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martes, 5 de diciembre de 2017

BUSCA TIEMPO


Busca tiempo




“Busca tiempo para leer. Es una manera de perfeccionarte con el saber de los demás. Busca tiempo para orar. Es el modo de entrar en contacto con Dios y expresarle tu amor. Busca tiempo para meditar. Es un ejercicio necesario para llegar a la profundidad de tu corazón.

Busca tiempo para dialogar. Es la acción más noble del ser humano a través de la cual uno escucha y habla, recibe y da, y así crece y se consolida la amistad. Busca tiempo para observar a los demás. Es una actitud que te enseñará mucho y te ayudará a imitar lo positivo de los otros y a evitar sus defectos. Busca tiempo para contemplar la naturaleza. Es el arte de Dios, donde Él se ha manifestado en toda su belleza. Busca también tiempo para trabajar, hacer algo, diligentemente. Es el precio que has de pagar por realizarte a ti mismo, ser útil a los demás y construir una sociedad más justa y humana. Busca tiempo para viajar. Es una actividad que enriquece en gran manera, porque estás en contacto con gentes y culturas diversas que te pueden complementar.

Busca tiempo para evaluarte a ti mismo. Es un momento propicio para hacer balance y decidir con energía lo bueno que debes potenciar y lo malo que debes corregir. Busca tiempo para amar. Es la esencia de la vida, que brinda al ser humano sentido y felicidad”. Que estos valiosos objetivos te motiven a distribuir sabiamente el tiempo.



* Enviado por el P. Natalio

LA ACTITUD DE UN CRISTIANO


La actitud de un cristiano



¿Cuál debería ser la actitud del cristiano cuando se encuentra en una situación difícil y angustiosa en una prueba severa?

¡Sólo puede haber una actitud! ¡Una confianza sencilla e inamovible en Dios! Una negativa a mirar la circunstancia difícil y disposición a mirar por sobre ella. La única manera de lograr esto, es vivir muy cerca de Dios. De la manera como el turbo permite que el aeroplano conserve toda su potencia a una altura de diez mil metros, altura en que el avión ordinario ha perdido los cuatro quintos de su potencia, así el cristiano que camina con Dios, con el oído atento y en obediencia, conserva las fuerzas en los más rudos altibajos de la vida.

La realidad es que Dios es más poderoso que cualquier tentación o peligro. La persona que tiene a Dios en el corazón es invencible.

Es cierto que a veces parece que Dios pone a sus hijos en situaciones de profunda dificultad. Los arrincona en callejones sin salida produciendo una situación que la discreción humana jamás habría admitido.

En esos períodos las palabras de Jesús "Si puedes creer, al que cree todo le es posible" (Marcos 9: 23), resuenan con renovado significado. Debe comprenderse que este tipo de fe en Dios es la forma más práctica de enfrentar los problemas de la vida: no se trata de sentido común, de visión, ni de razón. Es tomar literalmente la Palabra de Dios y pedirle su cumplimiento. La experiencia revela que este tipo de fe no hace que el sol amanezca más temprano, pero hace que la noche parezca más corta.

Francis Browne cuenta la historia de un pequeño grupo de peregrinos que sentados en la playa hacían un recuento de sus pérdidas. Uno contaba de un barco que se había hundido con toda su familia. Otro hacía memorias de una dulce juventud ya perdida y otros hablaban de oro que ya se había desvanecido, de honores perdidos y de amigos sin fe. Un desconocido que parecía estar libre de pena dijo:

-Tristes pérdidas habéis relatado, pero la mía es más pesada, porque he perdido la fe que tenía en el corazón.

¡Ay! -dijeron los peregrinos-, forastero, la tuya es la pérdida más grande y la última que se tiene en la vida.

La pérdida más grande de la vida, es la pérdida de la fe. La ansiedad de Cristo por hacer que Pedro retuviera su fe, dice un escritor, sólo admite una explicación. El no se interpuso entre Pedro y el fracaso, pero entre él y la pérdida de su fe. Cuando un hombre pierde la honra, la verdad y el carácter, está perdido; pero cuando pierde la fe sufre la mayor pérdida.

domingo, 3 de diciembre de 2017

COMO LOS NIÑOS


Como los niños




¿Cómo es un niñito? Sencillo, sincero, confiado, humilde, puro, inocente… Pienso que Jesús cuando dijo, “Si no se hacen como un niño, no entrarán en el reino de los cielos”, tenía presente en su mente a una criatura descansando en los brazos de su madre. Así nos quiere el Señor por la confianza y abandono en él. La oración siguiente expresa muy bien estos sentimientos.

Como el niño que no sabe dormirse
sin asirse a la mano de su madre,
así mi corazón viene a ponerse
sobre tus manos al caer la tarde.

Como el niño que sabe que alguien vela
su sueño de inocencia y esperanza,
así descansará mi alma segura,
sabiendo que eres tú, Señor, quien nos aguarda.

Este breve himno es apropiado para recitar al fin del día. La imagen del niño y la madre nos lleva dulcemente a recuerdos de simplicidad e inocencia, afloja nuestras tensiones por la lucha diaria y predispone alma y cuerpo para el descanso de la noche. Que el Señor te bendiga con su paz.



