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MARÍA, REINA DEL CIELO


María, Reina del Cielo
Sé mi guía, sé mi senda de llegada al Reino. Toca con tu suave mirada mi duro corazón.


Por: Oscar Schmidt | Fuente: www.reinadelcielo.org 




Jesús, elevado en la Cruz, nos regaló una Madre para toda la eternidad. Juan, el Discípulo amado, nos representó a todos nosotros en ese momento y luego se llevó a María con él, para cuidarla por los años que restaron hasta su Asunción al Cielo.

María se transformó así no sólo en tu Madre, sino también en la Madre de nuestra propia madre terrenal, de nuestro padre, hijos, de nuestros hermanos, amigos, enemigos, ¡de todos!.

Una Madre perfecta, colocada por Dios en un sitial muchísimo más alto que el de cualquier otro fruto de la Creación. María es la mayor joya colocada en el alhajero de la Santísima Trinidad, la esperanza puesta en nosotros como punto máximo de la Creación. La criatura perfecta que se eleva sobre todas nuestras debilidades y tendencias mundanas. ¡Por eso es nuestra Madre!.

La Reina del Cielo es también el punto de unión entre la Divinidad de Dios y nuestra herencia de realeza. Nuestro legado proviene del primer paraíso, cuando como hijos auténticos del Rey Creador poseíamos pleno derecho a reinar sobre el fruto de la creación, la cual nos obedecía. Perdido ese derecho por la culpa original, obtuvimos como Embajadora a una criatura como nosotros, elevada al sitial de ser la Madre del propio Hijo de Dios.

¡Y Dios la hace Reina del Cielo, y de la tierra también!. Allí se esconde el misterio de María como la nueva Arca que nos llevará nuevamente al Palacio, a adorar el Trono del Dios Trino. María es el punto de unión entre Dios y nosotros. Por eso Ella es Embajadora, Abogada, Intercesora, Mediadora. ¿Quién mejor que Ella para comprendernos y pedir por nuestras almas a Su Hijo, el Justo Juez?. María es la prueba del infinito amor de Dios por nosotros: Dios la coloca a Ella para defendernos, sabiendo que de este modo tendremos muchas más oportunidades de salvarnos, contando con la Abogada más amorosa y misericordiosa que pueda jamás haber existido. ¿Somos realmente conscientes del regalo que nos hace Dios al darnos una Madre como Ella, que además es nuestra defensora ante Su Trono?.

Si tuvieras que elegir a alguien para que te defienda en una causa difícil, una causa en la que te va la vida. ¿A quien elegirías?.

Dios ya ha hecho la elección por ti, y vaya si ha elegido bien: tu propia Madre es Reina y Abogada, Mediadora e Intercesora.

¿Qué le pedirías a Ella, entonces?.

Reina del Cielo, sé mi guía, sé mi senda de llegada al Reino. Toca con tu suave mirada mi duro corazón, llena de esperanza mis días de oscuridad y permite que vea en ti el reflejo del fruto de tu vientre, Jesús. No dejes que Tus ojos se aparten de mi, y haz que los míos te busquen siempre a ti, ahora y en la hora de mi muerte.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 23 DE AGOSTO


Los cinco minutos de María
Agosto 23



“No es vana alabanza la que se tributa a María con el título de Reina de los Apóstoles, educadores de la Iglesia naciente. Del mismo modo que con su ayuda y consejos de Madre asistió a los Apóstoles, así también debe afirmarse que otorga su asistencia hasta el fin de los tiempos a todos los herederos de su misión apostólica”, afirmó el Papa Emérito Benedicto XVI.

Si eres apóstol de Cristo, por ser un cristiano comprometido, deja que ella te oriente y te acompañe en tus desvelos apostólicos y de evangelización.

Virgen María, vuelve a nosotros tus divinos ojos, llenos de amor y de serena luz.


* P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 22 DE AGOSTO


Los cinco minutos de María
Agosto 22



El Corazón de María siempre se relaciona con la paz. María recibió en su corazón y en sus entrañas al Mesías, el rey de la paz.

La paz es el fruto del amor de Dios a los hombres. La paz se construye sobre el amor y la justicia del Reino que hace de los hombres solidarios hijos de Dios y hermanos. Esta es la “felicidad” del Evangelio: “Felices los que trabajan por la paz, porque serán hijos de Dios” (Mt 5,9).

María, Reina de la paz, concédenos construir la paz sobre la solidaridad y la justicia que son el fundamento de una paz profunda y duradera.

* P. Alfonso Milagro