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miércoles, 10 de mayo de 2017

7 COSAS QUE DEBES SABER SOBRE LA VIRGEN DE FÁTIMA


7 cosas que debes saber sobre la Virgen de Fátima
 Crédito: Daniel Ibañez





 (ACI).- El 13 de mayo es la fiesta de la Virgen de Fátima, la aparición aprobada por la Santa Sede más famosa del siglo XX, particularmente por el tercer secreto que María reveló a los tres pastorcitos en la Cova da Iria (Portugal) y fue transcrito por Sor Lucía el 3 de enero de 1944.

Aquí presentamos 7 cosas que todo católico debe saber sobre esta aparición.


1. La Virgen apareció 6 veces en Fátima

En tiempos de la Primera Guerra Mundial la pastorcita Lucía dos Santos dijo haber experimentado las visitas sobrenaturales de la Virgen María en 1915, dos años antes de las famosas apariciones.

En 1917, ella y dos de sus primos, Francisco y Jacinta Marto, estaban trabajando como pastores en los rebaños de sus familias en un pequeño pueblo de Fátima llamado Cova de Iría. El 13 de mayo de aquel año, los tres niños vieron una aparición de la Virgen María que les dijo, entre otras cosas, que regresaría durante los próximos seis meses todos los días 13 a la misma hora.

María también reveló a los niños, en la segunda aparición, que Francisco y Jacinta morirían pronto y que Lucía sobreviviría para dar testimonio de las apariciones.

En la tercera aparición de la Virgen, el 13 de julio, a Lucía se le devela el secreto de Fátima. Según los informes, se puso pálida y gritó de miedo llamando a la Virgen por su nombre. Hubo un trueno, y la visión terminó. Los niños volvieron a ver a la Virgen el 13 de septiembre.

En la sexta y última aparición, el 13 de octubre, ante miles de peregrinos que llegaron a Fátima (Portugal), se produjo el denominado “Milagro del sol”, en el que, luego de la aparición de la Virgen María a los pastorcitos Jacinta, Francisco y Lucía, se pudo ver al sol temblar, en una especie de “danza”, según relataron los que estaban ahí.

2. Francisco y Jacinta murieron pronto, Lucía se hizo religiosa 

Una pandemia de gripe española barrió Europa en 1918 y mató cerca de 20 millones de personas. Entre ellos se encontraban Francisco y Jacinta, que contrajeron la enfermedad en 1918 y fallecieron en 1919 y 1920 respectivamente. Por su parte, Lucía entró en el convento de las Hermanas Doroteas.

El 13 de junio de 1929, en la capilla del convento en Tuy en España, Lucía tuvo otra experiencia mística en la que vio a la Santísima Trinidad y a la Virgen María. Esta última les dijo: "Ha llegado el momento en que Dios le pide al Santo Padre, en unión con todos los obispos del mundo, hacer la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, prometiendo salvarla por este medio" (S. Zimdars-Schwartz, Encuentro con María, 197).

El 13 de octubre de 1930, el Obispo de Leiria (ahora Leiria-Fátima) proclamó las apariciones de Fátima como auténticas.

3. Sor Lucía escribió el secreto de Fátima 18 años después de las apariciones

Entre 1935 y 1941, bajo las órdenes de sus superiores, Sor Lucía escribió cuatro memorias de los acontecimientos de Fátima.

En la tercera memoria -publicada en 1941- escribió las dos primeras partes del secreto y explicó que había una tercera parte que el cielo aún no le permitía revelar.

En la cuarta memoria añadió una frase al final de la segunda parte del secreto: "En Portugal, se conservará siempre el dogma de la fe, etc".

Esta frase fue la base de mucha especulación, se dijo que la tercera parte del secreto se refería a una gran apostasía.

Tras la publicación de la tercera y cuarta memoria, el mundo puso atención en el secreto de Fátima y las tres partes del mensaje, incluyendo la petición de la Virgen para que Rusia se consagre a su Inmaculado Corazón a través del Papa y los obispos del mundo.

