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viernes, 25 de febrero de 2011

ANIMO..


Animo..
Si el dolor te visitó, sin previo aviso.
Es comprensible que la emotividad te envuelva, ante los acontecimientos que te afectan en el amago de tu ser. Sin embargo, procura raciocinar.
Acuérdate del amparo de Dios, que te sustentó en otras situaciones difíciles.
Recuerda las palabras de Jesús, prometiendo consolación a los que sufren.
Acuérdate de los amigos espirituales que te auxilian y guían tus pasos, por entre caminos espinosos.
Equilíbrate en la certeza de que el tiempo es el solucionador natural de todos los problemas que no puedas resolver de inmediato.

Confía en Dios y sigue adelante.
Mañana comprenderás mejor las razones de los dolores, que, hoy padecen incomprensibles.

QUE POBRES SOMOS



Qué pobres que somos

Una vez, un padre de una familia acaudalada llevo a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que su hijo viera cuan pobres eran las gentes del campo.
Estuvieron por espacio de un día y una noche completos en una granja de una familia campesina muy humilde.

Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo:

-Qué te pareció el viaje?
-Muy bonito Papa!
-Viste que tan pobre puede ser la gente?
-Sí!
-Y que aprendiste?
-Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una alberca que llega de una barda a la mitad del jardín, ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lamparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. El patio llega hasta la barda de la casa, ellos tienen todo un horizonte de patio.

Al terminar el relato, el padre se quedo mudo....y su hijo agregó:

-Gracias Papá por enseñarme lo pobre que somos!

LA ALEGRÍA ESTÁ DENTRO


La alegría está dentro
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD



Dice, sobre el puente el amigo al amigo: “¡Contempla la alegría de los peces en el río!”

Mas el otro le replica: “¿Cómo tú, no-pez, conoces la alegría de los peces en el río?.”

El le responde: “Por mi alegría sobre el puente”.

Les doy mi gozo. Quiero que tengan en ustedes mi propio gozo, y que su gozo sea completo” (Jn 15,11).

El evangelio es buena nueva y comienza con una inmensa alegría para todos aquellos que esperan y necesitan u n salvador. El cristiano debe ser mensajero de gozo y testigo de la resurrección. La alegría que brota de su corazón revela la presencia de Alguien en quien confía y que es fuente de gozo, de paz y de todo lo bueno; por lo tanto la sonrisa no es fingida, sino un don que regala Dios a todos aquellos que lo buscan con sincero corazón: “se alegrarán cuantos en ti confían, exultarán por siempre” (Sal. 5,12).

“Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios” (Is 40,10). Dios es la causa de la alegría y Él colmará todas las aspiraciones del ser humano. Quien pone los ojos y corazón en el Señor, podrá disfrutar de todo lo bueno de la creación, sin conocer el temor, la tristeza y la angustia. El alegrarse con Dios lleva a compartir la alegría con los otros, deseando y procurando la felicidad para el hermano.

“Entra en el gozo de tu Señor” (Mt, 25,21). La paz eterna, el gozo eterno, es un premio al haber corrido sin desfallecer, velando con las lámparas encendidas. El Gozo definitivo conlleva prescindir de todo gozo que no sea verdadero, aunque a veces haya que callar, sufrir, esperar.

Dios está con nosotros, está de nuestra parte; nuestro esfuerzo sólo consistirá en creer que Él puede hacernos completamente felices si es que lo amamos. Por lo que llevamos dentro, “por nuestra alegría sobre el puente”, podremos ver la alegría de los peces en el río.

Abrazando la cruz...para ti mujer


Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
Abrazando la cruz...para ti mujer
Pon tu alma adolorida en el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, y encontrarás el consuelo que jamás imaginaste.

Me han dicho que sufres, y que sufres mucho. Que sabías que había dolor en el mundo pero nunca pensaste en que a ti te alcanzaría... ¡Y en qué forma!

