miércoles, 22 de junio de 2016

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 22 DE JUNIO DEL 2016


Los falsos profetas
Tiempo Ordinario


Mateo 7, 15-20. Tiempo Ordinario. Dar fruto es comunicar a los demás una fe que hemos recibido como un don. 


Por: Buenaventura Acero | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Mateo 7, 15-20
«Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis.

Oración introductoria
Jesús, ilumina mi oración para salir de ella fortalecido, dispuesto a dar los frutos buenos que debo producir. Para perseverar y ser fiel en mi vocación necesito de tu gracia, de tu luz.

Petición
Señor, ayúdame a descubrir lo que me impide crecer más en el amor.

Meditación del Papa Benedicto XVI
La verdadera caridad consiste en amar tanto a los amigos como a los enemigos, añade: "Si uno adolece de esta virtud, pierde todo bien que tiene, es privado del talento recibido y es arrojado fuera, a las tinieblas". ¡Queridos hermanos, acojamos la invitación a la vigilancia, a la que tantas veces nos llaman las Escrituras! Es la actitud de quien sabe que el Señor volverá y querrá ver en nosotros los frutos de su amor. La caridad es el bien fundamental que nadie puede dejar de hacer fructificar y sin el cual todo otro don es vano. Si Jesús nos ha amado hasta el punto de dar su vida por nosotros, ¿cómo podríamos no amar a Dios con todas nuestras fuerzas y amarnos de verdadero corazón los unos a los otros? Sólo practicando la caridad, también nosotros podremos participar en la alegría del Señor. Que la Virgen María sea nuestra maestra de laboriosa y alegre vigilancia en el camino hacia el encuentro con Dios. Benedicto XVI, 13 de noviembre de 2011.

Reflexión
Vivimos en un mundo frenético en sus comunicaciones, y en buena parte de sus actividades laborales y comerciales. Donde se valora quien produce más y se margina a quien no alcanza los ratings de ventas.

Donde la competencia profesional se evalúa constante e implacablemente y se contabiliza con avaricia los resultados. En donde se busca sólo a personas que encabecen proyectos de éxito, etc. La lógica evangélica es, si cabe, más comprometedora.

Para ser un buen discípulo, no basta emplearse a fondo, como lo haríamos al ocupar un cargo de responsabilidad en una empresa hoy en día. No basta siquiera ser original, presentar de manera nueva, atrayente o asequible el mensaje, el producto o el servicio. Aun poniendo en juego todas las dotes humanas de que disponemos, hemos de partir de la base que en todo ello sólo somos instrumentos en las manos de Dios. Porque dar fruto es comunicar a los demás una experiencia, una fe que hemos recibido como un don. Es darla no como quien comparte algo que tiene en "posesión", porque la fe no se posee y es sólo de Dios.

Pero Él nos ha concedido comunicar nuestra vivencia, conscientes que Dios añadirá la parte que le corresponde. Se requiere dejarse guiar por el Espíritu Santo, y sobretodo humildad y confianza, para estar más pendientes de Dios y de su voluntad, que de nosotros mismos. Nuestras virtudes y capacidades, así como nuestros defectos y limitaciones, son también parte de ese plan de Dios. Por sus frutos los reconoceréis... es la llamada colaborar en la obra de Dios si nos prestamos con decisión y humildad.

Propósito
Consentiré sólo buenos pensamientos y deseos y desecharé todo lo que me aleje del amor de Dios.

Diálogo con Cristo
Jesús, quiero vivir siempre bajo tu cuidado exigente, pero amoroso. No puedo dar fruto viviendo mediocremente. Ayúdame a crecer en la generosidad, en la prontitud, en la autenticidad, que nunca consienta el egoísmo o doblez. Sé que esto es difícil, por eso te pido tu gracia, para rectificar hoy todo aquello que me aleja de Ti.

SALMO 118, MUÉSTRAME, SEÑOR, EL CAMINO DE TUS LEYES


Salmo
Sal 118,33.34.35.36.37.40



R/. Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes

Muéstrame, Señor,
el camino de tus leyes,
y lo seguiré puntualmente. R/.

Enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón. R/.

Guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo. R/.

Inclina mi corazón a tus preceptos,
y no al interés. R/.