* Enviado por el P. Natalio

viernes, 1 de diciembre de 2017

SALVADO DEL ABISMO


Salvado del abismo



Suceden cosas en la vida que te hacen sufrir mucho, pero después de poco o de mucho tiempo adviertes que fue lo mejor que te pudo pasar. Como aquel señor que llegó tarde al aeropuerto por un embotellamiento del tráfico. Estaba todavía lamentándolo con un amigo, cuando se propaló la noticia de que el avión apenas remontado se precipitó fatalmente a tierra.

El pintor inglés Thornbill recibió el honroso encargo de pintar el interior de la cúpula de la catedral de San Pablo. Luego de muchos meses de arduo trabajo terminó este importante compromiso. Para mirar bien su obra de arte retrocedió poco a poco sobre el andamio para apreciarla en su conjunto. Sin darse cuenta estaba llegando al borde del andamio en lo alto de la cúpula. Medio paso más y hubiera caído fatalmente. Uno de sus ayudantes de inmediato tomó un pincel y empezó a pintar una raya horrible a través del cuadro. Indignado el pintor se lanzó hacia el culpable para arrancarle el pincel. Pero su ira se convirtió en gratitud cuando éste le dijo: "Te salvé la vida, pues corriste hacia delante y te alejaste del abismo".

A veces Dios hace lo mismo con nosotros: para salvarnos de desgracias irreparables dispone algún acontecimiento que nos duele, pero que en su designio de amor nos hará crecer en madurez, o superar un vicio que nos esclaviza, o prescindir de una amistad peligrosa, o abrir la mente a enfoques más generosos y altruistas… Confía en el Señor que te ama.


* Enviado por el P. Natalio

jueves, 30 de noviembre de 2017

PAN Y LUZ DE LO ALTO


Pan y luz de lo alto




Varias veces Jesús se refirió a sí mismo con símbolos o comparaciones. Alrededor de él la gente se preguntaba y discutía sobre quién era este profeta asombroso. Al leer el Evangelio, pon atención especial cuando Jesús empieza por un “Yo soy”, pues va a dar una definición de sí mismo. Podrás apreciar la riqueza de la persona de Jesús, cuando medites en esas como pinceladas que describen su identidad. Aquí te presento algunas de ellas.

Juan 6, 48-51: Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera.  Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo».
Juan 8, 12: Jesús les dirigió una vez más la palabra, diciendo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida».
Juan 8, 23: Jesús continuó: «Ustedes son de aquí abajo, yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo.

“Pan de vida”, “luz del mundo”, “la puerta de las ovejas”, “el buen pastor”, “la resurrección y la vida”, “la vid verdadera”, “rey”, “camino, verdad y vida”, son algunos rasgos del perfil de Jesús que nos descubren su rica personalidad y su misión en la tierra. La lectura meditada del Evangelio te haga crecer en el conocimiento de las insondables riquezas del Señor.




* Enviado por el P. Natalio

miércoles, 29 de noviembre de 2017

PATINAR EN LA MONTAÑA


Patinar en la montaña




San Ignacio, fundador de los jesuitas, decía: “Me gusta ver reír a la gente. Un cristiano no tiene ningún motivo para estar triste y tiene muchos para estar alegre”. Es conocido el proverbio: “Un santo triste es un triste santo”; esto significa que no tiene nada de santo, sino que da lástima. El buen humor es un aspecto social de la alegría y se manifiesta en la conversación cotidiana.

Un Papa con gran sentido del humor fue Juan Pablo II. La siguiente anécdota trasluce una de las características más importantes del humor que fue típico en los hombres de Dios: la humildad. Durante el Sínodo de obispos de Roma, el cardenal de Cracovia, después Juan Pablo II, propuso a varios cardenales ir a esquiar al Terminillo. — ¿A esquiar? —Sí, claro. En Italia, ¿no esquían los cardenales? —Pues... francamente, no. —En Polonia, en cambio, el 40% de los cardenales esquían. — ¿40%? Si en Polonia sólo hay dos cardenales. —Claro, pero no me negarán que Wyszynski vale por lo menos el 60%.

El sentido del humor es una herramienta básica para la sobrevivencia: rompe la tensión en un momento de crisis, ayuda a encarar situaciones estresantes, disipa las preocupaciones...  Cuando rías, se te aliviarán las cargas. Que el Señor te ayude a defender y cultivar con acciones concretas el don de la alegría.



* Enviado por el P. Natalio

CUANDO SUFRIR ES BELLO


Cuando sufrir es bello
Hay quienes ven el dolor como un enemigo, como una derrota y hay quienes descubren que sólo a través del sufrimiento la vida llega a ser verdaderamente humana.


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 




El sufrimiento es, para muchos corazones, un enemigo que se busca alejar a cualquier precio. Porque parece que sufrir es fracasar, es perder. Porque el dolor es visto por muchos como algo negativo, una derrota que debería desaparecer en el mundo de los hombres.

Pero la vida humana, ¿mejora realmente si dejamos de sufrir, si eliminamos todo dolor? ¿No es injusto el precio que hay que pagar para conseguir una existencia más placentera, más exitosa, más fácil? ¿Qué gana quien rehuye todo esfuerzo, quien aparta sus ojos del dolor ajeno, quien se esconde a la hora de repartir tareas pesadas que “alguien” tiene que llevar a cabo?

