miércoles, 13 de diciembre de 2017

UN CUENTO DE ADVIENTO

Un cuento de Adviento




El Adviento me ha traído a la memoria, una vez más, este cuento bien conocido:

Martín era un humilde zapatero de un pequeño pueblo de montaña. Vivía solo. Hacía años que había enviudado y sus hijos habían marchado a la ciudad en busca de trabajo.

Martín, cada noche, antes de ir a dormir leía un trozo de los evangelios frente al fuego del hogar. Aquella noche se despertó sobresaltado. Había oído claramente una voz que le decía. ‘Martín, mañana Dios vendrá a verte’. Se levantó, pero no había nadie en la casa, ni fuera, claro está, a esas horas de la fría noche...

Se levantó muy temprano y barrió y adecentó su taller de zapatería. Dios debía encontrarlo todo perfecto. Y se puso a trabajar delante de la ventana, para ver quién pasaba por la calle. Al cabo de un rato vio pasar un vagabundo vestido de harapos y descalzo. Compadecido, se levantó inmediatamente, lo hizo entrar en su casa para que se calentara un rato junto al fuego. Le dio una taza de leche caliente y le preparó un paquete con pan, queso y fruta, para el camino y le regaló unos zapatos.

Llevaba otro rato trabajando cuando vio pasar a una joven viuda con su pequeño, muertos de frío. También los hizo pasar. Como ya era mediodía, los sentó a la mesa y sacó el puchero de la sopa excelente que había preparado por si Dios se quería quedar a comer. Además fue a buscar un abrigo de su mujer y otro de unos de sus hijos y se los dio para que no pasaran más frío.

Pasó la tarde y Martín se entristeció, porque Dios no aparecía. Sonó la campana de la puerta y se giró alegre creyendo que era Dios. La puerta se abrió con algo de violencia y entró dando tumbos el borracho del pueblo.

– ¡Sólo faltaba este! Mira, que si ahora llega Dios...– se dijo el zapatero.

– Tengo sed –exclamó el borracho.

Y Martín acomodándolo en la mesa le sacó una jarra de agua y puso delante de él un plato con los restos de la sopa del mediodía.

Cuando el borracho marchó ya era muy de noche. Y Martín estaba muy triste. Dios no había venido. Se sentó ante el fuego del hogar. Tomó los evangelios y aquel día los abrió al azar. Y leyó:

– ‘Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estaba desnudo y me vestiste...Cada vez que lo hiciste con uno de mis pequeños, a mí me lo hiciste...’

Se le iluminó el rostro al pobre zapatero. ¡Claro que Dios le había visitado! ¡No una vez, sino tres veces! Y Martín, aquella noche, se durmió pensando que era el hombre más feliz del mundo...".

El Adviento, es la esperanza de la venida de Dios que de muchas formas nos visita.



© Ramiro Pellitero Iglesias

RECETAS PARA LA SALUD EMOCIONAL


Recetas para la salud emocional


1. Enfrente de a uno por vez los problemas que le causan tensión emocional, y haga una cosa por vez.

2. Haga lo mejor que pueda en cada situación de estrés, y luego deje de preocuparse por ella.

3. Sea positivo y exprese sus sentimientos con honestidad.

4. Trate a los demás con el respeto que espera para usted mismo.

5. Tome conciencia de sus necesidades, en lugar de dejar que se la dicten los otros.

6. No contemple a su vida como algo cerrado; considere que siempre hay alternativas.

7. Elija sentirse bien y contento.

8. Tome distancia de sus problemas. Piense en qué pensará de sus problemas de hoy dentro de un año, cinco años, una década.

9. Adopte una perspectiva humorística, de modo de ver sus problemas de manera más objetiva y poder reírse de ellos.

10. Viva en el presente.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 13 DICIEMBRE


Los cinco minutos de María
Diciembre 13




¡Los ojos de la Inmaculada!
Limpísimos y llenos de luz, sin la menor nube que pudiera hacerles perder su brillo. Ojos serenos como el cielo azul, inocentes como los de una virgen, tiernos como los ojos de una madre.
Miremos a las cosas y a las personas con los ojos de la Virgen y las veremos en una nueva dimensión.
María, préstame tu mirada para ver el mundo.



* P. Alfonso Milagro

4 VIRTUDES A CONQUISTAR EN ESTE ADVIENTO



4 virtudes a conquistar en este Adviento. 
Justicia es la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido


Por: Silvana Ramos | Fuente: Catholic-link.com 




La Justicia,  dice el Catecismo de la Iglesia Católica (1807), «es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido. La justicia para con Dios es llamada “la virtud de la religión”. Para con los hombres, la justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la armonía que promueve la equidad respecto a las personas y al bien común. El hombre justo, evocado con frecuencia en las Sagradas Escrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta con el prójimo. “Siendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con justicia juzgarás a tu prójimo” (Lv 19, 15). “Amos, dad a vuestros esclavos lo que es justo y equitativo, teniendo presente que también vosotros tenéis un Amo en el cielo” (Col 4, 1)».