Aparta mis ojos de las vanidades,
dame vida con tu palabra. R/.

Mira cómo ansío tus decretos:
dame vida con tu justicia. R/.

UN ENFERMO EN LA FAMILIA


Un enfermo en la familia
Ver sufrir a aquellos que queremos es de las pruebas más amargas que nos puede deparar la vida


Por: Guillermo Urbizu | Fuente: Catholic.net 




La predilección de Dios por los enfermos, y por los niños, está en los Evangelios, y es perfectamente verificable a lo largo de la historia de la santidad. Debemos imaginar la mirada de Jesús ante el sufrimiento, la ternura y delicadeza de cada uno de sus gestos. Y su amor -hoy como ayer- sigue sanando.

En todas las familias la enfermedad hace mella. Tarde o temprano llega. Y el dolor comienza a hacer su labor. Los nervios son inevitables. Ver sufrir a aquellos que queremos es de las pruebas más amargas que nos puede deparar la vida. Idas y venidas, médicos, cansancio, diagnósticos y lágrimas.

Aflora en ocasiones la rabia. Nos rebelamos a golpes de impotencia. Deambulamos serios, pálidos, postrados en el desaliento. “No puede ser, no puede ser”, nos decimos. “No a nosotros”. Y allí estamos, al lado de nuestra mujer o de nuestro marido, de nuestra hermana o hermano, de nuestra hija o hijo, de nuestra madre o padre.

Son momentos en los que el corazón humano parece quedarse a la intemperie, temblando, desnudo de convencionalismos y de buenas palabras.

El corazón anhela el milagro. Sí, el milagro de la curación. Pero también anhela el abrazo de la fe: la conversión. Quizá incluso sin saberlo, sin ser del todo conscientes de ello. El paisaje interior ha cambiado. Nos hemos dado cuenta, por fin, de que somos arrendatarios de nuestras vidas. Y que la felicidad no es propiedad del gracejo o de la carcajada estridente.

Quizá veamos en la mirada del que sufre la respuesta a nuestra existencia vacía. ¡Tantas acciones insensatas, tantas oportunidades de querer y ser queridos desperdiciadas! Y sentimos la necesidad de recapitular, de redefinir el sentido de las cosas. ¿Quién dice que la salud es sólo cuestión del cuerpo, algo exclusivamente somático?

La enfermedad acerca el alma a la Cruz, y por lo tanto a Cristo. La enfermedad -propia o ajena- nos hace madurar en humildad y resucita en nosotros la verdadera alegría. La enfermedad es un nuevo nacimiento, es comprender la Providencia de Dios sin recovecos. Se nos pide el milagro a nosotros. Porque ese dolor es ya corredentor para muchas otras almas.

¿El que sufre puede ser feliz? Desde luego. Pero la pregunta que yo me haría sería más bien: ¿Es posible ser feliz sin aceptar el sufrimiento, sin adentrarnos en el meollo divino de la enfermedad? Algunos interpretan esto como masoquismo cristiano. Igual que para nada entienden el sentido de la mortificación, cuando ellos mismos son capaces de aguantar lo inaguantable por cualquier fruslería.

La fe lo transforma todo. Todo. Por eso la enfermedad de un ser querido, cuando se vive en cristiano, deja de ser una desgracia que algunos calificarían de inútil e innecesaria. Somos los mismos, sí, pero distintos. Esa enfermedad es un signo de predilección, y puede significar la salvación de toda una familia.

La aparente limitación es en realidad una bendición que nos abre el corazón de par en par a la verdadera salud, que no es otra que el amor de Dios.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, MIÉRCOLES 22 DE JUNIO


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Junio 22



Poco se acostumbra hoy a reflexionar, meditar, pensar con pausa y seriedad. El mundo que nos rodea es un mundo de bullicio que aturde y nos priva del silencio indispensable para nuestra introspección.

Somos seres inteligentes; si el hombre es el profesional del pensamiento, hay muchos hombres que no ejercen su profesión; no debemos marchar por la fuerza exclusiva de los instintos ciegos y apetencias naturales, ni como hipnotizados irresponsables, ni como sonámbulos inconscientes.

