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jueves, 1 de septiembre de 2016

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 1 DE SEPTIEMBRE 2016 - REMA MAR ADENTRO Y ECHA LAS REDES


Rema mar adentro y echa las redes 
Milagros


Lucas 5, 1-11. Tiempo Ordinario. Ojalá que nosotros, como Pedro, creamos en Jesús y obedezcamos su palabra. 


Por: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Lucas 5, 1-11
Estaba Jesús en cierta ocasión a orillas del lago de Genesaret, y de repente se juntó un gentío para oír la palabra de Dios. Vio entonces dos barcas a la orilla del lago; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la separara un poco de tierra. Se sentó y enseñaba a la gente desde la barca. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema hacia dentro del lago y echen las redes para pescar». Simón respondió: «Maestro, estuvimos toda la noche intentando pescar, sin conseguir nada; pero, sólo porque tú lo dices, echaré las redes». Lo hicieron y capturaron una gran cantidad de peces. Como las redes se rompían, hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que vinieran a ayudarlos. Vinieron y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se postró a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador». Pues tanto Pedro como los que estaban con él quedaron asombrados por la cantidad de peces que habían pescado; e igualmente Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Entonces Jesús dijo a Simón: «No temas, desde ahora serás pescador de hombres». Y después de arrimar las barcas a tierra, dejaron todo y lo siguieron.

Oración introductoria 
Gracias, Señor, por revelarme tu corazón misericordioso. Tu Sagrado Corazón me da la confianza de regresar a Ti cada vez que caigo en el pecado. Sé que lo que más te puede ofender es que dude de tu misericordia, por eso en esta meditación, amado y buen Jesús, ayúdame a saber escucharte y descubrir cuál es tu voluntad para este día.

Petición
Dios mío, dame la fe que me convierta en un instrumento dócil que responda con prontitud a lo que quieras pedirme.

Meditación del Papa Francisco
El evangelio de hoy narra como Pedro confía en el Señor y tira las redes obteniendo una pesca milagrosa, tras una noche de trabajo en vano. La fe es un encuentro con Jesús y me gusta pensar que Jesús pasaba la mayor parte de su tiempo en las calles, con la gente, y al anochecer se retiraba solo a rezar.
El evangelio usa la misma palabra sobre esta gente, sobre el pueblo, los apóstoles, y Pedro: se quedaron asombrados. Y el pueblo sentía este estupor y decía: Él habla con autoridad. Nunca un hombre ha hablado así.
En cambio entre los que encontraban a Jesús había otro grupo que no dejaba entrar en sus corazones al asombro. Los doctores de la Ley hacían sus cálculos, tomaban distancia y decían; 'es inteligente, dice cosas verdaderas, pero a nosotros no nos conviene'.
Los mismos demonios confesaban que Jesús era el 'Hijo de Dios', pero como los doctores de la Ley y los malos fariseos no tenían la capacidad de asombrarse, estaban cerrados en su autosuficiencia, en su soberbia. Pedro reconoce que Jesús es el Mesías, pero confiesa que es un pecador. Los demonios llegan a decir la verdad sobre él. Mientras que los doctores de la Ley si bien dicen es inteligente, es un rabino capaz, hace milagros, no dicen somos soberbios, somos autosuficientes, somos pecadores. La incapacidad de reconocerse pecadores nos aleja de la verdadera confesión de Jesucristo. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 3 de septiembre de 2015, en Santa Marta).


Reflexión
"¡Que Dios es la mar de raro!..." es el título de un libro escrito hace ya algunos años por un sacerdote, pensador y periodista mexicano llamado Antonio Brambila. Y me pareció muy acertado este título para mi reflexión del día de hoy.

El padre Brambila explica en el prólogo de su libro el porqué de ese título. Cuenta que un día, hace ya mucho tiempo, atendía en dirección espiritual a una joven religiosa que estaba pasando por un momento muy difícil en su vocación, uno de esos períodos de desolación y de sequedad espiritual en los que el alma sufre bastante interiormente, pero que Dios nuestro Señor aprovecha, de un modo misterioso, para purificarla y acercarla más a Él. Y el padre le decía que Dios juega a las escondidas con sus hijos, que se les oculta para hacerse desear y buscar; y luego se les manifiesta para volverse a esconder; y que, durante nuestra vida en este mundo, muchas veces nos muestra su amor en forma de castigos que nos desconciertan y nos hacen llorar y sufrir... La religiosa, tras un momento de silencio, concluyó: "¡pues, la verdad, Dios es la mar de raro!".

