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jueves, 29 de noviembre de 2018

ANTES DE LEER LA BIBLIA


Antes de leer la Biblia



Dios está vivo en su Palabra para iluminarte, consolarte, fortalecerte… Pero debes acercarte a ella con verdadera fe. Antes de leerla es adecuado que te pongas en la presencia del Señor con alguna oración que te ambiente en un clima de devoción y acogida cordial del don de Dios. Puede servirte la que sigue.

Dios, mi Padre bondadoso. Estoy rodeado de ruidos y voces. Estoy cansado de escuchar palabras sin verdad, sin el calor de la intimidad personal, sin la eficacia del amor comprometido. Tú, Señor, me hablas con una Palabra nueva. Por eso quiero escucharte. Porque tu Palabra me muestra la verdad, me revela la eficacia de tu amor, me ofrece la participación en tu misma vida. Señor, que tu Palabra se haga carne en mi vida. Te ofrezco un corazón pobre y abierto. Siembra en mí tu Palabra, que tu Espíritu la haga fecunda, como en el seno de María, la santísima Virgen y Madre de Jesús. Y seré en el mundo el eco de tu voz, la proclamación de tu Evangelio. Amén.

La actitud de humilde escucha es decisiva para leer con provecho, pero es un don que debes pedirle al Señor con la confianza de un hijo. Y el libro sagrado te animará con promesas de vida sin fin, será para ti una escalera para subir al cielo, te ofrecerá normas simples de vida inocente  y  te descubrirá el amor entrañable de Dios por ti. Que sea tu alimento cotidiano.


* Enviado por el P. Natalio

SABER AGRADECER


Saber agradecer



1)  Para saber
Cuando se tiene una necesidad, es común acudir a quien nos la pueda solucionar. Habría que recordar cuántas veces hemos acudido a Dios para pedirle su ayuda ante un problema. Sin embargo, suele pasar que vamos olvidando todos esos favores. E incluso si alguna vez no vemos la ayuda, aparece la ingratitud, y solemos olvidar todo lo anterior pensando que nunca hemos recibido alguna ayuda.

El Papa Francisco nos invita a ser agradecidos y para ello nos lo facilita hacer memoria y recordar la “gratuidad” de la salvación.

Cuando los escribas y fariseos se presentan como “los justos” ante Jesús, el Señor les recuerda que la justicia, la santidad, siempre viene de Dios, porque a veces “se olvida la gratuidad de la salvación, la cercanía de Dios y se olvida la misericordia de Dios”.

2) Para pensar
Años antes de que falleciera, entrevistaron a un gran boxeador, peso completo, que fue campeón en la década de 1950. Era una persona que el boxeo no la había dañado, y llevaba una vida sencilla y honrada. Se trataba de Floyd Patterson, a quien se le conocía como “El Caballero del Boxeo”. Le preguntaron qué le había ayudado a conservarse así. Él contestó que fue su religión. Le pidieron que si podía explicar un poco más. Entonces relató un sucedido en sus primeros años de matrimonio.

Cuando su hija Jennifer cumplió seis años le regaló un gatito. La niña vivía día y noche para el gatito: lo alimentaba, lo limpiaba, lo peinaba, le ponía adornos, etc. Y sucedió un día, que mientras la niña estaba en la escuela, su gato fue atropellado por un carro y murió. Los padres se preocuparon mucho y decidieron enterrarlo en el patio, pero no sabían qué hacer por la reacción que tendría su hija. Desesperado, Floyd se dirigió a la iglesia y ahí le pidió a Dios que lo ayudara. Regresó más calmado a su casa. Su esposa no quería recibir a la niña, no sabía qué decirle. Floyd esperó a su hija. Cuando llegó Jennifer, a pesar de que siempre iba con su gatito, esa vez subió a su habitación sin preguntar nada. Y no se preocupó ni volvió a referirse al gatito, sino hasta doce años después qué le dijo a su papá: “Oye papá, cuando yo era niña tenía un gatito, ¿verdad?”, y en ese momento Floyd recordó cómo Dios le había ayudado y él nunca se lo había agradecido. Entonces fue tal su remordimiento, que se convirtió y decidió nunca más olvidarse de Dios.

3) Para vivir
Comentaba el Papa Francisco que no podemos olvidarnos de tantas gracias recibidas por Dios y, en particular, la salvación obtenida por Jesucristo por la cual ya tenemos acceso a Cielo.

No podemos pensar que por nosotros mismos conseguimos la salvación haciendo a un lado a Jesús, quien además nos acompaña de continuo sosteniéndonos. Dice el Papa que cuando se pierde esta relación cercana con el Señor, se cae en una mentalidad obtusa que cree en la autosuficiencia de la salvación con el cumplimiento de la ley.

Nunca le agradeceremos bastante a Jesús lo que ha hecho por nosotros, sin embargo, así como quien recibe un regalo lo agradece usándolo, así también al frecuentar los Sacramentos y el trato con el Señor, será una forma de decirle “¡Gracias!”.



Pbro. José Martínez Colín

ORACIÓN POR NUESTROS SACERDOTES

Congregación Religiosa Oblatos de San José  
Provincia del Perú


ORACIÓN POR LOS SACERDOTES

"Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño,
te rogamos que por el inmenso amor y misericordia
de Tu Sagrado Corazón,
atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes.
Te pedimos que retomes en Tu Corazón
todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino,
que enciendas de nuevo el deseo de santidad
en los corazones de aquellos sacerdotes
que han caído en la tibieza,
y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes
el deseo de una mayor santidad.
Unidos a tu Corazón y el Corazón de María,
te pedimos que envíes esta petición a Tu Padre celestial
en la unidad del Espíritu Santo. Amén."