No vayamos a ser víctimas del vértigo de la velocidad, ni de la alocada precipitación, que es el mal terrible de nuestros días; dediquemos cada día unos breves minutos al menos a entrar dentro de nosotros mismos; el “minuto de Dios” ha de ocupar en nuestro día un lugar preponderante; cuanto más pensemos, más hombres seremos; cuanto más pensemos en Dios, más nos asemejaremos a Él.
“Meditaré tus leyes y tendré en cuenta tus caminos. Mi alegría está en tus preceptos, no olvidaré tu palabra” (Sal 118,15-16). La meditación de la Palabra del Señor y no solamente su lectura rápida o superficial; el minuto dedicado a Dios por la meditación de su santa Ley; deben ser dos preocupaciones que de continuo graben tu corazón.


* P. Alfonso Milagro

ESTAMPAS CON ORACIONES Y JACULATORIAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


















SER MÁS SANOS


Ser más sanos


El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por ti mismo, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no vale nada.

Padecemos una especie de subdesarrollo emocional que nos impulsa a ciertas conductas autodestructivas, tanto en nuestra vida pública como privada. Nos urge encontrar un camino que nos permita hallar una manera de ser más sanos, y ese camino está íntimamente relacionado con el amor y la espiritualidad. El amor es el mejor símbolo de la salud del hombre, es todo lo opuesto a la agresión, al miedo y a la paranoia, que a su vez representan la patología que nos desune (Claudio Naranjo).

La regla de oro de las grandes religiones es el amor al prójimo. En el libro de Tobías el anciano ciego, sintiéndose cercano a la muerte, dio preciosos consejos a su hijo. Entre ellos se destaca: “Haz a los demás lo que te agrada que hagan a ti”. Norma fundamental; observarla te dará pacíficas y muy gratas relaciones con tus semejantes.


* Enviado por el P. Natalio

ABRIRTE UNA RENDIJA


Abrirte una rendija
Sólo me hace falta permitir, que mi tiempo ya no sea mío, y empezar a descubrir un mundo maravilloso de amor sin límites.


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 





Lo sé por tu Palabra: amas al hombre. A ese hijo tuyo que tantas veces te ha negado. A ese ser débil y frágil que promete ser honesto y no lo cumple. A esa creatura que piensa, sueña, ama, y sucumbe ante el egoísmo, el placer, el dinero.

¿Por qué buscas al hijo rebelde? ¿Por qué abres puertas para que pueda encontrarte quien te ha rechazado tantas veces? ¿Por qué esperas a quien vive envuelto en autoengaños de poder y de soberbia?

Me cuesta entender esa paciencia infinita de tu Corazón. Dios, si no fueras tan bueno, hace ya mucho tiempo que nos habrías abandonado a nuestra suerte.

Sin embargo, sigues tras mis huellas. Esperas a que te abra una rendija, una pequeña grieta en mi alma.

Si algún día dejo de lado mis miedos, mis avaricias, mis complejos; si, tal vez en este momento, permito que tu Palabra limpie la sangre de mis heridas, empezaré a descubrir un mundo maravilloso de amor sin límites, de servicio alegre, de esperanza filial.

Sólo me hace falta abrirte una rendija. Permitir, por un momento, que mi tiempo ya no sea mío, para dejarte decirme, al oído, tu gran sueño: ven a casa, hijo mío, y celebremos juntos un banquete de perdón, de paz, de alegría plena...

JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA 22 - CORAZÓN EUCARÍSTICO




Nardo del 22 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, Corazón Eucarístico!

Meditación: ¡Oh Señor, Oh Mi Amor!. Que aquel Jueves Santo te quisiste quedar entre nosotros perpetuado en el Pan Sagrado. Señor, te conviertes en nuestro Alimento para que algún día veamos el Cielo. Cuántos hoy del Supremo Regalo se han olvidado y lo han despreciado, cuántos hermanos están profanando Tu Cuerpo Santo. Sabes, Señor, muy pocos creen que estás en el Pan Vivo, que el Vino en Tu Sacratísima Sangre se ha convertido...¡oh Mi Cristo, cuántos corazones perdidos!.
Señor que nos obsequias en las Especies Santas la Vida de las almas, qué pocas de ellas Te besan cuando en ellas entras. Jacinta de Fátima te llamaba el Jesús Escondido, al saber que estabas en el Pan Bendito. ¡Oh Señor, que renuevas el Supremo Sacrificio y te ofreces permanentemente para nuestra salvación!. Te pido perdón por todos los que no sabemos verte presente en el Pan de Dios y no te damos permanente adoración!.