En el camino de la vida el dolor aparece de mil maneras. A veces como un accidente inesperado. Otras veces desde una enfermedad que avanza poco a poco. En ocasiones, desde la pena ajena: no puede resultarnos indiferente la angustia de la madre que pierde a su hijo, el dolor de un viudo solitario, la tristeza del obrero despedido.

Si hay quienes ven el dolor como un enemigo, como una derrota, también hay quienes descubren que sólo a través del sufrimiento la vida llega a ser verdaderamente humana. Porque sufrir no es sinónimo de perder. Muchas veces es, simplemente, la consecuencia de un amor maduro, solidario, pleno. Es entonces cuando sufrir es bello.

Así lo explicaba el Papa Benedicto XVI: “Sufrir con el otro, por los otros; sufrir por amor de la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre mismo” (encíclica “Spe salvi” n. 39).

El Papa preguntaba en ese mismo texto: “¿somos capaces de ello? ¿El otro es tan importante como para que, por él, yo me convierta en una persona que sufre? ¿Es tan importante para mí la verdad como para compensar el sufrimiento? ¿Es tan grande la promesa del amor que justifique el don de mí mismo?”

La respuesta, para la fe cristiana, es “sí”. Sí: vale la pena darse al otro, vale la pena amar sin reservas, vale la pena dejar comodidades para embarcarse en el mundo de la donación, de la verdad, de la justicia. Porque Dios mismo nos ha dado ejemplo, pues Él, que es “la Verdad y el Amor en persona”, quiso “sufrir por nosotros y con nosotros” (“Spe salvi” n. 39).

Con la mirada en la Cruz de Cristo, con el descubrimiento del verdadero sentido del dolor y del sufrimiento “por amor del bien, de la verdad y de la justicia”, podemos superar el deseo de comodidades y el miedo a lo difícil, y hacer que nuestra vida sea plena, sea verdadera, sea buena.

“La verdad y la justicia han de estar por encima de mi comodidad e incolumidad física, de otro modo mi propia vida se convierte en mentira. Y también el ‘sí’ al amor es fuente de sufrimiento, porque el amor exige siempre nuevas renuncias de mi yo, en las cuales me dejo modelar y herir. En efecto, no puede existir el amor sin esta renuncia también dolorosa para mí, de otro modo se convierte en puro egoísmo y, con ello, se anula a sí mismo como amor” (“Spe salvi” n. 38).

No es hermosa la vida que renuncia al dolor bueno, ese dolor que nace cuando amamos sin medida. Porque quien no ama hasta el dolor sincero llevará una vida raquítica, llena tal vez de pequeñas satisfacciones momentáneas pero hueca en lo que de verdad nos define como seres humanos: esa capacidad de amar hasta sufrir por el bien del otro.

Sólo cuando nos abramos al amor pleno, sólo cuando dejemos egoísmos y mentiras que empobrecen, entraremos en un horizonte de entrega donde no faltarán heridas ni penas, pero donde la alegría del discípulo será semejante a la del Maestro y del Pastor que sufrió y dio la vida porque amaba a sus amigos...

martes, 28 de noviembre de 2017

PERSONAJES SOLIDARIOS


Personajes solidarios




Solidaridad es sentirse una sola cosa con los demás: “Todos para uno y uno para todos”. Sentir la solidaridad llena el corazón de seguridad, estímulo y paz. El interés por la gente debe ser genuino, sin intereses ocultos que puedan enturbiar la ayuda prestada. La solidaridad implica comprensión, disponibilidad, colaboración. Lleva consigo involucrarse y compartir.

De acuerdo con un estudio efectuado en 22 países de América Latina, España y Portugal a más de 40.000 estudiantes de secundaria, los jóvenes admiran principalmente a personajes solidarios. Juan Pablo II ocupó el primer lugar y la  Madre Teresa de Calcuta el segundo. Según una encuesta realizada en la diócesis de Indiana (EEUU), lo que más llamaba la atención a los feligreses era la sonrisa de Juan Pablo II, su devoción mariana, su dominio de varios idiomas, el perdón concedido al que quiso asesinarlo y su amor a los niños y los pobres.

Las manifestaciones verbales de solidaridad son importantes, pues todos necesitamos sentir el apoyo moral. Además se necesitan acciones concretas de ayuda. Ningún ser humano puede sernos indiferente. Siempre existirá alguna forma de manifestar nuestra solidaridad. Puedes empezar a ser solidario cada día con pequeños y sencillos gestos.



* Enviado por el P. Natalio

lunes, 27 de noviembre de 2017

LA VERDADERA RIQUEZA


LA VERDADERA RIQUEZA





Si hubiera un banco que te acreditara en tu cuenta 86.400 monedas cada mañana, que no transfiriera el saldo disponible de un día al siguiente, que no te permitiera conservar efectivo y, al final del día, cancelara la parte de esa cantidad que no hubieras usado...  ¿Qué harías?

Por supuesto, sacar cada día hasta el último céntimo y aprovechar todo el dinero.

Pues bien, tal banco existe y se llama TIEMPO.

Cada día te acredita 86.400 segundos y cada noche da por perdidos cuantos hayas dejado de emplear provechosamente.

