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martes, 6 de abril de 2021

ALEGRÍA PASCUAL



 Alegría pascual


El triunfo de Jesús que resucitó glorioso después de su muerte en la cruz, constituye el motivo central de nuestra alegría pascual. La Pascua, celebrada con fe, dará profundidad a tu alegría, porque la esperanza cierta de resucitar con él a la dicha sin fin del Cielo, te alentará a superar pruebas y sacrificios, para ganar una corona de gloria eterna. Aquí tienes pensamientos selectos para cuidar el don de la alegría.

- Me gusta ver reír a la gente. Un cristiano no tiene ningún motivo para estar triste y tiene muchos para estar alegre. (San Ignacio)

- No hay madera de santo en un alma melancólica; la alegría es como un misionero que predica a Dios haciéndolo amar. (P. Federico Faber)

- Ten buena conciencia y tendrás siempre alegría. Si alguna alegría hay en el mundo, la tiene seguramente el hombre de corazón puro. (Tomás Kempis)

- La alegría es el perfume de Dios percibido por el alma. (Ernesto Hello)

- He aquí las cuatro virtudes cristianas: la fe, la esperanza, la caridad y el buen humor. (Mons. Benson)

Gracias, Padre, por haber enviado a tu divino Hijo para consolarme de mis aflicciones y llenarme de la verdadera alegría. Perdóname, Señor, las faltas de alegría, el dejarme abatir por las dificultades, el no confiar suficientemente en ti. Por tu bondad, concédeme pasar todo este día en paz, con alegría y júbilo. Que así sea.



* P. Natalio

ORACIÓN POR LOS ENFERMOS



Médico de cuerpos y de almas

¡Oh Cristo, médico de cuerpos y de las almas!,

vela sobre nuestro hermano enfermo y sufriente,

y como el Buen Samaritano derrama sobre sus heridas

el aceite de la consolación y el vino de la esperanza.


Con gracia sanante de tu espíritu,

ilumina la difícil experiencia de la enfermedad y del dolor,

para que sobrellevando en el cuerpo y en el alma este mal,

se una a todos nosotros en la gracia del Padre de la Misericordia.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos, Amén.

TODO LO QUE DEBES SABER DE LA ORACIÓN REGINA COELI


 

Lo que debes saber de la oración Regina Coeli

Redacción ACI Prensa




En este artículo encontrarás todos los datos que debes saber sobre el Regina Coeli o Reina del Cielo, antífona mariana centrada en el misterio de la Encarnación que reemplaza el rezo del Ángelus desde el Domingo de Pascua hasta el Domingo de Pentecostés.

A continuación los datos sobre el Regina Coeli. Un aporte del National Catholic Register.


1. Es una de las cuatro antífonas marianas que usa la Iglesia durante el año litúrgico

Además del Regina Coeli, la Iglesia Católica recita Alma Redemptoris Mater, desde las primeras vísperas del Primer Domingo de Adviento hasta la Fiesta de la Purificación el 2 de febrero. También se recita el Ave, Regina Caelorum (Salve, Reina de los cielos) desde la Purificación hasta el miércoles de Semana Santa. Finalmente, el Salve, Regina es la antífona durante el Tiempo Ordinario, desde Pentecostés hasta el comienzo del Adviento.


2. Se desconoce su autoría pero existe una leyenda sobre su origen

Se desconoce la autoría de Regina Coeli, pero existe una historia en la colección de hagiografías “The Golden Legend” sobre el Papa San Gregorio Magno (Papa del 590 al 604 d.C.) que da una explicación.

Se dice que cuando este Papa presidía una procesión con oraciones a la Virgen María con el fin de poner fin a una plaga en Roma, escuchó voces angelicales cantando los primeros tres versos del Regina Coeli  y agregó la línea “Ora pro nobis Deum. Aleluya". Según la leyenda estas oraciones tuvieron éxito y la plaga terminó.

Esta composición litúrgica, data de forma oficial desde el siglo XII. Se sabe que era repetido por los frailes menores franciscanos después de las completas (Liturgia de las Horas) en la primera mitad del siguiente siglo. 


3. Se reza tres veces al día

Al igual que el Ángelus, el Regina Coeli se reza tres veces al día, al amanecer, al mediodía y al atardecer como una manera de consagrar el día a Dios y a la Virgen María.


4. Ha sido parte del repertorio litúrgico y musical de la Iglesia durante siglos

Hay ajustes de la antífona Regina Coeli a lo largo de los siglos, tanto en tono simple como en el tono solemne del canto gregoriano.

El autor Tomás Luis de Victoria estableció esta antífona en una versión polifónica para ocho voces con las que la alegría de la Resurrección reverbera con el Aleluya, mientras que la configuración de tres voces del compositor inglés William Byrd es más reflexiva.

Por su parte, el compositor bávaro alemán Gregor Aichinger, agregó una introducción y conclusión de órgano a su versión de la antífona.

Wolfgang Amadeus Mozart estableció hizo las versiones K. 108, K. 127 y K. 276, compuesta en 1771, 1772 y 1779 respectivamente para la Catedral de Salzburgo. El desarrollo orquestal, el uso de solistas y el coro hacen que sus composiciones sean más complejas. El compositor romántico alemán Johannes Brahms estableció Regina Caeli  para solistas y coros femeninos.