Jaculatoria:¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Ofrezcamos una mortificación al Señor por todos los ultrajes y sacrilegios cometidos contra Su Santísimo Cuerpo y Sacratísima Sangre.



Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

FELIZ DÍA!!!


lunes, 20 de junio de 2016

SALMO 59, QUE TU MANO SALVADORA NOS RESPONDA, SEÑOR


ORAR CON EL SALMO DE HOY: 
QUE TU MANO SALVADORA NOS RESPONDA, SEÑOR


Del Salmo 59:
R/. Que tu mano salvadora, Señor, nos responda

Oh Dios, nos rechazaste
y rompiste nuestras filas;
estabas airado,
pero restáuranos. R/.

Has sacudido y agrietado el país:
repara sus grietas, que se desmorona.
Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo,
dándole a beber un vino de vértigo. R/.

Tú, oh Dios, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas.
Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil.
Con Dios haremos proezas,
Él pisoteará a nuestros enemigos. R/.

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 20 DE JUNIO DEL 2016


Con el juicio con que juzguéis seréis juzgados
Tiempo Ordinario


Mateo 7, 1-5 Tiempo Ordinario. Si el juicio de Dios es la misericordia, ¿con qué derecho puedo juzgar a mis hermanos? 


Por: Miguel Ángel Andrés Ugalde | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Mateo 7, 1-5
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: "Deja que te saque la brizna del ojo", teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.

Oración introductoria
Señor, creo en el poder de la oración. Este tiempo que voy a pasar contigo es el más importante del día. Conoces lo que hay en mi corazón, sabes de mis esfuerzos, de mis límites, de mi juicio duro… y de mi deseo de amarte más. Toma toda mi vida, Dios mío, te la ofrezco en esta oración.

Petición
Dios mío, te pido la gracia para liberarme de la crítica y de juzgar duro a los demás.

Meditación del Papa Francisco
No se puede corregir a una persona sin amor y sin caridad. No se puede hacer una intervención quirúrgica sin anestesia: no se puede, porque el enfermo morirá de dolor. Y la caridad es como una anestesia que ayuda a recibir la cura y aceptar la corrección. Apartarlo, con mansedumbre, con amor y hablarle.
En segundo lugar es necesario no decir algo que no es verdad. Cuántas veces en nuestras comunidades se dicen cosas una persona de la otra que no son verdaderas: son calumnias. O si son verdad, se arruina la fama de esa persona. Por eso los chismorreos hieren, los chismes son bofetadas al corazón de una persona. Ciertamente, cuando te dicen la verdad no es bonito escucharla, pero si se dice con caridad y con amor es más fácil aceptarla. Por tanto, se debe hablar de los defectos de los otros con caridad.
A continuación, Francisco ha explicado que el tercer punto es corregir con humildad. “¡Si debes corregir un defecto pequeño allí, piensa que los tuyos son mucho más grandes!


La corrección fraterna es un acto para curar el cuerpo de la Iglesia. Hay un agujero, ahí, en el tejido de la Iglesia que es necesario coser de nuevo. Y como las madres y las abuelas, cuando cosen, lo hacen con mucha delicadeza, así se debe hacer la corrección fraterna. Si no eres capaz de hacerlo con amor, con caridad, en la verdad y con humildad, se comete una ofensa, una destrucción del corazón de la persona, se hace un chismorreo más, que hiere y te convierte en un ciego hipócrita, como dice Jesús. ‘Hipócrita; quita primero la viga de tu ojo…’ ¡Hipócrita! Reconoce que eres más pecador que el otro, pero que tú, como hermano debes ayudara corregir al otro. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 12 de septiembre de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
El día de hoy Cristo quiere ayudar a sacarnos la viga del ojo. Y lo hace de una manera muy sencilla: No juzguéis al modo humano, ojo por ojo, diente por diente, sino más bien como él nos enseñó en el Calvario. Perdonando a todos sin excepción.