MIENTRAS MÁS DIFÍCIL, MÁS CONFÍA EN DIOS


Mientras más difícil, más confía en Dios
Pruebas difíciles que Dios y el tiempo se encargó de remediar


Por: Sr. Peter Franklin y Sra. Julie Best | Fuente: Catholic.net 




Tenemos muchos años de casados . En todos este tiempo hemos sido bendecidos con ratos felices y con ratos difíciles. Los momentos felices han sido muchos, pero los más felices, para los dos, han sido los nacimientos de nuestros siete hijos. Desde un inicio nosotros nos comprometimos a dejar que Dios planificara nuestro matrimonio (nunca nos imaginamos que lo fuera a hacer del modo que lo hizo, ya lo verá). Durante los dos primeros años, nos sentimos fracasados al ver que pasaban los meses y no venían los niños, incluso empezamos a considerar la posibilidad de adoptar uno. Ahora que miramos para atrás, eso nos parece simpático, al mismo tiempo que agradecemos a Dios nuestros siete hijos. El nacimiento de cada uno de ellos ha sido diferente y cada uno de ellos con su única personalidad, han traído muchas bendiciones para nuestra familia.

Algunos de los momentos de mayor paz y gozo son cuando vamos a misa y vemos a nuestras ya hijas casadas o a nuestros hijos adolescentes participar en la liturgia, o simplemente cuando rezamos juntos en familia, o festejamos algún logro de nuestros hijos.

Durante nuestro matrimonio hemos disfrutado muchos ratos de felicidad como pareja. No hemos tenido la oportunidad de irnos a unas largas vacaciones o de viajar en yate, aunque sí nos hubiera gustado. Sin embargo, hemos considerado muy importante el salir juntos una vez a la semana. A veces, salimos sólo salido a beber una Coca-Cola o a tomar un helado. No hemos sido fieles siempre al respecto pero es un propósito extremadamente útil cuando sube la tensión y el estrés.

En nuestro matrimonio también hemos sufrido muchas pruebas. Cada una de ellas nos ha provocado usar la fe en Dios y en cada uno. A veces, al crecer nuestra fe, parecía aumentar también la severidad de las pruebas.

Nuestra primera prueba fue poco después de nuestro tercer aniversario. Mi marido se puso enfermo en octubre de 1970. Hospitalizado por más de seis semanas, no sabíamos aún qué clase de enfermedad tenía. Estuvimos sin recibir su sueldo y él tenía que recibir tratamiento médico a 130 Kms. de donde trabajábamos y vivíamos. Tuve que abandonar la casa que habíamos alquilado y me fui a vivir con mis papás para ahorrar dinero y obtener ayuda para nuestra hija de cuatro meses. La semana antes de Navidad, un examen reveló que mi marido no tenía cáncer, cosa que habíamos temido. Tenía en una condición llamada “sarcoidosis”, la cual era tratable y se podía curar.

Durante los años siguientes vinieron, lo que podríamos llamar, “pruebas matrimoniales”. Nacieron otro hijo y otra hija. También tuvimos nuestros discrepancias y pleitos, unos más graves que otros, y algunos pusieron nuestro matrimonio a prueba de fuego. Durante este período experimentamos un profundo crecimiento espiritual, seguido por la decisión, en mi caso, de dedicarme más al hogar.
En 1982 tuve un aborto natural. En marzo, me di cuenta de que estaba embarazada con nuestro cuarto hijo. En abril lo perdí, un hecho dolorosísimo para mi marido y para mí. Esto probó nuestra fe en la Providencia de Dios para con nuestras necesidades. Al preguntarle a Dios, su respuesta fue simplemente: “Confía en mí”.

En junio, el socio de negocios de mi marido canceló el seguro de salud de la compañía, debido a problemas financieros. Antes de que pudiéramos obtener otro seguro, me di cuenta de que estaba embarazada una vez más. Un día mientras rezaba a Dios acerca de nuestros problemas con los gastos médicos, oí que Dios me susurraba al corazón: “Yo soy el dueño del ganado de mil colinas; confía en Mí, yo me encargo”. En septiembre, saltamos de gozo al saber que íbamos a tener gemelos. Pareció como si Dios hubiera restituido la vida que creíamos haber perdido. Cuando di a luz a los gemelos en marzo de 1983, un bienhechor anónimo pagó la factura médica y hubo suficiente dinero para pagar toda la factura del hospital. Para nuestro consuelo, además eran dos hijos muy sanos.

El año 1984 nos encontró esperando nuestro sexto hijo, otra vez sin seguro, y con pruebas adicionales. En agosto de 1983 a mi marido y su socio les encomendaron un contrato fuera del estado para renovar una iglesia bastante grande. Yo cuidé de nuestros tres hijos mayores y de los gemelos de tres meses sin mi marido, pues solía irse los lunes por la mañana hasta la tarde del viernes, todas las semanas desde agosto del ‘83 hasta enero del ‘84. Al comenzar el nuevo año, mi marido y su socio fueron al consejo de la parroquia para pedirles más tiempo y más dinero debido a varios problemas con el trabajo y a la inflación que en aquel entonces aquejaba a toda la nación. El consejo rechazó su petición y les llevaron a juicio, por lo que la compañía quebró. Empezamos febrero del ‘84 sin sueldo y con el jaleo de encontrar un abogado de finanzas para cerrar el negocio. En marzo, de nuevo embarazada. Mi marido se pasó el resto del año en paro. Y, como siempre, Dios fue fiel, y cuando nuestro hijo nació en noviembre, una vez más apareció el dinero para pagar al doctor y al hospital. Mi marido encontró un trabajo el mes siguiente.