El 31 de octubre de 1942 Pío XII consagró no sólo Rusia, sino a todo el mundo al Inmaculado Corazón de María. Lo que faltó, sin embargo, fue la participación de los obispos del mundo.

En 1943, el Obispo de Leiria ordenó a Sor Lucía poner el tercer secreto de Fátima por escrito, pero ella no se sentía en libertad de hacerlo hasta 1944. Fue puesto en un sobre lacrado en el que Sor Lucía escribió que no debía abrirse hasta 1960.

4. La tercera parte del secreto de Fátima fue leída por varios Papas

El secreto se mantuvo con el Obispo de Leiria hasta 1957, cuando fue solicitado (junto con copias de otros escritos de la Hermana Lucía) por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Según el Cardenal Tarcisio Bertone, el secreto fue leído por Juan XXIII y Pablo VI.

"Juan Pablo II, por su parte, pidió el sobre que contiene la tercera parte del ‘secreto’ tras el intento de asesinato que sufrió el 13 de mayo 1981".

Después de leer el secreto, el Santo Padre se dio cuenta de la conexión entre el intento de asesinato y Fátima: “fue la mano de una madre que guió la trayectoria de la bala”, detalló. Fue este Papa quien decidió publicarlo en el año 2000.

Para saber más del tercer secreto de Fátima puede ingresar al siguiente enlace

5. Las claves del secreto: arrepentimiento y conversión

El entonces Cardenal Joseph Ratzinger (Papa Emérito Benedicto XVI), Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, señaló que la clave de la aparición de Fátima es su llamado al arrepentimiento y a la conversión. (Comentario Teológico)

Las tres partes del secreto sirven para motivar al individuo al arrepentimiento y lo hacen de una manera contundente.

6. La primera parte del secreto es una visión del infierno

La primera parte del secreto -la visión del infierno- es para muchos la más importante, porque revela a los individuos las trágicas consecuencias de la falta de arrepentimiento y lo que les espera en el mundo invisible si no se convierten.

7. La segunda parte del secreto es sobre la devoción al Inmaculado Corazón

En la segunda parte María dice:

"Usted ha visto el infierno donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón".

Después de explicar la visión del infierno, María habló de una guerra que "iniciará durante el pontificado de Pío XI."

Esta última fue la Segunda Guerra Mundial, que fue ocasionada, según las consideraciones de Sor Lucía, por la anexión de Austria a Alemania durante el pontificado de Pío XI (J. de Marchi, Temoignages sur les apparitions de Fatima, 346).

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Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.

LAS DOS CARTAS


Las dos cartas



La humildad consiste en el reconocimiento de que Dios es el autor de todo bien. De él proviene todo cuanto tenemos y somos. Y también cuanto tiene y es nuestro prójimo. Por eso no cabe el sentido competitivo de la vida, que está en el fondo de la actitud soberbia y envidiosa. El que quiere sobresalir no busca tanto alcanzar una meta, sino crear distancia respecto de los otros.

El Cura de Ars dijo en cierta ocasión: “He recibido dos cartas en el mismo correo; una decía que yo era un gran santo, y la otra, que era un hipócrita y un impostor. La primera no me hacía mejor de lo que soy y la segunda no me hacía peor de lo que soy. Delante de Dios, todos somos lo que somos, nada más ni nada menos”.

Ubicarse ante Dios significa ser conscientes de nuestra pequeñez y dependencia, porque “El Señor es un Dios grande, tiene en su mano los abismos de la tierra, son suyas las cumbres de los montes, suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos”, (Sal 95). Ante él “somos polvo y ceniza”, como le dijo Abrahán.


* Enviado por el P. Natalio

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 10 DE MAYO DEL 2017


Solo para salvarte vine al mundo
San Juan 12, 44-50. IV Miércoles de Pascua.



