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miércoles, 26 de marzo de 2014

¿CÓMO ESTAMOS VIVIENDO ESTA CUARESMA?

Autor: María Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net
¿Cómo estamos viviendo esta Cuaresma?
La tenemos en nuestras manos. No sabemos si habrá una próxima. Que no se nos escape ésta, la de este año, la de ahora.
 
¿Cómo estamos viviendo esta Cuaresma?

Estamos avanzando ya sobre el tiempo de cuaresma.

Es increíble con qué velocidad pasan los días y las horas. Las semanas apenas nos parecen empezarlas y ya nos encontramos en su final.

Pero aún es tiempo, si no lo hicimos en su comienzo, de dedicar un poco de atención a este tiempo cuaresmal.

Pronto diremos: "Ya llegó la Semana Santa, ¡qué rápido!" Pero ya dijimos, aún estamos a tiempo para prepararnos precisamente para esa Semana Santa.

Tal vez salgamos de vacaciones y eso nos puede distraer sobre el profundo significado que para nosotros los cristianos tienen esos días santos.

Por eso no desperdiciaremos este tiempo anterior a ellos para redoblar nuestras oraciones, para renovar nuestro espíritu tal con ejercicios espirituales en nuestra Parroquia o en algún lugar de retiro o simplemente en nuestra casa darle a este tiempo un valor especial unido a la oración y al sacrificio. Estos por pequeños que sean son muy valiosos, pues llevan además del amor a Dios, el fortalecer nuestra voluntad que ya de por sí suele ser demasiado débil.

El propio Cristo nos enseña cómo para prepararse a esos días de tremendos suplicios y al final su muerte, se retiró a orar.

Ayunó cuarenta días en el desierto y allí fue tentando por Satanás.

Nada le faltó a nuestro Redentor para ser semejante al hombre, solamente hubo una diferencia, Él sí estuvo libre de pecado pero padeció y asumió todos y cada uno de los pecados de la humanidad, esa humanidad que tanto amó y ama.

Y nosotros estando en este tiempo, próximos a la conmemoración de un Jueves Santo lleno de tristeza, de despedida, de un inconmensurable amor; noche de misterio y de entrega al quedarse para siempre, como alimento de nuestras almas en el Sacramento de la Eucaristía, de un Viernes Santo donde un hombre, que es Dios, padece las más terribles afrentas y torturas que ha conocido la naturaleza humana y por último una muerte de cruz, podemos corresponder a todo esto con una reflexión profunda y sobre todo con nuestro amor.

Pero no termina todo ahí. Llegará esa madrugada de resurrección. De vida, de triunfo sobre la muerte y por eso la cruz es el signo de nuestra victoria.

Cristo nos dio las primicias de la vida eterna derrotando a la muerte. Cristo vuelve para que sepamos que hay una vida que no termina y que nuestro final está en la Casa del Padre.

Por eso aún es tiempo.

Estamos viviendo esta cuaresma, la tenemos en nuestras manos. No sabemos si habrá una próxima. Que no se nos escape ésta, la de este año, la de ahora.

Vivámosla con entrega, con amor, con generosidad, pero sobre todo con oración, con mucha oración.

Nos hace tanta falta....



  • Preguntas o comentarios al autor
  • Ma. Esther de Ariño
     

    JESÚS ESTÁ CONMIGO, DIOS ESTÁ CONTIGO



    Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
    Jesús está conmigo, Dios está conmigo
    Cuarto domingo de Cuaresma. Reflexionar si nuestro corazón está realmente puesto en Dios o en nuestros criterios humanos.


    Cuando Jesús habla de los contrastes tan profundos que hay entre el modo de entender la fe por parte de sus contemporáneos, y la fe que Él les está proponiendo, no lo hace simplemente para que nosotros digamos: ¿Cómo es posible que esta gente teniendo tan claro no entendiesen nada? Jesús viene a fomentar en todos nosotros un dinamismo interior que nos permita cambiar de comportamiento y hacer que nuestro corazón se dirija hacia Dios nuestro Señor con plenitud, con vitalidad, sin juegos intermedios, sin andar mercadeando con Él.

    La mentalidad de los fariseos, que también puede ser la nuestra, se expresa así: “Yo soy el pueblo elegido, por lo tanto yo tengo unos privilegios que recibir y que respetar”. Sin embargo, Jesús dice: “No; el único dinamismo que va a permitir encontrarse con la salvación no es el de un privilegio, sino el de nuestro corazón totalmente abierto a Dios”. Éste es el dinamismo interior de transformarme: orientándome hacia Dios nuestro Señor, según sus planes, según sus designios.

    Esto tiene que hacer surgir en mi interior, no el dinamismo del privilegio, sino el dinamismo de humildad; no el dinamismo de engreimiento personal, sino el dinamismo de ser capaz de aceptar a Dios como Él quiere.

    Una conversión que acepte el camino por el cual Dios nuestro Señor va llevando mi vida. No es un camino a través del cual yo manipule a Dios, sino un camino a través del cual Dios es el que me marca a mí el ritmo.
    Lo que Jesús nos viene a decir es que revisemos a ver si nuestro corazón está realmente puesto en Dios o está puesto en nuestros criterios humanos, a ver si nosotros hemos sido capaces de ir cambiando el corazón o todavía tenemos muchas estructuras en las cuales nosotros encajonamos el actuar de Dios nuestro Señor.

    Más aún, podría ser que cuando Dios no actúa según lo que nuestra inteligencia piensa que debe ser el modo de actuar, igual que los contemporáneos de Jesús, que “se llenan de ira, y levantándose lo sacan de la ciudad”, o cuando nuestro corazón no convertido encuentra que el Señor le mueve la jugada, podríamos enojarnos, porque tenemos un nombramiento, porque nosotros tenemos ante el Señor una serie de puntos que el Él tiene que respetar. Si pretendemos que se hagan las cosas sólo como yo digo, como yo quiero, ¿acaso no estamos haciendo que el Señor se aleje de nosotros?

    Cuando nosotros queremos manejar, encajonar o mover a Dios, cuando no convertimos nuestro corazón hacia Él, poniendo por nuestra parte una gran docilidad hacia sus enseñanzas para que sea Él el que nos va llevando como Maestro interior, ¿por qué nos extraña que el Señor se quiera marchar? Él no va a aceptar que lo encajonen. Puede ser que nos quede una especie de cáscara religiosa, unos ritos, unas formas de ser, pero por dentro quizá esto nos deje vacíos, por dentro quizá no tenemos la sustancia que realmente nos hace decir: “Jesús está conmigo, Dios está conmigo.” 

    ¿Realmente estoy sediento de este Dios que es capaz de llenar mi corazón? O quizá, tristemente, yo ando jugando con Dios; quizá, tristemente, yo me he fabricado un dios superficial que, por lo tanto, es simplemente un dios de corteza, un dios vacío y no es un dios que llena. Es un dios que cuando lo quiero yo tener en mis manos, me doy cuenta de que no me deja nada.

