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jueves, 30 de abril de 2020

JUEVES EUCARÍSTICO: EL ALTAR, PUERTO DE LLEGADA Y DE PARTIDA


El altar, puerto de llegada y de partida
Es el lugar donde está el Cuerpo y la Sangre, es navío donde se transportan nuestras intenciones al corazón de Dios.


Por: P. Carlos M. Buela | Fuente: Catholic.net




¡El altar!...

Es el centro del templo. El templo es un pequeño cielo en la tierra, pero lo que en el templo hay de más celestial y divino, es el altar.

Es el polo más importante de la acción litúrgica por excelencia, la Eucaristía.

El altar es, una cosa excelsa, elevada, no sólo por el lugar elevado que ocupa, sino por las funciones que sobre él se celebran.

Es lecho donde reposa el Cuerpo entregado y la Sangre derramada.

Es atalaya desde donde se divisan los horizontes del mundo, ya que «cuando yo sea levantado de la tierra – dijo Cristo – atraeré a todos hacia mí» (Jn 12, 32).

Es navío por donde se transportan nuestras intenciones al corazón de Dios.

Es faro que ilumina todas las realidades existentes, sin excluir ninguna, en especial las humanas, porque «el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado».

Es pupitre porque en él la Santa Trinidad escribe en nuestras almas las más sublimes palabras de vida eterna.

Es oasis en el que los cansados del camino renuevan las fuerzas: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» (Mt 11, 28).

Es base de lanzamiento de donde pasa la Víctima divina junto con nuestros sacrificios espirituales al altar del cielo.

Es ágora, punto de encuentro y de contacto de todos los hombres y mujeres que fueron, que son y que serán.


Es puerto de llegada y de partida.

Es mástil y torreta de navío desde donde debe mirarse el camino a recorrer para no errar el rumbo.

Es «fuente de la unidad de la Iglesia y de concordia entre hermanos».

Es cabina de comando desde donde deben tomarse las correctas decisiones para hacer siempre la Voluntad de Dios.

Es clarín que convoca a los que se violentan a sí mismos: «El Reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo conquistan» (Mt 11, 12).

Es bandera desplegada porque abiertamente nos manifiesta todo lo que Dios nos ama y, con toda libertad, nos enseña cómo ser auténticamente libres.

Es ejército en orden de batalla, donde claudican las huestes enemigas.

Es regazo materno, seguro cobijo para el desamparado.

Es encrucijada de todas las lenguas, razas, pueblos, culturas, tiempos y geografías, y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad de toda creencia, porque «por todos murió Cristo» 
(2 Cor 5, 15).

Es antorcha porque la cruz «mantiene viva la espera … de la resurrección».


Es trampolín que nos lanza a la vida eterna.

Es hogar, horno, brasero, donde obra el Espíritu, 
«el fuego del altar» (Ap 8, 5).

Es mesa donde se sirve el banquete de los hijos de Dios, por eso se le pone encima mantel. Sobre él, se reitera el milagro de la Última Cena en el Cenáculo de Jerusalén. Se realiza la transubstanciación.

Es «símbolo de Cristo», que fue el sacerdote, la víctima y el altar de su propio sacrificio, como decían San Epifanio y San Cirilo de Alejandría.

Es el Altar vivo del Templo celestial. «El altar de la Santa Iglesia es el mismo Cristo». Es el propiciatorio del mundo. «El misterio del altar llega a su plenitud en Cristo». María está junto a Él.

Es imagen del Cuerpo místico, ya que «Cristo, Cabeza y Maestro, es altar verdadero, también sus miembros y discípulos son altares espirituales, en los que se ofrece a Dios el sacrificio de una vida santa». San Policarpo amonesta a las viudas porque «son el altar de Dios». «¿Qué es el altar de Dios, sino el espíritu de los que viven bien?… Con razón, entonces, el corazón (de los justos) es llamado altar de Dios», enseña San Gregorio Magno.

Es ara. Sobre todo, es ara. Sobre él se perpetúa, a través de los siglos y hasta el fin del mundo, de manera incruenta, el Único sacrificio de la cruz.

TE DI TAN POCO


Te di tan poco




La humildad consiste en reconocer que Dios es el autor de todo bien. De él proviene todo cuanto tenemos y somos. Y también cuanto tiene y es nuestro prójimo. Por eso no cabe el sentido competitivo de la vida, que está en el fondo de la actitud soberbia y envidiosa. El que quiere sobresalir no busca alcanzar una meta, sino crear distancia respecto de los otros.

