Páginas

miércoles, 20 de julio de 2011

20 DE JULIO - DÍA INTERNACIONAL DEL AMIGO

 http://www.tutoloquequieras.com.ar/wp-content/upload/imagenes/2011/6/Feliz-dia-del-amigo/tarjeta-imagen-fondo-feliz-dia-del-amigo-amistad-6.jpg
El Día Internacional del Amigo tiene origen en Argentina,
y se lo debemos a Enrique Ernesto Febbraro,
un profesor de Psicología, Músico y Odontólogo que
un 20 de julio, en honor a la llegada del hombre a la luna,
envió mas de 1000 cartas a diferentes países.

Le respondieron 700 personas y enseguida,
el Día del Amigo quedó instaurado en 100 naciones diferentes.
Su iniciativa tuvo éxito ya que cada 20 de julio, en muchos países,
los amigos esperan reunirse y dedican un día a la amistad.
Enrique Ernesto Febbraro fue candidato dos veces al Premio Nobel de la Paz.

Con el correr de los años, todos vamos comprobando que el Tango no sólo "lo dice todo",sino que también y fundamentalmente,
el Tango es siempre un Buen Amigo y que nada le impide mostrar su admiración por una Amiga.

Muchos se empeñan en decir que en su profundidad "machista", lo único que hace es "llorar por la mina infiel que lo abandonó".
Dos admirables Tangos, es decir dos Amigos, nos van a demostrar lo contrario.

EL DIVINO CONSTRUCTOR

Autor: Oscar Schmidt | Fuente: Catholic.net
El Divino Constructor
Sin duda que es el Espíritu Santo que, paso a paso, logro tras logro, ha construido la Iglesia, a pesar de quienes desde dentro y fuera, tratan de demoler lo construido.
 
El Divino Constructor



Sabemos bien que Jesús, en su paso por este mundo, nos dejó los fundamentos de la Iglesia. Por ejemplo cuando en aquella noche de Jueves Santo nos legó dos Sacramentos: la maravilla de Su Presencia real y viva en la Eucaristía, y el Sacramento del Orden Sacerdotal.

Sin embargo, Jesús mismo anunció entonces que era necesario que El partiera, para que viniera Quien iba a continuar e impulsar la construcción de la Iglesia. Fue así que en Pentecostés el Espíritu Santo descendió y dio fortaleza, dirección y consuelo a los que fueron padres de la Iglesia primitiva. De un puñado de mujeres y hombres, surgió así el cristianismo como el gran fenómeno que conmovió y transformó la historia de la humanidad. Por eso, y si bien muchas cosas se han dicho del Espíritu Santo, hoy los invito a que lo admiremos y adoremos como El Divino Constructor.

Jesús nos dejó los Evangelios como sostén de nuestra fe, Su Palabra, la Revelación Pública que nos dice todo lo que necesitamos. Pero fue la acción del Espíritu Santo la que fue guiando poco a poco, a través de los impredecibles caminos de la historia, a aquellos que valientemente dieron sus vidas en nombre de Jesucristo, el Salvador. ¿Cómo es que supieron ellos lo que debían hacer? ¿De donde sacaron la fortaleza necesaria?

Sin dudas que es el Espíritu Santo el Divino Constructor de la Iglesia, paso a paso, logro tras logro. Y ha sido una construcción contrastada por la acción destructora de quienes desde dentro y desde fuera, inspirados por otro espíritu no particularmente santo, trataron de demoler lo construido.

Un momento crucial que debemos meditar en esta historia, ocurrió en la Porciúncula, en Asís. Allí San Francisco miró el Crucifijo que aún colgaba de aquella capilla destruida, y escuchó la Voz de Jesucristo Crucificado que le dijo: “Reconstruye Mi Iglesia”. Algo aconteció allí que cambió el curso de la historia, cuando Dios decidió revelar al Hombre un pedido concreto, una misión imposible para Francisco, pero posible para Dios.