Nunca trasfiere saldos, ni permite que los acumules.

Cuando no usas lo disponible ese día, el único que pierde eres tú.

No existe recuperación de fondos y tampoco es posible girar cheques sobre el mañana.

¡De cada persona depende invertir este precioso caudal de horas, minutos y segundos para obtener los máximos dividendos en cuanto a salud, felicidad y éxito!

San Francisco de Asis decía: "Yo necesito pocas cosas y las pocas que necesito, las necesito poco".

¡Aprovecha bien tu valioso tiempo!

ACEPTACIÓN Y CONFIANZA


Aceptación y confianza




Confiar en Dios que nos ama, es fundamental para aceptar, con ánimo sereno, los contratiempos y dificultades de cada día. Nunca tendrás pruebas superiores a tus fuerzas. El Señor correrá a darte una mano cuando te hundas. Basta que lo invoques con fe y todo redundará para tu mayor bien.

Un joven, ya no daba más con sus problemas. Cayó de rodillas, rezando, "Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado pesada". El Señor, como siempre, acudió y le contestó, "Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz, guárdala dentro de esa habitación. Después, abre esa otra puerta y escoge la cruz que tú quieras". El joven suspiró aliviado. "Gracias, Señor" dijo, e hizo lo que le había dicho. Al entrar, vio muchas cruces, algunas tan grandes que no les podía ver la parte de arriba. Después, vio una pequeña cruz apoyada en un extremo de la pared. "Señor", susurró, "quisiera ésa que está allá". Y el Señor contestó, "Hijo mío, ésa es la cruz que acabas de dejar".

Está alerta porque vendrán tentaciones de cobardía, desanimación y desesperanza. El enemigo entrará en tu imaginación para levantar en el aire castillos de dificultades insuperables. Déjale a Jesús el cuidado de todas tus cosas y verás que todo te irá mejor. Abandónate en él y todo se resolverá con tranquilidad según sus designios. La confianza en el Señor es la clave.



* Enviado por el P. Natalio

domingo, 26 de noviembre de 2017

COMO UNA ESCOBA



Como una escoba



Cuando Bernardita Soubirous era religiosa de las Hermanas de la Caridad, una hermana de la comunidad le enseñó una foto de los lugares de Lourdes y manifestaba la grandeza de haber sido elegida para tan gran honor como es la visión de la Virgen. Bernardita se limitó a sonreír y, con aparente ingenuidad, preguntó:

— Hermana, ¿para qué sirve una escoba?
— Para barrer.
Bernardita siguió preguntando:
— ¿Y después?
— Se guarda en su sitio, detrás de la puerta.
— Así ha hecho la Virgen conmigo. Me usó y me ha vuelto a poner en mi sitio. Y yo estoy muy bien.

El humilde reconoce a Dios como autor de todo bien. De él proviene todo cuanto tenemos y somos. Y también cuanto tiene y es nuestro prójimo. Por eso no cabe el sentido competitivo de la vida, que está en el fondo de la actitud soberbia y envidiosa. El que quiere sobresalir no busca tanto alcanzar una meta, sino crear distancia respecto de los otros.


* Enviado por el P. Natalio

viernes, 24 de noviembre de 2017

UN VASO DE LECHE


Un vaso de leche




Un día, un muchacho pobre que vendía mercancías de puerta en puerta para pagar sus estudios universitarios, encontró que sólo le quedaba una simple moneda de diez centavos y tenía hambre.
Decidió que pediría comida en la próxima casa. Sin embargo, sus nervios lo traicionaron cuando una encantadora mujer joven le abrió la puerta. En lugar de comida pidió un vaso de agua.

Ella pensó que el joven parecía hambriento, así que le trajo un gran vaso de leche.

Él lo bebió despacio, y entonces le preguntó:

-¿Cuánto le debo?

-No me debes nada- contestó ella. -Mi madre siempre nos ha enseñado a no aceptar nunca un pago por un acto de caridad.

Él le dijo... -Entonces, se lo agradezco de todo corazón...

Cuando Howard Kelly se fue de la casa, no sólo se sintió más fuerte, sino que también su fe en Dios y en los hombres era más fuerte. Él había estado a punto de rendirse y dejarlo todo.

Años después, esa mujer enfermó gravemente. Los doctores locales estaban confundidos. Finalmente le enviaron a la gran ciudad. Llamaron al Dr. Howard Kelly para consultarle. Cuando este oyó el nombre del pueblo de donde venía la paciente, una extraña luz lleno sus ojos.

Inmediatamente, el Dr. Kelly subió del vestíbulo del hospital a su cuarto. Vestido con su bata de doctor entró a verla y la reconoció enseguida. Regresó al cuarto de observación determinado a hacer lo máximo posible para salvar su vida. Desde ese día, él prestó la mejor atención a este caso. Después de una larga lucha, ella ganó la batalla... ¡Estaba totalmente recuperada..!

Como la paciente ya estaba sana y salva, el Dr. Kelly pidió a la oficina de administración del hospital que le enviaran la factura total de los gastos para aprobarla. Él la revisó y la firmó. Además, escribió algo en el borde de la factura y la envió al cuarto de la paciente.