Sin embargo, lo que parecía el comienzo, lleno de esperanza, de un nuevo año –1985- , terminó siendo una prueba mayor, muy dura, para los dos. El nuevo trabajo de mi marido consistía en vender diversos productos en una zona que comprendía varios estados. Después de cinco meses de duro trabajo y mucho esfuerzo, se dio cuenta de que con ese nuevo puesto no podía mantener a la familia y regresó a trabajar en el campo de la enseñanza. Yo sabía que él había hecho esta decisión en la oración, pero de todas maneras yo la recibí con un gran dolor en mi corazón. Dándome cuenta del sueldo que íbamos a recibir, temí que yo también tendría que dedicarme a enseñar otra vez. Durante los dos meses siguientes recé, con lágrimas en los ojos, al seguir escuchando un mensaje al que me rebelaba. Finalmente, una tarde fui con el Señor con un corazón agobiado, y oré por cuatro horas, pidiéndole que me mostrara sus caminos. Por medio de unos pasajes de la Sagrada Escritura me guió, me habló amablemente pero al mismo tiempo firmemente, y ya no dudé más de Su Voluntad.

La decisión que mi esposo y yo escuchamos en nuestra oración fue dolorosa, pero después vino otro sufrimiento mucho más grande, que opacó por completo esa decisión. Pasado un mes, al comenzar el nuevo año escolar, nos enteramos que nuestra hija mayor –una joven de quince años, muy guapa e inteligente, estudiante con matrícula de honor, a punto de comenzar su segundo año de Secundaria- estaba embarazada. Nuestro mundo y el suyo quedaron de pies a cabeza.

En los meses siguientes parecía que aquella situación nos aplastaba más de lo que podíamos aguantar: el reajuste al tener que volver al trabajo, un salario mínimo, aprietos económicos, y una hija embarazada… Pero Dios usa todo para el bien, tal y como Él nos prometió.

Rezamos juntos para pedir fortaleza y luz, para descubrir el lado positivo de todos estos “dolores de cabeza”. Dios respondió fielmente.

En la clase de nuestra hija otra joven quedó embarazada. Ella era una estudiante muy famosa y muy activa. Algunas de sus amigas más cercanas propusieron llevarla a una clínica para abortar a otra ciudad, a unas dos horas de distancia. Como nuestra hija también estaba embarazada, el grupo le confió su plan. Nuestra hija llevó desde nuestra casa unas revistas y folletos ‘pro-vida’, para compartirlas con sus amigas de la escuela. Al final, cambiaron de parecer cinco de las seis chicas que habían organizado el viaje, salvando así la vida del niño (y tal vez de los que pudieran venir en el futuro).

Llegó el momento, y dimos la bienvenida a nuestra nieta, y orientamos lo mejor que pudimos a nuestra hija en medio de sus luchas, en su doble papel de estudiante y de mamá, bajo nuestro techo y guía. Nosotros le ofrecimos nuestro apoyo y nuestra compresión en sus problemas, pues su novio, desbordado por el embarazo y la paternidad, prefirió dedicarse a otros intereses. Festejamos la graduación de nuestra hija, la tercera en una clase de 150, y además fue aceptada en una universidad vecina con una beca completa. En su último año de universidad, empezó a salir otra vez con el padre de su hija, quien había recapacitado sobre la jerarquía de sus intereses y afectos. Se casaron justo antes de su graduación de la universidad, y ahora tienen otra hija, una niña preciosa.

Unos meses después del nacimiento de nuestra nieta, nos dimos cuenta de que íbamos a tener nuestro séptimo hijo. Con su nacimiento en noviembre del ’87, teníamos ya cinco hijos en casa por debajo de los 5 años de edad. En menos de cinco años, Dios había bendecido nuestro hogar con una nueva vida cada 18 ó 19 meses. No es que los ocho niños llegaran a casa en el tiempo más oportuno o más fácil. Ésta ha sido la mayor lección de fe que Dios nos ha enseñado: entregarle nuestras vidas y confiar en Su plan sobre nosotros.

Nuestros bebés y nuestra nieta trajeron enorme gozo y esperanza a la familia en medio de todas las tormentas que tuvimos que aplacar. Nuestros muchos hijos han sido una bendición para nosotros. Nos hemos alegrado tanto en los pequeños éxitos como en los grandes. Por ejemplo, dos de nuestras hijas obtuvieron matrícula de honor en preparatoria y en la universidad. Algunos de nuestros hijos parecen seguir su mismo ejemplo aunque no todos…; pero incluso esto, nos ha enseñado a saber descubrir en ellos otros talentos y cualidades que Dios les ha regalado. El hecho de tener una familia numerosa ha sido como un llamado a esforzarnos para hacer de nuestro hogar una comunidad cristiana, amándonos, compartiéndolo todo, interesándonos los unos por los otros, perdonándonos.

Dios nos ha proveído en nuestras necesidades a lo largo de todos estos años, algunas veces de forma milagrosa. Todo esto ha enseñado a nuestros hijos la importancia de la fe en Él.

Durante estos últimos años hemos vivido muchas alegrías junto a nuestros hijos. Pero también hemos tenido más preocupaciones. Nuestras niñas ya han crecido y ya son unas mujeres. Ambas terminaron universidad y ahora están ya casadas. Sin embargo, nuestros cinco hijos, con siete años de diferencia entre el mayor y el más joven, es otro cantar. Es decir, van entrando uno detrás del otro en esos años difíciles de la adolescencia. Nuevas pruebas les llegan a diario y nosotros les estamos cercanos en esta edad, donde necesitan tanto coraje para mantenerse firmes ante tantos peligros del mundo de hoy. La misión de guiarles que como padres tenemos es un nuevo reto cada día. Es una responsabilidad “genial”. Dios nos ha demostrado una y otra vez su amor y su fidelidad. Y sabemos que Él es la fuente de nuestra fuerza.

No es todo. Además, nuestras problemas financieros se han prolongado a lo largo de todos estos años. Recientemente, mi marido empezó un nuevo negocio y ha reducido nuestras entradas y afectado nuestras deudas. Pero es un negocio en el que nuestros hijos han podido colaborar y han podido aprender a trabajar con ética y con responsabilidad. Dios, quien ha sido tan fiel dándonos nuestro “pan de cada día”, seguirá siendo fiel, también en esta situación.