Quisiera llegar a tu corazón, mujer que sufres.

En cualquier parte del mundo existe el dolor, y a ti, seas del lugar que seas, te ha alcanzado su dardo. No se quién eres...tal vez la luna ha besado ya tus cabellos dejando en ellos sus rayos de plata y tus ojos tienen la profundidad de la experiencia de una larga vida compuesta de muchas realidades y ya muy pocos sueños...
Tu corazón sufre lo que jamás imaginaste, la amargura sin igual que te ha proporcionado ese hijo o hija en el que pusiste todas tu esperanzas, al que meciste en tus brazos, el que apretaste contra tu corazón para que nadie lo hiriese ¡por el que tanto te sacrificaste! y ahora... tu sola mujer, puedes conocer toda la magnitud de tu dolor.

También puede ser que seas joven, muy joven. Aún esperas, mejor dicho, esperabas mucho de la vida... aún resuenan en tus oídos las notas de aquella marcha nupcial en la mañana radiante en que unías tu vida a la de aquel hombre, que ahora ya, ¡no tienes a tu lado!... o tal vez, y permíteme que te diga que así es más profunda tu tragedia, lo tengas junto a ti y sin embargo la inmensidad de un abismo os separa... tal vez teniéndolo a tu lado te sientes infinitamente sola.

No lo se, quizá tengas el gran dolor de una madre que ve la cuna vacía... Oh, mujer, yo no lo se pero tu si sabes cual es tu historia y por qué te duele tanto el corazón, por qué hay veces que te pesa tanto la vida...

Yo no me atrevo a entrar en tu alma pero me acerco a ti con respeto y cariño. Quisiera llevar hasta ti, no el remedio a tus penas, pero si un poco de serenidad y paz, aún a pesar de tu dolor. Quiero pedirte que seas valiente y que no pierdas tu fe. Si te acercas a un Cristo clavado en una Cruz se abrirán tus ojos, pues no hay dolor como su dolor y que como bien dicen los teólogos de la Verdad: era suficiente solo una gota de sangre, la más ligera humillación, un solo deseo que hubiera brotado de su corazón, para la redención completa de la Humanidad y sin embargo...¡contémplalo! está en la Cruz para que sepas que su corazón te comprende, que pasó por todos tus dolores y más y ese Cristo es tu Dios que muere en un Cruz para que cuando sufras lo tengas muy presente.

Míralo bien. Dile que le das tu corazón herido para que de tus espinas florezcan rosas fragantes que deseas poner en sus llagados pies ¡clavados en la Cruz para esperarte! Se valiente.

Quisiera que grabaras en tu memoria pero sobre todo en tu corazón estas palabras hermosas y llenas de gran sabiduría: "No es el sufrir sino la manera de sufrir, lo que dignifica". Es preciso tratar bien a las espinas ¡más sufre el que las pisa que el que las besa!. Pasa por la vida heroicamente y poniendo tu alma adolorida en el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, hallarás el consuelo que jamás imaginaste.

Quiero que seas valiente y que sonrías...Se que eso cuesta mucho pero aún voy a atreverme a pedirte más: que si hay alguien o algo que tienes que perdonar, que perdones. Perdona a quién robó tu calma, tu felicidad, a quién no tuvo reparo en destrozar tu vida, tus sueños, a quién te hundió en la soledad y el abandono. A quién te hizo mucho daño...¡perdónalo!.

Arranca de tu corazón hasta la más leve sombra de rencor y verás cuánta más luz hay en tu vida. Verás que así te sientes más buena y mucho más valiente para caminar con tu cruz. No lleves tu pesada cruz arrastras, abrázala contra tu corazón, esa cruz pesa mucho ya lo se, pero abrazada a ella ya es diferente y serás la mujer fuerte de la que nos habla el Evangelio, una mujer nueva y total.

¡Que el Señor nos de fuerza a todos, cuando el dolor nos alcanza, para abrazar nuestra cruz!