Varias conclusiones se desprenden de esta revelación del Señor al joven de Asís:

  • La primera es que Dios interviene en forma directa en la historia, revelando Su Voluntad a almas elegidas, como fue la de Francisco. A pesar de que todo ha sido ya revelado a través de las Sagradas Escrituras, resulta evidente que Dios considera conveniente el seguir hablando al hombre, a través de Sus mensajes a santos y místicos que se cuentan por cientos, siglo tras siglo, en la tradición de la Iglesia.
  • La segunda conclusión es que, ante el pedido de Jesús a Francisco, resulta obvio que si había algo para reconstruir, es que algo estaba siendo destruido. La Iglesia estaba en un muy mal momento histórico, con malas costumbres divulgándose entre muchos de sus pastores, con desviaciones del propósito que El Constructor había impregnado en las piedras que se apilaron en el diseño original del edificio. Y Dios quiso que Francisco, desde la nada, reconstruyera en base a los planos originales, los planos del Autor.
  • La tercera conclusión es que Jesús no le dice a Francisco: “oye, mi Iglesia está siendo destruida, ve y construye otra”. Jamás Dios pediría o inspiraría eso a alma alguna. En siglos pasados algunos hombres de la Iglesia, horrorizados ante la corrupción de algunos pastores, incurrieron en el abominable error de crear su propia iglesia en lugar de luchar desde dentro como Dios espera. El Constructor quiere que reconstruyamos, no que nos vayamos de Su Casa.
  • La cuarta conclusión es que Dios literalmente hizo Su obra en Francisco, interviniendo por medio de El Divino Constructor, el Espíritu Santo que luego del pedido original de Jesús en la Porciúncula, guió a este miserable enamorado de la amada pobreza, hasta producir un estallido de luz que iluminó la noche de la Iglesia. ¿Qué duda cabe de que sin la ayuda de El Divino Constructor, a ningún puerto hubiese llegado la loca odisea de Francisco?

    El Divino Constructor, de este modo, trabaja en base a la santidad y a la acción iluminada de los santos. Tomás de Kempis puso en Boca del Señor estas palabras (Kempis, libro III, cap. 58): “Yo soy el Creador de todos los santos; Yo les di la Gracia, Yo los llevé a la Gloria. He conocido a mis amados antes de los siglos, y los he elegido del mundo y no fueron ellos los que me eligieron a Mi (Jn. 15,16.19). Los he llamado con mi Gracia y atraído con Mi Misericordia y los he llevado a través de muchas tentaciones. Les infundí consuelos admirables, Les di la perseverancia y coroné su paciencia”.

    Así, el Constructor sigue edificando, mientras otros se esfuerzan en demoler. El Espíritu Santo es Quien nos llena de santas inspiraciones en la forma de invitaciones a poner manos a la obra y reconstruir, piedra por piedra, lo que otros destruyen. No debemos desanimarnos, porque es Él quien guía la obra. Por más que veamos la eficiente demolición de algunos cercanos, y otros lejanos, no temamos, porque el Divino Constructor no permitirá que Su Casa caiga, jamás. Esto es una verdad revelada, parte central de nuestra fe: “Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:13-18).

    Mientras tanto, pidamos al Señor intensamente para que la Iglesia viva un siglo de santos, de santidad. Necesitamos más sacerdotes santos, y laicos también. Necesitamos más santidad, y es Dios quien debe darnos esa Gracia, pero muy especialmente debemos ser nosotros dignos de ese don, ya que todos estamos llamados a la santidad. ¿Quieres, realmente y de corazón, la santidad?

    Unidos al sufrimiento de nuestro Papa Benedicto XVI, escuchemos la Voz del Divino Maestro que una vez más nos dice:

    “Francisco, reconstruye mi Casa”
  • ORACIÓN FRANCISCANA

    Oración Franciscana
            Autor: Fray Francisco Solano       

            ¿Que tengo yo, Señor Jesús, que Tu no me hayas dado?
            ¿Que se yo que Tu no me hayas enseñado?
            ¿Que valgo yo si no estoy a tu lado?
            ¿Que merezco si a Ti no estoy unido?