Por: H. Iván Yoed González Aréchiga LC | Fuente: www.missionkits.org 





En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Quiero siempre serte fiel, Señor. ¿Por qué me alejo de Ti en tantas ocasiones cuando mi deseo no es sino amarte? Soy débil y Tú misericordioso. ¿Me alejé de Ti otra vez? Heme aquí. Para estar contigo, heme aquí.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Juan 12, 44-50
En aquel tiempo, exclamó Jesús con fuerte voz: "El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquél que me ha enviado; el que me ve a mí, ve aquél que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, para que todo el que crea en mí no siga en tinieblas.
Si alguno oye mis palabras y no las pone en práctica, yo no lo voy a condenar; porque no he venido al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.
El que me rechaza y no acepta mis palabras, tiene ya quien lo condene: las palabras que yo he hablado lo condenarán en el último día. Porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que mi Padre, que me envió, me ha mandado lo que tengo que decir y hablar. Y yo sé que su mandamiento es vida eterna. Así, pues, lo que hablo, lo digo como el Padre me lo ha dicho".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
¿Cuál es el sentido de mi fe?, ¿cuál es el sentido de ser cristiano?, ¿es tan sólo una forma de vivir, Señor?  ¿Qué viniste a darme?, ¿qué trajiste que no pudiese yo encontrar por mis propias fuerzas?, ¿qué trajiste de nuevo? ¿O debería  preguntarte qué viniste a hacer nuevo?
Tantas preguntas surgen en mi corazón, y tantas veces no logro convertirlas en palabras. Como estas preguntas, tantas otras más andan por allí en mi corazón, sin saber ser dichas por mi boca. ¡Cómo quisiera exponértelas todas, Señor! Sí, soy un cristiano con tantos deseos en su interior, con sus crisis, con sus ilusiones, y que camina tantas veces a tientas en los caminos que Tú le muestras.
A veces puedo llegar a sentirme solo, sola, en medio de tantos problemas en el mundo, en donde quizá muchos me reclaman, casi como si fuese yo el culpable, qué es lo que vino Cristo a traer a este mundo.
Hoy me has respondido una vez más. Pero es una respuesta que no aclara todos los misterios. Tantas veces he escuchado que Tú eres un caballero y que jamás te entrometerás en mi corazón. Viniste a abrirme las puertas del cielo, el acceso a la presencia de tu Padre, pero el andar corresponde a mis pies.
Si alguna vez el hombre dudó de su propia salvación, de su permanecer en la eternidad, de trascender a la eterna felicidad; si alguna vez el hombre dudó si viviría después de la muerte; si alguna vez el hombre deseó encontrar un verdadero puente hacia la luz sin fin; finalmente la respuesta llegó: Tú.
Pero viniste a los hombres para llevártelos como hombres; viniste y me abriste las puertas de tu presencia, pero no me quitaste la libertad; me conservaste la capacidad de amar. No viniste a deshacer al hombre de lo que es sino a renovarlo y elevarlo, enseñándolo a donarse plenamente –y siempre libre.
Ese venir no fue tan sólo para pronunciar discursos, transmitir ideologías. Para compartir ideas no habría sido necesario hacerte carne. Viniste a encontrarte conmigo y por ello te hiciste semejante a mí hasta en lo más profundo de mi ser. Puedo afirmar con gratitud, y sólo gratitud, que mi vocación como cristiano no es una forma más de vida, sino el fruto del encuentro con el mismo Dios.
"Dios no nos clava a nuestro pecado, no nos identifica con el mal que hemos cometido. Tenemos un nombre y Dios no identifica este nombre con el pecado que hemos cometido. Nos quiere liberar y quiere que también nosotros lo queramos con Él. Quiere que nuestra libertad se convierta del mal al bien, y esto es posible -¡es posible!- con su gracia.

Que la Virgen María nos ayude a confiarnos completamente a la misericordia de Dios, para convertirnos en criaturas nuevas."
(Ángelus de S.S. Francisco, 13 de marzo de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
¿Qué tanto dirijo mi vida según mi vocación de cristiano? ¿Hay algo que pueda hacer para poder amar más libremente?
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

PAPA FRANCISCO EN LA AUDIENCIA GENERAL: LAS MADRES NO TRAICIONAN


Papa Francisco en la Audiencia General: ¡Las madres no traicionan!
Por Miguel Pérez Pichel
Foto: Elise Harris (ACI Prensa)





(ACI).- Durante la catequesis pronunciada en la Audiencia General celebrada este miércoles en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, el Papa Francisco destacó el papel de María en el plan salvífico de Dios: su fidelidad a la voluntad divina y su valentía al aceptar esa voluntad son un ejemplo para todas las madres del mundo. “¡Las madres no traicionan!”, exclamó.

