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jueves, 26 de mayo de 2011

SE TÚ MISMO


Se tú mismo 
(Desconozco Autor)



Se tú mismo (a) no intentes ser como tu amigo,
como tus padres, como tu hermano,
no quieras ser el reflejo de nadie, que los reflejos son sólo eso...

Eres un ser independiente con tus propias señas, nadie es igual a ti, de todos absorbe las cosas buenas, las malas, deséchalas.
Eres especial, único en tu clase, todos tenemos defectos, como sabrás, nadie es perfecto, pero cada uno de nosotros tiene algo hermoso que compartir. 

Vive con optimismo con Fe y confianza, la vida es sólo una y pasa tan aprisa, que no la vemos pasar... Todo tiene sus altas y sus bajas camina con pie firme, pisando fuerte, mirando hacia adelante, con la esperanza de que alcanzarás todo lo que te propongas, pero debes hacerlo guiado no por lo que digan los demás, sino por lo que tu quieres ser y lograr. 

Si ves que los demás tienen algo y tú no, no te deprimas, no importa, tienes dones especiales que posiblemente ellos quisieran tener, y sin embargo quizás no los valoras. Se tú mismo (a) !

Oración a San Felipe de Neri


Oración a San Felipe de Neri

San Felipe Neri, santo de la alegría, dónanos del Señor los anticipos de la eterna delicia y líbranos de la amargura. Intercede por nosotros ante Dios Todopoderoso y eterno que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Rezar Padre Nuestro Ave María y Gloria

EL AMOR DE LA VIRGEN MARÍA LLENA NUESTRO CORAZÓN

Autor: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
El amor de María llena nuestro corazón
Mes de Mayo, mes de María. Si uno de veras cree en este amor que le tiene María Santísima como madre ¿podrá sentirse desgraciado? ¿Podrá sentirse desesperado?
El amor de María llena nuestro corazón

Dios es amor.

María Santísima es también amor.

Podríamos decir que María es el lado misericordioso y tierno del amor de Dios.
“Tú sola, Virgen María, le curas a Dios de todas las heridas que le hacemos los hombres. Por ti sola valió la pena la redención, aunque, afortunadamente, hay otras y otros que se han tomado en serio la redención ".

Este amor tuyo que, por un lado, sube hasta Dios y, por lo tanto, tiene toda la gratitud de una creatura, toda la profundidad de una madre, toda la pureza de una virgen; por otro lado, se dirige a nosotros, hacia la tierra, hacia tus hijos.

Cómo me impresionó -y aparte al principio no lo creí- leer aquellas palabras de San Alfonso María de Ligorio: "Si juntáramos el amor de todos los hijos a sus madres, el de todas las madres a sus hijos, el de todas las mujeres a sus maridos, el de los santos y los ángeles a sus protegidos: todo ese amor no igualaría al amor que María tiene a una sola de nuestras almas". Primero, no lo creí porque era demasiado grande para ser cierto. Hoy, lo creo, y posiblemente estas palabras de San Alfonso se quedaron cortas.

Yo me pregunto: si uno de veras cree en este amor que le tiene María Santísima como madre ¿podrá sentirse desgraciado? ¿Podrá sentirse desesperado? ¿Podrá vivir una vida sin alegría, sin fuerza, sin motivación? ¿Podrá alguna vez, en su apostolado, llegar a decir "no puedo, me doy"? ¿Podrá algún día decir : "renuncio al sacerdocio y lo dejo"? Si Cristo, por nosotros, dio su sangre, su vida, ¿qué no dará la Santísima Virgen por salvarnos? Ella ha muerto crucificada, espiritualmente, por nosotros. A Cristo le atravesaron manos y pies por nosotros; a ella una espada le atravesó el alma, por nosotros. Si Él dijo: "He ahí a tus hijos" ¿cómo obedece la Santísima Virgen a Dios? Entonces, cuánto nos tiene que amar. Y si somos los predilectos de su hijo: "vosotros sois mis amigos", somos también los predilectos de Ella.

El amor de María llena nuestro corazón, debe llenarlo. El amor de una esposa no es el único que puede llenar el corazón de un hombre como yo. El amor de María Santísima es muchísimo más fuerte, rico, tierno, confortante, que el de todas las esposas de la tierra. El amor de mi madre celestial llena, totalmente, mi corazón. Una mirada, una sonrisa de María Santísima, me ofrecen más que todo lo que pueden darme todas la mujeres de la tierra juntas.

¿Cuál debe ser mi respuesta a tan grande y tierno amor?

Como Juan Pablo II debemos decir cada uno de nosotros, también, "totus tuus": todo tuyo y para siempre. Aquella expresión que el Papa nos decía: "Luchando como María y muy juntos a María", que le repitan siempre: "totus tuus".

¿Por qué no llevarme a todas partes a la Santísima Virgen? En el pensamiento, en el corazón, y también, en una imagen, en un cuadro: su presencia es benéfica. Yo tengo en mi despacho y en mi cuarto una imagen de la Santísima Virgen. Con mucha frecuencia la miro, con mucha frecuencia le hablo y, también, la escucho. Siento su presencia y su amor a través de esa imagen.


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  • P. Mariano de Blas LC