Suena precioso todo esto pero, ¿cómo lo ponemos en práctica?, ¿sabemos cuándo estamos siendo justos? A veces podemos estar cumpliendo la ley al pie de la letra, como dice el Papa Francisco, y sin embargo ser tremendamente injustos. No son pocas las veces en que miramos al cielo y nos lamentamos las injusticias de este mundo. San Juan Pablo II en una de sus catequesis decía: «todos somos conscientes en cierta manera de que no es posible llenar la medida total de la justicia en la transitoriedad de este mundo», pero sí es posible aportar un granito de arena. Aquí  les dejamos algunos consejos que podrían ser útiles.

1.Reconocer el valor y la dignidad del ser humano

Es necesario mirar con respeto y reconocer el valor de cada vida humana en primer lugar. Reconocer lo que se “le debe al otro” de acuerdo al contexto y su situación y su dignidad de ser humano, dignidad que parte desde que es hijo de Dios. Muchas veces al aplicar la ley al pie de la letra se comenten injusticias terribles que pueden encerrar venganza e hipocresía. Somos blandos con quienes amamos pero aplicamos el rigor de la ley y somos implacables con quien despreciamos. La justicia es para todos y no se reduce a aplicar la ley sino a dar a cada quién lo que le corresponde.

2. El sano discernimiento

Relacionado con el punto anterior, es necesario “entrenarse” en el sano discernimiento. Evitar los juicios precipitados o llevados por el ardor de los sentimientos. Evaluar la situación y valorar los actos y las condiciones requiere de un tiempo, no significa un tiempo para buscar excusas, sino un tiempo para poder valorar los sucedido justamente. Aquí se evidencia que el sistema de justicia es un sistema que tiene que estar al servicio del hombre, promover la bondad de sus actos y no al revés.

3. Pedir consejo

En situaciones complicadas y de confusión, que pueden ser situaciones cotidianas con los hijos, entre los esposos, familiares, trabajadores, compañeros de estudios, etc. es prudente pedir consejo a alguien con mayor experiencia y reputación en el tema: nuestros padres, un consejero, un sacerdote, etc. La justicia también tiene que estar dirigida por el amor cristiano, por reconocer que para actuar con justicia necesitamos del amor al prójimo. Esto de ninguna manera significa “pasar por algo todo” sino dar a cada uno lo que lo hará mejor persona.


4. Educar en justicia

Las virtudes son adquiridas en un primer momento mediante la educación y el promover los actos virtuosos. Es el hogar el lugar ideal y primero para educar en justicia. La manera justa en que los padres, como primeros educadores, nos comportemos no solo con nuestros hijos, sino entre nosotros y con todas las personas que ingresan y participan de nuestro hogar será el primer referente, y tal vez el más fuerte que nuestros hijos tengan y bajo el cual actuarán.

5. Recurrir a la gracia y la ayuda de Dios

Si bien la justicia se aprende, la virtud es elevada mediante la gracia y la ayuda de Dios. Recurrir constantemente a Él para que nos ayude a ser hombres y mujeres justos es mandatorio. Solo del más justo vendrá esa ayuda necesaria para poder ir descubriendo y ampliando el concepto que de justicia tenemos. Sólo Dios nos ayudará a “abrir los ojos” e ir descubriendo lo que al otro “se le debe”. Pedirle a Dios insistentemente porque su Espíritu nos ilumine y nos ayude a actuar virtuosamente tiene que ser un constante en nuestras vidas.

6. Amar el bien

Tan simple como suena. Amar el bien, amar todo lo bueno que Dios nos muestra como camino a la santidad. El bien no necesariamente significa “pasarlo bien”, o “sentirme bien”, muchas veces implica esfuerzo sacrificio, renuncia, agachar la cabeza y pedir perdón. Incluso a veces significa ser firmes (pero misericordiosos) con quien amamos, por su bien. Amar el bien es una conquista del día a día.

7. Recurrir a los sacramentos

Qué mayor asistencia para crecer que el alimento por excelencia para nuestras almas. Los sacramentos de la Eucaristía y de una manera particular el sacramento de la reconciliación nos dan luces de lo que el hombre necesita. Dios actúa con justicia, a través del sacerdote, cada vez que nos acercamos a pedirle perdón por nuestros pecados, por nuestras faltas, por las injusticias que cometemos con los demás y con nosotros mismos. Qué gran escuela de justicia tenemos en este sacramento.

PARA QUÉ IR A MISA EL DOMINGO? ESTA ES LA RESPUESTA DEL PAPA FRANCISCO


¿Para qué ir a Misa el domingo? Esta es la respuesta del Papa Francisco
Por Miguel Pérez Pichel





VATICANO, 13 Dic. 17 / 04:36 am (ACI).- En una nueva catequesis sobre la Misa, el Papa Francisco se preguntó en la Audiencia General de este miércoles 13 de diciembre celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano: “¿Para qué ir a Misa el domingo?”.

“La celebración dominical de la Eucaristía está en el centro de la vida de la Iglesia”, fue la respuesta del Santo Padre.

Profundizando más, el Pontífice explicó que “los cristianos vamos a Misa el domingo para encontrar al Señor resucitado, o mejor, para dejarse encontrar por Él, escuchar su palabra, alimentarse en su mesa, y así hacerse Iglesia, es decir, hacerse parte del Cuerpo místico viviente hoy en el mundo”.