¡Te di tan poco, ¡Señor Jesús, pero Tú hiciste de eso algo tan grande! ¡Soy tan poca cosa ante Ti, y me tornaste tan rico! No conseguí darte todo lo que hubiese deseado, ni logré amarte como yo quería y soñaba. Te di tan poco, de verdad, tan poco, y con tan poco entusiasmo y alegría. Sin embargo, Tú sabes que en ese “poco” yo quise poner todo mi corazón. Tú ves el fondo de mí mismo, con mi deseo de darte mucho más. Como transformas mi pobreza en riqueza, y mi vacío en plenitud, toma mi don tal como es, toma también todo lo que él no es a fin de que en mí haya entrega total, con mi propia miseria, y sea todo de nuevo recreado por el poder soberano de tu amor. Amén.

Ubicarse ante Dios significa ser conscientes de nuestra pequeñez, porque “El Señor es grande, tiene en su mano los abismos de la tierra, son suyas las cumbres de los montes, suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos”. Con razón antes de hablar a Dios, Abrahán le pedía perdón porque se sentía “polvo y ceniza”.



* Enviado por el P. Natalio

EPISCOPADO PERUANO SE UNE A LA JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES EL 3 DE MAYODE 2020


Episcopado Peruano se une a la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones este 3 de mayo
29 abril, 2020





El próximo domingo 3 de mayo, cuarto domingo de Pascua, la Iglesia Católica celebrará con alegría y esperanza la 57° Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones que lleva por lema Las palabras de la vocación. Una jornada en la que todos estamos invitados a participar y vivir la sinodalidad, dando gracias a Dios por las vocaciones cristianas y por aquellas que suscrita entre los jóvenes, especialmente, para la vida sacerdotal y la vida religiosa.


Si bien este año no será posible celebrar algunas actividades en las parroquias por el Estado de Emergencia Nacional decretado para frenar la propagación del coronavirus, se invita a todos a rezar desde sus hogares por nuevas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.

Para la preparación de esta gran jornada vocacional, la Conferencia Episcopal Peruana, a través de la Comisión Episcopal para el Clero, Seminarios y Vocaciones, ha puesto a disposición una Guía Metodológica Vocacional, el Mensaje del Papa Francisco y una estampa con un Oración por las Vocaciones. Todo este material es dirigido a los animadores vocacionales, agentes de pastoral, equipos de formación, equipos diocesanos y párrocos del país, para que promuevan el espíritu de oración por las vocaciones durante el aislamiento social obligatorio.

Para este 2020, el Papa Francisco nos invita a reflexionar sobre cuatro palabras de la vocación: gratitud, ánimo, fatiga y alabanza. Asimismo, con el lema Las palabras de la vocación, el Santo Padre nos anima a fortalecer nuestra misión en la animación de la pastoral vocacional y a reflexionar sobre nuestra propia vida, a partir de la experiencia de Jesús y Pedro en una noche de tempestad (cf. Mt 14,22-23).

ORACIÓN A SAN JOSÉ OBRERO

Oración a San José Obrero




Artesano y trabajador,
oh humildísimo José,
las clases obreras debieran mirarte
como especial patrón y modelo suyo
las clases trabajadoras de nuestros días.

Como ellas ganaste pan con el sudor de tu frente,
y endureciste las manos manejando la tosca herramienta.

Las muchedumbres obreras de hoy
desdeñan mirarse en ti,
por seguir siniestros ideales
con que trastornan su cabeza mentirosos redentores.

Por ellas y por su suerte,
y por la eficaz restauración de sus derechos en Cristo se interesa,
más que la Liberación embustera,
la Iglesia de Dios.

Ruega, Santo obrero,
por esas clases desheredadas
¡ay! En tu Hijo,
de las esperanzas del cielo
y de los consuelos de la resignación.

Pide por ellas a Jesús,
tu compañero de taller,
gloriosísimo San José.

Amén.

LECTURAS BÍBLICAS DE LA FIESTA DE SAN JOSÉ OBRERO,1 DE MAYO, PATRONO DE LOS TRABAJADORES

San José Obrero (Memoria Libre)
1 de mayo de 2020


Color: Blanco

Santos:
San José, Obrero


Lecturas del día:
Primera lectura

Génesis 1:26--2:3
26 Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra.
27 Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó.
28 Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»
29 Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento.
30 Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento.» Y así fue.
31 Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardecío y amaneció: día sexto.
1 Concluyéronse, pues, los cielos y la tierra y todo su aparato,
2 y dio por concluida Dios en el séptimo día la labor que había hecho, y cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera.
3 Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que Dios había hecho.


