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viernes, 19 de agosto de 2011

JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD














¿¿Quién te podrá separar de mi???... Con Dios todo sin Él nada...
JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD - MADRID

RECUERDA DAR GRACIAS


   Recuerda dar Gracias



        Una alma recién llegada al cielo se encontró con San Pedro.  El santo llevó al alma a un recorrido por el cielo.  Ambos caminaron paso a paso por unos grandes talleres  llenos con ángeles.  San Pedro se detuvo frente a la primera sección y dijo: "Esta es la sección de recibo. Aquí, todas las peticiones hechas a Dios mediante la oración son recibidas."  El ángel miró a la sección y estaba terriblemente ocupada con muchos ángeles clasificando  peticiones escritas en voluminosas hojas de papel de personas de todo el mundo.

        Ellos siguieron caminando hasta que llegaron a la siguiente sección y San Pedro le dijo:  "Esta es la sección de empaque y entrega.  Aquí, las gracias y bendiciones que la gente pide, son empacadas y enviadas a las personas que las solicitaron."  El ángel vio cuan ocupada estaba.  Habían tantos ángeles trabajando en ella como tantas bendiciones estaban siendo empacadas y enviadas a la tierra.

        Finalmente, en la esquina más lejana del cuarto, el ángel se detuvo en la última sección.  Para su sorpresa, sólo un ángel permanecía en ella ocioso haciendo muy poca cosa.  "Esta es la sección del agradecimiento" dijo San Pedro al alma.  "¿Cómo es que hay tan poco trabajo aquí?" - preguntó el alma.  "Esto es lo peor"- contestó San Pedro.   "Después que las personas reciben las bendiciones que pidieron,  muy pocas envían su agradecimiento."

        "¿Cómo uno agradece a  las bendiciones de Dios ?" "Simple" - contestó San Pedro,  "Solo tienes que decir, gracias Señor"

BUEN SAMARITANO

Buen Samaritano...

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Si tienes un regalo, no lo ocultes.
Si tienes una canción, cántala.
Si tienes talento, ejercítalo.
Si tienes amor, bríndalo.
Si tienes tristeza, sopórtala.
Si tienes felicidad, compártela.
Si tienes una religión, vive y obra según ella.
Si tienes una oración, dila a los cielos.
Si tienes una palabra dulce, no la retengas.

Porque...

Todos tenemos regalos que podemos dar.
Todos tenemos canciones que podemos cantar
Todos tenemos palabras melodiosas que podemos decir.
Todos tenemos plegarias que podemos orar.
Todos tenemos amor y alegría que podemos dar.
Todos tenemos una vida feliz para vivir.

FELIZ CON LA FELICIDAD DE LOS DEMÁS

Feliz con la felicidad de los demás
Autor:  Padre Justo López Melús

Se trata de un hombre que estaba harto de llorar. Abrió los ojos y vio que tenía delante la felicidad. Estiró la mano y quiso cogerla. La felicidad era un flor; la cogió, pero, al cogerla, ya se había deshojado. La felicidad era un rayo de sol; miró hacia él para calentar su rostro, pero una nube se lo tapó. La felicidad era una guitarra; la acarició con sus dedos, y las cuerdas se desafinaron. Al volver a casa por la noche el hombre seguía llorando.

Al día siguiente siguió buscando la felicidad. Vio a un niño que lloraba; cogió una flor y se la dio: la fragancia de la flor perfumó a los dos. Una mujer temblaba de frío; la llevó hasta el sol y se calentaron los dos. Unos niños cantaban; les acompañó con su guitarra y también él se deleitó. Por la noche, al volver a casa, el buen hombre sonreía de verdad. Había encontrado la felicidad.

LETANIAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS POR SAN JUAN EUDES


LETANIAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS POR SAN JUAN EUDES

-Corazón divino de Jesús...Ten piedad de nosotros
-Corazón amante y manso
...Ten piedad de nosotros
-Corazón humilde y misericordioso...Ten piedad de nosotros
-Corazón del eterno Padre...Ten piedad de nosotros
-Principio del Espíritu Santo...Ten piedad de nosotros
-Corazón fiel a la divina Voluntad...Ten piedad de nosotros
-Corazón de Jesús, Corazón de la Virgen Madre...Ten piedad de nosotros.
-Corazón herido por la lanza...Ten piedad de nosotros
-Corazón sacerdotal...Ten piedad de nosotros
-Fortaleza de los débiles...Ten piedad de nosotros
-Refugio de los pecadores...Ten piedad de nosotros
-Cordero encendido en el amor por el hombre...Ten piedad de nosotros
-Alegría y esperanza de nuestro corazón...Ten piedad de nosotros
-Corazón amado de nuestro corazón...Ten piedad de nosotros

-Vida y norma de nuestro corazón...Ten piedad de nosotros    



-De todo pecado Líbranos...Señor, líbranos, Señor.