El Santo Padre continuó el itinerario de catequesis sobre la esperanza cristiana que ha desarrollado en los últimos meses. En esta ocasión, quiso mirar hacia María “Madre de la Esperanza”.

Francisco destacó la importancia de la virgen en su camino de madre, pero también sus desvelos. “Desde su primera aparición en la historia evangélica, su figura se presenta como si fuera el personaje de un drama”.

En este sentido, destacó que María era una mujer valiente, que sabía confiar, y eso se demostró en su respuesta afirmativa al ángel de la Anunciación. “No fue sencillo responder con un ‘sí’ a la invitación del ángel: pero ella, una mujer todavía en la flor de la juventud, responde con valentía, a pesar de no saber nada del destino que le esperaba”.

María, continuó el Papa, “se nos aparece en ese instante como una de tantas madres de nuestro mundo: valiente hasta el extremo cuando se trata de acoger en el vientre la historia de un nuevo hombre que nace”.

En este “sí” de María, el Pontífice explicó que reside un rasgo que debe caracterizar la vida de todo cristiano: la confianza en Dios. “Aquel ‘sí’ es el primer paso de una larga lista de obediencia que la acompañará en su itinerario de madre”.

“María no es una mujer que se deprima ante las incertidumbres de la vida, especialmente cuando nada parece ir a nuestra manera. Tampoco es una mujer que proteste con violencia, arremetiendo contra el destino de la vida que a menudo revela una cara hostil”.

Por el contrario, “es una mujer que escucha, que acoge la existencia, así como esa se entrega a nosotros, con sus días de felicidad, pero también con sus tragedias con las que nunca habría querido encontrarse”. En este itinerario, María, como madre, pasó por varias “noches”, hasta “la noche suprema que es cuando su Hijo es clavado al leño de la cruz”.

Hasta el día de la cruz “María había permanecido casi desaparecida de la trama de los Evangelios”. “Pero María reaparece justo en el momento crucial: cuando gran parte de los amigos de su hijo han desaparecido por el miedo”.

“¡Las madres no traicionan!”, exclamó el Papa. “Y en aquel instante, al pie de la cruz, ninguno de nosotros puede decir quién sufría una pasión más cruel: aquel hombre inocente que muere en el patíbulo de la cruz, o la madre que sufre una agonía acompañando los últimos instantes de la vida de su hijo”.

“Todos nosotros hemos conocido a mujeres fuertes que han llevado adelante tantos sufrimientos de los hijos”.

“María ‘estaba’, simplemente estaba ahí. Y ahí nos encontramos nuevamente a la joven mujer de Nazaret”. “María está allí fielmente presente, siempre con una lámpara encendida en un lugar de sombras y tinieblas. Tampoco ella conoce el destino de la resurrección que su Hijo estaba en aquel instante abriendo para todos nosotros: es ahí donde muestra su fidelidad al plan de Dios, del cual se proclama sierva en el primer día de su vocación”.

El Pontífice subrayó cómo con su presencia, María sostuvo la Iglesia en sus primeros pasos. “La encontramos en el primer día de la Iglesia, ella, madre de la esperanza, en medio de aquella comunidad de discípulos tan frágiles: uno de ellos había renegado, muchos habían escapado, todos tenían mucho miedo”.

“Simplemente, María estaba allí, en la más normal de las maneras, como si fuese algo del todo natural: en la primera Iglesia, tras la luz de la Resurrección, pero también en el temor de los primeros pasos que debía dar en el mundo”.

El Papa concluyó: “No somos huérfanos, tenemos una madre en el cielo: la santa Madre de Dios”.

