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viernes, 7 de octubre de 2011

PRIMER VIERNES DEL MES DE OCTUBRE

Primer Viernes del Mes de Octubre
Promesa que se cumple:

"Daré a los sacerdotes el talento de conmover los corazones más empedernidos"

Sagrado Corazón de Jesús... en Vos Confío


La Virgen del Rosario: ¡Vencedora de las batallas!

La Virgen del Rosario: ¡Vencedora de las batallas!

Europa y con ella toda la cristiandad estaba en grave peligro de extinción. Sabemos, por las promesas de Jesucristo, que eso no puede ocurrir pero, humanamente, no había solución para la amenaza del Islam. Los Musulmanes se proponían hacer desaparecer, a punta de espada, el cristianismo. Ya habían tomado Tierra Santa, Constantinopla, Grecia, Albania, África del Norte y España. En esas extensas regiones el cristianismo era perseguido, y muchos mártires derramaron su sangre, muchas diócesis desaparecieron completamente. Después de 700 años de lucha por la reconquista, España y Portugal pudieron librarse del dominio musulmán. Esa lucha comenzó a los pies de la Virgen de Covadonga y culminó con la conquista de Granada, cuando los reyes católicos, Fernando e Isabel, pudieron definitivamente expulsar a los moros de la península en el 1492. ¡La importancia de esta victoria es incalculable ya que en ese mismo año ocurre el descubrimiento de América y la fe se comienza a propagar en el nuevo continente!

La batalla de Lepanto
 
En la época del Papa Pío V (1566 - 1572), los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la invasión de la Europa cristiana. Los reyes católicos de Europa estaban divididos y parecían no darse cuenta del peligro inminente. El Papa pidió ayuda pero se le hizo poco caso. El 17 de septiembre de 1569 pidió que se rezase el Santo Rosario. Por fin en 1571 se estableció una liga para la defensa de Europa. El 7 de octubre de 1571se encontraron las flotas cristianas y musulmanas en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto. La flota cristiana, compuesta de soldados de los Estados Papales, de Venecia, Génova y España y comandada por Don Juan de Austria, entró en batalla contra un enemigo muy superior en tamaño. Se jugaba el todo por el todo. Antes del ataque, las tropas cristianas rezaron el santo rosario con devoción. La batalla de Lepanto duró hasta altas horas de la tarde pero, al final, los cristianos resultaron victoriosos.

En Roma, el Papa se hallaba recitando el rosario en tanto se había logrado la decisiva y milagrosa victoria para los cristianos. El poder de los turcos en el mar se había disuelto para siempre. El Papa salió de su capilla y, guiado por una inspiración, anunció con mucha calma que la Santísima Virgen  había otorgado la victoria. Semanas mas tarde llegó el mensaje de la victoria de parte de Don Juan, quién. desde un principio, le atribuyó el triunfo de su flota a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario. Agradecido con Nuestra Madre, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las Letanía de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió la fiesta a la Nuestra Señora del Rosario.

Los turcos seguían siendo poderosos en tierra y, en el siglo siguiente, invadieron a Europa desde el Este y, después de tomar enormes territorios, sitiaron a Viena, capital de Austria. Una vez mas, las tropas enemigas eran muy superiores. Si conquistaban la ciudad toda Europa se hacia muy vulnerable. El emperador puso su esperanza en Nuestra Señora del Rosario.  Hubo gran lucha y derramamiento de sangre y la ciudad parecía perdida. El alivio llegó el día de la fiesta del Santo Nombre de María, 12 de septiembre, de 1683, cuando el rey de Polonia, conduciendo un ejército de rescate, derrotó a los turcos.

La batalla de Temesvar
El Príncipe Eugenio de Saboya derrotó en Temesvar (en la Rumania moderna) a un ejercito turco dos veces mas grande que el suyo, el 5 de agosto de 1716, que en aquel entonces era la fiesta de Nuestra Señora de las Nieves. El Papa Clemente XI atribuyó esta victoria a la devoción manifestada a Nuestra Señora del Rosario. En acción de gracias, mandó que la fiesta del Santo Rosario fuera celebrada por la Iglesia universal.

SEIS COSAS QUE DAN HONRA

Seis cosas que dan honra
Autor: Padre José Luis Martín Descalzo


La Primera y Principal, el valor de la propia hondura de alma, en capacidad de amor y en apertura de espíritu.

La Segunda, el trabajo, la entrega emocionada a la propia tarea, sea ésta la que sea, hágase con las manos o con el alma, puesto que cuanto hacemos con las manos lo hacemos a la vez con el alma.

La tercera, la entrega a cuantos nos rodean, la solidaridad con todos por encima de razas, colores, aperridos, clases, grupos sociales, sociedades, pensamientos y fortunas.

La cuarta, una incesante búsqueda de la justicia, un agudísimo olfato para encontrar las menores virutas de dolor en los otros, un incansable desasosiego mientras no hayamos encontrado la suficiente felicidad para todos.

La quinta, un apasionado amor a la verdad, un verdadero terror a todo tipo de prejuicios (de derechas o de izquierdas), un constante valor para decir la verdad entera y para decirla -como decía Bernanos- <<sin añadirle ese sádigo placer de hacer daño a quien la escucha>>.