No juzga a los soldados que lo han golpeado, se han burlado de él y lo han crucificado. Dice: Perdónales, Padre, porque no saben lo que hacen. Tenía razones para decir lo contrario, sin embargo, sabe encontrar una disculpa: hacen esto, porque no me conocen.

Después, podría haber reclamado a san Juan, que se acercaba a la cruz, su cobardía -le había abandonado-, su amistad tan débil -no había podido rezar con él cuando lo necesitaba-, etc. Pero en todo eso no ve malicia, sino debilidad humana y muestra de ello es que no reclama, sino que se apiada de su flaqueza y le entrega a su madre.

Al final dice: con el juicio con que juzguéis seréis juzgados. Cristo nos enseña a usar con los demás la medida con la que a nosotros nos gustaría que nos midieran.

¿Quién puede juzgar sino sólo Dios? Y si el juicio de Dios es la misericordia, ¿con qué derecho puedo juzgar a mis hermanos?

Propósito
Seré magnánimo hacia los demás, buscando ver el lado bueno de todos y de todo.

Diálogo con Cristo
Señor Jesús, ¿qué hacer para transformar mis criterios, de manera que el Evangelio impregne todos mis juicios? Porque la crítica malsana sigue siendo el pasatiempo de moda, el medio para torpemente pretender ser mejor que otros. Ayúdame a que esta oración me ayude a nunca acostumbrarme a mis faltas y debilidades, porque Tú no me quieres mediocre, sino santo.

CADA DÍA ES UN REGALO DE DIOS


Cada día es un regalo de Dios
La vida es una sorpresa, Dios nos sale al encuentro en cada recodo del camino.


Por: P Idar Hidalgo | Fuente: Catholic.net 




Cada día es una maravillosa oportunidad de dar gracias a Dios por todo lo que se nos da tan gratuita, tan regalado, tan como Don.

Muchas ocasiones vemos la vida como una cadena de sufrimiento, y por momentos se nos hace que vivimos encadenados al desorden, al pecado, al sufrimiento, sin embargo, deteniendo un poco la existencia, en la contemplación del amor de Dios, nos damos cuenta que cada situación vivida es una oportunidad o una prueba que nos prepara para dar respuesta a la siguiente oportunidad, por eso me parece importante ver la vida como un continuo nacer para recuperar el sentido de sorpresa, es decir: ¡Que maravilloso es vivir la luz del sol!

Que milagro respirar en este instante. La vida es una permanente sorpresa, Dios nos sale al encuentro en cada recodo del camino, con dones espirituales y materiales.

Este sentido de nacer cada día para agradecer a Dios, en ningún momento significa olvidar la experiencia, es decir esa historia vivida, experimentada y disfrutada. Para poder dar una respuesta a Dios en el día de hoy, Dios en su infinita bondad me preparó el día de ayer, por eso he de nacer cada día sin olvidar.

Nacer para descubrir el encanto del presente providente de Dios, sin olvidar la misericordia de nuestro padre Dios que nos ha llamado desde toda la eternidad a vivir con Él.

Nacer cada día a la Providencia de Dios, sin olvidar su eterna Misericordia.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, LUNES 20 DE JUNIO DEL 2016


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Junio 20


El amor hace semejantes a los que se aman; por eso Dios, como amó al hombre, al crearlo, lo creó a su imagen y semejanza; de ahí que el hombre deba esforzarse por mantener en sí la mayor semejanza posible con Dios; es una semejanza que no recibimos de una vez para siempre: debemos forjarla día tras día, esfuerzo tras esfuerzo.

Esto te va a llevar a vivir lo divino en lo humano, que al fin es la única forma de vivir lo humano en lo divino, de “divinizarse”, de hacerse semejante a Dios.

Porque, si haz de hacer de tu vida una semejanza de Dios, también haz de hacerlo de las circunstancias existenciales tu vida, ya que tu vida no es tuya, sino por esas circunstancias que te ubican y te diferencian de los demás.

El cristianismo es el gran comprometido en el esfuerzo por dar a la vida un verdadero sentido de semejanza con la divinidad: eso es elevar y dignificar la vida.