Esta realidad estuvo muy presente en la Iglesia desde el principio: “así lo comprendieron los discípulos de Jesús desde el primer momento, los cuales celebraron el encuentro eucarístico con el Señor en ese día de la semana que los hebreos denominaban ‘el primero de la semana’ y los romanos ‘el día del sol’, porque aquel día Jesús resucitó de entre los muertos, y se apareció a los apóstoles hablando con ellos, comiendo con ellos y enviándoles el Espíritu Santo”.

“Incluso –continuó Francisco– la gran efusión del Espíritu en Pentecostés tiene lugar el domingo. Por esta razón, el domingo es un día santo para nosotros, santificado a la celebración eucarística, presencia vivía del Señor entre nosotros”.

Por lo tanto, “es la Misa la que hace el domingo cristiano. ¿Qué clase de domingo es para un cristiano aquel en el que falta el encuentro con el Señor?”.

El Papa hizo un llamado a los cristianos a valorar la Misa dominical: “Por desgracia, hay comunidades cristianas que no pueden gozar de la Misa cada domingo; también esos están llamados en ese día a recogerse en oración en el nombre del Señor, escuchando la Palabra de Dios y manteniendo vivo el deseo de la Eucaristía”.

“Algunas sociedades secularizadas han perdido el sentido cristiano del domingo iluminado por la Eucaristía”, lamentó. “En este contexto es necesario revivir esta conciencia para recuperar el sentido de la fiesta, de la alegría, de la comunidad parroquial, de la solidaridad, del descanso que restaura el alma y el cuerpo”. “De todos estos valores es maestra la Eucaristía domingo tras domingo”, destacó.

En este sentido, recordó que “la abstención dominical del trabajo no existía en los primeros siglos: es una aportación específica del cristianismo. Por tradición bíblica los hebreos reposan el sábado, mientras que en la sociedad romana no estaba previsto ningún día semanal de abstención de los trabajos serviles. Fue el sentido cristiano de vivir como hijos y no como esclavos, animado por la Eucaristía, la que hace del domingo, casi universalmente, el día de reposo”.

La presencia de Cristo en la vida ayuda a dinamizarla, aseguró. “Sin Cristo, estamos condenados a ser dominados por el tedio de lo cotidiano, con sus preocupaciones, y del miedo del mañana. El encuentro dominical con el Señor nos da la fuerza de vivir el hoy con confianza y con valentía, y de ir adelante con esperanza”.

“¿Qué podemos responder a los que nos dicen que no hace falta ir a Misa, tampoco en domingo, porque lo importante es vivir bien, amar al prójimo? Es cierto que la calidad de la vida cristiana se mide en la capacidad de amar, como dijo Jesús. Pero, ¿cómo podemos practicar el Evangelio sin obtener la energía necesaria para hacerlo, un domingo tras otro, de la fuente inagotable de la Eucaristía?”, se preguntó el Pontífice.

Subrayó que “no vamos a la Misa para dar nada a Dios, sino para recibir de Él aquello de lo que tenemos necesidad”.

En conclusión, “¿para qué vamos a Misa el domingo? No basta contestar que es un precepto de la Iglesia; esto ayuda a conservar su valor, pero por sí mismo no basta. Nosotros cristianos tenemos necesidad de participar en la Misa dominical porque sólo con la gracia de Jesús, con su presencia viva en nosotros y entre nosotros, podemos poner en práctica su mandamiento, y así ser sus testigos creíbles”.

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 13 DICIEMBRE 2017


Lecturas de hoy Miércoles de la 2ª semana de Adviento
 Hoy, miércoles, 13 de diciembre de 2017




Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (40,25-31):

«¿CON quién podréis compararme,
quién es semejante a mi?», dice el Santo.
Alzad los ojos a lo alto y mirad:
¿quién creó esto?
Es él, que despliega su ejército al completo
y a cada uno convoca por su nombre.
Ante su grandioso poder, y su robusta fuerza,
ninguno falta a su llamada.
¿Por qué andas diciendo, Jacob,
y por qué murmuras, Israel:
«Al Señor no le importa mi destino,
mi Dios pasa por alto mis derechos»?
¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído?
El Señor es un Dios eterno
que ha creado los confines de la tierra.
No se cansa, no se fatiga,
es insondable su inteligencia.
Fortalece a quien está cansado,
acrecienta el vigor del exhausto.
Se cansan los muchachos, se fatigan,
los jóvenes tropiezan y vacilan;
pero los que esperan en el Señor
renuevan sus fuerzas,
echan alas como las águilas,
corren y no se fatigan,
caminan y no se cansan.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 102,1-2.3-4.8.10

R/. Bendice, alma mía, al Señor

V/. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

V/. Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura. R/.

