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jueves, 28 de julio de 2011

FELICES FIESTAS PATRIAS: PERÚ !!!!

FELIZ 28 DE JULIO: PERÚ !!!
 Con profunda alegría saludo a todos mis compatriotas peruanos que son asiduos lectores del blog, deseándoles felices fiestas patrias. Elevemos nuestras oraciones por nuestro querido Perú, para que el Señor bendiga y ilumine a nuestro nuevo presidente y a todo el pueblo del Perú.

VIVA LA PATRIA.. VIVA EL PERÚ!!!

El 28 de Julio de 1821 se reúne el Cabildo Abierto en Lima, declarando junto con el pueblo la Independencia del Perú de la dominación española y de cualquier otra dominación extranjera. Don José de San Martín proclama y jura la Independencia del Perú en la Plaza Mayor de Lima con las siguientes palabras:

EL PERU DESDE ESTE MOMENTO ES LIBRE E INDEPENDIENTE  POR LA VOLUNTAD GENERAL DE LOS PUEBLOS Y POR LA JUSTICIA DE SU CAUSA QUE DIOS DEFIENDE


¡VIVA LA PATRIA!
¡VIVA LA LIBERTAD!
¡VIVA LA INDEPENDENCIA!"

http://lavozdehuallanca.blogspot.es/img/labanderadelperu.gif

DAME TIEMPO SEÑOR...

Dame tiempo Señor...

          Dame tiempo Señor para que el mundo, la enfermedad y los agobios de la vida no me aparten de Ti. Dame tiempo Señor para gozar y recrear mi alma en tanta belleza gratuita como me has regalado.

        Dame tiempo Señor para contemplar los campos, saborear el agua, oler las flores y mirar las aves del cielo. Dame tiempo Señor para seguir tus huellas y ojalá mi torpeza no las haga borrar.

        Dame tiempo Señor para adorarte, alabarte y gozar de Ti.
        Dame Señor tu tiempo para crecer en santidad, muriendo cada día un poco más. Dame Señor tu tiempo y enséñame Maestro a caminar por donde Tú caminas.

        Dame Señor de tu agua viva para colmar mi sed de Dios.

MIRAR A JESÚS

Mirar a Jesús
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD




Cierto día, el Cardenal Weisman discutía con un inglés utilitarista sobre la existencia de Dios. A los argumentos del religioso, respondía el inglés con mucha flema: “No lo veo, no lo veo”.

              Entonces, el Cardenal tuvo un rasgo ingenioso. Escribió en un papel la palabra “Dios” y colocó sobre ella una moneda. Le preguntó:

              – ¿Qué ves?

              – Una moneda.

              – ¿Nada más?

              Muy tranquilo, el Cardenal quitó la moneda, y le preguntó de nuevo:

              – Y ahora, ¿qué ves?

              – Veo a Dios.

              – Entonces, ¿qué es lo que te impide ver a Dios?

              El inglés se calló como un muerto. El dinero, a veces, nos impide ver a  Dios y a Jesús.

              ¿Quién era Jesús? ¿Cómo era Jesús?

              Para enseñar a la gente, Jesús utilizaba símbolos y parábolas. Para decirnos quién es usó símbolos. Por ejemplo: “Yo soy la puerta” (Jn 10,9), “yo soy la luz del mundo” (Jn 8,12), “yo soy el buen pastor” (Jn 10,11).

              Pero a las personas no las conocemos por lo que dicen, sino por lo que hacen. Jesús estaba unido al Padre y ungido por el Espíritu. El Padre lo envió a anunciar la Buena Nueva, a proclamar la liberación, a dar vista a los ciegos, a proclamar el año de gracia del Señor (Lc 4,18-19).

              Él vino, sobre todo, para los casos difíciles, para “salvar lo que estaba perdido” (Lc 19,10). Se pasó toda la vida haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él (Hch 10,38).

              A Jesús le seguía mucha gente por distintos motivos: por curiosidad, porque les daba de comer, porque curaba, por los milagros que hacía... Las masas lo quisieron hacer rey, pero también pidieron su cabeza.

            Hubo un grupo de amigos incondicionales, decían ellos, que comieron y vivieron con él; pero a pesar de su buena voluntad, lo abandonaron en el momento de la persecución. Recibieron del Maestro la misión de hacer lo mismo: ir por todo el mundo anunciando la Buena Nueva (Mt 28,20).

              A unos y a otros les indicó que lo más importante era buscar a Dios, su Reino (Lc 12, 26). Les repitió muchas veces que no tuvieran miedo, que no dudaran, que creyeran de verdad (Jn 8,46). Dio ejemplo de amor, amó hasta el final y fue lo único que dejó como consigna: “Amaos como yo os he amado (Jn 13,34-35).

            Es importante mirar a Jesús, pero es mucho más importante dejarse mirar por él, encontrarnos con su mirada. Al encontrarnos con su mirada, ésta nos hará contemplar nuestra vida y quitar todo aquello que no nos deja ver a Dios.
           “Mantengamos fijos los ojos en Jesús” (Hb 12,2) para tener los mismos pensamientos y sentimientos que el Maestro.