5. Repite varias veces el “Aleluya” y agrega una oración final

Como ejemplo se puede ver la primera estrofa: “Reina del cielo, alégrate, aleluya”; y luego en la respuesta de los fieles: “Porque el Señor, a quien has llevado en tu vientre, aleluya”.

La oración final es la siguiente: “Oh Dios, que por la resurrección de Tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a los gozos eternos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén”.

EL EVANGELIO DE HOY MARTES DE LA OCTAVA DE PASCUA, 6 DE ABRIL DE 2021



 Lecturas de hoy Martes de la Octava de Pascua

Hoy, martes, 6 de abril de 2021



Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2,36-41):

EL día de Pentecostés, decía Pedro a los judíos:

«Con toda seguridad conozca toda la casa de Israel que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías».

Al oír esto, se les traspasó el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:

«¿Qué tenemos que hacer, hermanos?».

Pedro les contestó:

«Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos, y para los que están lejos, para cuantos llamare a sí el Señor Dios nuestro».

Con estas y otras muchas razones dio testimonio y los exhortaba diciendo:

«Salvaos de esta generación perversa».

Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres mil personas.


Palabra de Dios



Salmo

Sal 32,4-5.18-19.20.22


R/. La misericordia del Señor llena la tierra


La palabra del Señor es sincera,

y todas sus acciones son leales;

él ama la justicia y el derecho,

y su misericordia llena la tierra. R/.


Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,

en los que esteran su misericordia,

para librar sus vidas de la muerte

y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.


Nosotros aguardamos al Señor:

él es nuestro auxilio y escudo.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,

como lo esperamos de ti. R/.

Secuencia

(Opcional)


Ofrezcan los cristianos

ofrendas de alabanza

a gloria de la Víctima

propicia de la Pascua.


Cordero sin pecado

que a las ovejas salva,

a Dios y a los culpables

unió con nueva alianza.


Lucharon vida y muerte

en singular batalla,

y, muerto el que es la Vida,

triunfante se levanta.


«¿Qué has visto de camino,

María, en la mañana?»

«A mi Señor glorioso,

la tumba abandonada,


los ángeles testigos,

sudarios y mortaja.

¡Resucitó de veras

mi amor y mi esperanza!


Venid a Galilea,

allí el Señor aguarda;

allí veréis los suyos

la gloria de la Pascua.»


Primicia de los muertos,

sabemos por tu gracia

que estás resucitado;

la muerte en ti no manda.


Rey vencedor, apiádate

de la miseria humana

y da a tus fieles parte

en tu victoria santa.


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (20,11-18):

EN aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.

Ellos le preguntan:

«Mujer, ¿por qué lloras?».

Ella contesta:

«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».

Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

Jesús le dice:

«Mujer, ¿por qué lloras?».

Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:

«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».

Jesús le dice:

«¡María!».

Ella se vuelve y le dice.

«¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!».

Jesús le dice:

«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, ande, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”».

María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:

«He visto al Señor y ha dicho esto».

Palabra del Señor




«Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor»

+ Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret

(Vic, Barcelona, España)


Hoy, en la figura de María Magdalena, podemos contemplar dos niveles de aceptación de nuestro Salvador: imperfecto, el primero; completo, el segundo. Desde el primero, María se nos muestra como una sincerísima discípula de Jesús. Ella lo sigue, maestro incomparable; le es heroicamente adherente, crucificado por amor; lo busca, más allá de la muerte, sepultado y desaparecido. ¡Cuán impregnadas de admirable entrega a su “Señor” son las dos exclamaciones que nos conservó, como perlas incomparables, el evangelista Juan: «Se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto» (Jn 20,13); «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré»! (Jn 20,15). Pocos discípulos ha contemplado la historia, tan afectos y leales como la Magdalena.

No obstante, la buena noticia de hoy, de este martes de la octava de Pascua, supera infinitamente toda bondad ética y toda fe religiosa en un Jesús admirable, pero, en último término, muerto; y nos traslada al ámbito de la fe en el Resucitado. Aquel Jesús que, en un primer momento, dejándola en el nivel de la fe imperfecta, se dirige a la Magdalena preguntándole: «Mujer, ¿por qué lloras?» (Jn 20,15) y a la cual ella, con ojos miopes, responde como corresponde a un hortelano que se interesa por su desazón; aquel Jesús, ahora, en un segundo momento, definitivo, la interpela con su nombre: «¡María!» y la conmociona hasta el punto de estremecerla de resurrección y de vida, es decir, de Él mismo, el Resucitado, el Viviente por siempre. ¿Resultado? Magdalena creyente y Magdalena apóstol: «Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor» (Jn 20,18).

Hoy no es infrecuente el caso de cristianos que no ven claro el más allá de esta vida y, pues, que dudan de la resurrección de Jesús. ¿Me cuento entre ellos? De modo semejante son numerosos los cristianos que tienen suficiente fe como para seguirle privadamente, pero que temen proclamarlo apostólicamente. ¿Formo parte de ese grupo? Si fuera así, como María Magdalena, digámosle: —¡Maestro!, abracémonos a sus pies y vayamos a encontrar a nuestros hermanos para decirles: —El Señor ha resucitado y le he visto.