V/. El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestro pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,28-30):

EN aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo:
«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 13 de diciembre de 2017
 José Mª Vegas, cmf



El amor, alivio y yugo

Todos sabemos por experiencia lo que es el cansancio y el agobio. Nos cansamos porque nuestras fuerzas físicas son limitadas. No podemos sostener un esfuerzo físico continuado. Literalmente, se nos vacía el depósito, necesitamos parar, recuperarnos. Los agobios los sentimos sobre todo en las estrecheces anímicas: por la presión social, la de las preocupaciones y las obligaciones, para las que, con frecuencia, no damos abasto, por la falta de recursos económicos o por tantos otros motivos. También en la vida de fe experimentamos a veces cansancio y agobio. En el cansancio del cuerpo y los agobios del alma sentimos el peso de nuestra finitud, que parece abortar nuestras ansias de plenitud. Son muchos lo que tratan de explotar estas limitaciones humanas en beneficio propio, prometiendo alivios definitivos, pero ficticios, liberaciones que acaban esclavizándonos más, y que no hacen sino aumentar a la larga el cansancio y las angustias.

Jesús conoce bien nuestro corazón, sabe de nuestros cansancios y nuestros agobios, porque, hombre como nosotros, los padece en carne propia (cf. Mt 17, 17; Jn 12, 27; Mt 26, 36). Por eso nos llama para ofrecernos alivio. En Jesús descubrimos cómo Dios, realmente, se preocupa de nosotros, desmintiendo así esa falsa, pero muy humana impresión, que expresa hoy el profeta Isaías. A diferencia de los muchos embaucadores que explotan la debilidad humana, Él no ofrece fórmulas fáciles ni soluciones mágicas. Al tiempo que nos llama para aliviarnos, nos invita a asumir nuestra responsabilidad, a cargar con un yugo, el suyo; nos enseña, además, a no buscar fuera de nosotros mismos el lugar de nuestro descanso, sino dentro, en el propio corazón, en donde reside la fuente de la verdadera paz. Se trata, eso sí, de un corazón transformado según el mismo corazón de Jesús, que ha tomado sobre sí los pecados del mundo y ha cargado con el yugo del amor. Podemos y debemos descansar y buscar evadirnos, al menos por un tiempo, de los agobios cotidianos. Pero lo mejor es armarse interiormente, de modo que la fuente de nuestros alivios esté dentro de nosotros mismos.  Y no hay mejor modo de hacer esto que acudir al magisterio del único y verdadero maestro, Jesús, conectarse por medio de Él con la fuente de la vida y de la verdadera sabiduría. Es en Él y por medio de Él como sabemos y saboreamos que Dios nos ha revelado la sabiduría del amor, que nos enriquece y fortalece para cargar con el yugo suave y ligero de la responsabilidad por nuestros hermanos. Cansados y agobiados, acudamos a Jesús, a su Palabra, a la contemplación del misterio del amor, para fortalecer así nuestra esperanza, que renueva nuestras fuerzas y nos da valor para perseverar en las buenas obras del amor.


Saludos cordiales
José M.ª Vegas cmf

SANTA LUCÍA, MÁRTIR, 13 DICIEMBRE


13 de Diciembre
  Santa Lucía
Mártir
Año 304




Santa Lucía bendita: concédenos desde el cielo 
que nos envíe Dios sus luces para ver siempre 
lo que debemos hacer, decir y evitar, y hacerlo, 
decirlo y evitarlo siempre.

 Lucía significa: "la que lleva luz".
A esta santa la pintan con una bandeja con dos ojos, porque antiguas tradiciones narraban que a ella le habían sacado los ojos por proclamar su fe en Jesucristo.

Nació y murió en Siracusa (ciudad de Italia), en la cual se ha encontrado una lápida del año 380 que dice: "N. N. Murió el día de la fiesta de Santa Lucía, para la cual no hay elogios que sean suficientes". En Roma ya en el siglo VI era muy honrada y el Papa San Gregorio le puso el nombre de esta santa a dos conventos femeninos que él fundó (en el año 590).

Dicen que cuando era muy niña hizo a Dios el voto o juramento de permanecer siempre pura y virgen, pero cuando llegó a la juventud quiso su madre (que era viuda), casarla con un joven pagano. Por aquellos días la mamá enfermó gravemente y Lucía le dijo: "Vamos en peregrinación a la tumba de Santa Águeda. Y si la santa le obtiene la curación, me concederá el permiso para no casarme". La madre aceptó la propuesta. Fueron a la tumba de la santa y la curación se produjo instantáneamente. Desde ese día Lucía obtuvo el permiso de no casarse, y el dinero que tenía ahorrado para el matrimonio lo gastó en ayudar a los pobres.

Pero el joven que se iba a casar con ella, dispuso como venganza acusarla ante el gobernador de que ella era cristiana, lo cual estaba totalmente prohibido en esos tiempos de persecución. Y Lucía fue llamada a juicio.

El juez se dedicó a hacerle indagatorias y trataba de convencerla para que dejara de ser cristiana. Ella le respondió: "Es inútil que insista. Jamás podrá apartarme del amor de mi Señor Jesucristo".

El juez le preguntó: "Y si la sometemos a torturas, será capaz de resistir?".

La jovencita respondió:

"Si, porque los que creemos en Cristo y tratamos de llevar una vida pura tenemos al Espíritu Santo que vive en nosotros y nos da fuerza, inteligencia y valor".