O también:

Colosenses 3:14-15, 17, 23-24
14 Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección.
15 Y que la paz de Cristo presida vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo Cuerpo. Y sed agradecidos.
17 y todo cuanto hagáis, de palabra y de boca, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre.
23 Todo cuanto hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres,
24 conscientes de que el Señor os dará la herencia en recompensa. El Amo a quien servís es Cristo.



Salmo responsorial
Salmo 90:2-4, 12-14, 16


2 Antes que los montes fuesen engendrados, antes que naciesen tierra y orbe, desde siempre hasta siempre tú eres Dios.

3 Tú al polvo reduces a los hombres, diciendo: «¡Tornad, hijos de Adán!»
4 Porque mil años a tus ojos son como el ayer, que ya pasó, como una vigilia de la noche.

12 ¡Enseñanos a contar nuestros días, para que entre la sabiduría en nuestro corazón!

13 ¡Vuelve, Yahveh! ¿Hasta cuándo? Ten piedad de tus siervos.

14 Sácianos de tu amor a la mañana, que exultemos y cantemos toda nuestra vida.

16 ¡Que se vea tu obra con tus siervos, y tu esplendor sobre sus hijos!



Evangelio
Mateo 13:54-58

54 Viniendo a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros?
55 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?
56 Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?»
57 Y se escandalizaban a causa de él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio.»
58 Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.


San José Obrero
Reflexión sobre el valor del trabajo
Fuente: Catholicnet



Celebramos hoy con toda la Iglesia a San José, esposo de la Santísima Virgen y, según la ley judía, padre de Jesús, aunque no lo fuera por la generación habitual de la carne. No era, sin embargo, Jesús menos hijo de su corazón que los hijos comunes lo son de sus padres. Sin temor a exagerar, podemos afirmar que José es padre de Jesús, el hijo de María siempre Virgen, con una paternidad excelsa y muy superior a la de los padres que engendran según la carne. Como afirma san Agustín, a José no sólo se le debe el nombre de padre, sino que se le debe más que a otro alguno (...), ¿cómo era padre? Tanto más profundamente padre, cuanto más casta fue su paternidad. Algunos pensaban que era padre de Nuestro Señor Jesucristo, de la misma forma que son padres los demás, que engendran según la carne, y no sólo reciben a sus hijos como fruto de su afecto espiritual. Por eso dice San Lucas: se pensaba que era padre de Jesús. ¿Por qué dice sólo se pensaba? Porque el pensamiento y el juicio humanos se refieren a lo que suele suceder entre los hombres. Y el Señor no nació del germen de José. Sin embargo, a la piedad y a la caridad de José, le nació un hijo de la Virgen María, que era Hijo de Dios.

José amaba a Jesús como no somos capaces de amar los demás hombres. Entregó al Hijo de Dios encarnado lo mejor de sí mismo, incluyendo el trabajo que llenaba su vida y sustentaba a la familia que quiso Dios para nacer, crecer y alcanzar su madurez entre los hombres. Por eso Nuestro Señor era conocido como artesano: el hijo del artesano. Y nos lo imaginamos durante muchos años –tenía Jesús al comenzar unos treinta años, cuando comenzó su vida pública, según nos cuenta san Lucas– en el taller de su padre, José, y más tarde posiblemente al frente del mismo. Jesús pasó la mayor parte de sus días sobre la tierra trabajando, como todos los hombres y mujeres de bien. Se ocupaba en una tarea corriente, sin más relieve la mayoría de las veces que el sobrenatural, por el amor a Dios y la perfección que ponía en cada detalle.

El trabajo ocupa la mayor parte de nuestro tiempo. Trabajo que no es exclusivamente la ocupación profesional en sentido estricto. Trabajo es asimismo cualquier otra actividad productiva en sentido amplio, que, por lo general, requiere un cierto esfuerzo por parte de quien la realiza: desde responder el correo a leer un artículo cultural que contribuye a la propia formación o charlar con un hijo o con un amigo, tratando de ayudarle.

El esfuerzo: he aquí la dificultad. Dificultad añadida al trabajo como consecuencia del pecado. Ganarás el pan con el sudor de tu frente, advirtió Dios a Adán en el Paraíso Terrenal, después de la desobediencia. Habiendo perdido, al desobedecer, la inocencia original, el trabajo, desde entonces, es en cierto sentido una pena, un castigo a la rebeldía humana. Ahora, trabajar cuesta. Cualquier actividad –hasta la más pequeña– que emprende el hombre en beneficio propio le supone esfuerzo: es trabajosa, decimos, para indicar que de algún modo nos pesa.