Durante estos 30 años, hemos tenido reproches mutuos como pareja. Diferencias personales de estilo de vida, del trabajo y de gustos personales a menudo nos tentaron a seguir nuestros caminos egoístas. Hemos experimentado fuertes divergencias, y tenido diferentes puntos de vista. Llegamos incluso a considerar la separación o el divorcio. Sin embargo, ambos hemos creído y creemos firmemente en los votos que hicimos delante de Dios hace 30 años –ese compromiso de mantenernos unidos, uno junto al otro, en la prosperidad y en la adversidad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte nos separe…-. Durante cada prueba, gracias de Dios, siempre hemos encontrado el modo de reconciliarnos; claro que no ha sido fácil.

En un mundo “mentalidado por el microhondas”, donde todos quieren “¡todo, ya, ahora mismo!”, la fidelidad a los votos matrimoniales es a veces muy duro, requiere mucho tiempo. Es doloroso afrontar cada prueba. No obstante, ambos creemos que los votos que hicimos delante de Dios son sagrados y Él nos llama a LUCHAR para mantener unido nuestro matrimonio. Esto requiere ser creativos, dedicar tiempo para estar juntos, buscar y encontrar nuevas soluciones.

Una última cosa. Nos hicimos promesa: “nunca irnos a dormir en camas separadas, no importa cuán enfadados estemos el uno con el otro”. La hemos mantenido fielmente. Hoy creemos que el “no haber dormido en camas separadas aunque estuviéramos enfadados” nos ha ayudado a “no haber dormido en otras camas” cuando sentíamos la tentación…

Gracias solamente a la ayuda de Dios y a su poder, podemos celebrar estos 30 años de matrimonio juntos.


Reflexión:

“En el reino del amor –decía Fulton F. Sheen- no hay llanura que valga; siempre se sube o se baja”. Y subiendo y bajando… esta formidable pareja ha pasado estos 30 años, pero siempre “en el reino del amor”. Abundantes dificultades, discusiones, aprietos económicos, enredos familiares, reproches mutuos, preocupaciones, trabas, luchas, súplicas, pruebas en la fe,… pero, ¡siempre en la misma cama! ¡Qué hermoso!
Me ha gustado uno de sus trucos: salir juntos. Es verdad que no siempre es posible por 999 razones (los niños, el trabajo, la enfermedad, la lluvia, etc.). Pero tampoco es imposible encontrar 1 entre 1000 para salir juntos al campo, salir juntos al cine, salir juntos a cenar, salir juntos, dándose la mano. Pascal acertó: “El corazón tiene razones que la razón no conoce”.
“El roce provoca el amor”, ¿te acuerdas? No basta amar a alguien, hay que demostrárselo. No dejes pasar un sólo día sin haber plantado una semilla de amor. No pasará mucho tiempo, y te verás rodeado de un paraíso terrenal.
Pero recuerda que en todo jardín siempre hay una serpiente: el egoísmo…

NOVENA DE LA VIRGEN DESATANUDOS, DEL 29 NOVIEMBRE AL 7 DICIEMBRE


Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a la festividad 
(29 de noviembre al 7 de diciembre)
Fuente: Aciprensa





Primer Día de la Novena de la Virgen Desatanudos



Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición para todos los días

Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido.
Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; 
pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como vos;
antes querría haber muerto que haberle ofendido,
y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia,
no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado.
Amen

Oración inicial:

Santísima Virgen María ”la que desata los nudos", te ofrezco esta novena pidiéndote por las siguientes intenciones:
(aquí se dicen y recuerdan los favores que se quieren alcanzar).

Primer Día:

”Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque el salvara a su pueblo de todos sus pecados”. (Mt 1, 21)

Breve reflexión:

Jesús es el gran desatador de nuestros pecados (nudos); pero también la Virgen María es la que le dio su carne y su sangre para que hecho hombre pudiera salvarnos del pecado y de la muerte. Dios se valió de una mujer para salvarnos; también se quiere valer de nosotros, como instrumentos para que su Hijo Jesús nos siga salvando.

Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria.

Oración a Nuestra Señora la que desata los nudos:

Santa María, llena de la presencia de Dios, durante los días de tu vida aceptaste con toda humildad la voluntad del Padre, y el maligno nunca fue capaz de enredarte con sus confusiones. Ya junto a tu hijo intercediste por nuestras dificultades, y con toda sencillez y paciencia, nos diste ejemplo de cómo desenredar la madeja de nuestras vidas. Y al quedarte para siempre como Madre Nuestra, pones en orden y haces más claros los lazos que nos unen al Señor. Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, tu que con corazón materno desatas los nudos que entorpecen nuestra vida, te pedimos que nos libres de las ataduras y confusiones con que nos hostiga el que es nuestro enemigo. Por tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo, libarnos de todo mal, Señora Nuestra, y desata los nudos que impiden que nos unamos a Dios, para que, libres de toda confusión y error, lo hallemos en todas las cosas, tengamos en El puestos nuestros corazones y podamos servirle en nuestros hermanos.
Amen.

Oración de Consagración a María:

Señora y Madre mía, Virgen Santa María, la que desata los nudos; a tus pies me encuentro para consagrarme a ti. Con filial afecto te ofrezco en este día cuanto soy y cuanto tengo: mis ojos, para mirarte; mis oídos, para escucharte; mi voz, para cantar tus alabanzas; mi vida, para servirte; mi corazón, para amarte. Acepta, Madre mía el ofrecimiento que te hago y colócame junto a tu corazón inmaculado. Ya que soy todo tuyo, Madre de misericordia, la que desata los nudos que aprisionan nuestro pobre corazón, guárdame y protegedme como posesión tuya. No permitas que me deje seducir por el maligno, ni que mi corazón quede enredado en sus engaños. Enséñame a aceptar los límites de mi condición humana, sin olvidar que puedo superarme con la ayuda de la gracia y que agradezca siempre a Dios por mi existencia. Ilumíname para que no deseche al Creador por las criaturas, ni me aparte del camino que él pensó para mí.
Amen.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.