El juez la amenazó con hacerla llevar a una casa de prostitución para ser irrespetada. Ella le respondió: "Aunque el cuerpo sea irrespetado, el alma no se mancha si no acepta ni consiente el mal" (Santo Tomás de Aquino, el gran sabio, admiraba mucho esta respuesta de Santa Lucía)

Trataron de llevarla a una casa de maldad, pero ella se quedó inmóvil en el sitio donde estaba y entre varios hombres no fueron capaces de moverla de allí, la atormentaron, y de un golpe de espalda le cortaron la cabeza.

Mientras la atormentaban, animaba a los presentes a permanecer fieles a la religión de Jesucristo hasta la muerte.

Por siglos ha sido muy invocada para curarse de enfermedades en los ojos.

BUENOS DÍAS!!





martes, 12 de diciembre de 2017

IMÁGENES DE FONDOS DE PANTALLA NAVIDEÑOS















IMAGEN DE CALENDARIO RELIGIOSO 2018 DE LA VIRGEN DE GUADALUPE



LUCES DE ADVIENTO


LUCES EN ADVIENTO
Javier Leoz 


1.LA LUZ DE LA PALABRA. Acércate al pensamiento de Dios. La lectura de su Palabra te hará comprender y entender qué es lo que Dios quiere de ti y para ti. O, tal vez, lo sentirás más cerca, más vivo, más comprometido con tu existencia.

2.LA LUZ DE LA VERDAD. El Señor aparecerá desnudo en Belén. Esa es una gran realidad: DIOS se despoja de su grandeza para llegarse hasta nosotros con un objetivo: que sea la VERDAD frente a tantos dioses que invaden nuestra conciencia y nos convierten en esclavos del relativismo. 

3.LA LUZ DEL AMOR. Las personas, además de medios económicos, necesitamos del cariño de aquellos que nos rodean. Sólo los corazones obstinados y duros son incapaces de reconocer la enfermedad que nos atenaza: somos calculadores y fríos. Jesús, con su nacimiento, remueve el cemento de nuestras entrañas para convertirlo en algodón que acoge y disfruta dándose a los demás.

4.LA LUZ DE LA ESPERANZA. Las noticias negras nos sacuden y condicionan nuestra felicidad. Los sucesos negativos nos llevan a una conclusión: el mundo va a la deriva. La esperanza cristiana no nace de los grandes regidores del mundo sino, por el contrario, de Jesús Salvador que nos trae otra óptica sobre nuestra humanidad.

5.LA LUZ DE LA FE. Si dejamos de mirar al cielo sólo nos quedará el suelo y, ese suelo, se agrieta frecuentemente. La fe es una lente por la que, aun sin ver, creemos que DIOS vive y se manifiesta de una forma extraordinaria y vertiginosa en Cristo. Lo podremos tocar, adorar y cantar. La fe nos hace tremendamente invencibles.

6.LA LUZ DE LA IGLESIA. Algunos quisieran una Iglesia recluida y sin luz interna. Es más; algunos sólo pretenden unos templos artísticamente bellos por fuera pero sin vida divina por dentro. El Adviento nutre a la Iglesia de aquello que la hace única, imperecedera y soñadora: Jesús es su energía y su razón de ser.

7.LA LUZ DEL OPTIMISMO. Un Niño nos va a nacer y, la casa de nuestro corazón, es traspasada por la alegría. Nadie nos puede robar el sentido más genuino de la Navidad. Tendremos que ser respetuosos con los que se quedan sólo con el celofán navideño pero, nosotros, tendremos que ser como Juan Bautista: anunciar que Alguien está por llegar. Eso produce una sensación de optimismo real y contagioso. 

8.LA LUZ DE LA ORACIÓN. ¿Cómo será ese Niño? ¿Cómo vendrá? ¿Por qué Dios se presenta pequeño y silencioso? La oración es una luz que nos ayuda a prepararnos al acontecimiento de la Navidad. Un cristiano que no reza en adviento es un cristiano que puede ser seducido e inmovilizado por lo secundario o por lo artificial. Quien reza en adviento se convierte en un pesebre donde Dios nacerá con especial vigor.

9.LA LUZ DE LA SOBRIEDAD. Las circunstancias dolorosas de muchas personas reclaman de nosotros no sólo solidaridad sino caridad. El adviento, como Juan proclama, nos invita a despojarnos de aquello que puede estorbar a un Niño que merece la mejor habitación de la casa de nuestra persona. Si nos volcamos con los demás…Dios nacerá en toda su magnitud en nosotros.

10.LA LUZ DE LA EUCARISTÍA. La Iglesia es una gran familia que, cuando se reúne, pide perdón, escucha, reza, canta y hace presente el Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. La Eucaristía, en adviento, nos hace mejores centinelas, nos mantiene despiertos, nos llena del Espíritu de María y, sobre todo, nos centra en lo esencial: DIOS VIENE A NUESTRO ENCUENTRO.