    Debemos convertir nuestro corazón a Dios, amoldando plenamente nuestro interior al modo en el cual Él nos quiere llevar en nuestra vida. Y también tenemos que darnos cuenta de que las circunstancias a través de las cuales Dios nuestro Señor va moviendo las fichas de nuestra vida, no son negociables. Nuestra tarea es entender cómo llega Dios a nuestra existencia, no cómo me hubiera gustado a mí que llegase.

    Si nuestra vida no es capaz de leer, en todo lo que es el cotidiano existir, lo que Señor nos va enseñando; si nuestra vida se empeña en encajonar a Dios, y si no es capaz de romper en su interior con esa corteza de un dios hecho a mi imagen y semejanza, «un dios de juguete», Dios va a seguir escapándose, Dios va a continuar yéndose de mi existencia.

    Muchas veces nos preguntamos: ¿Por qué no tengo progreso espiritual? Sin embargo, ¡qué progreso puede venir, qué alimento puede tener un alma que en su interior tiene un dios de corteza!

    Insistamos en que nuestro corazón se convierta a Dios. Pero para esto es necesario tener que ser un corazón que se deja llevar plenamente por el Señor, un corazón que es capaz de abrirse al modo en el cual Dios le va enseñando, un corazón que es capaz de leer las circunstancias de su vida para poder ver por dónde le quiere llevar el Señor.

    Dios no nos garantiza triunfos, no nos garantiza quitar las dificultades de la vida; los problemas de la existencia van a seguir uno detrás de otro. Lo que Dios me garantiza es que en los problemas yo tenga un sentido trascendente.

    Que el Señor se convierta en mi guía, que Él sea quien me marque el camino. Es Dios quien manda, es Dios quien señala, es Dios quien ilumina. Recordemos que cuando nosotros nos empeñamos una y otra vez en nuestros criterios, Él se va a alejar de mí, porque habré perdido la dimensión de quién es Él, y de quién soy yo.

    Que esta Cuaresma nos ayude a recuperar esta dimensión, por la cual es Dios el que marca, y yo el que leo su luz; es Dios quien guía en lo concreto de mi existencia, y soy yo quien crece espiritualmente dejándome llevar por Él.

    domingo, 23 de marzo de 2014

    LA CUARESMA NOS AYUDA A SALIR DE LAS COSTUMBRES CANSADAS

    Autor: SS Francisco | Fuente: Catholic.net
    La Cuaresma nos ayuda a salir de las costumbres cansadas
    Acción de gracias a Dios por el misterio de su amor crucificado; fe auténtica, conversión y apertura del corazón a los hermanos
     
    La Cuaresma nos ayuda a salir de las costumbres cansadas

    Queridos hermanos y hermanas,

    Estamos en el camino cuaresmal que nos llevará al Triduo Pascual, recuerdo de la pasión, muerte y resurrección del Señor, corazón, centro, del misterio de nuestra salvación. La Cuaresma nos prepara a este momento tan importante, y por eso la Cuaresma es un tiempo "fuerte", un punto de inflexión que puede favorecer en cada uno de nosotros el cambio, la conversión. Todos nosotros necesitamos mejorar, cambiar a mejor, y la Cuaresma nos ayuda a salir de las costumbres cansadas y de la perezosa adicción al mal que nos insidia. En el tiempo cuaresmal, la Iglesia nos dirige dos importantes invitaciones: tomar conciencia más viva de la obra redentora de Cristo; vivir con mayor compromiso el propio Bautismo.

  • La conciencia de las maravillas que el Señor ha obrado por nuestra salvación dispone nuestra mente y nuestro corazón a una actitud de gratitud a Dios por lo que Él nos ha dado, por todo lo que realiza a favor de su Pueblo y de la entera el humanidad. Desde aquí comienza nuestra conversión: ésta es la respuesta agradecida al misterio estupendo del amor de Dios. Cuando nosotros vemos este amor que Dios tiene por nosotros, sentimos el deseo de acercarnos a Él y ésta es la conversión.
  • Vivir a fondo el Bautismo – aquí está la segunda invitación – significa no acostumbrarnos a las situaciones de degradación y miseria que nos encontramos caminando por las calles de nuestras ciudades y nuestros países. Existe el riesgo de aceptar pasivamente ciertos comportamientos y de no asombrarnos ante las tristes realidades que nos rodean. Nos acostumbramos a la violencia, como si se tratara de una noticia diaria asumida; nos acostumbramos a los hermanos y hermanas que duermen en la calle, que no tienen un techo donde refugiarse. Nos acostumbramos a los prófugos en busca de libertad y dignidad, que no son acogidos como se debería. Nos acostumbramos a vivir en una sociedad que pretende prescindir de Dios, en la que los padres ya no enseñan a sus hijos a orar ni a hacerse la señal de la cruz. Y yo os pregunto: vuestros hijos, vuestros niños, ¿saben hacerse el signo de la cruz? Pensad: ¿vuestros nietos saben hacerse el signo de la cruz? ¿Les habéis enseñado a hacerlo? Pensadlo y contestad en vuestro corazón. ¿Saben rezar el Padrenuestro? ¿Saben rezar a la Virgen con el Avemaría? Pensadlo y respondeos a vosotros mismos. ¡Este acostumbrarnos a comportamientos no cristianos y cómodos nos narcotiza el corazón!

    La Cuaresma llega a nosotros como un tiempo providencial para cambiar de rumbo, para recuperar la capacidad de reaccionar frente a la realidad del mal que siempre nos desafía.

    La Cuaresma se vive como un tiempo de conversión, de renovación personal y comunitaria mediante el acercamiento a Dios y la adhesión confiada al Evangelio. De este modo nos permite mirar con ojos nuevos a los hermanos y a sus necesidades.

    Por esto la Cuaresma es un momento favorable para convertirse al amor a Dios y al prójimo; un amor que sepa hacer propio la actitud de gratuidad y de misericordia del Señor, el cual "se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza" (cfr. 2 Cor 8, 9). Meditando los misterios centrales de la fe, la pasión, la cruz y la resurrección de Cristo, nos daremos cuenta de que el don sin medida de la Redención se nos ha dado por la iniciativa gratuita de Dios.

    Acción de gracias a Dios por el misterio de su amor crucificado; fe auténtica, conversión y apertura del corazón a los hermanos: estos son los elementos esenciales para vivir el tiempo de Cuaresma. 