Segundo día de la Novena de la Virgen Desatanudos



Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición para todos los días

Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido.
Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; 
pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como vos;
antes querría haber muerto que haberle ofendido,
y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia,
no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado.
Amen

Oración inicial:

Santísima Virgen María ”la que desata los nudos", te ofrezco esta novena pidiéndote por las siguientes intenciones: 
(aquí se dicen y recuerdan los favores que se quieren alcanzar).

Segundo Día:

”El ángel le respondió; El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios." (Lc 1, 21)

Breve reflexión:

Es Dios, Espíritu Santo, el que fecundo el vientre purísimo de María para que su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, naciera como hombre. Debido al pecado original es que no tenemos la posibilidad de nacer santos; pero desde el mismo momento en el que somos bautizados, acto por el cual se nos libra del pecado original, nuestro objetivo debe y tiene que ser el alcanzar la santidad, es decir , estar junto a Jesús en la vida eterna.

Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria.

Oración a Nuestra Señora la que desata los nudos:

Santa María, llena de la presencia de Dios, durante los días de tu vida aceptaste con toda humildad la voluntad del Padre, y el maligno nunca fue capaz de enredarte con sus confusiones. Ya junto a tu hijo intercediste por nuestras dificultades, y con toda sencillez y paciencia, nos diste ejemplo de cómo desenredar la madeja de nuestras vidas. Y al quedarte para siempre como Madre Nuestra, pones en orden y haces más claros los lazos que nos unen al Señor. Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, tu que con corazón materno desatas los nudos que entorpecen nuestra vida, te pedimos que nos libres de las ataduras y confusiones con que nos hostiga el que es nuestro enemigo. Por tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo, libarnos de todo mal, Señora Nuestra, y desata los nudos que impiden que nos unamos a Dios, para que, libres de toda confusión y error, lo hallemos en todas las cosas, tengamos en El puestos nuestros corazones y podamos servirle en nuestros hermanos.
Amen.

Oración de Consagración a María:

Señora y Madre mía, Virgen Santa María, la que desata los nudos; a tus pies me encuentro para consagrarme a ti. Con filial afecto te ofrezco en este día cuanto soy y cuanto tengo: mis ojos, para mirarte; mis oídos, para escucharte; mi voz, para cantar tus alabanzas; mi vida, para servirte; mi corazón, para amarte. Acepta, Madre mía el ofrecimiento que te hago y colócame junto a tu corazón inmaculado. Ya que soy todo tuyo, Madre de misericordia, la que desata los nudos que aprisionan nuestro pobre corazón, guárdame y protegedme como posesión tuya. No permitas que me deje seducir por el maligno, ni que mi corazón quede enredado en sus engaños. Enséñame a aceptar los límites de mi condición humana, sin olvidar que puedo superarme con la ayuda de la gracia y que agradezca siempre a Dios por mi existencia. Ilumíname para que no deseche al Creador por las criaturas, ni me aparte del camino que él pensó para mí.
Amen.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.



Tercer Día de la Novena de la Virgen Desatanudos



Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto decontrición para todos los días

Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido.
Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; 
pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como vos;
antes querría haber muerto que haberle ofendido,
y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia,
no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado.
Amen

Oración inicial:

Santísima Virgen María ”la que desata los nudos", te ofrezco esta novena pidiéndote por las siguientes intenciones:
(aquí se dicen y recuerdan los favores que se quieren alcanzar).

Tercer Día:

”Maria dijo entonces: yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mi lo que has dicho. Y el ángel se alejo". (Lc 1, 38)

Breve reflexión:

Debemos tratar de imitar la actitud de servicio de María. Es necesario que estemos con aquellas personas que tienen la necesidad de la Palabra de Dios, la que puede ser transmitida también con los pequeños actos buenos que realizamos cotidianamente.

Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria.

Oración a Nuestra Señora la que desata los nudos:
Santa María, llena de la presencia de Dios, durante los días de tu vida aceptaste con toda humildad la voluntad del Padre, y el maligno nunca fue capaz de enredarte con sus confusiones. Ya junto a tu hijo intercediste por nuestras dificultades, y con toda sencillez y paciencia, nos diste ejemplo de cómo desenredar la madeja de nuestras vidas. Y al quedarte para siempre como Madre Nuestra, pones en orden y haces más claros los lazos que nos unen al Señor. Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, tu que con corazón materno desatas los nudos que entorpecen nuestra vida, te pedimos que nos libres de las ataduras y confusiones con que nos hostiga el que es nuestro enemigo. Por tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo, libarnos de todo mal, Señora Nuestra, y desata los nudos que impiden que nos unamos a Dios, para que, libres de toda confusión y error, lo hallemos en todas las cosas, tengamos en El puestos nuestros corazones y podamos servirle en nuestros hermanos.
Amen.

Oración de Consagración a María: 

Señora y Madre mía, Virgen Santa María, la que desata los nudos; a tus pies me encuentro para consagrarme a ti. Con filial afecto te ofrezco en este día cuanto soy y cuanto tengo: mis ojos, para mirarte; mis oídos, para escucharte; mi voz, para cantar tus alabanzas; mi vida, para servirte; mi corazón, para amarte. Acepta, Madre mía el ofrecimiento que te hago y colócame junto a tu corazón inmaculado. Ya que soy todo tuyo, Madre de misericordia, la que desata los nudos que aprisionan nuestro pobre corazón, guárdame y protegedme como posesión tuya. No permitas que me deje seducir por el maligno, ni que mi corazón quede enredado en sus engaños. Enséñame a aceptar los límites de mi condición humana, sin olvidar que puedo superarme con la ayuda de la gracia y que agradezca siempre a Dios por mi existencia. Ilumíname para que no deseche al Creador por las criaturas, ni me aparte del camino que él pensó para mí.
Amen.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Cuarto Día de la Novena de la Virgen Desatanudos


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto decontrición para todos los días

Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido.
Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; 
pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como vos;
antes querría haber muerto que haberle ofendido,
y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia,
no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado.
Amen

Oración inicial:

Santísima Virgen María ”la que desata los nudos", te ofrezco esta novena pidiéndote por las siguientes intenciones:
(aquí se dicen y recuerdan los favores que se quieren alcanzar).