MEDITACIONES DIARIAS DE ADVIENTO



BREVE REFLEXIÓN PARA CADA DÍA DE ADVIENTO

A continuación, se muestra una breve reflexión para cada día de Adviento. Te servirán para preparar tu pesebre espiritual para cuando nazca el Niño Jesús. Por cada pequeño sacrificio que realices durante Adviento, añade una pajita al pesebre del Niño Jesús. Cuantos más pequeños sacrificios realices, más mullidito encontrará tu pesebre el Niño Jesús cuando nazca.




Pesebre 3 de Diciembre
Enciende la primera de las cuatro velas de la corona de Adviento. Reza un Avemaría para que la Virgen te ayude a preparar tu corazón para recibir a Jesús en la Sagrada Comunión en este primer domingo de Adviento.

- Virgen María, ayúdame para que pueda recibir dignamente a Jesús.

Reza un padrenuestro para pedirle a Dios que prepares bien la venida del Niño Jesús durante este Adviento.

- Jesús, me comprometo a dedicar un rato cada día de Adviento para meditar tu venida.

04 de Diciembre 
Reza al menos una decena del Rosario en honor a la Virgen y dedícalo a una intención.

Virgen María, te rezo esta decena del Rosario por la intención ... 
(se indica la intención)

Saca las figuras del Belén y todas las piezas complementarias. Haz una lista ordenada de todo lo que vas a montar. Reza un padrenuestro por los que no creen.

- Jesús, te pido por los que no creen, para que algún día cambien.


05 de Diciembre 
A menudo durante el día, entrega tu corazón al Niño Jesús y pídele que haga en él su morada. 
- Querido Jesús, toma mi corazón y hazlo manso y puro.

Mira si el tejado del establo se encuentra en buen estado, para que el Niño Jesús esté protegido de la lluvia y la nieve. Harás esto evitando cuidadosamente cualquier pecado contra la caridad. 
- Jesús, enséñame a amar a mi prójimo como a mí mismo.

Limpia las telarañas de tu pesebre espiritual. Tira de tu corazón todo deseo desordenado de ser alabado. 
- Jesús mío, quiero complacerte en todo lo que haga en el día de hoy.


06 de Diciembre - Manta suave
Proporciona también una manta suave a su cuna, superando todos los sentimientos de orgullo, ira o envidia. 
- Jesús, enséñame a conocer y corregir mis mayores pecados.

Cubre cuidadosamente todas las grietas en las paredes del granero, para que no entre el viento ni el frío. Guarda tus sentidos contra las tentaciones, especialmente contra las conversaciones pecaminosas. 

- Jesús, enséñame a mantener las tentaciones fuera de mi corazón.

Construye una valla alrededor del pesebre de tu corazón, manteniendo una vigilancia, especialmente en la oración. 

- Jesús mío, quiero verte, especialmente en los que necesitan de mí.

07 de Diciembre - Paja
Proporciona paja a la cuna del pesebre de la siguiente forma: por cada pequeño sacrificio que vayas realizando, añade una paja al pesebre. Los niños pueden, por ejemplo, privarse de comer golosinas en algún momento , no quejarse,  prestar o regalar un juguete, obedecer, etc. Los mayores pueden, por ejemplo, hablar sólo lo necesario, realizar sus tareas de forma diligente, no fumar un día, privarse de dulces o del café, etc.)

- Querido Jesús, que sufriste tanto por mí, quiero sufrir por tu amor.

08 de Diciembre  - Pesebre
Obtén el más cálido espacio en tu corazón, para pesebre de Jesús. Reza el rosario aunque sea una decena cada día solamente.
- María, usa mis actos de amor para preparar mi corazón al recibir a Jesús en la Sagrada Comunión.

09 de Diciembre - Pañales
Prepáralos para el Divino Niño, orando cada día de manera tranquila y con el corazón.
- Jesús, haz que te ame cada vez más.

10 de Diciembre  - Abrigo
Proporciona a su cuna un abrigo suave y cálido.  Evita los enojos y las discusiones. Sé amable y paciente con todos. 
- Jesús, ayúdame a ser manso y humilde como tú.

Enciende la segunda vela de Adviento.

11 de Diciembre - Combustible
Lleva el combustible al pesebre de Jesús. Acomoda tu voluntad a la voluntad de Dios y acepta en paz lo que no se puede cambiar.
- Jesús, que yo haga tu voluntad en todas las cosas.

12 de Diciembre - Agua
Trae agua fresca y limpia para el pesebre.  Evita la mentira y habla con sinceridad.
- Querida María, obtenme la verdadera contrición de mis pecados.

13 de Diciembre  - Alimentos
Trae alimentos para el pesebre. 
Prívate de algunos de los alimentos que te gustan pero que dañan tu salud.
- Jesús, sed mi fuerza y mi comida.

14 de Diciembre  - Luz
Procura que el lugar tenga suficiente luz. 
Sé limpio y ordenado en tu persona y en tu hogar.
- Jesús, sed vida y luz de mi alma.

15 de Diciembre  - Fuego
Trata de tener el pesebre de tu corazón cálido y acogedor. Agradece a Dios por el amor que Él nos mostró al hacerse hombre. 
Sé agradecido con tus padres y familiares. 
- Jesús, ¿cómo puedo ser agradecido para contigo?