“A los que Dios de antemano conoció, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que Él fuera el Primogénito entre muchos hermanos” (Rom 8,29). Haber descubierto que Cristo es nuestro Hermano Mayor, llena de gozo nuestro corazón; habla con Cristo con la confianza con que se habla a un hermano y con la seguridad de que Él quiere ayudarte, porque es tu Hermano.


* P. Alfonso Milagro

SABÍAS QUE UN SACERDOTE CATÓLICO FUE QUIEN PROPUSO LA TEORÍA DEL BIG BANG?


¿Sabías que un sacerdote católico fue quien propuso la teoría del Big Bang?




 20 Jun. 16 /  (ACI/EWTN Noticias).- Para muchos el padre de la teoría del Big Bang (la gran explosión), es el físico ruso nacionalizado estadounidense, George Gamov; sin embargo, pocos saben que años antes esta teoría que busca explicar el origen del universo ya había sido propuesta por el sacerdote jesuita Georges Lemaître.

Hoy se cumplen 50 años del fallecimiento de este formidable matemático que desde muy joven, descubrió su doble vocación de religioso y científico.

El P. Lemaître nació en Charleroi (Bélgica), en 1894. Era hijo de un médico y ya desde su infancia se distinguió por su habilidad para las matemáticas y su espíritu curioso. Atracción por las ciencias que enriquece con su vocación sacerdotal.

Gracias a sus estudios, en la década de 1920 tuvo la intuición de que el universo tenía una historia y se encontraba en evolución; oponiéndose así a la concepción de todos los científicos de época, especialmente Albert Einstein.

Así, en 1930 propuso un modelo de universo bajo el nombre de universo Lemaître-Esinstein o hipótesis del átomo primitivo, el cual más tarde fue conocido como Big- Bang. Su reflexión se apoyó en los datos brindados por la observación de los espectros de ciertas galaxias recientemente descubiertas.

Según el sacerdote, la historia del universo se divide en tres periodos.

El primero es llamado “la explosión del átomo primitivo”, según la cual hace cinco mil millones de años existía un núcleo de materia hiperdensa e inestable que explotó bajo la forma de una super-radioactividad. Esta explosión se propagó durante mil millones de años y los astrónomos perciben sus efectos en los rayos cósmicos y las emisiones X.

Luego viene el período de equilibrio o el universo estático de Einstein. Afirma que finalizada la explosión, se establece un equilibrio entre las fuerzas de repulsión cósmicas en el origen del acontecimiento, y las fuerzas de gravitación, durante esta fase de equilibrio que dura dos mil millones de años, se forman los nudos y dan nacimiento a las estrellas y galaxias.

Finalmente siguen los períodos de expansión, iniciados hace dos mil millones de años. Afirma que el universo se encuentra en expansión a una velocidad de 170 km. por segundo de manera indefinida.

En Estados Unidos recibe rechazo, al igual que de parte de Albert Einstein. El P. Lemaître, que nunca buscó honores ni reconocimiento, deja sus trabajos de cosmología.

Años después, en 1948, Gamov propone una nueva descripción del comienzo del universo; y aunque es considerado hoy como el padre de la teoría del Big Bang, las líneas maestras estaban nítidamente presentes en la cosmología del P. Lemaître, que presidió la Pontificia Academia de las Ciencias en 1960. Finalmente, fallece en 1966.

Más información de este sacerdote científico aquí:

JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA 20 - CORAZÓN DEL SUPREMO AMOR


Nardo del 20 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, Corazón del Supremo Amor!

Meditación: Oh Señor, todo se ha consumado, todo nos has dado...la tierra ha crujido cual grito dado por la creación. Ha muerto el Salvador, el Hijo de Dios, lo hemos matado. Tú, mi Amado, mi Buen Jesús todo enllagado, con Tu Cuerpo destrozado te encuentras colgado, Tus Ojos se han cerrado...el cruel suplicio ha terminado. Te bajan de la Cruz, y Tu Pobre Santa Madre, desgarrada, te recibe en sus Brazos. Con gemidos y llanto, se ha atravesado su Santo Corazón por una espada de dolor. Parece acunarte como lo hacía en las claras mañanas de Belén, Ella te besa y te acaricia, tratando de devolverte la vida. Señor, permíteme besarte y acariciarte como lo hace Tu Madre, porque Tú por mí te entregaste. Permíteme dar todo por mis hermanos, aunque tenga que pasar por un calvario. Permíteme estar contigo, aún cuando no lo merezco, pues he dejado que mi corazón se ponga duro y maltrecho. Permíteme acompañarte en el dolor, porque así es el Verdadero Amor: compartir el sufrimiento y ser consuelo.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Meditemos sobre los últimos momentos de la Pasión del Señor y el dolor de Su Santa Madre.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