19 FORMAS DE HACERLE SABER A TU SACERDOTE CUÁNTO LO QUIERES



19 formas de hacerle saber 
a tu sacerdote cuánto lo quieres

Foto: Congregación Religiosa Oblatos de San José - Perú





Los sacerdotes son de los miembros más trabajadores de la Iglesia, hagámosles saber lo agradecidos que estamos por lo que hacen por nosotros  


Nuestros párrocos son algunos de los miembros más trabajadores de la Iglesia. El sacerdote parroquial típico trabaja los fines de semana y vacaciones, vive en el mismo sitio que trabaja y solamente tiene un día de descanso a la semana, sin mencionar que hoy en día se les pide cuidar a más almas y asumir más responsabilidades y funciones que nunca antes.

Les hemos preguntado a algunos párrocos cómo podríamos hacerles saber que estamos agradecidos por todo el trabajo que ellos hacen por nosotros. Recibimos estas respuestas de ellos, sin ningún orden en particular:

1. Orar por tu sacerdote(s)

La cosa más importante que un fiel puede hacer por su sacerdote es rezar por él. Siempre estamos orando por alguien, y debemos ofrecer la Misa todos los domingos y días de precepto en beneficio de la comunidad. Es bueno saber que ellos también oran por nosotros todos los días.

Ofrece por el sacerdote un rosario, una hora santa, una pequeña ofrenda o un sufrimiento cotidiano.

Envíale tarjetas a los sacerdotes garantizándoles orar por sus intenciones

Ofrece tus oraciones por el sacerdote y su labor pastoral. Es una gran alegría para mí porque sé que mientras mi comunidad ore más por mí, más efectivo serán los frutos de mi ministerio sacerdotal”.

2. Prepararle una comida, especialmente en los días de mucho trabajo

Sería bueno que alguien se cerciore de que el sacerdote de la parroquia tenga una comida bien preparada los domingos y días festivos de la Iglesia cuando hay más actividad.

A menudo no tenemos quien cocine por nosotros y después de una larga jornada, sería agradable volver a casa y comer algo que no tuvimos que cocinar nosotros mismos.

Descubre su comida favorita y prepárasela.

3. Celebrar sus días especiales.

También es buena idea celebrar el cumpleaños del sacerdote o el día de su ordenación.

Es agradable que me recuerden en el día de mi ordenación sacerdotal.

4. Orar más, quejarse menos.

La gran mayoría de las interacciones que tenemos parecen girar en torno a una queja sobre el sacerdote, la parroquia, otra persona de la comunicad, la música, la temperatura en la iglesia, una bombilla quemada, una decisión, etc., y rara vez sobre las realidades espirituales sobrenaturales.

5. Ofrecerse a ayudarle.

No esperes a que te pregunten si puedes hacer algo, ¡ofrécete! Los sacerdotes tenemos la vocación de dar y servir, es difícil para nosotros pedir cosas

Ofrecer voluntariamente tu tiempo a la parroquia es un signo de apoyo y de servicio

Considera aumentar su diezmo para mostrar tu apoyo a la parroquia y a el sacerdote

6. Participar en Misa y/o Confesión.

Nada hará más feliz a un sacerdote

Elige un día para ir a la Misa que él esté celebrando, y anima a la gente a sentarse en las primeras filas. Cuando el padre pregunte después de la Misa por qué lo hiciste, coméntale que estabas ofreciendo tu participación en la Misa en acción de gracias por su sacerdocio

7. Escribirles una nota expresando tu agradecimiento.

Escribir una nota, sobre todo a un sacerdote con el que ha perdido el contacto, haciéndole saber cómo su sacerdocio ha impactado su vida, y que todavía estás participando activamente en la fe. Esto significa mucho

Mi actividad favorita es recibir cartas de las personas. Pero no una tarjeta con un par de palabras. Esas son agradables también, pero me encanta recibir una carta o una tarjeta con un mensaje significativo en ella.