Cuarto Día:
”Vayamos a Belén y veamos lo que ha sucedido... fueron rápidamente y encontraron a María y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo contaron lo que había oído decir de este niño... mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón." (Lc 2, 15-19)

Breve reflexión:

Es nuestra misión como cristianos y como miembros de una misma Iglesia, el difundir a todo el mundo la Buena Noticia del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Para esto debemos alimentarnos permanentemente de su palabra en la Santa Misa y, al igual que Maria, guardarla y meditarla en nuestro corazón.

Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria.

Oración a Nuestra Señora la que desata los nudos:
Santa María, llena de la presencia de Dios, durante los días de tu vida aceptaste con toda humildad la voluntad del Padre, y el maligno nunca fue capaz de enredarte con sus confusiones. Ya junto a tu hijo intercediste por nuestras dificultades, y con toda sencillez y paciencia, nos diste ejemplo de cómo desenredar la madeja de nuestras vidas. Y al quedarte para siempre como Madre Nuestra, pones en orden y haces más claros los lazos que nos unen al Señor. Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, tu que con corazón materno desatas los nudos que entorpecen nuestra vida, te pedimos que nos libres de las ataduras y confusiones con que nos hostiga el que es nuestro enemigo. Por tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo, libarnos de todo mal, Señora Nuestra, y desata los nudos que impiden que nos unamos a Dios, para que, libres de toda confusión y error, lo hallemos en todas las cosas, tengamos en El puestos nuestros corazones y podamos servirle en nuestros hermanos.
Amen.

Oración de Consagración a María:

Señora y Madre mía, Virgen Santa María, la que desata los nudos; a tus pies me encuentro para consagrarme a ti. Con filial afecto te ofrezco en este día cuanto soy y cuanto tengo: mis ojos, para mirarte; mis oídos, para escucharte; mi voz, para cantar tus alabanzas; mi vida, para servirte; mi corazón, para amarte. Acepta, Madre mía el ofrecimiento que te hago y colócame junto a tu corazón inmaculado. Ya que soy todo tuyo, Madre de misericordia, la que desata los nudos que aprisionan nuestro pobre corazón, guárdame y protegedme como posesión tuya. No permitas que me deje seducir por el maligno, ni que mi corazón quede enredado en sus engaños. Enséñame a aceptar los límites de mi condición humana, sin olvidar que puedo superarme con la ayuda de la gracia y que agradezca siempre a Dios por mi existencia. Ilumíname para que no deseche al Creador por las criaturas, ni me aparte del camino que él pensó para mí.
Amen.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.



Quinto Día de la Novena de la Virgen Desatanudos

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto decontrición para todos los días

Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido.
Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; 
pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como vos;
antes querría haber muerto que haberle ofendido,
y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia,
no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado.
Amen

Oración inicial:

Santísima Virgen María ”la que desata los nudos", te ofrezco esta novena pidiéndote por las siguientes intenciones:
(aquí se dicen y recuerdan los favores que se quieren alcanzar).

Quinto Día:

”Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de Jesús. El anciano Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: “Este niño será causa de caída y elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti mismo una espada te atravesara el corazón."

Breve reflexión:

Desde niño, Jesús cumplió con la misión encomendada por su Padre celestial, que fue la de transmitir su palabra. Sin embargo, no siempre fue entendido y aceptado dicho mensaje, lo cual derivo en su muerte. Pidámosle a Cristo, por intersección de María, que nos llene de valor para cambiar aquellas cosas que es posible cambiar y serenidad para soportar las que no podemos cambiar.

Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria.

Oración a Nuestra Señora la que desata los nudos:
Santa María, llena de la presencia de Dios, durante los días de tu vida aceptaste con toda humildad la voluntad del Padre, y el maligno nunca fue capaz de enredarte con sus confusiones. Ya junto a tu hijo intercediste por nuestras dificultades, y con toda sencillez y paciencia, nos diste ejemplo de cómo desenredar la madeja de nuestras vidas. Y al quedarte para siempre como Madre Nuestra, pones en orden y haces más claros los lazos que nos unen al Señor. Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, tu que con corazón materno desatas los nudos que entorpecen nuestra vida, te pedimos que nos libres de las ataduras y confusiones con que nos hostiga el que es nuestro enemigo. Por tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo, libarnos de todo mal, Señora Nuestra, y desata los nudos que impiden que nos unamos a Dios, para que, libres de toda confusión y error, lo hallemos en todas las cosas, tengamos en El puestos nuestros corazones y podamos servirle en nuestros hermanos.
Amen.

Oración de Consagración a María:

Señora y Madre mía, Virgen Santa María, la que desata los nudos; a tus pies me encuentro para consagrarme a ti. Con filial afecto te ofrezco en este día cuanto soy y cuanto tengo: mis ojos, para mirarte; mis oídos, para escucharte; mi voz, para cantar tus alabanzas; mi vida, para servirte; mi corazón, para amarte. Acepta, Madre mía el ofrecimiento que te hago y colócame junto a tu corazón inmaculado. Ya que soy todo tuyo, Madre de misericordia, la que desata los nudos que aprisionan nuestro pobre corazón, guárdame y protegedme como posesión tuya. No permitas que me deje seducir por el maligno, ni que mi corazón quede enredado en sus engaños. Enséñame a aceptar los límites de mi condición humana, sin olvidar que puedo superarme con la ayuda de la gracia y que agradezca siempre a Dios por mi existencia. Ilumíname para que no deseche al Creador por las criaturas, ni me aparte del camino que él pensó para mí.
Amen.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Sexto Día de la Novena de la Virgen Desatanudos


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto decontrición para todos los días

Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido.
Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; 
pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como vos;
antes querría haber muerto que haberle ofendido,
y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia,
no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado.
Amen

Oración inicial:

Santísima Virgen María ”la que desata los nudos", te ofrezco esta novena pidiéndote por las siguientes intenciones:
(aquí se dicen y recuerdan los favores que se quieren alcanzar).