PAPA FRANCISCO: QUIERES JUZGAR A LOS DEMÁS? ANTES MÍRATE TÚ EN EL ESPEJO


Papa Francisco: ¿Quieres juzgar a los demás? Antes mírate tú en el espejo
Por Alvaro de Juana


VATICANO, 20 Jun. 16  (ACI).- En la homilía que el Papa Francisco realizó este lunes en la Misa en la capilla de la Casa de Santa Marta, habló de la importancia de no juzgar a los demás, puesto que el único que puede hacerlo es Dios, y de mirarse en el espejo antes de hacerlo.

Todos queremos que en el Juicio Final “el Señor nos mire con benevolencia, que el Señor se olvide de tantas cosas feas que hemos hecho en la vida”. “Si tú juzgas continuamente a los otros, con la misma medida serás juzgado”, recordó.

“Mírate en el espejo, pero no para maquillarte, para que no se vean las arrugas. No, no, no, ese no es el consejo. Mírate al espejo para ver cómo eres. ‘¿Por qué miras las brizna que hay en el ojo de tu hermano y no te fijas en la viga que tienes en el tuyo’? ¿Y cómo nos califica el Señor cuando hacemos esto? Una sola palabra: hipócrita, quita antes la viga de tu ojo y entonces verás bien para quitar la brizna del ojo de tu hermano”.

El Papa comentó así el Evangelio del día y mencionó que “parece que el Señor se enfada un poco aquí” y llama hipócrita a aquel que se pone “en el lugar de Dios”. Se trata de algo que quiere el demonio, como ya hizo con Adán y Eva, “ponerse en el lugar de Dios”, repitió.


“Por eso es tan feo juzgar. ¡El juicio sólo es de Dios, sólo es suyo! A nosotros nos corresponde el amor, la comprensión, rezar por los otros cuando vemos cosas que no son buenas, pero también hablarles a ellos: ‘mira, yo veo esto y quizás…’ Pero nunca juzgar. Nunca. Esto es hipocresía”.

Cuando uno juzga “nos ponemos en el puesto de Dios” pero “nuestro juicio es un pobre juicio” y “nunca puede ser un juicio verdadero”.

El Santo Padre se preguntó entonces: “¿Y por qué el nuestro no puede ser como el de Dios?”. “Porque –respondió– a nuestro juicio le falta la misericordia. Y cuando Dios juzga, juzga con misericordia”.

“Pensemos hoy en esto que el Señor nos dice: no juzgar, para no ser juzgados; la medida, el modo, la medida con la cual juzguemos será la misma que usarán con nosotros; y, tercero, mirémonos en el espejo antes de juzgar. ‘Esta hace eso, este hace eso otro…’. ‘Espera un momento’. Me miro en el espejo y después pienso. Al contrario seré un hipócrita, porque me pongo en el lugar de Dios y, también, mi juicio es un pobre juicio; le falta algo importante que sí tiene el juicio de Dios, le falta la misericordia”.

“Que el Señor nos haga entender bien estas cosas”, concluyó.

Evangelio comentado por el Papa:

Mateo 7:1-5
1 «No juzguéis, para que no seáis juzgados.
2 Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá.
3 ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?
4 ¿O cómo vas a decir a tu hermano: "Deja que te saque la brizna del ojo", teniendo la viga en el tuyo?
5 Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.

PARA CONFIAR MÁS EN DIOS


Para confiar más en Dios


Al fin de una jornada agitada de lucha y de trabajo, nada ayuda tanto a restaurar la paz en el alma como una oración llena de confianza en el Señor. En efecto, en él encontramos un refugio seguro, un guardián siempre vigilante, un pastor que nos acompaña con solícito cuidado.