    En este camino, queremos invocar con particular confianza la protección y la ayuda de la Virgen María: que sea Ella, la primera creyente en Cristo, la que nos acompañe en los días de oración intensa y penitencia, para llegar a celebrar purificados y renovados en el espíritu, el gran misterio de la Pascua de su Hijo. 
  • viernes, 21 de marzo de 2014

    UNA BUENA ORACIÓN DE SANACIÓN PARA CUARESMA 2014



    Autor: P. Evaristo Sada LC | Fuente: la-oracion.com
    Una buena oración de sanación para cuaresma
    Si aún no encuentras qué sacrificio de cuaresma puedes ofrecer a Jesucristo, tal vez te interese esta idea...



    Ayer me dijo una persona: "No se me ocurre ninguna buena idea para mi sacrificio de cuaresma. ¿Me sugiere algo que usted crea que le agrade a Jesucristo?" 

    A los sacrificios de cuaresma se les da con frecuencia un enfoque negativo: cosas a las que hay que renunciar. Personalmente prefiero el enfoque positivo: vencer el mal con el bien (Rm 12,21), hacer el bien. 

    Abstinencia, ayuno, abnegación, renuncia, son palabras que se ponen de moda en cuaresma. Renunciar a cosas agradables es difícil, supone sacrificio. También supone sacrificio ser generoso, salir de sí mismo y pensar en el bien del otro antes que en el propio. 

    Cuando Jesucristo tenía la cruz delante dijo que él daba su vida voluntariamente: "Nadie me la quita, yo la doy por mí mismo." (Jn 10,18a) Fue un acto de generosidad. El sacrificio de Jesucristo fue poner amor y poner el mayor amor posible. 

    Si aún no encuentras qué sacrificio de cuaresma puedes ofrecer a Jesucristo, tal vez te interese esta idea: Orar por tus enemigos y por aquellas personas que te han hecho sufrir o te resultan pesadas. "La oración de intercesión consiste en una petición en favor de otro. No conoce fronteras y se extiende hasta los enemigos", nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el n. 2647. 

    ¿Y por qué lo propongo como sacrificio de cuaresma? Porque cambiar la herida en compasión y purificar la memoria transformando la ofensa en intercesión (cfr. Catecismo 2843) es un camino de conversión. 

    Es también oración de sanación, porque una oración así sana las heridas del corazón, purifica el rencor, prepara al perdón, ensancha el corazón. 

    "Interceder, pedir en favor de otro, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios. En el tiempo de la Iglesia, la intercesión cristiana participa de la de Cristo: es la expresión de la comunión de los santos. En la intercesión, el que ora busca "no su propio interés sino el de los demás" (Flp 2,4), hasta rogar por los que le hacen mal". (Catecismo 2635) 

    Lo más difícil de este sacrificio es hacer la oración con un corazón que ha conocido la conversión. Cuando hagamos oración por las personas que nos resulten pesadas o nos hayan hecho daño, hay que hacerlo poniendo buenos sentimientos. No es un: "Te suplico, Señor, que esta persona se muera cuanto antes, pues no la soporto", sino de verdad poner amor, como Jesús: "El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente, y aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó la obediencia; y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen" (Hb 5,7-9). 
    ¿A quién se le ocurre orar por los enemigos, por las personas insoportables, por quienes no nos perdonan, por aquellos que nos han herido, por quienes nos ofenden y hacen daño, por los seres queridos que nos hacen sufrir? A un buen cristiano. 

    Poner amor como un acto generoso y gratuito es un modo de construir la civilización del amor. La civilización del amor también se construye orando por aquellos a quienes hemos hecho sufrir y por quienes nos han hecho sufrir. Como dice la canción: Si amo la flor, amo también sus espinas. Sólo el amor nos hace grandes, sólo el amor hace ver que es precisamente lo que duele lo que hace al hombre amable entre los seres. 

    Te propongo que al terminar de leer este artículo pienses en alguien que te cueste tratar, o en alguna persona que te haya hecho daño, o en alguien que se dedique a ofenderte, y que reces por él. Y puedes rezar también por aquellos que sienten lo mismo respecto a ti. Hacerlo todos los días de cuaresma sería lo mejor. 

    miércoles, 19 de marzo de 2014

    LA VIRTUD DE LA PRUDENCIA



    La virtud de la Prudencia

    La prudencia es una de esas virtudes de las que apenas se habla y que, sin embargo, resulta ser una clave en el dificilísimo arte de ordenarnos rectamente en nuestra relación con el prójimo.

    No nacemos prudentes, pero debemos hacernos prudentes por el ejercicio de la virtud. Y no es tarea fácil.

    El pensamiento puede descarriarse como se descarría la voluntad, porque está expuesto a las mismas pasiones y a los mismos condicionamientos. Pensar y bien, exige una gran atención, no sólo sobre las cosas, sino principalmente sobre nosotros mismos. 

    Hay que saber estar atentos sobre las razones, pero mucho más sobre nuestras pasiones que son las que nos impulsan al error. Porque los hombres solemos errar por precipitación en nuestros juicios, afirmando cosas que la razón no ve claras, pero que estamos impulsados a afirmar como desahogo de nuestras pasiones. Quien no sabe controlar sus pasiones, tampoco sabrá controlar sus razones y se hace responsable moral de sus yerros.

    La razón es la que ha de regir nuestra conducta en la verdad y por eso la prudencia es la primera de las virtudes cardinales.

    Pero la verdad requiere tener sosegada el alma para conseguir tener sosegada la mente con objetivas razones.


    lunes, 17 de marzo de 2014

    CONFIÉSATE EN LA CUARESMA 2014


    CONSEJOS PARA VIVIR LA CUARESMA


    Consejos para Vivir la Cuaresma
    San Benito, un águila y consejos para vivir la Cuaresma



    Con la Cuaresma, la Iglesia no busca hacernos la vida imposible, sino fortalecer nuestro espíritu, para soportar los grandes vuelos que tiene la vida.



    Aunque la vida del monje debería tener en todo tiempo una observancia cuaresmal, sin embargo, como son pocos los que tienen semejante fortaleza, los exhortamos a que en estos días de Cuaresma guarden su vida con suma pureza, y a que borren también en estos días santos todas las negligencias de otros tiempos. Lo cual haremos convenientemente, si nos apartamos de todo vicio y nos entregamos a la oración con lágrimas, a la lectura, a la compunción del corazón y a la abstinencia.


    Por eso, añadamos en estos días algo a la tarea habitual de nuestro servicio, como oraciones particulares o abstinencia de comida y bebida, de modo que cada uno, con gozo del Espíritu Santo, ofrezca voluntariamente a Dios algo sobre la medida establecida, esto es, que prive a su cuerpo de algo de alimento, de bebida, de sueño, de conversación y de bromas, y espere la Pascua con la alegría del deseo espiritual» (San Benito, Regla, Capítulo 49).