La sexta, e importantísima, una fe radical en el futuro, un saber que los que vienen detrás serán mejores que nosotros, un luchar para que lo sean, una esperanza sin sueños, contruída día a día por todos, y, sobre todo, una invencible alegría, basada en la certeza de que somos amados desde lo alto de los cielos y desde lo ancho de la tierra.


Me gustaría vivir en un mundo en el que fueran estas cosas las valoradas por todos ¿y a ti?

SEÑOR, QUÍTAME TIEMPO

Señor, quítame tiempo
Autor: Alessandro Pronzato
Libro " Tengo ganas de rezar

Señor te he dirigido frecuentemente una oración decididamente sin sentido: te he pedido tiempo.
Mi jornada de veinticuatro horas, no me basta.

Necesito al menos seis horas más para responder a todas las llamadas, atender a los compromisos, despachar el trabajo retrasado, responder puntualmente a las cartas.

Y pedí a todos los que exigían un pedazo de mi tiempo, ya tan escaso, que fueran mis cómplices en aquella petición de una jornada un poco más larga.Espero que no lo hayan hecho.

Solo ahora me doy cuenta de lo equivocado de aquella oración.
Que desfachatez y que presunción, perdóname, Señor.

El tiempo que me has dado, es más que suficiente, lo reconozco, suficiente para hacer aquellas cosas que Tú esperas de mí y para hacerlas bien.

No se trata de tener más tiempo a disposición, sino de tener más ideales a disposición para llenar de significado el tiempo que poseo.
Deseo más bien que mi tiempo sea más rico en significado.

Para eso, te autorizo, Señor a que me quites tiempo.
Esta es mi petición, opuesta a la anterior.

Te pido que me quites horas, de las veinticuatro que tengo a mi disposición. Dos, tres, incluso, seis al menos.
Como quieras mejor.

Que hermosura, Señor, unas cuantas horas tomadas de lo necesario, no de lo superfluo de la jornada, y destinado a Ti.

Poder anunciar: Me faltan seis horas al día, porque las he "despilfarrado" en oración.

Dame la fuerza, Señor, el coraje, la libertad, para realizar este gesto alocado. Entonces estoy seguro de que no desembucharé ya, ante los impacientes y numerosos clientes, la acostumbrada excusa:
"No tengo tiempo"

Podré por el contrario, declarar en tono triunfal: "
¡Tengo Tiempo!" Tiempo para hacer las cosas adecuadas, de la manera adecuada, con el corazón adecuado.

Señor, quítame tiempo, no vendré a pedirte que me pagues los daños por el contrario, te daré las gracias porque el tiempo que me queda, después de tus suculentos cobros, será un tiempo totalmente diverso.

En suma: un capital que aumenta y adquiere valor precisamente cuando disminuye. ¿Vamos a hacer juntos este milagro, Señor?

Amén.

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO - 7 DE OCTUBRE

Autor: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid
Nuestra Señora del Rosario
Advocación mariana, 7 de octubre
 
Nuestra Señora del Rosario

Fiesta

Martirologio Romano: Memoria de la santísima Virgen María del Rosario. En este día se pide la ayuda de la santa Madre de Dios por medio del Rosario o corona mariana, meditando los misterios de Cristo bajo la guía de aquélla que estuvo especialmente unida a la encarnación, pasión y resurrección del Hijo de Dios.

Cuenta la leyenda que la Virgen se apareció en 1208 a Santo Domingo de Guzmán en una capilla del monasterio de Prouilhe (Francia) con un rosario en las manos, le enseñó a rezarlo y le dijo que lo predicara entre los hombres; además, le ofreció diferentes promesas referentes al rosario. El santo se lo enseñó a los soldados liderados por su amigo Simón IV de Montfort antes de la Batalla de Muret, cuya victoria se atribuyó a la Virgen. Por ello, Montfort erigió la primera capilla dedicada a la imagen.

En el siglo XV su devoción había decaído, por lo que nuevamente la imagen se apareció al beato Alano de la Rupe, le pidió que la reviviera, que recogiera en un libro todos los milagros llevados a cabo por el rosario y le recordó las promesas que siglos atrás dio a Santo Domingo.

El rezo del Santo Rosario es una de las devociones más firmemente arraigada en el pueblo cristiano. Popularizó y extendió esta devoción el papa san Pío V en el día aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la batalla de Lepanto (1571), victoria atribuída a la Madre de Dios, invocada por la oración del Rosario. Más hoy la Iglesia no nos invita tanto a rememorar un suceso lejano cuanto a descubrir la importancia de María dentro del misterio de la salvación y a saludarla como Madre de Dios, repitiendo sin cesar: Ave María. La celebración de este día es una invitación a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.

Las promesas de la Virgen a los que recen el rosario

Las promesas de la Virgen a los que recen el rosario

Un creciente número de hombres se unió a la obra apostólica de Domingo y, con la aprobación del Santo Padre, Domingo formó la Orden de Predicadores (mas conocidos como Dominicos). Con gran celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A medida que la orden crecía, se extendieron a diferentes países como misioneros para la gloria de Dios y de la Virgen.

El rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y reiteró las promesas dadas a Sto. Domingo referentes al rosario.

Promesas de Nuestra Señora, Reina del Rosario, tomadas de los escritos del Beato Alano:

1. Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.
4. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.
5. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
6. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.
7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.
8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados.
9. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.
10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.
11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.
14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
15. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.