¿QUÉ ES SERVIR A OTROS?

  ¿Qué es servir a otros?

           Servir es sembrar...sembrar semillas buenas.
        Servir es atender a cualquiera que nos
        llame, no a quienes, a su vez,
        puedan alguna vez servirnos a nosotros.

        Servir es sembrar siempre... siempre... sin
        descanso, aunque solo sean otros los que recojan y
        saboreen las cosechas.

        Servir es mucho más que dar con las manos algo que
        tienes... es dar con el alma lo que tal vez... nunca
        nos fue concedido.

        Servir es distribuir afecto, bondad, cordialidad,
        apoyo moral, amor por sí mismo y a veces, ayuda material.

        Servir es repartir alegría, es infundir fe, estima,
        admiración, respeto, gratitud, sinceridad,
        honestidad, libertad, optimismo, confianza y esperanza.

        Servir es... en verdad, dar más de lo que recibimos en la vida y de la vida...

MEDITACIÓN ANTE EL SANTÍSIMO SACRAMENTO


Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
Meditación ante el Santísimo Sacramento
Jesús Sacramentado ¿por qué tu Corazón nunca me ha juzgado tan severamente como yo acostumbro a juzgar a mis semejantes?



Meditación ante el Santísimo Sacramento

No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá a vosotros. ¿Cómo es que miras la brizna en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?. ¿O cómo vas a decir a tu hermano: Deja que te saque esa brizna del ojo, teniendo la viga en el tuyo?. Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano. (Mateo 7, 1-5)

Señor, acabamos de leer tus palabras según el evangelista San Mateo. Con qué claridad nos está hablando el Maestro, con qué claridad nos llega tu mandato, Señor: ¡NO JUZGUÉIS!...

¿Y qué hago yo de la mañana a la noche? Juzgar, criticar, murmurar... voy de chisme en chisme sin detenerme a pensar que lo que traigo y llevo entre mis manos, mejor dicho en mi lengua, es la fama, la honestidad, el buen nombre de las personas que cruzan por mi camino, por mi vida. Y no solo eso, me erijo en juez de ellos y ellas sin compasión, sin caridad y como Tu bien dices, sin mirar un poco dentro de mí.

Señor, en este momento tengo la dicha inmensa e inmerecida de estar frente a Ti, Jesús, ¡qué pena tengo de ver esa viga que no está precisamente en mi ojo, sino en mi corazón...! ¿Por qué en este momento me siento tan pequeña, tan sin valor, con todas esas "cosas" que generalmente critico de los demás y que veo en mí son mayores y más graves?

Jesús Sacramentado ¿por qué tu Corazón nunca me ha juzgado tan severamente como yo acostumbro a juzgar a mis semejantes?
Solo hay una respuesta: ¡porque me amas!

Ahora mismo me estás mirando desde esa Sagrada Hostia con esos ojos de Dios y Hombre, con los mismos que todos los días miras a todos los hombres y mujeres, como miraste a María Magdalena, como miraste al ladrón que moría junto a ti y por esa mirada te robó el corazón para siempre... y así me estás mirando a mí esta mañana, en esta Capilla me estás hablando de corazón a corazón: "Ámame a mi y ama a los que te rodean, no juzgues a los que cruzan por tu camino, por tu vida... ámalos como me amas a mi, porque todos, sean como sean, son mis hijos, son mis criaturas y por ellos y por ti estuve un día muriendo en una Cruz... Te quiero a ti, los quiero a ellos, a TODOS...¡NO LOS JUZGUES!"

Señor, ¡ayúdame!

Arranca de mi corazón ese orgullo, esa soberbia, ese amor propio que no sabe pedir perdón y aún peor, ese sentimiento que me roe el alma y que no me deja perdonar... No perdones mis ofensas, mis desvíos, mi frialdad, mi alejamiento como yo perdono a los que me ofenden - así decimos en la oración que tu nos enseñaste, el Padrenuestro - a los que me dañan, a los que me lastiman, porque mi perdón suele ser un "perdón limitado", lleno de condiciones.... ¡Enséñame Señor, a dar ese perdón como es el tuyo: amplio, cálido, total, INFINITAMENTE TOTAL!

Hoy llegué a esta Capilla siendo la de siempre, con mi pereza, con mis rencillas muy mías y mis necedades, mi orgullo, mi intransigencia para los demás, sin paz, con mis labios apretados, sin sonrisa, como si el mundo estuviera contra mi...

Pero Tu me has mirado, Señor, desde ahí, desde esa humildad sin límites, desde esa espera eterna a los corazones que llegan arrepentidos de lo que somos... y he sabido y he sentido que me amas como nadie me puede amar y mi alma ha recobrado la paz.

Ya no soy la misma persona y de rodillas me voy a atrever a prometerte que quiero ser como esa custodia donde estás guardado y que donde quiera que vaya, en mi hogar, en mi trabajo, en la calle, donde esté, llevar esa Luz que he visto en tus ojos, en los míos, y mirar a todos y al mundo entero con ese amor con que miras Tu y perdonar como perdonas Tu....

¡Ayúdame, Señor, para que así sea!






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  • Ma. Esther de Ariño