    Uno de mis animales favoritos es el águila. Siempre lo ha sido. Ver sus alas extendidas en su majestuoso vuelo o la pose orgullosa y elegante de su cabeza ha constituido desde mi más tierna infancia objeto de admiración. Por ese motivo, no dudé en abrir una de las miles de presentaciones de Power Point que me llegaron esta semana con el título de "El reto del águila". Decía exactamente lo siguiente:


    El águila es una de las aves de mayor longevidad. Llega a vivir 70 años. Pero para llegar a esa edad, en su cuarta década tiene que tomar una seria y difícil decisión.


    A los 40 años, ya sus uñas se volvieron tan largas y flexibles que no puede sujetar a las presas de las cuales se alimenta. El pico alargado y en punta, se curva demasiado y ya no le sirve. Apuntando contra el pecho están las alas, envejecidas y pesadas en función del gran tamaño de sus plumas y, para entonces, ¡volar se vuelve tan difícil!


    Entonces, tiene sólo dos alternativas: Dejarse estar y morir... o enfrentar un doloroso proceso de renovación que le llevará aproximadamente 150 días. Ese proceso consiste en volar a lo alto de una montaña y recogerse en un nido, próximo a un paredón donde ella no necesita volar y se siente más protegida.


    Entonces, una vez encontrado el lugar adecuado, el águila comienza a golpear la roca con el pico ¡hasta arrancarlo! Luego espera que le nazca un nuevo pico con el cual podrá arrancar sus viejas uñas inservibles. Cuando las nuevas uñas comienzan a crecer, ella desprende una a una, sus viejas y sobrecrecidas plumas. Y después de todos esos largos y dolorosos cinco meses de heridas, cicatrizaciones y crecimiento, logra realizar su famoso vuelo de renovación, renacimiento y festejo para vivir otros 30 años más.


    No sé si sea verdad o una mera ficción, pero a mí me ha recordado el período de Cuaresma que estamos viviendo, un tiempo que, para muchos, puede ser costoso. De hecho, lo era para San Benito.


    El texto del santo que arriba he querido compartirles lo deja muy claro: no se puede vivir la Cuaresma durante todo el año. No todos tenemos las fuerzas para vivirlo. Pero también es verdad que la Cuaresma es necesaria, así como para el águila era necesario ese esconderse en su nido. Sin este período de renuncias, nuestra alma puede volverse vieja, rutinaria y no rejuvenecer.


    Por ello, con este tiempo litúrgico que la Iglesia nos propone no es que se busque hacernos la vida imposible, sino que, con la oración y los pequeños sacrificios que uno realiza -«que prive a su cuerpo de algo de alimento, de bebida, de sueño, de conversación y de bromas», para decirlo con las palabras de San Benito- se nos ayuda a fortalecer nuestro espíritu, a darle más fuerza y soportar, luego, los grandes vuelos que aún tengamos por delante en nuestra vida: vuelos que no estarán exentos de dificultades y tentaciones; vuelos que nos llevarán, si Dios quiere, al vuelo definitivo a la Eternidad, al abrazo con Dios.


    ¿Cuántas "uñas largas e inservibles" tengo yo en mi vida y que necesito arrancarme? ¿Cuál es mi lista de vicios o de pequeñas cosas que puedo ofrecer a Dios? Sería muy positivo, si no lo han hecho aún, trazarse unos objetivos, sencillos y claros, para estos 40 días de Cuaresma y ponerlos delante de Dios en la oración. Así, podremos renovar nuestra alma y, de esta manera, podremos ser también objetos de admiración...pero no de cualquiera, sino del mismo Dios. 


    Autor: P. Juan Antonio Ruiz J., L.C. | Fuente: www.la-oracion.com

    TRES PALABRAS: GRACIAS, AYUDA Y PERDÓN


    T R E S   P A L A B R A S
    En estos últimos momentos del año que hoy termina, heme aquí, Señor, en el silencio y en recogimiento.

    Para darte: GRACIAS;
    para solicitarte: AYUDA;
    para implorarte: PERDON.



    G R A C I A S

    Señor, por la paz, por la alegría, por la unión que los hombres, mis hermanos me han dado:
    Por esos ojos que con ternura y comprensión me miraron,
    por esa mano oportuna que me levantó,
    por esos labios cuyas palabras y sonrisas me alentaron,
    por esos oídos que me escucharon,
    por ese corazón que amistad, cariño y amor me dió,

    Gracias, Señor. . .  me cuesta trabajo decírtelo. . .
    por el insulto, por el engaño, por la injusticia, por el fallecimiento del ser querido.
    Tú lo sabes, Señor, cuán difícil fue aceptarlo; quizá estuve al punto de la desesperación, pero ahora me doy cuenta que todo esto me acercó más a Ti. ¡Tú sabes lo que hiciste!

    Gracias, Señor, sobre todo por la fe que me has dado en Ti y en los hombres.
    Por esa fe que se tambaleó pero que Tú nunca dejaste de fortalecer cuando tanta veces encorvado
    bajo el peso del desánimo me hizo caminar en el sendero de la verdad a pesar de la oscuridad.



    A Y U D A

    Te he venido también a implorar para el año que muy pronto va a comenzar.
    Lo que el futuro me depara, lo desconozco, Señor, vivir en la incertidumbre, en la duda, no me gusta, me molesta, me hace sufrir.
    Pero sé que Tú siempre me ayudarás.
    Yo te puedo dar la espalda. Soy libre. Tú nunca me la darás. Eres fiel.
    Yo sé que contaré con tu ayuda. Tú sabes que no siempre cooperaré.
    Yo sé que me tenderás la mano. Tú sabes que no siempre la tomaré.

    Por eso hoy te pido que me ayudes a ayudarte, que llenes mi vida de esperanza y generosidad. No abandones la obra de tus manos, Señor.


    P E R D Ó N

    No podía retirarme sin pronunciar esa palabra que tantas veces te debería de haber dicho por que por negligencia y orgullo he callado.

    Perdón; Señor, por mis negligencias, descuidos y olvidos, por mi orgullo y vanidad, por mi necedad y capricho, por mi silencio y mi excesiva locuacidad.

    Perdón, Señor, por prejuzgar a mis hermanos, por mi falta de alegría y entusiasmo, por mi falta de fe y confianza en Ti, por mi cobardía y mi temor en mi compromiso.

    Perdón porque me han perdonado y no he sabido perdonar.

    Perdón por mi hipocresía y doblez, por esa apariencia que con tanto esmero cuido pero que sé en el fondo no es más que engaño a mí mismo.

    Perdón por esos labios que no sonrieron, por esa palabra que callé, por esa  mano que no tendí, por esa mirada que desvié, por esa verdad que omití, por ese corazón que no amó. . .  por ese YO que se prefirió.

    Señor, no te he dicho todo. Llena con tu amor mi silencio y cobardía.

    GRACIAS por todos los que no te dan gracias.

    AYUDA a todos los que te imploran Tu ayuda.