16 de Diciembre  - Buey
Lleva el buey al pesebre. 
Obedece y respeta a tus superiores. Lleva una disciplina adecuada y sé diligente.
- Obedeceré por tu amor, Jesús y seré disciplicinado y diligente.

17 de Diciembre  - Mula
Lleva la mula al pesebre. 
Ofrece al Divino Niño todos tus trabajos y hazlo con amor. 
- Jesús, acepta mi servicio de amor por aquellos que no te aman.

Enciende la tercera vela de Adviento.

18 de Diciembre  - Regalos
Reúne algunos regalos para el Niño Dios y su Madre, obsequiando lo que está de más en tu vida a quienes lo necesitan. 
- Ven, Jesús, acepta mis regalos y toma posesión de mi corazón.

19 de Diciembre -  Corderos
Procura traer algunos corderos, mansos y humildes de corazón. Ejercítate en la humildad y la paciencia cuando sea necesario.
- Jesús, haz mi corazón como el tuyo.

- Pastores

20 de diciembre  - Pastores
Invita a los pastores para rendir homenaje a nuestro Rey. Imita su vigilancia y medita la idea de que la Navidad es importante porque Jesús nacerá de nuevo en ti. 
- Jesús, enséñame a amarte sobre todas las cosas.

21 de diciembre - Llave
Proporciona una llave al establo, para mantener fuera a los ladrones. 
Quita de tu corazón los malos pensamientos o temores por falta de fe. 
- Querido Jesús, cierra mi corazón a todo lo que te pueda herir.

22 de diciembre - Ángeles
Convida a los ángeles a adorar a Dios contigo. 
Obedece cuidadosamente a las inspiraciones de tu ángel de la guarda. 
- Santo Ángel de la Guarda, no permitas que olvide que estás conmigo.


23 de diciembre - San José
Acompaña el dolor de San José, a quien le cierran las puertas. Aprende de su silencio y paciencia para soportar las decepciones y rechazos. 
- San José, ayúdame a tener paciencia en la vida, soportar las adversidades y aprender de los fracasos.


24 de diciembre - La Virgen María
Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad, como dice el villancico. La Virgen María se prepara para dar a luz  a nuestro Salvador. 

- Virgen María, ayúdame a prepararme para una feliz y santa Navidad.

Enciende la cuarta vela de Adviento.


CÓMO ME PERSIGNO?


¿Cómo me persigno?



1)   Para saber
En su catequesis sobre la Santa Misa, el Papa Francisco quiso hacer una referencia a su inicio: persignarse con el signo de la cruz. E hizo un pedido especial a favor de la formación cristiana de los niños: enseñarles a hacer correctamente el signo de la cruz. Les preguntó a los fieles: “¿Ustedes han visto cómo los niños se hacen el signo de la cruz? Porque no sabes qué cosa hacen, si el signo de la cruz o un dibujo. Hacen así”, e hizo con su mano un movimiento rápido sobre el pecho. Es necesario “enseñar a los niños a hacer bien el signo de la cruz, pues con él comienza la Misa, así comienza la vida, así comienza la jornada”, pidió el Papa, quien luego marcó lentamente una cruz comenzando desde su frente hacia abajo y luego a cada lado del pecho, primero a la izquierda y luego a la derecha.


2) Para pensar
Podemos recordar lo que el historiador Eusebio de Cesarea recoge en su obra “Vida de Constantino”, en donde recoge la biografía del Emperador, de quien fue contemporáneo. Ahí relata lo que le contó el mismo emperador.
Era la noche del 27 de octubre del año 312, Constantino descansaba en su campamento militar en las afueras de Roma. Al día siguiente sus tropas se enfrentarían a las de Majencio y se jugaba mucho más que el honor: ser emperador de Roma.
Si se alzaba con la victoria el Imperio estaría en sus manos, si caía derrotado encontraría la muerte y Majencio sería el emperador. Entonces Constantino, quien no era cristiano, contempló hacia el firmamento y sobre el Sol apareció una cruz rodeada por la leyenda ‘In hoc signo vinces’ (‘Con este signo vencerás’). Quedo muy impresionado, y esa misma noche soñó con Jesucristo quien le hizo comprender el mensaje y sabía que con ese signo vencería en sus batallas a sus enemigos. Era el símbolo de los cristianos tan perseguidos en el Imperio y que en los últimos años habían aumentado mucho.
Según cuenta Lactancio, el emperador incorporó en los escudos y estandartes de su ejército la cruz. Y así, tras esta visión, interpretada como una intercesión divina, Constantino venció a su enemigo Majencio en la batalla del Puente Milvio y se hizo con el Imperio. Más tarde, con el Edicto de Milán daba libertad de culto y dejaba de perseguirse a los cristianos.
La leyenda de la cruz en el cielo que vio el emperador Constantino, quedó inmortalizada con el fresco de La Visión de la Cruz realizado en la Ciudad del Vaticano en 1524 por los ayudantes de Rafael Sanzio. De este modo, la leyenda de la visión que cambió las águilas imperiales por las cruces latinas nunca se olvidaría. Ello contribuyó a que la cruz pasara a convertirse en un símbolo importante en el cristianismo.