La cuenta llegó al cuarto de la paciente, pero ella temía abrirla, porque sabía que le tomaría el resto de su vida para poder pagar todos los gastos. Finalmente la abrió, y algo llamó su atención: En el borde de la factura leyó estas palabras...

"Pagado por completo hace muchos años con un vaso de leche". Firmado: Dr. Howard Kelly.

Lágrimas de alegría inundaron sus ojos y su feliz corazón oró así: "Gracias, Dios, porque tu amor se ha manifestado en las manos y los corazones humanos".



© Web católico de Javier

jueves, 23 de noviembre de 2017

HOY, UN DÍA ESPECIAL


Hoy, un día especial



Cuando comienzas el día es muy efectivo repetirte consignas e ideales para fortalecer los propósitos de tu corazón. De esa manera logras que se fijen en tu interior, desde dónde seguirán a lo largo de la jornada marcándote el camino de bondad y fidelidad que tú has elegido. Aquí te ofrezco una buena síntesis de excelentes decisiones.

Con la ayuda de Dios, hoy invertiré el tiempo que me regala, en ser agradable a sus ojos. Cada minuto lo realizaré apasionadamente para hacer de hoy un día lleno de buenas obras. Hoy opondré resistencia a la desesperanza pensando que el Señor está a mi lado y me ama. Hoy haré de cada tarea ordinaria una expresión de amor a Dios y mis hermanos. Hoy tendré los pies en la tierra comprendiendo la realidad y la mirada en las promesas de Jesús a los que lo siguen. Hoy tendré tiempo de ser feliz y dejaré mi aroma y mi presencia en el corazón de los demás convirtiendo cada una de mis acciones en manifestaciones de bondad.

Responsabilidad, valor de las pequeñas tareas cotidianas, obras de bondad, superación del egoísmo, son líneas maestras de un serio programa espiritual que ayuda a crecer y madurar cada día. “Ser maduro es un aprendizaje constante y culmina cuando nos retiramos de esta fiesta que es la vida”. El Señor te acompañe con su bondad.


* Enviado por el P. Natalio

miércoles, 22 de noviembre de 2017

LO QUE LA PACIENCIA PUEDE


Lo que puede la paciencia




Santa Mónica había comprendido que la paz es un don de Dios tan valioso, que vale la pena hacer cualquier sacrificio para no perderla por ningún motivo. El precio era una imperturbable paciencia con su hijo Agustín y con su esposo, irascibles por demás. San Vicente Ferrer daba una recomendación especial a las esposas cuando eran insultadas por sus maridos.

San Vicente Ferrer regalaba a las señoras que peleaban mucho con su marido, una botella con agua bendita y les recomendaba: "Cuando su esposo empiece a insultarla, échese un poco de esta agua a la boca y no se la trague mientras el otro no deje de ofenderla". Y esta famosa "agua de Fray Vicente" producía efectos maravillosos porque, como la mujer no le podía contestar al marido, no había peleas. 

La paciencia es una madurez. Presupone virtudes tan sólidas como la humildad y la fe en Dios. Conseguirás la paciencia meditando en Jesús bondadoso, sufrido, servicial, y suplicándole vuelva tu corazón a semejanza del suyo, manso y humilde. Que el Señor te ayude a dar pasos para crecer en esta virtud tan necesaria.



* Enviado por el P. Natalio

martes, 21 de noviembre de 2017

LOS BUENOS MODALES


Los buenos modales



La cortesía es como la crema de la caridad: su manifestación más agradable. Y se manifiesta en las diversas situaciones de la convivencia humana. Es un código que responde a la regla de oro “no hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”. Aquí te presento unas simples sugerencias, pero su conjunto es un cúmulo de delicadas atenciones.

Escucha con interés y amable atención. Respeta los horarios fijados: es respeto a las personas. Trata de agradar y ser gentil al hablar. Mostrar gratuitamente hostilidad es buscarte disgustos. No discutas por ningún motivo, sencillamente, opina. Trata de estar siempre dispuesto a sonreír. Mantente jovial, voluntarioso y dinámico. Guarda con prudencia tus propias dificultades. Trata a los demás como quisiera que te traten a ti. Al solicitar algo, di siempre  "'Por favor" y no olvides el “Gracias”. Promete sólo cuando puedas cumplir y sé fiel al compromiso asumido.

Estas líneas de elemental cortesía te darán un aura de distinción y serás siempre bien recibido, porque la gente se siente cómoda con quien es sociable, atento y delicado en su trato. Te auguro pases una agradable jornada con tus familiares y amigos.



* Enviado por el P. Natalio

EL GRAN REGALO


El Gran Regalo




1)   Para saber
Hay un refrán que dice que “A caballo regalado no se le mira el colmillo”, y mucho menos tratándose de un regalo maravilloso. Cabría preguntarse por qué algunos no aceptan el don de la salvación.

Hay una parábola de Jesús que trata del hombre que invita a una gran cena gratis, pero uno a uno los invitados se niegan a asistir poniendo excusas. Cada uno reduce su felicidad a un aspecto limitado de la tierra. Por ejemplo, unas vacaciones en un lugar maravilloso, pero tienen que terminar.

El Papa Francisco comentó: quienes rechazan la invitación se han encerrado en sí mismos y no comprenden el amor gratuito de Dios, y “si no se entiende la gratuidad de la invitación de Dios, no se entiende nada”. Porque Dios es Amor y nos ofrece una felicidad eterna.