    PERDON por todos los que no te piden perdón.

    Señor, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar.

    Valor para cambiar las cosas que si puedo y sabiduría para distinguir la diferencia.

    Me has escuchado. .  . Ahora, Señor, te escucho.

    TIEMPO DE MISERICORDIA

    Autor: P. Ramiro Pellitero | Fuente: iglesiaynuevaevangelizacion.blogspot.com.es
    Tiempo de misericordia
    Esto no se refiere solamente a la Cuaresma, sino al tiempo que vivimos los católicos, con raíces en el pasado siglo
     
    Tiempo de misericordia
    Tiempo de misericordia
    Me contó un sacerdote lo que le sucedió una vez en misa, al comienzo de la lectura del Evangelio. Tocaba el pasaje que relata cómo acudían a Jesús muchos tullidos ciegos, lisiados, sordomudos y otros, para ponerse a sus pies y Él los curaba. Entonces “Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: ‘Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer…’” (Mt 15, 32).

    Al llegar a este punto de su lectura, el sacerdote tuvo que pararse unos momentos. Se le había puesto un nudo en la garganta. Había pasado sobre ese texto muchas veces, como también había leído que, en otra ocasión, “Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor” (Mc 6, 32). Pero nunca le había afectado de esa manera.

    Vivimos en un tiempo de misericordia. Esto no se refiere solamente a la Cuaresma, sino al tiempo que vivimos los católicos, con raíces en el pasado siglo.


    "Estamos viviendo en tiempo de misericordia"

    Santa Faustina Kowalska, “apóstol de la Divina Misericordia”, murió en 1938, y fue beatificada y canonizada por Juan Pablo II. “La luz de Divina Misericordia –afirmó en la homilía de la canonización de sor Faustina– iluminará el camino de los hombres del tercer milenio”. El Papa polaco estableció el domingo segundo de Pascua como Domingo de la Misericordia. En nuestros días, Francisco ha hecho de la misericordia (como también de la ternura, de la cercanía y de otras manifestaciones de la caridad) el emblema de su pontificado.

    Por eso es tan emblemático el encuentro con el clero de Roma, el 6 de marzo, en el que el Papa afirmó precisamente esto y lo desarrolló en la primera parte de su discurso: “Estamos viviendo en tiempo de misericordia, desde hace treinta años o más, hasta ahora. (…) En toda la Iglesia es el tiempo de la misericordia”. Y propuso a los sacerdotes que dieran prioridad al sacramento de la Reconciliación y, al mismo tiempo, a las obras de misericordia.


    El sacramento de la Reconciliación y las obras de misericordia

    En un segundo paso se preguntaba el Papa qué significa misericordia para los sacerdotes. Como fruto de contemplar la imagen del Buen Pastor señala: “El sacerdote es hombre de misericordia y compasión, cercano a su gente y servidor de todos. Este es un criterio pastoral que quisiera subrayar mucho: ¡la cercanía!” Y añade Francisco que el sacerdote demuestra esto particularmente al administrar el sacramento de la Reconciliación, de la confesión de los pecados; sobre todo si él mismo ha sabido confesarse bien, dejándose abrazar por Dios Padre.

    Cuenta de un sacerdote argentino, gran confesor, que tenía miedo de “perdonar demasiado”, pero pedía perdón al Señor ante el Sagrario, y se iba tranquilo.

    Al llegar a este punto de su discurso el Papa evoca su modo de ver la Iglesia como un “hospital de campaña”; porque, dice, hay que curar tantas heridas, por problemas materiales, por escándalos, también en la Iglesia. Y los sacerdotes debemos estar ahí, cerca de la gente: “Misericordia significa, ante todo, curar las heridas”. Incluso cuando –como prescribía la ley mosaica para los leprosos– haya quienes se alejan por vergüenza de mostrar sus heridas; pero en el fondo quieren una caricia. Por eso, señala Francisco, hemos de preguntarnos si conocemos esas heridas, si las intuimos, si estamos cerca de esas personas.

    Y desde aquí pasa de nuevo al sacramento de la Reconciliación, para señalar que “Misericordia significa ni manga ancha ni rigidez”, ni laxismo ni rigorismo. Es normal, apunta, que entre los confesores haya diferencias de estilo, pero “esas diferencias no pueden afectar a la sustancia, es decir a la sana doctrina moral y a la misericordia”.

    “Ni el laxista ni el rigorista –explica Francisco– dan testimonio de Jesucristo, porque ni el uno ni el otro se hacen cargo de la persona que encuentra. El rigorista se lava las manos: de hecho, se las clava a la ley, entendida de modo frío y rígido; el laxista también se lava las manos: solo aparentemente es misericordioso, pero en realidad no se toma en serio el problema de aquella conciencia, minimizando el pecado. La verdadera misericordia se hace cargo de la persona, la escucha atentamente, se acerca con respeto y con verdad a su situación, y la acompaña en el camino de la reconciliación. ¡Y eso es agotador, sí, ciertamente! El sacerdote verdaderamente misericordioso se comporta como el Buen Samaritano. Pero, ¿por qué lo hace? Porque su corazón es capaz de compasión, ¡es el corazón de Cristo!"

    De este modo, añade, el sacerdote acompaña en el camino de la santidad, sabiendo sufrir con y por las personas, como un padre y una madre sufren por sus hijos. Esto implica que a veces hay que llorar por nuestro pueblo, intercediendo por las personas que lo necesitan ante el sagrario, y saber “luchar” con el Señor como Abrahám (cf. Gn 18, 22-33).


    Como el buen samaritano

    En la última parte de su discurso, el Papa vuelve a la misericordia en el trato corriente del sacerdote, especialmente con los niños, los ancianos y los enfermos: “¿Sabes acariciarlos, o te da vergüenza acariciar a un anciano? No tengas vergüenza de la carne de tu hermano”.

    Y pone el contraejemplo del sacerdote y del levita en la parábola del buen samaritano. No supieron acercarse a aquella persona atacada por los bandidos, porque su corazón estaba cerrado. Se justificaron quizá en sus compromisos o falta de tiempo, excusas al fin y al cabo: “¡Excusas! Tenían el corazón cerrado. Y el corazón cerrado justifica siempre lo que no hace”.

    “En cambio –observa Francisco–, el samaritano abre su corazón, se deja conmover en sus entrañas, y ese movimiento interior se traduce en acción práctica, en una intervención concreta y eficaz para ayudar a esa persona”.

    E insiste en su mensaje: “Al final de los tiempos, será admitido a contemplar la carne glorificada de Cristo solo quien no haya tenido vergüenza de la carne de su hermano herido y excluido. Os confieso que a mí me ayuda algunas veces leer la lista sobre la que seré juzgado, me hace bien: está en Mateo 25”.