3) Para vivir
La Cruz representa algo muy profundo. Este signo “quiere decir que nosotros somos redimidos con la Cruz del Señor”, explicó el Papa, “miren a los niños y enséñenles a hacer el signo de la cruz”.
El Santo Padre hizo también un llamado a los fieles a contemplar “devotamente la imagen del crucifijo, porque no es un adorno más para llevar, sino el símbolo de la fe cristiana, es el símbolo de Jesús, muerto y resucitado por nosotros”. Así, cada vez que veamos una cruz, hemos de ver en ella el inmenso amor de Dios por nosotros y agradecérselo.



Pbro. José Martínez Colín

HISTORIA DE LA VIRGEN DE GUADALUPE EN VIDEO

NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE, 12 DICIEMBRE



Nuestra Señora de Guadalupe
12 diciembre




Historia de la Virgen de Guadalupe


Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a asistir a sus clases de catecismo y a oír la Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó una voz que lo llamaba por su nombre.

Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: "Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo".

De regresó a su pueblo Juan Diego se encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo ocurrido. La Virgen le pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le repitiera el mensaje. Esta vez el obispo, luego de oir a Juan Diego le dijo que debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna señal que probara que era la Madre de Dios y que era su voluntad que se le construyera un templo.

De regreso, Juan Diego halló a María y le narró los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo lugar pues allí le daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo. La madrugada del 12 de diciembre Juan Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba.

El indio avergonzado le explicó lo que ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano. Entonces el indio le pidió la señal que debía llevar al obispo. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo.

Una vez ante Monseñor Zumarraga Juan Diego desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe. Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio.

Pio X la proclamó como "Patrona de toda la América Latina", Pio XI de todas las "Américas", Pio XII la llamó "Emperatriz de las Américas" y Juan XXIII "La Misionera Celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Américas".

La imagen de la Virgen de Guadalupe se venera en México con grandísima devoción, y los milagros obtenidos por los que rezan a la Virgen de Guadalupe son extraordinarios.



Interpretación de la Imagen de la Virgen de Guadalupe
ACI Prensa





Los pueblos mesoamericanos desde tiempos remotos ya veneraban en el cerro del tepeyac a una deidad llamada Tonantzin (que quiere decir Nuestra Madrecita), por esta razón, fue más fácil la asimilación el mensaje traído por la Virgen María como verdadera Madre de Dios y Madre nuestra.


El nombre de “SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA DE GUADALUPE” ella misma lo dio a Juan Bernardino, tío de Juan Diego, cuando se le apareció para sanarle de sus enfermedades.


Cabello: Lleva el cabello suelto, lo que entre los aztecas es señal de virginidad. Es Virgen y Madre.

Rostro: Su rostro es moreno, ovalado y en actitud de profunda oración. Su semblante es dulce, fresco, amable, refleja amor y ternura, además de una gran fortaleza.

Manos: Sus manos están juntas en señal de recogimiento, en profunda oración. La derecha es más blanca y estilizada, la izquierda es morena y más llena, podrían simbolizar la unión de dos razas distintas.

Embarazo: Su gravidez se constata por la forma aumentada del abdomen, donde se destaca una mayor prominencia vertical que transversal, corresponde a un embarazo casi en su última etapa.

Edad: Representa a una joven que su edad aproximada es de 18 a 20 años.

Estatura: La estatura de la Virgen en el ayate es de 1.43 centímetros.

El cinto: El cinto marca el embarazo de la Virgen. Se localiza arriba del vientre. Cae en dos extremos trapezoidales que en el mundo náhuatl representaban el fin de un ciclo y el nacimiento de una nueva era. En la imagen simboliza que con Jesucristo se inicia una nueva era tanto para el viejo como para el nuevo mundo.

Los rayos: La Virgen está rodeada de rayos dorados que le forman un halo luminoso o aura. El mensaje transmitido es: ella es la Madre de la luz, del Sol, del Niño Sol, del Dios verdadero, ella lo hace descender hacia el “centro de la luna” (México de nátuahl) para que allí nazca, alumbre y dé vida.

La luna: La Virgen de Guadalupe está de pie en medio de la luna, y no es casual que la palabra México en nátuahl son “Metz – xic – co” que significan “en el centro de la luna”. También es símbolo de fecundidad, nacimiento, vida. Marca los hilos de la fertilidad femenina y terrestre.

La flor de cuatro pétalos o Nahui Ollin: es el símbolo principal en la imagen de la Virgen, es el máximo símbolo nátuahl y representa la presencia de Dios, la plenitud, el centro del especio y del tiempo. En la imagen presenta a la Virgen de Guadalupe como la Madre de Dios y marca el lugar donde se encuentra Nuestro Señor Jesucristo en su vientre.

El ángel: Un ángel está a los pies de la Guadalupana con ademán de quien acaba de volar. Las alas son como de águila, asimétricas y muy coloridas, los tonos son parecidos a los del pájaro mexicano tzinitzcan que Juan Diego recordó, anunciándole la aparición de la Virgen de Guadalupe. Sus manos sostienen el extremo izquierdo de la túnica de la Virgen y el derecho del manto


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