Señor, quiero creer en tus promesas, quisiera confiar más en tu poder y en tu amor para que toda mi vida esté realmente en tus manos. Regálame, Señor, el don de la confianza. Así todo lo que me suceda será para mi bien y para el bien de los demás. Tómame en tus brazos y no permitas que me llene de temores inútiles. Quiero conocer la alegría de la libertad espiritual, el gozo de darte a ti el control de mi existencia. Pero también quiero elevar mis ojos hacia ti y dejar en tus brazos todos mis seres queridos. Protégelos, Señor, te los confío, te los entrego para que todo lo que les suceda tenga un buen fin. Dales también la fuerza de tu amor para que conozcan la verdadera alegría. Amén. (Víctor M. Fernández).

“Descarguen en el Señor todas sus inquietudes, ya que él se ocupa de ustedes”. Si lees y meditas la Biblia, encontrarás esta exhortación y otras semejantes. Te ayudarán a fortalecer tu confianza en Dios que te ofrece refugio “a la sombra de sus alas mientras vienen calamidades” de cualquier clase y magnitud. “No temas, contigo estoy. Yo te amo”, te asegura Dios.


* Enviado por el P. Natalio

FELIZ DÍA!!!


domingo, 19 de junio de 2016

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 19 DE JUNIO DEL 2016


Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Lc, 9,18-24

¿CREEMOS EN JESÚS?

Las primeras generaciones cristianas conservaron el recuerdo de este episodio evangélico como un relato de importancia vital para los seguidores de Jesús. Su intuición era certera. Sabían que la Iglesia de Jesús debería escuchar una y otra vez la pregunta que un día hizo Jesús a sus discípulos en las cercanías de Cesárea de Filipo: «Vosotros, ¿quién decís que soy yo?».

Si en las comunidades cristianas dejamos apagar nuestra fe en Jesús, perderemos nuestra identidad. No acertaremos a vivir con audacia creadora la misión que Jesús nos confió; no nos atreveremos a enfrentarnos al momento actual, abiertos a la novedad de su Espíritu; nos asfixiaremos en nuestra mediocridad.

No son tiempos fáciles los nuestros. Si no volvemos a Jesús con más verdad y fidelidad, la desorientación nos irá paralizando; nuestras grandes palabras seguirán perdiendo credibilidad. Jesús es la clave, el fundamento y la fuente de todo lo que somos, decimos y hacemos. ¿Quién es hoy Jesús para los cristianos?

Nosotros confesamos, como Pedro, que Jesús es el «Mesías de Dios», el Enviado del Padre. Es cierto: Dios ha amado tanto al mundo que nos ha regalado a Jesús. ¿Sabemos los cristianos acoger, cuidar, disfrutar y celebrar este gran regalo de Dios? ¿Es Jesús el centro de nuestras celebraciones, encuentros y reuniones?

Lo confesamos también «Hijo de Dios». Él nos puede enseñar a conocer mejor a Dios, a confiar más en su bondad de Padre, a escuchar con más fe su llamada a construir un mundo más fraterno y justo para todos. ¿Estamos descubriendo en nuestras comunidades el verdadero rostro de Dios encarnado en Jesús? ¿Sabemos anunciarlo y comunicarlo como una gran noticia para todos?

Llamamos a Jesús «Salvador» porque tiene fuerza para humanizar nuestras vidas, liberar nuestras personas y encaminar la historia humana hacia su verdadera y definitiva salvación. ¿Es esta la esperanza que se respira entre nosotros? ¿Es esta la paz que se contagia desde nuestras comunidades?

Confesamos a Jesús como nuestro único «Señor». No queremos tener otros señores ni someternos a ídolos falsos. Pero ¿ocupa Jesús realmente el centro de nuestras vidas? ¿Le damos primacía absoluta en nuestras comunidades? ¿Lo ponemos por encima de todo y de todos? ¿Somos de Jesús? ¿Es él quien nos anima y hace vivir?

La gran tarea de los cristianos es hoy aunar fuerzas y abrir caminos para reafirmar mucho más la centralidad de Jesús en su Iglesia. Todo lo demás viene después.
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