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domingo, 21 de agosto de 2011
GRACIAS A DIOS
GRACIAS A DIOS...
Gracias a Dios,
hay personas que se preocupan del cuidado y el bienestar ajenos. Tal
vez conozco a personas abnegadas, que brindan un muy necesario servicio y
atenciones, a mí o a mis seres amados; quizás estoy rezando con ellas.
En todo el mundo, profesionales, familiares y amigos son manos que
brindan ayuda.
Cuidar de otros día tras día requiere ser responsable, compasivo y, sobre todo, afectuoso. Dios obra por intermedio de los curadores y les proporciona fe, seguridad y sabiduría para enfrentar todo tipo de situaciones.
Extiendo mi amor y mis bendiciones a los curadores que conozco y a los del mundo entero, afirmando esta plegaria: Dios bendice a todos los curadores con la fortaleza y el valor necesarios para cuidar a los demás.
Dios bendice los curadores de nuestro mundo con fortaleza, coraje y amor.
RAÍCES PROFUNDAS
Autor: Catholic.net | Fuente: Catholic.net Raíces profundas | |
Siempre habrá una tempestad en algún momento de nuestras vidas, porque, queramos o no, la vida no es muy fácil. | |
Tiempo atrás, yo era vecino de un médico, cuyo "hobby" era plantar árboles en el enorme patio de su casa. A veces observaba, desde mi ventana, su esfuerzo por plantar árboles y más árboles, todos los días. Lo que más llamaba mi atención, entretanto, era el hecho de que él jamás regaba los brotes que plantaba. Noté después de algún tiempo, que sus árboles estaban demorando mucho en crecer. Cierto día, resolví entonces aproximarme al médico y le pregunté si él no tenía recelo de que las plantas no creciesen, pues percibía que él nunca las regaba. Fue cuando, con un aire orgulloso, él me describió su fantástica teoría. Me dijo que, si regase sus plantas, las raíces se acomodarían en la superficie y quedarían siempre esperando por el agua fácil, que venía de encima. Como él no las regaba, los árboles demorarían más para crecer, pero sus raíces tenderían a migrar para lo más profundo, en busca del agua y de las varias nutrientes encontradas en las capas más inferiores del suelo. Así, los árboles tendrían raíces profundas y serían más resistentes a las intemperies. Y agregó que él frecuentemente daba unas palmadas en sus árboles, con un diario doblado, y que hacía eso para que se mantuviesen siempre despiertas y atentas. Esa fue la única conversación que tuvimos con mi vecino. Tiempo después fui a vivir a otro país, y nunca más volví a verlo. Varios años después, al retornar del exterior, fui a dar una mirada a mi antigua residencia. Al aproximarme, noté un bosque que no había antes. ¡¡Mi antiguo vecino, había realizado su sueño!!. Lo curioso es que aquel era un día de un viento muy fuerte y helado, en que los árboles de la calle estaban arqueados, como si no estuviesen resistiendo al rigor del invierno. Entretanto, al aproximarme al patio del médico, noté cómo estaban sólidos sus árboles: prácticamente no se movían, resistiendo estoicamente aquel fuerte viento. Qué efecto curioso, pensé... Las adversidades por las cuales aquellos árboles habían pasado, llevando palmaditas y habiendo sido privados de agua, parecía que los había beneficiado de un modo que el confort y el tratamiento más fácil jamás lo habrían conseguido. Todas las noches, antes de ir a acostarme, doy siempre una mirada a mis hijos. Observo atentamente sus camas y veo cómo ellos han crecido. Frecuentemente rezo por ellos. En la mayoría de las veces, pido para que sus vidas sean fáciles, para que no sufran las dificultades y agresiones de éste mundo... He pensado, entretanto, que es hora de cambiar mis ruegos. Ese cambio tiene que ver con el hecho de que es inevitable que los vientos helados y fuertes nos alcancen. Sé que ellos encontrarán innumerables dificultades y que, por tanto, mis deseos de que las dificultades no ocurran, han sido muy ingenuos. Siempre habrá una tempestad en algún momento de nuestras vidas, porque, queramos o no, la vida no es muy fácil. Al contrario de lo que siempre he hecho, rezaré para que mis hijos crezcan con raíces profundas, de tal forma que puedan retirar energía de las mejores fuentes, de las más divinas, que se encuentran siempre en los lugares más difíciles. Pedimos siempre tener facilidades, pero en verdad lo que necesitamos hacer es pedir para desenvolver raíces fuertes y profundas, de tal modo que cuando las tempestades lleguen y los vientos helados soplen, resistamos bravamente, en vez de que seamos subyugados y barridos por el viento. |
SI DESEO VIVIR EN UN MUNDO DE PAZ
SI DESEO VIVIR EN UN MUNDO DE PAZ...
Si deseo vivir en un mundo de paz, entonces debo asegurarme de ser una persona pacífica.
Sea cual sea el comportamiento de los demás, yo estoy en paz en mi corazón.
Declaro la paz en medio del caos y la locura.
Rodeo de paz y amor todas las situaciones difíciles.
Envío pensamientos de paz a todas partes del mundo donde hay problemas.
Si deseo que el mundo mejore, es necesario que cambie mi forma de verlo.
Me dispongo a ver la vida de una manera muy positiva.
Sé que la paz comienza con mis propios pensamientos.
Cuando tengo pensamientos pacíficos, me conecto con personas de mentalidad pacífica, y juntos contribuimos a traer paz y abundancia a nuestro mundo.
Sea cual sea el comportamiento de los demás, yo estoy en paz en mi corazón.
Declaro la paz en medio del caos y la locura.
Rodeo de paz y amor todas las situaciones difíciles.
Envío pensamientos de paz a todas partes del mundo donde hay problemas.
Si deseo que el mundo mejore, es necesario que cambie mi forma de verlo.
Me dispongo a ver la vida de una manera muy positiva.
Sé que la paz comienza con mis propios pensamientos.
Cuando tengo pensamientos pacíficos, me conecto con personas de mentalidad pacífica, y juntos contribuimos a traer paz y abundancia a nuestro mundo.
(Louise L. Hay)