El trabajo no se realiza con gusto y constancia de modo espontáneo. Es preciso casi siempre un empeño por mantener la decisión –que cuesta– del orden, de la puntualidad, del cuidado del detalle... Sucede, por el contrario, que lo fácil es generalmente de poco valor y no cubre las expectativas y requerimientos personales. Todo lo que vale es trabajososo y ningún ideal se hace realidad sin sacrificio..., leemos en Camino. Se trata, en todo caso, de un esfuerzo, de un sacrificio, de una renuncia incluso –si queremos llamarlo así–, aunque sea llevadero. De ordinario, en efecto, lo que se espera de cada persona en el terreno profesional y en sus deberes familiares y sociales es algo posible, razonable.

Sin embargo, el hombre trabajaba antes de pecar. Como dice el libro del Génesis, tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y lo dejó en al jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase. Sólo después del pecado sintió el hombre la dificultad del esfuerzo. El trabajo de la tierra no sería en adelante una tarea confortable: espinas y abrojos te producirá, aseguró Dios a Adán. Lo cual, en modo alguno privó al trabajo de su grandeza original, por la que el hombre había sido constituido Señor de la naturaleza: llenad la tierra y sometedla, dijo Dios al hombre haciéndolo señor de toda la creación terrena. El trabajo aparece, pues, como un designio y don de Dios a los hombres, por el que los constituye en señores del mundo que había creado para ellos.

La actividad humana, por tanto, ya que puede ser trabajo casi siempre, es una permanente ocasión de configurar nuestra existencia según el querer divino, de amar a Dios agradecidamente y del más pleno desarrollo personal: aquel querido desde el principio por nuestro Creador.

Pedimos a Santa María que contemplemos en cada instante esa ocasión que se nos presenta, irrepetible, de vivir según Dios. Con su ayuda maternal no nos faltará la fuerza necesaria y sabremos superar la debilidad y falta de constancia que son consecuencia del pecado.

EL PAPA FRANCISCO PIDE REZAR POR LOS DIFUNTOS ANÓNIMOS


El Papa Francisco pide rezar por los difuntos “anónimos”
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
 Foto: Captura Vatican Media




Al inicio de la Misa en la Casa Santa Marta de este 30 de abril, el Papa Francisco ofreció la Eucaristía por quienes han fallecido recientemente y solicitó oraciones por los difuntos “anónimos” durante esta pandemia del coronavirus, COVID19.

“Rezamos por los difuntos, por quienes han fallecido, por la pandemia y también, en un modo especial por los difuntos, digamos así ‘anónimos’, hemos visto las fotografías de las fosas comunes, tantos allí”, pidió el Santo Padre.


Durante su homilía, el Papa Francisco reflexionó en el pasaje del Evangelio de San Juan en el cual Jesús dice: “Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae”. En esta línea, el Santo Padre afirmó que “es Dios que atrae el conocimiento del Hijo, sin esto, no se puede conocer a Jesús”.

“Si, se puede estudiar, conocer la Biblia, conocer cómo nació, qué hizo, eso sí, pero conocer el misterio de Cristo solamente para quienes que son atraídos por el Padre”.

Evangelio comentado por el Papa Francisco:
San Juan 6:44-51


44 «Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día.
45 Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
46 No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre.
47 En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna.
48 Yo soy el pan de la vida.
49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron;
50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.
51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.»

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY JUEVES 30 DE ABRIL DE 2020


Lecturas de hoy Jueves de la 3ª semana de Pascua
Hoy, jueves, 30 de abril de 2020


Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (8,26-40):

EN aquellos días, un ángel del Señor habló a Felipe y le dijo:
«Levántate y marcha hacia el sur, por el camino de Jerusalén a Gaza, que está desierto».
Se levantó, se puso en camino y, de pronto, vio venir a un etíope; era un eunuco, ministro de Candaces, reina de Etiopía e intendente del tesoro, que había ido a Jerusalén para adorar. Iba de vuelta, sentado en su carroza, leyendo al profeta Isaías.
El Espíritu dijo a Felipe:
«Acércate y pégate a la carroza».
Felipe se acercó corriendo, le oyó leer el profeta Isaías, y le preguntó:
«¿Entiendes lo que estás leyendo?».
Contestó:
«Y cómo voy a entenderlo si nadie me guía?».
E invitó a Felipe a subir y a sentarse con él. El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era este:
«Como cordero fue llevado al matadero,
como oveja muda ante el esquilador,
así no abre su boca.
En su humillación no se le hizo justicia.
¿Quién podrá contar su descendencia?
Pues su vida ha sido arrancada de la tierra».
El eunuco preguntó a Felipe:
«Por favor, ¿de quién dice esto el profeta?; ¿de él mismo o de otro?».
Felipe se puso a hablarle y, tomando píe de este pasaje, le anunció la Buena Nueva de Jesús. Continuando el camino, llegaron a un sitio donde había agua, y dijo el eunuco:
«Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?».
Mandó parar la carroza, bajaron los dos al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, y siguió su camino lleno de alegría.
Felipe se encontró en Azoto y fue anunciando la Buena Nueva en todos los poblados hasta que llegó a Cesarea.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 65,8-9.16-17.20