-De la soberbia de la vida...Señor, líbranos, Señor.
-De la ceguera del corazón...Señor, líbranos, Señor.
-De la resistencia a la Gracia...Señor, líbranos, Señor.
-Por tu amor infinito al Padre celestial...Señor, líbranos, Señor.
-Por tu amor a María Virgen y Madre...Señor, líbranos, Señor.
-Por tu amor a todos los hombres...Señor, líbranos, Señor.

-Por tus eternos goces...Señor, líbranos, Señor.     


Oración
¡Oh Dios, que por obra de tu amor nos hiciste miembros de tu único Hijo y nos diste tener con El un mismo Corazón!; concédenos cumplir con amor tu voluntad, para que, deseando lo que te agrada, podamos ver cumplidos nuestros justos deseos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

¿Y SI FUERA HOY EL ÚLTIMO DÍA DE MI VIDA?

Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
¿Y si hoy fuera el último día de mi vida?
La muerte maestra de vida I. A la luz de este último día, debemos analizar las decisiones grandes y pequeñas de la vida.
 
¿Y si hoy fuera el último día de mi vida?

No pretendemos asustar a nadie, al hablar de la muerte. Vamos a considerarla como maestra de vida, vamos a decirle que nos enseñe a vivir. Será una maestra severa, pero nos dice la verdad. Aunque sólo fuera para que no nos ocurra aquello de: ¨cuando pude cambiar todo, arreglar todo, no quise hacerlo; y, ahora que quiero, ya no puedo”.

Vivir como si fuera hoy el último día de mi vida, es una fantástica forma de vivir. A la luz de este último día debiéramos analizar todas las decisiones grandes y pequeñas de la vida. Ahora nos engañamos, hacemos cosas que no nos perdonaremos a la hora de la muerte. Simplemente analiza esto: Si hoy fuera el último día; ¿qué pensarías de muchas cosas que has hecho hasta el día de hoy? En ese último día pensarás de una forma tan radicalmente distinta del mundo, de Dios, de la eternidad, de los valores de esta vida.

Si nosotros no pensamos en la muerte, ella sí piensa en nosotros. Dios nos ha dado a cada uno un cierto número de años, y, desde el día que nacemos, comienza a caminar el reloj de nuestra vida, el que va a contar uno tras otro todos los días, el que se parará el último día, el de nuestra muerte. Este reloj está caminando en este momento. ¿Me encuentro en el comienzo, a la mitad, cerca del final? ¿Quizá he recorrido ya la mitad del camino?

Si alguna vez he visto morir a una persona, debo pensar que por ese trance tengo que pasar yo también. La muerte no respeta categorías de personas: mueren los reyes, los jefes de estado, los jóvenes, los ricos y los pobres. Como decía hermosamente el poeta latino Horacio: “La muerte golpea con el mismo pie las chozas de los pobres y los palacios de los ricos”.

Hay una fecha en el calendario, que sólo Dios conoce, no la conocemos nosotros. La muerte no avisa, simplemente llega. Podemos morir en la cama, en la carretera, de una enfermedad..., algunos hemos tenido accidentes serios; pudimos habernos quedado ahí.

La muerte sorprende como ladrón, según la comparación puesta por el mismo Cristo hablando de la muerte. No es que nos pongamos pesimistas. Él quería que estuviéramos siempre preparados. Sus palabras exactas son: “Vigilad, porque no sabéis el día ni la hora; a la hora que menos penséis, vendrá el Hijo del Hombre”. El ladrón no pasa normalmente tarjeta de visita; llega cuando menos se piensa. Nadie de nosotros tenemos escrito en nuestra agenda: “Tal día es la fecha de mi muerte y la semana anterior debo arreglar todos mis asuntos, despedirme de mis familiares, para morir cristianamente”.

Si somos jóvenes, estamos convencidos de que no moriremos en la juventud; nos sentimos con un gran optimismo vital: “No niego que voy a morir algún día, pero ese día está muy lejano”. Si es uno mayor, suele contestar: “Me siento muy bien”.

La experiencia nos demuestra que cada día mueren en el mundo alrededor de 200 mil personas. Entre ellos hay hombres y mujeres, jóvenes y viejos, y muchos niños. Ningún momento más inoportuno para la cita con la muerte que un viaje de bodas; y, sin embargo, varios han muerto así. Con 20 años en el corazón parece imposible morir, y sin embargo, se muere también a los 20 años. Recuerdo una persona que sacó su boleto de México a Monterrey y sólo caminó 15 kms.

Puesto que hemos de morir sin remedio, no luchemos contra la muerte sino a favor de la vida. Si hemos de morir, que sea de amor y no de hastío.


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  • P. Mariano de Blas LC