    El Papa concluye su encuentro con el clero romano apelando al ejemplo de tantos sacerdotes misericordiosos que estarán en el cielo, también para pedirles esa gracia.


    * * *

    Lección de misericordia, en línea con el mensaje de Cuaresma y con las predicaciones de las últimas semanas. Lección que condensa el mensaje de este primer año de pontificado. Un mensaje proclamado, gritado, con la propia vida, claro para quien lo quiera ver.

    En su tweet del 13 de marzo, transcurrido un año de pontificado, el Papa ha pedido: “Recen por mí”. Una manera concreta de vivir la misericordia es responder con generosidad.

    CUARESMA 2014


    SI ME HICISTE DAÑO, NO LO TOMO EN CUENTA



    Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
    Si me hiciste daño, no lo tomo en cuenta
    Lunes segunda semana Cuaresma. Podemos estar llenando nuestra vida, no de los criterios y juicios de Dios, sino de los nuestros.


    Cada vez que en la Cuaresma se nos presenta el grito de súplica, de perdón por parte del pueblo de Israel, al mismo tiempo está hablándonos de la importancia que tiene la conversión interior. La Escritura habla de que se han cometido iniquidades, de que se han hecho cosas malas, pero, constantemente, la Escritura nos habla de cómo nuestro corazón tiene que aprender a volverse a Dios nuestro Señor, de cómo nuestro corazón tiene que irse convirtiendo, y de cómo no puede haber ninguna dimensión de nuestra vida que quede alejada del encuentro convertido con Dios nuestro Señor. Así es importante que convirtamos y cambiemos nuestras obras, es profundamente importante que también cambiemos nuestro interior. 

    La Escritura nos habla de la capacidad de ser misericordiosos, de no juzgar, de no condenar y de perdonar. Esto que para nosotros podría ser algo muy sencillo, porque es que si me hiciste un daño, yo no te lo tomo en cuenta; requiere del alma una actitud muy diferente, una actitud de una muy profunda transformación. Una transformación que necesariamente tiene que empezar por la purificación, por la conversión de nuestra inteligencia. 

    Cuántas veces es el modo en el cual interpretamos la vida, el modo en el cual nosotros «leemos» la vida lo que nos hace pecar, lo que nos hace apartarnos de Dios. Cuántas veces es nuestro comportamiento: lo que nosotros decimos o hacemos. Cuántas veces es simplemente nuestra voluntad: las cosas que nosotros queremos. ¡Cuántas veces nuestros pecados y nuestro alejamiento de Dios viene porque, en el fondo de nuestra alma, no existe un auténtico amor a la verdad! Un amor a la verdad que sea capaz de pasar por encima de nosotros mismos, que sea capaz de cuestionar, de purificar y de transformar constantemente nuestros criterios, los juicios que tenemos hechos, los pensamientos que hemos forjado de las personas. Cuántas veces, tristemente, es la falta de un auténtico amor a la verdad lo que nos hace caminar por caminos de egoísmo, por caminos que nos van escondiendo de Dios. 

    Y cuántas veces, la búsqueda de Dios para cada una de nuestras almas se realiza a través de iluminar nuestra inteligencia, nuestra capacidad de juzgar, para así poder cambiar la vida. ¡Qué difícil es cambiar una vida cuando los ojos están cerrados, cuando la luz de la inteligencia no quiere reconocer dónde está el bien y dónde está el mal, cuál es el camino que hay que seguir y cuál el que hay que evitar! 

    Uno de los trabajos que el alma tiene que atreverse a hacer es el de cuestionar si sus criterios y sus juicios sobre las personas, sobre las cosas y sobre las situaciones, son los criterios y los juicios que tengo que tener según lo que el Evangelio me marca, según lo que Dios me está pidiendo. Pero esto es muy difícil, porque cada vez que lo hacemos, cada vez que tenemos que tocar la conversión y la purificación de nuestra inteligencia, nos damos cuenta de que estamos tocando el modo en el cual nosotros vemos la vida, incluso a veces, el modo en el cual nosotros hemos estructurado nuestra existencia. Y Dios llega y te dice que aun eso tienes que cambiarlo. Que con la medida con la que tú midas, se te va a medir a ti; que el modo en el cual tú juzgas la vida y la estructuras, el modo en el cual tú entiendas tu existencia, en ese mismo modo vas a ser juzgado y entendido; porque el modo en el cual nosotros vemos la vida, es el mismo modo en el cual la vida nos ve a nosotros. 

    Esto es algo muy serio, porque si nosotros vamos por la vida con unos ojos y con una inteligencia que no son los ojos ni la inteligencia de Dios, la vida nos va a regresar una forma de actuar que no es la de Dios. No vamos a ser capaces de ver exactamente cómo Dios nuestro Señor está queriendo actuar en esta persona, en esta cosa o en esta circunstancia para nuestra santificación. 

    "Con la misma medida que midáis, seréis medido". Si no eres capaz de medir con una inteligencia abierta lo que Dios pide, si no eres capaz de medir con una inteligencia luminosa las situaciones que te rodean, si no eres capaz de exigirte ver siempre la verdad y lo que Dios quiere para la santificación de tu alma en todas las cosas que están junto a ti, ésa medida se le está aplicando, en ese mismo momento, a tu alma. 
    Qué importante es que aprendamos a purificar nuestra inteligencia, a dudar de los juicios que hacemos de las personas y de las cosas, o por lo menos, a que los confrontemos constantemente con Dios nuestro Señor, para ver si estamos en un error o para ver qué es lo que Dios nuestro Señor quiere que saquemos de esa situación concreta en la cual Él nos está poniendo. 

    Pero cuántas veces lo que hacemos con Dios, no es ver qué es lo que Él nos quiere decir, sino simplemente lo que yo le quiero decir. Y éste es un tremendo riesgo que nos lleva muy lejos de la auténtica conversión, que nos aparta muy seriamente de la transformación de nuestra vida, porque es a través del modo en el cual vemos nuestra existencia y vemos las circunstancias que nos rodean, donde podemos estar llenando nuestra vida, no de los criterios de Dios, no de los juicios de Dios, sino de nuestros criterios y de nuestros juicios. Además, tristemente, los pintamos como si fuesen de Dios nuestro Señor, y entonces sí que estamos perdidos, porque tenemos dentro del alma una serie de criterios que juzgamos ser de Dios, pero que realmente son nuestros propios criterios. 

    Aquí sí que se nos podría aplicar la frase tan tremenda de nuestro Señor en el Evangelio: "¡Ay de vosotros, guías ciegos, que no veis, y vais llevando a los demás por donde no deben!". También es muy seria la frase de Cristo: "Si lo que tiene que ser luz en ti, es oscuridad, ¿cuáles no serán tus tinieblas?". 