R/. Aclamad al Señor, tierra entera

Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
haced resonar sus alabanzas,
porque él nos ha devuelto la vida
y no dejó que tropezaran nuestros pies. R/.

Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo:
a él gritó mi boca
y lo ensalzó mi lengua. R/.

Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor. R/.



Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,44-51):

EN aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado, Y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy jueves, 30 de abril de 2020
Alejandro Carbajo Olea, cmf



Queridos amigos, paz y bien.

Tuvo suerte el etíope. La catequesis bautismal no duró lo que sugiere el “Ritual para la iniciación cristiana de adultos”, con sus entregas y plazos marcados. Lo suyo fue llegar y besar el santo. Y bautizarse. Le fue bien con el catequista, un apóstol enviado por un ángel de Dios. Y, sobre todo, tuvo la mente abierta, para poder entender lo que, cuando comenzó a leer, le resultaba incomprensible. Porque no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni persona más tonta, que la que no quiere entender. El ministro quería comprender. Y aceptó la ayuda que un extraño le ofrecía. Por esa disposición de búsqueda, llegó al encuentro con Cristo. Y, en cuanto encontraron agua, se pudo bautizar.

Del Evangelio, algunas frases sobres las que se puede reflexionar, y que me han llamado hoy la atención. La primera, “el que cree tiene vida eterna”. Esa fue la experiencia de este importante personaje. Creyó. Se le abrió un nuevo camino en la vida, en el que ya no importaban tanto las prebendas y la carrera profesional, sino el crecimiento personal y espiritual. Una nueva vida, que no acabó con su muerte. Su historia ha llegado hasta nuestro tiempo. Y sirve de ejemplo para muchos.

Otra frase, “serán todos discípulos de Dios”. ¡Qué importante es que todos – y no solo los curas y monjas – seamos capaces de dar testimonio! En las noticias, en los telediarios, se habla poco de Dios. Así es difícil que la Buena Nueva se expanda. Por eso es tan importante caer en la cuenta de que no necesitamos que un ángel nos lleve de los pelos por los aires a evangelizar. Esto no va a pasar. Es deber de cada creyente, en todo momento, a tiempo y a destiempo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, ser testigos de Dios. Hay mucha gente que no entiende quién es Dios, cómo es, y es nuestra obligación compartir lo que nosotros sí entendemos. Y lo que sabemos, seguramente, lo entendimos gracias a otros.

El neófito siguió su camino “lleno de alegría”. Quizá esa sea la mejor manera de dar testimonio. No se puede convencer de que seguir a Cristo es algo que llene de felicidad, si lo hacemos con una cara triste. Deberíamos ser referencias alegres, sobre todo en estos momentos de incertidumbre y tristeza. Porque Dios está con nosotros, nos busca siempre y nos va llevando, hasta la vida eterna.

Una canción a propósito de las lecturas de hoy. Que, quien canta, ora dos veces.



Vuestro hermano en la fe,
Alejandro. C.M.F.


SANTORAL DE HOY JUEVES 30 DE ABRIL DE 2020

Gualfardo, SantoGualfardo, Santo
Monje Camaldulense, Abril 30
Benito de Urbino, BeatoBenito de Urbino, Beato
Presbítero Capuchino, Abril 30
Paulina von Mallinckrodt, BeataPaulina von Mallinckrodt, Beata
Fundadora, Abril 30
María de la Encarnación Guyart, SantaMaría de la Encarnación Guyart, Santa
Viuda y Religiosa, Abril 30
Ventura de Spello, SantoVentura de Spello, Santo
Confesor, 30 de abril
José Benito Cottolengo, SantoJosé Benito Cottolengo, Santo
Presbítero y fundador, 30 de abril
Pío V, SantoPío V, Santo
Memoria Litúrgica, 30 de abril