El hombre pretende tener la llave de su felicidad, sin pensar que la llave de la verdadera y eterna felicidad solo la tiene Cristo, quien la ganó con su sacrificio y nos la ofrece de manera gratuita.


2) Para pensar
Se cuenta que un hombre murió y se encontró en las puertas del Cielo con San Pedro. El hombre pregunta: “¿Qué se necesita para entrar?”. San Pedro le respondió: “Se requieren al menos cien mil puntos. ¿Cuánto traes?”. El hombre optimista dice: “Si tomamos en cuenta que fui buen esposo y padre, estudié y trabajé mucho, ¿cuántos puntos me dan?” San Pedro toma su calculadora y hace la cuenta, y responde: “Son mil quinientos puntos”. El hombre se sorprende: “¿Tan pocos? y ¿si sumamos que no engañé a mi esposa, no robe ni me drogué, y siempre pagué mis impuestos?” Volviendo a sumar le responde San Pedro: “Eso te dan dos mil puntos…” El hombre cada vez más nervioso, dice: “Recuerdo que di limosnas, ayudé en una labor social, respeté señales de tránsito...” Haciendo la cuenta, San Pedro le comunica: “Sí, ello te da dos mil quinientos puntos, y eso que no te quito algunos puntos de pecados, pero para cien mil que se necesitan…” El hombre casi al borde del pánico exclama: “Me rindo, eso es todo, me abandono a la misericordia de Dios”. “Excelente, ¡estás adentro!”, dice San Pedro y mientras le abre la puerta lo recibe: “¡Bienvenido a casa!”
Sin dejar de ser ficticio, muestra que la vida eterna, el Cielo, se lo debemos totalmente a la misericordia de Dios. No significa que de nada valieron las buenas obras, más bien es gracias a ellas por las que nos disponemos a recibir la misericordia de Dios.


3) Para vivir
Hay el peligro de que nuestro trato con Dios se vuelva “comercial”, como decirle: “Yo hago esto, y tú me pagas”. En vez de ser una relación de amor, como la que ha de haber entre un padre y su hijo.
El Papa Francisco recordó cómo el hijo pródigo de la parábola se acercó sin ningún mérito y su Padre le perdona al ver su arrepentimiento, no por los méritos, sino por su amor. La salvación no se compra.
Aquellos que no quieren entrar en el banquete “se sienten “salvados a su manera… Han perdido una cosa más hermosa y esto es algo muy feo: han perdido la capacidad de sentirse amados… Pidamos al Señor que nos salve de perder la capacidad de sentirnos amados”.



© Pbro. José Martínez Colín

lunes, 20 de noviembre de 2017

EL AJEDREZ Y LA MUERTE


EL AJEDREZ Y LA MUERTE



Era una noche oscura y fría. Daniel bebía un café sentado en su sillón favorito en la sala de estudio de su casa. Su familia dormía, mientras él reflexionaba sobre muchas cosas; tantas que perdió la noción del tiempo. Eran las 3 de la mañana, llevó su taza vacía al lavaplatos, y abrió el refrigerador para prepararse algo de comer. Cuando cerró la puerta vio junto a él una figura muy conocida, pero nada apreciada. La espectral imagen lo miró fijamente y le dijo con voz tenue: ¿Sabes a qué he venido?
Él asintió con la cabeza y dijo: Sí, lo sé, ya es mi hora.

Confundida, la Muerte preguntó a su víctima:

¿No vas a llorar? ¡Todos lo hacen! Se arrodillan, suplican, juran que serán mejores, ruegan por otra oportunidad; mientras que tú, aceptas mi llegada con resignación.


Temeroso aún y con un nudo en la garganta, Daniel respondió:

- ¿De qué serviría? Nunca me darás otra oportunidad, tú sólo haces tu trabajo.
- Tienes razón, sólo hago mi trabajo.
- ¿Puedo despedirme de mi familia? preguntó Daniel con la ligera esperanza de recibir un “sí”.
- Tú lo has dicho, hago mi trabajo. Yo no decido la hora ni el lugar, mucho menos los detalles… lo siento Daniel.
- No tienes por qué disculparte.
- Poca gente piensa en su familia mientras está en vida, pero al llegar este momento, todos piden lo mismo.
- No lo entiendes - dijo Daniel con tono de reproche – yo perdí a mi padre cuando tenía 15 años, y mi sufrimiento fue grande… pero mi hija menor tiene sólo 4, déjame decirle que la amo.
- Tuviste 4 años para decírselo, tuviste muchos días libres, muchos cumpleaños, fiestas, y otros momentos en que pudiste decírselo a tu hija que la amabas… pero ¿por qué sólo pensaste en tu hija?
- Mi hijo mayor no me creería, y mi esposa, bueno… a ella no creo que le interese si la amo o no. Nos hemos distanciado mucho. Pero mi niña, no hay día que entre por la puerta y no esté ahí para recibirme con un beso.
Deja de hablar, se hace tarde – lo interrumpió la muerte – pero… está bien ¿sabes?, este momento hace que mucha gente haga conciencia de cómo vivió su vida. Lástima que lo hagan demasiado tarde.
Ambos salieron de la casa. Un extraño tren aguardaba en la calle y lo abordaron.
- No todo es aburrido en el estado de la muerte. No puedo decirte lo que pasará al llegar, pero te propongo que juguemos al ajedrez “para matar el tiempo”. 
Con una sonrisa y con una lágrima, Daniel dijo: ¡Qué curioso! ¡Creí que no tenías sentido del humor!.
El juego se inició. Daniel no se calmaba aunque comenzó ganando; consiguió un “alfil” y un “caballo”. Pero era obvio que eso no lo alegraba.
La Muerte le preguntó: ¿A qué te dedicabas en vida?
- Soy… es decir, era, un simple empleado en una fábrica de calzado.
- ¿Obrero?
- No, trabajaba en administración.
- Ah… supongo que te encargabas de ver si faltaba algún producto, o dinero.
- Sí, en parte así era.
- Hay algo que no entiendo…
- ¿Qué es lo que no entiendes?
¿Por qué ustedes teniendo tantas cosas buenas por hacer, se encierran en el trabajo, se olvidan de los sentimientos, no les importan los demás, se vuelven egoístas y violentos, pero cuando los visito, demuestran ternura, humildad, tristeza, miedo, e incluso lloran? ¿Por qué esperan que llegue yo, si ya nada podrán hacer?
- No lo sé.
- En cambio, soy un simple “peón”, haciendo lo que debo hacer y nada más. Mientras ustedes son dueños de su propia vida, capaces de decidir qué harán con ella ¿y para qué? si su decisión más común es desperdiciarla o vivirla mal.
- Te creía más cruel – comentó Daniel.
- ¡Nada es lo que parece!
El silencio reinó por unos instantes mientras Daniel ponía en “jaque” a la muerte.
- Dime... ¿qué pensabas cuando te casaste?
- Pensaba ser feliz, en formar una linda familia, en formar parte de la alta sociedad.
- ¿Y lo lograste?
- Es broma ¿verdad? Me encontraste solo en mi cocina durante la madrugada, y te pedí despedirme de mi hija. Es obvio que no lo hice. - Si hubiera mostrado más amor a mi familia, la petición de despedirme no hubiera sido necesaria.
- Ya las lágrimas se habían secado en el rostro de Daniel y de pronto exclamó suavemente ¡Jaque mate! 
- La Muerte sonrió y dijo ¡Felicidades!
- Daniel suspiró y respondió: Es una pena que no sirva de nada. No me importaba ganar, de todos modos ya estoy aquí… un simple juego de ajedrez no aleja de mi mente a mi familia, mis hijos, mi esposa.
- Las lágrimas brotaron de nuevo en el rostro de Daniel quien se cubrió el rostro con sus manos.
- Mientras el sollozaba, la muerte exclamó: ¡Hemos llegado!
- Daniel intentó calmarse, pero al abrir los ojos estaba de nuevo en su viejo sillón. Secó sus lágrimas. Eran las 6:45 de la mañana, y en lugar de gritar ¡ESTOY VIVO! como lo haría cualquier otro, salió al patio y dijo con voz tenue: GRACIAS, DIOS MÍO… Entró nuevamente a su casa, entró en la habitación de su hija y la abrazó, a la de su esposa e hizo lo mismo. Entró al cuarto de su hijo, le hizo cosquillas en los pies y le dijo: Hijo. Despierta ¡es domingo!.
¿Me despiertas para decirme que es domingo?
No hijo, os he despertado para deciros que os amo. 


“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir”
(Eclesiastés 3: 1-2)

DECÁLOGO PARA ORGANIZAR TU TIEMPO




Decálogo para organizar tu tiempo
Aprovechar el tiempo para dedicarlo a lo esencial 


Por: P. Dennis Doren, LC | Fuente: Somos RC 




En medio de nuestro frenetismo, de tantas y tantas cosas y preocupaciones, de tantos y tantos pendientes que se van acumulando en nuestra mesa y en nuestro corazón, necesitamos detenernos un momento para analizar cómo estamos viviendo nuestro día, en pocas palabras, cómo estamos aprovechando nuestro tiempo y si realmente lo estamos dedicando a lo esencial, o se nos escurre de entre las manos como el agua sin saber a dónde se nos va, llenando el tiempo en salir al paso de esas miles de necesidades cotidianas que nos hacen pensar cuántas cosas he hecho y que, en definitiva, todas juntas no hacen ni una sola de las que realmente valen. Por eso detente un momento, es necesario. Tal vez esta reflexión cambiará para bien tu vida. Te comparto este decálogo de cómo utilizar bien tu tiempo.

1.- Busca tiempo para meditar, es un ejercicio necesario para llegar a la profundidad de tu corazón, ahí podrás descubrir y discernir qué es lo que Dios quiere de ti.

2.- Busca tiempo para leer, es una manera de crecer con el saber de los demás, tantas buenas lecturas de personas sabias que han sabido estampar en letras el valor y sentido de la vida.

3.- Busca tiempo para rezar, es el modo de entrar en contacto con Dios y expresarle tu amor, necesitas estar en comunicación frecuente con aquel que te enseña el camino del bien y de la verdad.

