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sábado, 3 de septiembre de 2011

ORACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA




Oración al Inmaculado Corazón de María
 
El más amable y compasivo de los corazones después del de Jesús,
trono de las misericordias divinas a favor de los miserables pecadores,
yo reconociéndome sumamente necesitado, acudo a Ti en quien el Señor ha puesto todo el tesoro de sus bondades.

Con plenísima seguridad de ser por Ti socorrido, Tú eres mi refugio, mi amparo, mi esperanza; por esto te digo y te diré en todos mis apuros y peligros:
“Dulce corazón de María, se la salvación mía”.

Cuando la enfermedad me aflija, o me oprima la tristeza o la espina de la tribulación llague a mi alma:
“Dulce corazón de María se la salvación mía”.

Cuando el mundo, el demonio y mis propias pasiones unidos para mi eterna perdición me persigan con sus tentaciones y quieran hacerme perder el tesoro de la divina gracia:
“Dulce corazón de María, se la salvación mía”.

En la hora de mi muerte, en aquel momento espantoso de que depende mi eternidad cuando se aumenten las angustias de mi alma
y los ataques de mis enemigos:
“Dulce corazón de María se la salvación mía.

Estas gracias espero alcanzar de ti Corazón Inmaculado de María
A fin de que pueda verte y gozar de Dios en tu compañía por toda la eternidad en el cielo. Amén.

 

CARGAR CON LA CRUZ...



Cargar con la cruz 

El relato de la crucifixión, proclamado en la fiesta de Cristo Rey, nos recuerda a los seguidores de Jesús que el Reino de Dios no es un reino de gloria y de poder, sino de servicio, de amor y de entrega total para rescatar al ser humano del mal, del pecado y de la muerte.

Habituados a proclamar la "victoria de la Cruz", nosotros corremos el riesgo de olvidar que el Crucificado nada tiene que ver con un falso triunfalismo que vacía de contenido el gesto más sublime de servicio humilde de Dios hacia sus criaturas. La Cruz no es una especie de trofeo que mostramos a otros con orgullo. Es el símbolo del Amor crucificado de Dios que nos invita a seguir su ejemplo.

Cantamos, adoramos y besamos la Cruz de Cristo porque en lo más hondo de nuestro ser sentimos la necesidad de dar gracias a Dios por su amor insondable, pero sin olvidar que lo primero que nos pide Jesús de manera insistente no es besar la Cruz sino cargar con ella. Y “cargar con la cruz” consiste sencillamente en seguir los pasos de Jesús de manera responsable y comprometida, sabiendo que ese camino nos llevará tarde o temprano a compartir su destino doloroso.

No nos está permitido acercarnos al misterio de la Cruz de manera pasiva, sin intención alguna de cargar con ella. Por eso, hemos de cuidar mucho ciertas celebraciones que pueden crear en torno a la Cruz una atmósfera atractiva pero peligrosa, si nos distraen del seguimiento fiel al Crucificado haciéndonos vivir la ilusión de un cristianismo sin Cruz. Es precisamente al besar la Cruz cuando hemos de escuchar la llamada de Jesús: «Si alguno viene detrás de mí... que cargue con su cruz y me siga».

Para los seguidores de Jesús, reivindicar la Cruz es acercarse servicialmente a los crucificados; introducir justicia donde se abusa de los indefensos; reclamar compasión donde sólo hay indiferencia ante los que sufren. Esto nos traerá conflictos, rechazo y sufrimiento. Será nuestra manera humilde de cargar con la Cruz de Cristo.

El teólogo católico Juan Bautista Metz viene insistiendo en un peligro: que la imagen del Crucificado nos esté ocultando el rostro de los que viven hoy crucificados. Según Metz, en el cristianismo de los países ricos está ocurriendo un fenómeno muy grave: "La Cruz ya no intranquiliza a nadie, no tiene ningún aguijón; ha perdido la tensión del seguimiento a Jesús, no llama a ninguna responsabilidad; más bien, libera al creyente de toda responsabilidad".

¿No hemos de revisar todos cuál es nuestra verdadera actitud ante el Crucificado? ¿No hemos de acercarnos a él de manera más responsable y comprometida?
José Antonio Pagola



SÓLO ERES LIBRE SI TE ARRIESGAS

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 Sólo eres libre si te arriesgas.

Reírse es arriesgarse a parecer tonto.
Llorar es arriesgarse a parecer sentimental.
Alargar el brazo para coger a otro es arriesgarse a implicarse.
Mostrar los sentimientos propios es arriesgarse a mostrarse uno mismo.
Exponer tus ideas o sueños ante una multitud es arriesgarte a perderlos.
Amar es arriesgarse a no ser correspondido.

Vivir es arriesgarse a morir.
Tener esperanzas es arriesgarse a perderlas. Pero se tienen que correr riesgos. Porque el mayor peligro en la vida es no arriesgar nada.
Si no haces nada, si no arriesgas nada, tu existencia se oscurece.

Es probable que de este modo evites sufrimientos, pero no vas a aprender, a sentir, a cambiar, a amar ni a vivir.
Encadenado a una actitud de miedo, uno se convierte en esclavo...Y pierde su libertad.
Sólo eres libre si te arriesgas.


Álex Rovira 
 

SALMO 6: ORACIÓN DEL AFLIGIDO QUE ACUDE A DIOS


  
 Salmo 6
Oración del afligido que acude a Dios

Señor, no me corrijas con ira,
no me castigues con cólera.
Misericordia, Señor, que desfallezco;
cura, Señor, mis huesos dislocados.
Tengo el alma en delirio,  y tú, Señor, ¿hasta cuando? 

Vuélvete, Señor, liberta mi alma,
sálvame por tu misericordia.
Porque en el reino de la muerte nadie te invoca, y en el abismo, ¿quién te alabará? 

Estoy agotado de gemir: de noche lloro sobre el lecho, riego mi cama con lágrimas. 

Mis ojos se consumen irritados,  envejecen por tantas contradicciones.
Apartaos de mí, los malvados,
porque el Señor ha escuchado mis sollozos;  el Señor ha escuchado mi súplica, el Señor ha aceptado mi oración.
Que la vergüenza abrume a mis enemigos, que avergonzados huyan al momento.  


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