Es muy poderoso oír a alguien describir exactamente cómo lo que dije o hice fue fructífero para ellos. Es un recordatorio de que Jesús es mucho más grande que yo y que puede hacer grandes cosas con lo poco que tengo para ofrecer

Realmente aprecio cuando las personas me dicen personalmente o envían notas de agradecimiento con mensajes como: ‘Gracias por su sacerdocio’, ‘Gracias por ser nuestro pastor’, ‘Gracias por responder al llamado de Dios’

Diles que han hecho una diferencia en tu vida

8. Dále las gracias a tu sacerdote

Agradece al sacerdote por cada Misa. Incluso si no te agrada necesariamente el sacerdote, siempre la Misa gira en torno a la presencia de Jesús

Puede significar mucho algo tan simple como decir al sacerdote después de la confesión: Gracias por su ministerio, voy a orar por usted.

Prepara un video pidiendo a diferentes feligreses que le den gracias al párroco por algo que él hizo o dijo. Gracias Padre ____ por…

9. Darles un elogio

Busca oportunidades para halagar a los sacerdotes. Incluso a algunos que particularmente no te agradan

Siempre me animo cuando alguien me dice después de la misa: Padre, esta misa fue hermosa”.

10. Preocúpate por su bienestar de tu sacerdote

Anima al sacerdote a hacer una pausa en el trabajo. (Normalmente están tan ocupados que se olvidan que también deben descansar y cuidar de su salud, hasta que terminan enfermos).

11. Evitar el drama y los chismes en la parroquia. Guárdate estas cosas para ti mismo.

Evita y detén el chisme sobre sacerdotes y parroquias

No chismees o critiques, en cambio ofrécete a ayudar y a construir.

Me pregunto cuántas vocaciones se arruinaron cuando los jóvenes con inquietudes religiosas escucharon a los adultos criticar y destruir a los sacerdotes, generalmente por alguna pequeña disputa en la parroquia

12. Hacerle saber que le apoyas

Cuando seas testigo de una situación en donde alguien está siendo grosero o injusto con el sacerdote, hazle saber que lo notaste y exprésale compasión.

13. Establecer una relación antes de corregirle.

No le digas lo que no te gusta o molesta si es la primera vez que te has tomado la molestia de dirigirte a él

Dile hola antes de decirle lo que te parece incorrecto

14. Tener expectativas realistas y ser útil.

Probablemente él no es un plomero, así que no pretendas que él arregle problemas de tuberías. Pero sin duda puedes preguntarle si cree que hay una fuga. (Esto quiere decir, sé realista, el sacerdote NO tiene todas las respuestas a todas las posibles situaciones de tu vida, pero si tienes un problema, puedes acudir a él y pedirle su opinión)

Siempre asume que tiene buena voluntad. Ofrecer retroalimentación es útil, pero las críticas y quejas constantes sin humildad y amor sincero, agotan después de un rato

15. No acaparar al sacerdote

No creas que tienes al sacerdote sólo para ti, especialmente los domingos. No esperes ser el amigo favorito del sacerdote. Él es tu pastor y servidor, y necesita mantener las cosas a un nivel profesional.

No presumas delante de los demás miembros de la comunidad lo “cercanos que son ustedes”, ya que crea rivalidades y celos, y esto genera muchas tensiones en los sacerdotes.

16. Ser solidario

Siempre que hay algo que es estresante o un momento difícil en la parroquia, se aprecia mucho el apoyo. No he tenido mucho de eso en mis primeros 5 años (hasta ahora) pero recuerdo algunos momentos tremendamente difíciles donde las personas enviaron una nota agradable.

Recuerdo haber descubierto un montón de notas guardadas aquí en Santa María de hace 23 años cuando fue cerrada la escuela.

Los periódicos y algunas muy pocas personas muy ruidosas, atacaron y acusaron al sacerdote de ser “racista” y “descuidado”. Él guardó todas las docenas de notas de personas que le ofrecieron su comprensión por la decisión tan difícil que él tuvo que tomar

17. Darle su espacio.

A veces, también es bueno estar solo y en paz. Mantente alejado de una “bondad ansiosa” que asume que el sacerdote puede estar deprimido, estresado, triste, solitario, etc. cuando a veces él simplemente necesita algo de tiempo para relajarse a solas.