4.- Busca tiempo para dialogar, es la acción más noble del ser humano a través de la cual uno escucha y habla, recibe y da, y así crece y se consolida la amistad, el respeto y la comprensión.


5.- Busca tiempo para amar, es la esencia de la vida que brinda al ser humano sentido y felicidad, el corazón que ama siempre está dispuesto a dar.

6.- Busca tiempo para contemplar la naturaleza, es el arte de Dios, donde Él se ha manifestado con toda su belleza, ahí lo descubrirás, en la creación Dios ha estampado su firma.

7.- Busca tiempo para trabajar diligentemente, es el precio que has de pagar para realizarte a ti mismo, ser útil a los demás y construir una sociedad más justa y humana.

8.- Busca tiempo para viajar, es una actividad que enriquece en gran manera, porque entras en contacto con gente y culturas diversas que te pueden complementar y así contemplas diferentes realidades de la vida.

9.- Busca tiempo para evaluarte a ti mismo, es un momento propicio para hacer balance y decidir con energía lo bueno que debes potenciar y lo malo que debes corregir.

10.- Busca tiempo para observar a los demás, es una actitud que te enseñará mucho, te ayudará a imitar lo positivo de los otros y a evitar sus defectos.

Con estas 10 pautas puedes hacer de tu vida una verdadera aventura que valga la pena. San Bernardo decía: "no hay nada tan precioso que el tiempo y no hay nada tan menospreciado". Cada momento utilizado según Dios, si estamos en estado de gracia, puede merecernos tesoros de gloria y alegría eternas. El tiempo es la moneda del cielo. Cada momento vale una eternidad. Cada segundo del tiempo es un destello minucioso de la vida que queda atrás. El tiempo no perdona. El tiempo recorre sin piedad sus senderos y tarde o temprano a todos se nos termina.










domingo, 19 de noviembre de 2017

ORACIÓN DE PERDÓN


 
Oración de perdón


Hay males en nuestra esfera psíquica con los que fácilmente condescendemos y nos impiden adquirir una auténtica madurez. La oración de perdón es un arma poderosa en la lucha contra el mal que se oculta en nuestro interior y atrae la fuerza de Dios para purificarnos de los malos hábitos. Vale la pena practicarla cada día. Aquí tienes una oración del P. Víctor Fernández para ambientarte.

Señor, recuerdo tu amor y quiero pedirte perdón, porque quisiste para mí una vida más santa, pero yo elegí la tibieza y la mediocridad. Pero no quiero quedarme postrado espiritualmente. Sé que allí está tu mirada de cariño y tus brazos que quieren levantarme. Ten misericordia de mí, Señor, por tu bondad. Perdóname por el mal que hice y por el bien que no quise hacer. Piedad de mí, Señor, piedad de mí, que soy frágil e imperfecto. Tú sabes que te amo. Pero soy débil y vuelvo a caer. Por eso te pido: renuévame por dentro, santifícame, libérame, límpiame de mi maldad y quedaré más blanco que la nieve. Amén.

Es una oración buena para ambientarte, pero hay que bajar a lo concreto, por ejemplo: perdóname, Señor, mis faltas de amor, de comprensión y misericordia; por encerrarme en mí mismo; por las veces que me dejo llevar del pesimismo y la desesperanza; porque constato que la vanidad y el deseo de alabanza motivan con frecuencia mis obras; etc. La gracia del Señor te ayudará en este combate espiritual.


* Enviado por el P. Natalio 




sábado, 18 de noviembre de 2017

LA SILLA VACÍA


La silla vacía



Tal vez no has encontrado todavía un modo fácil y efectivo de entablar comunicación con Dios, pues en la oración se trata de eso: de dialogar sencillamente con Jesús. Esta anécdota podría activar tu creatividad.

Un sacerdote que visitó varias veces a un enfermo, observó con extrañeza la presencia de una silla vacía junto a su cabecera. Por fin una vez le preguntó para qué tenía una silla vacía junto a la cama. — No está vacía, —contestó el enfermo. Yo he ubicado a Jesús en esa silla y estaba conversando con él hasta que llegó usted. —Y añadió.  —Durante años me resultó difícil hacer oración, hasta que un buen amigo me explicó que orar no es hacer otra cosa más que hablar con Jesús. Al mismo tiempo me aconsejó colocar una silla vacía junto a mí, imaginando a Jesús sentado en ella hablando conmigo y yo con él. Desde aquel día ya no tuve dificultad en orar.
Algunos días después llegó apresuradamente la hija del enfermo a la casa parroquial para comunicar al sacerdote que el enfermo había fallecido. Y dijo: — Lo veía tan lleno de paz que me atreví a dejarlo solo, ausentándome un par de horas. Cuando volví a casa, entrando en la habitación lo encontré sin vida. Sin embargo, algo me ha resultado extraño, su posición: la cabeza no reposaba sobre la almohada del lecho, sino sobre la silla colocada junto a él.

“Desde aquel día ya no tuve dificultad en orar”. Ojalá acontezca lo mismo contigo, así como también esa irradiación de paz que daba un aura especial al rostro del enfermo. Siempre me impresionó aquella afirmación de san Alfonso María de Ligorio, doctor de la iglesia: “El que ora se salva; el que no ora se condena”. 


* Enviado por el P. Natalio
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