            ¡Perdóname los yerros que contra Ti he cometido,
            pues me criaste sin que yo lo mereciera
            y me redimiste sin que te lo pidiera!

            Mucho hiciste en redimirme
            y no serás menos poderoso en perdonarme;
            pues la mucha sangre que derramaste
            y la acerba muerte que padeciste,
            no fue por los Ángeles que te alaban,
            sino por mi y los demás pecadores que te ofenden.
            Si te he negado, déjame reconocerte.
            Si te he injuriado, déjame alabarte.
            Si te he ofendido, déjame servirte.
            Porque es mas muerte que vida
            la que no esta empleada en tu santo servicio

    AMIGOS DE VERDAD...

      
         AMIGOS DE VERDAD...
    Autor: Padre Benigno Álvarez Lago s.j.





            ¿Por qué es importante tener amigos de verdad? Hay preguntas tan fáciles que a veces no se como responder, porque me faltan palabras. O quizá me sobren.

            Un día me encontré con el mar, y nos quedamos charlando. Le pregunté sobre mi duda, pero él seguía a lo suyo, yendo y viniendo. 

            Cuando me alejé de él, para volver a la vida de cada día, los ecos de nuestro encuentro resonaban en mi corazón. Me volví hacia donde estaba, y sus palabras se grabaron en mí:

            "Necesito ser transparente, me decía, porque quiero que disfrutéis de mi fondo. Las maravillas que hay dentro de mí, son para vosotros. Por eso cuando aparece la basura, me tapa, me oculta, no soy yo. 

            Necesito las rocas, quiero chocar contra ellas, quiero que me devuelvan a donde vengo, pero distinto. Con cuanta más fuerza, mejor. Luego mis aguas se remansan mucho más tiempo y llegan más lejos.

            Y qué me dices de la brisa, parece que no se nota, pero está ahí. Es la caricia de mis aguas, es la que me hace ser diferente cada día aunque mis aguas lleguen siempre al mismo sitio. La brisa me hace sentir cada momento como una oportunidad nueva. Cada una de mis pequeñas olitas que ves a lo lejos, es la sonrisa de sentirla cerca.

            Por último está la playa. Ahora soy yo quien acaricio. Me llevo pequeños recuerdos y ella también hace sus hoyos para quedarse con alguna parte de mí. Y nos mezclamos. Cada vez que caigo en ella, parece que allí me quiere atrapar, pero siempre me suelta... Cada una seguimos nuestros caminos y mientras ella parece inmóvil, yo me llevo alguna de sus arenas a lo largo del mundo. 

            Mira el horizonte allí te está esperando siempre un nuevo día, un nuevo amigo, una nueva vida…"

    CREO EN TÍ AMIGO....


    Creo en tí Amigo



    Creo en tí amigo:
    Si tu sonrisa es como un rayo de luz
    que alegra mi existencia.

    Creo en ti amigo:
    Si tus ojos brillan de alegría al encontrarnos.

    Creo en ti amigo:
    Si compartes mis lágrimas y
    sabes llorar con los que lloran.

    Creo en ti amigo:
    Si tu mano está abierta para dar y
    tu voluntad es generosa para ayudar.

    Creo en ti amigo:
    Si tus palabras son sinceras y
    expresan lo que siente tu corazón.

    Creo en ti amigo:
    Si sabes comprender bondadosamente mis debilidades y me defiendes cuando me calumnian.

    Creo en ti amigo:
    Si tienes valor para corregirme amablemente.

    Creo en ti amigo:
    Si sabes orar por mí,
    y brindarme buen ejemplo.

    Creo en ti amigo:
    Si tu amistad me lleva a amar más a Dios
     y a tratar mejor a los demás.

    Creo en tí amigo:
    Si no te avergüenzas de ser mi amigo
    en las horas tristes y amargas.