Sexto Día:

”Jesús le respondió: Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía. Pero su madre dijo a los sirvientes: Hagan todo lo que Él les diga." (Jn 2, 4-5)

Breve reflexión:

María, siendo Madre de Cristo, siempre hizo lo que Él le dijo. Imitemos permanentemente su obediencia a la voluntad de Dios y escuchémoslo día a día desde el Evangelio donde Jesús nos dice que quiere que hagamos.

Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria.

Oración a Nuestra Señora la que desata los nudos:

Santa María, llena de la presencia de Dios, durante los días de tu vida aceptaste con toda humildad la voluntad del Padre, y el maligno nunca fue capaz de enredarte con sus confusiones. Ya junto a tu hijo intercediste por nuestras dificultades, y con toda sencillez y paciencia, nos diste ejemplo de cómo desenredar la madeja de nuestras vidas. Y al quedarte para siempre como Madre Nuestra, pones en orden y haces más claros los lazos que nos unen al Señor. Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, tu que con corazón materno desatas los nudos que entorpecen nuestra vida, te pedimos que nos libres de las ataduras y confusiones con que nos hostiga el que es nuestro enemigo. Por tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo, libarnos de todo mal, Señora Nuestra, y desata los nudos que impiden que nos unamos a Dios, para que, libres de toda confusión y error, lo hallemos en todas las cosas, tengamos en El puestos nuestros corazones y podamos servirle en nuestros hermanos.
Amen.

Oración de Consagración a María:

Señora y Madre mía, Virgen Santa María, la que desata los nudos; a tus pies me encuentro para consagrarme a ti. Con filial afecto te ofrezco en este día cuanto soy y cuanto tengo: mis ojos, para mirarte; mis oídos, para escucharte; mi voz, para cantar tus alabanzas; mi vida, para servirte; mi corazón, para amarte. Acepta, Madre mía el ofrecimiento que te hago y colócame junto a tu corazón inmaculado. Ya que soy todo tuyo, Madre de misericordia, la que desata los nudos que aprisionan nuestro pobre corazón, guárdame y protegedme como posesión tuya. No permitas que me deje seducir por el maligno, ni que mi corazón quede enredado en sus engaños. Enséñame a aceptar los límites de mi condición humana, sin olvidar que puedo superarme con la ayuda de la gracia y que agradezca siempre a Dios por mi existencia. Ilumíname para que no deseche al Creador por las criaturas, ni me aparte del camino que él pensó para mí.
Amen.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Séptimo Día de la Novena de la Virgen Desatanudos


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto decontrición para todos los días

Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido.
Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; 
pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como vos;
antes querría haber muerto que haberle ofendido,
y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia,
no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado.
Amen

Oración inicial:

Santísima Virgen María ”la que desata los nudos", te ofrezco esta novena pidiéndote por las siguientes intenciones:
(aquí se dicen y recuerdan los favores que se quieren alcanzar).

”Pidan y se les dará, busquen y encontraran, llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra; y al que llame se le abrirá."
(Mt 7, 7-8)

Breve meditación:

La única manera de entablar un dialogo con Cristo o con María es a través de la oración. La oración hecha con fe es el arma más poderosa para luchar contra las confusiones con que nos hostiga el que es nuestro enemigo. No olvidemos que Dios nos escucha siempre, pero a veces no nos da lo que pedimos sino lo que verdaderamente necesitamos

Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria.

Oración a Nuestra Señora la que desata los nudos:

Santa María, llena de la presencia de Dios, durante los días de tu vida aceptaste con toda humildad la voluntad del Padre, y el maligno nunca fue capaz de enredarte con sus confusiones. Ya junto a tu hijo intercediste por nuestras dificultades, y con toda sencillez y paciencia, nos diste ejemplo de cómo desenredar la madeja de nuestras vidas. Y al quedarte para siempre como Madre Nuestra, pones en orden y haces más claros los lazos que nos unen al Señor. Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, tu que con corazón materno desatas los nudos que entorpecen nuestra vida, te pedimos que nos libres de las ataduras y confusiones con que nos hostiga el que es nuestro enemigo. Por tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo, libarnos de todo mal, Señora Nuestra, y desata los nudos que impiden que nos unamos a Dios, para que, libres de toda confusión y error, lo hallemos en todas las cosas, tengamos en El puestos nuestros corazones y podamos servirle en nuestros hermanos.
Amen.

Oración de Consagración a María:

Señora y Madre mía, Virgen Santa María, la que desata los nudos; a tus pies me encuentro para consagrarme a ti. Con filial afecto te ofrezco en este día cuanto soy y cuanto tengo: mis ojos, para mirarte; mis oídos, para escucharte; mi voz, para cantar tus alabanzas; mi vida, para servirte; mi corazón, para amarte. Acepta, Madre mía el ofrecimiento que te hago y colócame junto a tu corazón inmaculado. Ya que soy todo tuyo, Madre de misericordia, la que desata los nudos que aprisionan nuestro pobre corazón, guárdame y protegedme como posesión tuya. No permitas que me deje seducir por el maligno, ni que mi corazón quede enredado en sus engaños. Enséñame a aceptar los límites de mi condición humana, sin olvidar que puedo superarme con la ayuda de la gracia y que agradezca siempre a Dios por mi existencia. Ilumíname para que no deseche al Creador por las criaturas, ni me aparte del camino que él pensó para mí.
Amen.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Octavo Día de la Novena de la Virgen Desatanudos


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto decontrición para todos los días

Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido.
Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; 
pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como vos;
antes querría haber muerto que haberle ofendido,
y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia,
no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado.
Amen

Oración inicial:

Santísima Virgen María ”la que desata los nudos", te ofrezco esta novena pidiéndote por las siguientes intenciones:
(aquí se dicen y recuerdan los favores que se quieren alcanzar).