    La conversión de nuestra inteligencia, la transformación de nuestros criterios y de nuestros juicios es un camino que también tenemos que ir atreviéndonos a hacer en la Cuaresma. ¿Y cuál es el camino, cuál es la posibilidad para esta transformación? El mismo Cristo nos lo dice: "Dad y se os dará". Mantengan siempre abierta su mente, mantengan siempre dispuesto todo su interior a darse, para que realmente Dios les pueda dar, para que Dios nuestro Señor pueda llegar a ustedes, pueda llegar a su alma y ahí ir transformando todo lo que tiene que cambiar. 

    Es un camino, es un trabajo, es un esfuerzo que también nos pide la Cuaresma. No lo descuidemos, al contrario, hagamos de cada día de la Cuaresma un día en el que nos cuestionemos si todo lo que tenemos en nuestro interior es realmente de Dios. 

    Preguntémosle a Cristo: ¿Cómo puedo hacer para verte más? ¿Cómo puedo hacer para encontrarme más contigo? 

    La fe es el camino. Ojalá sepamos aplicar nuestra fe a toda nuestra vida a través de la purificación de nuestra inteligencia, para que en toda circunstancia, en toda persona, podamos encontrar lo que Dios nuestro Señor nos quiera dar para nuestra santificación personal. 

    viernes, 14 de marzo de 2014

    EL AYUNO EN CUARESMA


    UN CHEQUEO CUARESMAL



    UN  CHEQUEO CUARESMAL 
      
    Querido amigo, la Iglesia está celebrando el Santo Tiempo de Cuaresma, como recuerdo e imitación de los cuarenta días que Yo quise pasar en el desierto haciendo oración y penitencia. 

    Me alegra mucho que se dedique una larga temporada a preparar la celebración de la Pascua. Ya se que para muchos la Cuaresma no significa nada.  Y que la Semana Santa será una ocasión más para disfrutar de unas vacaciones y divertirse. Mi Pasión y Muerte para muchos no significa nada.  Pero yo lo hice por todos, por ellos también.  Y perdoné a todos, y a ellos también. 

    Y este año, como todos los años, a pesar de todo voy a celebrar contigo, y con todos mis amigos, la Pascua.  Cada vez que se celebra la Eucaristía vuelvo a ofrecerme sacramentalmente al Padre por todos vosotros. Pero en Semana Santa quiero vivir esa entrega con más viveza, con el gozo y la alegría que me produce el reunirme con los míos, para pensar también en los que están lejos.
      La historia de mi Pasión está siempre viva, y los personajes que intervinieron y las actitudes que adoptaron hoy se repiten. 
    Yo no soy un dato en la historia, un personaje de libro.

     Estoy vivo.  Y la humanidad sigue con las mismas necesidades. 
    Y la Iglesia no es un conglomerado de personas piadosas que se dedican a recordar el pasado  y preparar el por venir. La Iglesia es una familia viva,  en donde yo estoy vivo, y lo que celebramos es real, ocurre hoy, sus frutos son para ahora. 

    El pasado tuvo su momento, y el futuro ya llegará,
     pero el hoy de la historia lo estamos viviendo tú y Yo juntos en estos momentos. La Cuaresma es la vivencia de una realidad,
     en la que tú te miras a ti mismo, a la luz de la fe,  y te sientes necesitado de salud, de fortaleza, de virtudes, de gracia… 
     
    Es un tiempo adecuado para hacer una revisión a fondo de la salud del alma, y detectar con tiempo cuales son las deficiencias que pueda haber, y poner a tiempo el remedio.
     
             En este sentido te ofrezco unas recomendaciones prácticas de un amigo nuestro que, con un argot médico, trata de diagnosticar la enfermedades espirituales  y los tratamientos que tú, seguramente, necesitas.
     
    Lee despacio y saca tus conclusiones: 
          Así como cada año hay que hacerse un chequeo médico, diariamente, y más profundamente en tiempo de Cuaresma,
     hay que hacerse un chequeo espiritual… 


            Dice este hermano Mío y tuyo: - Fui al Hospital del Señor a hacerme una revisión de rutina y constaté que estaba enfermo… 
      
            Cuando Dios me tomó la presión,  vio que estaba bajo de ternura… 
      
    Al medirme la temperatura el termómetro registró 40 grados de Egoísmo…. Hizo un electrocardiograma y el diagnostico fue que necesitaba varios “By-Pass” de Amor porque mis venas  estaban bloqueadas y no abastecían mi corazón vacío… 
     
    Pasé hacia ortopedia: no podía caminar al lado de mi hermano y tampoco podía abrazarlo porque me había fracturado al tropezar con mi Vanidad… 
     
    También me encontraron miopía ya que no podía ver más allá de las Apariencias…
     
    Cuando me quejé de sordera, Dios me diagnosticó quedarme sólo en las palabras vacías de cada día. 
      
    Los bueno de esto es que las consultas son gratuitas… 
      
    Por tu gran Misericordia… Prometo al salir de aquí, usar  solamente los remedios naturales que recetas mediante Tu Palabra:
     
    + Para empezar, mañana en la mañana tomaré una vaso de Agradecimiento…
     
    + Al llegar al trabajo, una cucharada sopera de Buen Día… 
     
    + Cada hora un compromiso de Paciencia y un vaso de Humildad… 
     
    + Al llegar a casa, Señor, voy a tener diariamente una inyección de Amor, y al irme a acostar dos cápsulas de Conciencia tranquila…
     
    + Y me dicen que para todo ello me hace falta una buena trasfusión  de Gracia de Dios,  y u alimento sano a base de Oración y Sacramentos… 
      
    Buena medida esta para caminar con Vida mientras hay camino, y al final morir sanos de Amor. Ya se dice en Jeremías 33,6: 
    “Dice Dios: Yo les traeré sanidad y medicina; 
    y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad”. 
      
    Amigo mío, felicito al que tuvo esta originalidad para hablar de la necesidad de cuidar la salud del alma. 

    No olvides que soy tu médico. Y recuerda que cuando me trajeron al paralítico lo primero que curé fue su alma. 

    Es la salud del espíritu lo que más me importa. Todo lo demás viene por añadidura si es bueno para la santidad. 

    Te deseo para esta Cuaresma un buen chequeo espiritual, y que te tomes la medicina adecuada para cada achaque que podamos encontrar en ti. Yo estaré junto a tu cama de enfermo para decirte: - ¡Levántate y anda! 
         
    Un saludo de corazón de tu amigo  
     Jesús 


    jueves, 13 de marzo de 2014

    EL AMOR DE DIOS

    El Amor de Dios


    Usa la imaginación que Dios te ha dado e imagínate como un bebe pequeño en los brazos de su padre y piensa que ese padre es Dios. Te quiere porque has nacido en su familia, eres parte suya.  Tienes su sangre, la de Jesús. El ha dado su vida, la vida eterna. La tienes dentro de ti, El quería otro hijo en la familia, por eso te engendró.