18. Invitarle a actividades.

Es agradable cuando la gente me toma en cuenta para invitarme las reuniones familiares: cumpleaños especiales o aniversarios, cenas en días festivos (a pesar de que por lo general no pueda ir porque estoy con mi propia familia) pero es bueno ser invitado.

19. Buscar la santidad

Lo más importante que Dios desea, es que seamos Santos. No hay nada más emocionante para un sacerdote que ser testigo de la santidad en la vida de las personas a quienes él atiende, no sólo es una experiencia de gracia de que su labor está dando frutos, sino que también es tremendamente edificante para su propia búsqueda de la santidad.

Espero que esta lista te haya inspirado para hacer algo por tu sacerdote. Recuerda que cada sacerdote tiene sus propias preferencias que lo hacen sentirse apreciado.

A algunos realmente les gustaría que les inviten a cenar, mientras que otros sacerdotes podrían preferir recuperar fuerzas cenando solos.

Todos los sacerdotes que contactamos aprecian mucho las cartas bien pensadas, llenas de sentido, donde las personas les manifestaron las formas específicas en que sentían que ellos les habían ayudado.

Esta puede ser una gran forma de empezar. Hagámosle saber a nuestros sacerdotes cuánto nos preocupamos por ellos.

Si quieres agregar alguna otra forma adicional y creativa de ayudar, puedes escribirla en los comentarios. Especialmente los sacerdotes que lean esto, ¡Déjennos saber lo que les gusta!


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Adaptación y traducción al español por Andrea Pérez de Quero para PildorasdeFe.net, del artículo publicado en: Focus.org, autor: Jonathan Teixeiran

MAYO, MES DE MARÍA, DÍA 10, CAMBIAR CON ELLA


Día 10: Cambiar con ella



Cuenta Anthony de Mehlo una fábula que, más o menos, dice así:

"Durante años fui un neurótico. Era introvertido y egoísta. Y todo el mundo insistía en decirme que cambiara. Y yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y deseaba cambiar, pero no me convencía la posibilidad de hacerlo por mucho que lo intentara.

Lo peor era que mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que yo estaba. Y también insistía en la necesidad de que yo cambiara. Y también con él estaba de acuerdo. De manera que me sentía impotente y como atrapado.

Pero un día mi amigo me dijo: no te preocupes si no consigues cambiar, pues yo te quiero porque eres mi amigo, independientemente de cómo seas.

Aquellas palabras sonaron en mis oídos, entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo. Y cambié".

"Cuánta razón se encierra aquí: nadie es capaz de cambiar si no se siente querido, si no siente una fuerza interior suficiente para subirse por encima de sus fallos", comenta un autor espiritual.

Tú no eres neurótico quizás, pero sí tendrás cosas que cambiar. Cuéntaselas a la Virgen. Y que sepas que Ella te dice que te quiere como eres y que cuentas con toda su ayuda, que es bastante, para conseguir cambiar. Te quiere con tus defectos pero luchando por vencerlos. Con Ella puedes, y.. ¡qué fácil! Madre mía, que me sienta amado por ti. Que sepa y me dé cuenta de que me quieres, me conoces, me sigues, que sepa que te importo, que estás pendiente de mí,... ¡Ah! y.. gracias.

Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído.
Después termina con la oración final.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 10 DE MAYO


Los cinco minutos de María
Mayo 10



María dijo “sí” al enviado de Dios y asumió una vida pobre y humilde, llena de privaciones, y todo el dolor que significaría ser la Madre del Crucificado.

María percibió por la fe que, siendo Madre de Jesús, era la Madre del Mesías, siervo sufriente de su pueblo, con todo lo que eso suponía de dolor, humillación y muerte.

Por la fe, nosotros aceptamos a Cristo, pero debemos cobrar conciencia de que Cristo supone para nosotros sacrificios personales muy dolorosos, negaciones de nuestros gustos y conveniencias, humillaciones muy sentidas, muerte y renuncia a todo lo que no sea Dios.

Si nos abrazamos con Cristo, abracémonos con la cruz de Cristo.
Madre, que eres la omnipotencia suplicante, ruega por nosotros al Padre.



* P. Alfonso Milagro