamos amando a Jesús, a quien Ella siempre nos encamina.

1.- El primer peldaño que hemos de subir está apoyado en un sólido fundamento: En el amor a María. Si no hay amor en el cristiano, no hay fundamento en su vida hacia Dios, pues, San Pablo en 1 Cor. 13, 1 ss nos lo advierte: Ya puedo tener todos los carismas, riquezas, bienes... "si no tengo caridad, nada me aprovecha" (v. 3).

Amor cristiano, que tiene su fundamento en Dios, quien fue el primero en amar (1Jn. 4, 19). Mi correspondencia a este amor me lleva a amar a todos los que Dios ama, y hemos de reconocer que el primer puesto entre las criaturas está reservado para María, la predilecta de Dios, quien tuvo el privilegio de estar siempre inmune de pecado por ser la elegida para ser la Madre del Verbo Encarnado.
El amor que le tiene Dios es razón suficiente, para que yo la ame, pero además hay otra de gran peso, y es que es ni Madre. Cristo me la ha entregado en el momento culminate del Calvario, allí donde del "costado de Cristo nace la Iglesia".

María no es sólo la Madre de Jesús de Nazaret, también lo es del Cuerpo Místico de Cristo. Con gran entusiasmo fue acogido en el discurso de Pablo Vl, el 21 de Noviembre de 1964 en la sesión de clausura de la tercera etapa conciliar la proclamación de María Madre de la Iglesia: "Nos proclamamos a María Santísima "Madre de la Iglesia", es decir, de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores, que la llaman Madre amorosa, y queremos que desde ahora en adelante sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con este gratísimo título".
Esta razón de que María es mi Madre tiene peso sobrado, para que la ame, aparte de otros motivos de muchísimo peso ya mencionados.

2.- El segundo peldaño basado en el anterior es el de la veneración.

A María la invocamos con títulos, que implican en nosotros un gran respeto y veneración por lo que Ella es y por el papel necesario, que ha ocupado en la obra de la redención llevada a cabo por su Hijo, le decimos: "Arca de la Alianza", "Templo y Sagrario de la Santísima Trinidad".

La humildad no tiene por qué estar reñida con la verdad, de ahí que María proféticamente haya reconocido que iba a ser objeto de veneración por parte de sus hijos fieles, así nos dijo en el Magníficat: "Me llamarán Bienaventurada todas las generaciones". (Lc. 1, 48).
Abriendo las páginas de la historia de la Iglesia, en todas las épocas, tiempos y lugares donde prendió la fe cristiana allí brotaba el reconocimiento de las maravillas, que Dios había hecho con una simple criatura humana elegida por El, para que fuera su Madre.
Esto lo atestiguan de manera muy plástica las ermitas, iglesias, catedrales, santuarios dedicados a honrar a María, como las innumerables imágenes, que están diseminadas por todos los lugares de culto, de casas de formación religiosas, de colegios, de hogares cristianos. Son incontables las fiestas, romerías, novenas, procesiones celebradas para honrar a María.

3.- El tercer peldaño basado en la veneración y en el amor está en la invocación.
Las limitaciones y necesidades humanas, juntamente con los peligros, que nos rodean, nos hacen levantar los ojos hacia María, "la Omnipotencia Suplicante", quien tiene "vara alta" delante de su Hijo. D. Bosco decía: "Cuando María ruega, todo se obtiene, nada se niega".

Ningún hijo bien nacido niega a su madre nada de lo que esté a su alcance. Qué decir cuando se lo pide la mejor de las Madres al mejor de los Hijos en favor de sus hijos necesitados, que se encuentran en "este valle de lágrimas".

A María se le invoca:
.- para que nos consiga gracias y favores de su Hijo,
.- para que nos ayude a agradecer los favores recibidos,
.- para alabarla y bendecirla por lo que Dios ha hecho en "la esclava del Señor".
La invocan los niños, los jóvenes, los adultos y los ancianos, los sanos y los enfermos, los ricos y los necesitados, los sabios y los ignorantes, todos los cristianos conscientes del papel de María en sus vidas se ven impelidos a rezarle "ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte".

4.- El Vaticano ll nos pone un cuarto peldaño (L.G. n 66), es la imitación.
La verdadera devoción no se reduce a un sentimentalismo, ni simplemente a invocarla o venerarla, debe llevarnos a una imitación.
María, que es ejemplo y modelo de todas las virtudes, quiere para nosotros lo mejor, por eso nos encamina siempre hacia Cristo, pues, nos repite constantemente la invitación de Caná: "Haced lo que El os diga"(Jn. 2, 5). Ella fue siempre fiel en llevar a la práctica la voluntad de Dios, aunque no la entendiera, pero por la fe aceptaba cualquier insinuación que conociera venida de Dios.

Para cualquier hijo es un título de honra el que le digan: "Te pareces a tu madre", también lo es para un cristiano el que le digan que se parece a María, pues, en la medida en que ama e imita a María, en esa misma proporción está amando a Cristo.
Subiendo por estos cuatro peldaños, llegamos a la cima de la verdadera devoción a María.

PENSAMIENTO MARIANO 4


Pensamiento Mariano


La contemplación de Cristo tiene en María su modelo insuperable. El rostro del Hijo le pertenece de un modo especial. Ha sido de su vientre donde se ha formado, tomando de Ella una semejanza humana, que evoca una intimidad espiritual más grande todavía. 

SS. Juan Pablo II