Octavo Día:

”Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: Mujer aquí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo: Aquí tienes a tu madre, Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa." (Jn 19, 26-27)

Breve reflexión:

Tanto es el amor que nos tiene Jesús, que antes de morir nos dejó a María, su propia madre, para que nos cuidara y nos guiara por el camino que Dios preparo para cada uno de nosotros.

Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria.

Oración a Nuestra Señora la que desata los nudos:

Santa María, llena de la presencia de Dios, durante los días de tu vida aceptaste con toda humildad la voluntad del Padre, y el maligno nunca fue capaz de enredarte con sus confusiones. Ya junto a tu hijo intercediste por nuestras dificultades, y con toda sencillez y paciencia, nos diste ejemplo de cómo desenredar la madeja de nuestras vidas. Y al quedarte para siempre como Madre Nuestra, pones en orden y haces más claros los lazos que nos unen al Señor. Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, tu que con corazón materno desatas los nudos que entorpecen nuestra vida, te pedimos que nos libres de las ataduras y confusiones con que nos hostiga el que es nuestro enemigo. Por tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo, libarnos de todo mal, Señora Nuestra, y desata los nudos que impiden que nos unamos a Dios, para que, libres de toda confusión y error, lo hallemos en todas las cosas, tengamos en El puestos nuestros corazones y podamos servirle en nuestros hermanos.
Amen.

Oración de Consagración a María:

Señora y Madre mía, Virgen Santa María, la que desata los nudos; a tus pies me encuentro para consagrarme a ti. Con filial afecto te ofrezco en este día cuanto soy y cuanto tengo: mis ojos, para mirarte; mis oídos, para escucharte; mi voz, para cantar tus alabanzas; mi vida, para servirte; mi corazón, para amarte. Acepta, Madre mía el ofrecimiento que te hago y colócame junto a tu corazón inmaculado. Ya que soy todo tuyo, Madre de misericordia, la que desata los nudos que aprisionan nuestro pobre corazón, guárdame y protegedme como posesión tuya. No permitas que me deje seducir por el maligno, ni que mi corazón quede enredado en sus engaños. Enséñame a aceptar los límites de mi condición humana, sin olvidar que puedo superarme con la ayuda de la gracia y que agradezca siempre a Dios por mi existencia. Ilumíname para que no deseche al Creador por las criaturas, ni me aparte del camino que él pensó para mí.
Amen.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.



Noveno Día de la Novena de la Virgen Desatanudos


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto decontrición para todos los días

Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido.
Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; 
pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como vos;
antes querría haber muerto que haberle ofendido,
y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia,
no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado.
Amen

Oración inicial:

Santísima Virgen María ”la que desata los nudos", te ofrezco esta novena pidiéndote por las siguientes intenciones:
(aquí se dicen y recuerdan los favores que se quieren alcanzar).

Noveno Día:

”Los apóstoles, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración en compañía de algunas mujeres; de María, la madre de Jesús....” y “ al llegar el día de Pentecostés, todos quedaron llenos del Espíritu Santo". (Hch 1, 14 y 2, 1.4)

Breve reflexión:

El Padre nos envía en la fiesta de Pentecostés al Espíritu Santo para que obtengamos la fuerza necesaria para poder transmitir su mensaje. Esa fuerza nos es dada especialmente en el sacramento de la Confirmación junto con sus siete dones y también cada vez que lo pedimos humilde y confiadamente en la oración.

Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria.

Oración a Nuestra Señora la que desata los nudos:
Santa María, llena de la presencia de Dios, durante los días de tu vida aceptaste con toda humildad la voluntad del Padre, y el maligno nunca fue capaz de enredarte con sus confusiones. Ya junto a tu hijo intercediste por nuestras dificultades, y con toda sencillez y paciencia, nos diste ejemplo de cómo desenredar la madeja de nuestras vidas. Y al quedarte para siempre como Madre Nuestra, pones en orden y haces más claros los lazos que nos unen al Señor. Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, tu que con corazón materno desatas los nudos que entorpecen nuestra vida, te pedimos que nos libres de las ataduras y confusiones con que nos hostiga el que es nuestro enemigo. Por tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo, libarnos de todo mal, Señora Nuestra, y desata los nudos que impiden que nos unamos a Dios, para que, libres de toda confusión y error, lo hallemos en todas las cosas, tengamos en El puestos nuestros corazones y podamos servirle en nuestros hermanos.
Amen.

Oración de Consagración a María:

Señora y Madre mía, Virgen Santa María, la que desata los nudos; a tus pies me encuentro para consagrarme a ti. Con filial afecto te ofrezco en este día cuanto soy y cuanto tengo: mis ojos, para mirarte; mis oídos, para escucharte; mi voz, para cantar tus alabanzas; mi vida, para servirte; mi corazón, para amarte. Acepta, Madre mía el ofrecimiento que te hago y colócame junto a tu corazón inmaculado. Ya que soy todo tuyo, Madre de misericordia, la que desata los nudos que aprisionan nuestro pobre corazón, guárdame y protegedme como posesión tuya. No permitas que me deje seducir por el maligno, ni que mi corazón quede enredado en sus engaños. Enséñame a aceptar los límites de mi condición humana, sin olvidar que puedo superarme con la ayuda de la gracia y que agradezca siempre a Dios por mi existencia. Ilumíname para que no deseche al Creador por las criaturas, ni me aparte del camino que él pensó para mí.
Amen.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.