    Ahora, tú eres ese bebé en los brazos de tu Padre Dios y está durmiendo. Para qué le sirves?

        - Para que te mire. A Dios le gusta mirarte.
        - Para que te sienta. A Dios le gusta sentirte en sus brazos.
        - Para que te ame. Dios es amor y le gusta amar.
        - Para que te tenga. Dios es un Padrazo y le gusta tener hijos en su familia

        Qué tienes que hacer para que Dios te mire ? Nada
        Qué tienes que hacer para que Dios te sienta ? Nada
        Qué tienes que hacer para que Dios te tenga ? Nada
        Qué tienes que hacer para que Dios te... ? Nada
        Qué tienes que hacer para que Dios te ame ? N... A... D... A...

    Dios te ama porque eres suyo. Si eres bueno o malo, todavía te ama. El padre amaba al hijo pródigo (y era malo) porque era su hijo. Dios te ama porque quiere amarte y no hay nada que puedas hacer para que te deje amar o puedas ganar su amor. Es su naturaleza amar.

    HAZ LA DIFERENCIA EN ESTA CUARESMA - PRIMERA PARTE

    Autor: Dennis Doren LC | Fuente: Catholic.net
    Haz la diferencia en esta Cuaresma (1)
    Reflexiones que te ayuden a vivir este tiempo, con un deseo sincero rectificar el rumbo.
     
    Haz la diferencia en esta Cuaresma  (1)
    Cuarenta días dedicados a contemplar el rostro doliente de Cristo crucificado, en el cual se nos revela nuestra identidad más íntima como hombres y como cristianos; y en el que podemos aprender, además, la lección suprema que Él vino a enseñarnos: la vida sólo tiene sentido cuando se ama, y el amor consiste en la donación plena de sí mismo a ejemplo de Cristo. En Cristo Crucificado, por tanto, encontramos el secreto para ser felices y para vivir con plenitud nuestra vocación cristiana. ¿qué sentido tiene todo esto?, ¿de qué ha servido tanto sufrimiento?

    «¡Oh, vosotros, todos los que pasáis por el camino -nos dice Cristo desde la Cruz-, mirad y ved si puede haber un dolor tan grande como el mío!» (Lm 1,12). ¿Podía Dios haber hecho algo más para demostrarme su amor? Si fuese yo el único en esta tierra, la única persona necesitada de su Redención, Él se habría encarnado y habría muerto igualmente en la Cruz por amor a mí, para salvarme de mi pecado.

    Te comparto algunos reflexiones que te ayuden a vivir este tiempo, con un deseo sincero rectificar el rumbo, de forma que puedas dirigir tu vida hacia Dios y corresponder un poco a su gran amor.

    1. DESPRÉNDETE: de tantas palabras huecas y sin sentido: llénate de la Palabra de DIOS. Ella guiará tus pasos hacia la Voluntad de Dios.

    2. ABONA TU FE: con la participación frecuente en la Eucaristía. Un peregrino, no puede llegar al final de su trayecto, sin saber por qué o por quién lo hace. El que come mi carne y bebe mi Sangre tiene Vida Eterna.

    3. CARGA TU CONCIENCIA con la rectitud del Espíritu. No caigas en la tentación de pensar que, tu conciencia, es aquello que te da la posibilidad de realizar, pensar o creer lo que a ti te convenga. Deja que Dios la eduque.

    4. VIVE CON SOBRIEDAD estos días. No por tener mucho se es más feliz. La felicidad la da el uso correcto y sensato de las cosas, no el despilfarro ni la simple apariencia.

    5. Busca, insistentemente, un ESPACIO DE SILENCIO. En el silencio escucharás a Dios Para y El te hablará al corazón. En el silencio de la Iglesia o de tu cuarto te encontrarás con El.

    6. Recapacita sobre quién necesita de tu COMPRENSIÓN O DE TU PERDÓN. Si estás enojado con alguien, derriba esos muros que les separan. Si, por el contrario, otros están distantes de ti, no dudes en pedir perdón y acercarte a ellos.

    7. Lee, cada noche, un fragmento de la PALABRA DE DIOS. ¿De qué nos sirve una mesa si no se sirve comida?, ¿Para qué una valiosa joya si nunca se luce?. La Biblia es la perla más preciosa y, no siempre la más codiciada, en un hogar cristiano.


    No lo olvides, La Cruz de Cristo es una eterna paradoja. Una vida tronchada brutalmente en su plena madurez, un hombre fracasado, desnudo y abandonado, que se apaga en los estertores de una lenta y horrible agonía... Todo en la Cruz invita a hundirse en el abismo de la desesperación; y, sin embargo, es precisamente en la más densa y amarga oscuridad donde Cristo realiza el gesto más luminoso y rico de significado que un hombre pueda realizar: ofrecerse a sí mismo al Padre y a cada uno de nosotros en un acto perfecto de amor. «Nadie tiene más amor que aquel que da la vida por sus amigos» (Jn 15,13). Vive con sentido tu cuaresma.


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Dennis Doren LC 

    HUELLAS EN EL CORAZÓN



    HUELLAS DEL CORAZÓN

    Lo que sea que toquen tus manos
    Dejan sus huellas digitales!
    En las paredes, en los muebles,
    En las manijas de las puertas, platos, libros,
    Donde tocamos, dejamos nuestra identidad.
    Por favor, allí donde vayas hoy
    Ayúdame a dejar mis huellas, las del corazón.
    Huellas de compasión,
    De entendimiento y de amor
    Huellas de bondad
    Y verdadera preocupación.

    Deja que mi corazón se acerque a un vecino solitario
    O a una niña que se ha ido de su casa
    O a una madre ansiosa, o tal vez a un amigo querido!
    Yo iré afuera hoy
    A dejar mis huellas, aquellas del corazón
    y ojalá alguien dijera
    "Yo hoy te sentí, dejaste tus huellas en mí".

    Por favor, vé y deja las tuyas hoy, cada día, todos los días.

    SALMO DEL AYUNO


    Salmo del ayuno

    No queremos, Señor,
    caras largas
    ni corazones tristes.
    Ayunar es tener hambre de ti,
    es solidarizarse con los pobres,
    con los pequeños del mundo,
    que ayunan de todo
    porque apenas tienen nada.Sabemos, Señor,
    que el ayuno que tú quieres
    es amor derramado,
    entrega ofrecida,
    cambio de corazón.
    Señor, por el ayuno,
    haznos partir el pan
    con los que no lo tienen,
    repartir esperanza
    con los que carecen de ella,
    amar a todos
    sin excluir a nadie.
    Danos Señor,
    ser sencillos y transparentes,
    acogiendo de ti
    la iniciativa,
    a poner el corazón en marcha. Amén.
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