Efectivamente, ¡la mar de raro! Rarísimo. Porque Dios es misterioso. Más aún, Él mismo es un misterio que no podemos comprender y en muchísimas ocasiones su modo de actuar nos sorprende, nos confunde y nos "destantea". ¡Parece ilógico y extraño! Ya el profeta Isaías nos decía que "los pensamientos de Dios no son nuestros pensamientos, ni sus caminos son nuestros camino." (Is 55, 8).

No entendemos, por ejemplo, por qué Dios permite el sufrimiento, máxime cuando el que sufre es una persona inocente. ¿Por qué el dolor de tanta gente pobre en tantos países del África, de Asia o de América Latina, y muchísimos de ellos a veces sin lo mínimo para subsistir? ¿Por qué tantas injusticias y abusos contra los pobres y débiles? Pensemos en las guerras, en las discriminaciones, en las persecuciones y segregaciones de pueblos enteros a causa del color, la religión, la raza, la cultura o su condición social. ¿Por qué tantos abusos de niños y mujeres, usados para la trata de blancas y un comercio brutalmente indigno y escandaloso? ¿Por qué tantos niños tronchados en el vientre de su propia madre antes de ver la luz del sol?

Tal vez también nosotros tengamos experiencias de sufrimiento en nuestra vida. Es tremendamente doloroso. ¿Por qué Dios permite la enfermedad o la muerte de un ser querido, sobre todo cuando aún es necesaria su presencia en este mundo? ¿Por qué el Señor permite a veces que sintamos el dolor terrible de la depresión, la soledad, la tristeza, el abandono? ¿Por qué ciertos problemas sin resolver, después de tantos años de haber luchado en vano por superarlos? ¿Por qué fracasan a veces los matrimonios, con tanto sufrimiento para la esposa, los hijos, los familiares? ¿Y por qué no se puede rehacer la propia vida con otro hombre o con otra mujer después de haber fallado el primer matrimonio religioso?..  Éstos y muchos otros interrogantes tocan a la puerta de nuestra alma sin encontrar suficientes respuestas.

El evangelio de este día no nos habla sobre el dolor, pero sí nos puede ofrecer alguna luz para tratar de comprenderlo y de aceptarlo.

San Lucas nos presenta hoy la escena de la pesca milagrosa. Nuestro Señor se halla en el lago y, después de predicar, le dice a Simón Pedro que reme mar adentro y que eche las redes para pescar. Simón era un experto pescador –ése era su oficio- y conocía perfectamente los lugares y las horas más oportunas para ello. Él sabía de sobra que se pesca durante la noche porque las aguas están tranquilas y los peces dormidos. Es más, se habían pasado la noche entera bregando ¡y no habían cogido ni un miserable charal! Y ahora llega este Jesús -todavía no conocía bien Pedro a nuestro Señor- y, sin conocer el arte y los gajes del oficio, le dice así, tranquilamente, que eche las redes para pescar...

"¡Pero, Señor –le pudo haber dicho Pedro— no es hora de pesca, ni el lugar ni las condiciones son apropiadas!...". Y humanamente tenía toda la razón. Cuando se callan las palabras de nuestra propia experiencia, de nuestras previsiones y cálculos humanos ("nos hemos pasado toda la noche bregando"); cuando hemos probado la amargura del fracaso o de la desilusión ("no hemos cogido nada"), entonces puede brotar el milagro: "Pero, en tu nombre echaré las redes". Esto es lo más maravilloso de todo. Y ya sabemos lo que pasó después.

En realidad, éste fue el verdadero milagro: que Pedro haya creído en Cristo y que, cuando todo era ilógico, adverso y contradictorio para la razón, haya aceptado la orden del Señor y haya obedecido. La pesca sobreabundante y las redes repletas fueron ya sólo una consecuencia. Para nuestro Señor no hay imposibles porque Él es Dios. El único imposible es que nuestra voluntad no quiera adherirse a lo que Él quiere Y el milagro está precisamente aquí.

Si echamos una hojeada a todo el evangelio, nos daremos cuenta de que siempre actúa así nuestro Señor: todos los milagros comienzan con la FE y es la única condición que Él pone para poder actuar. Sólo cuando aceptamos a Jesús con el corazón y doblamos las rodillas de nuestra mente, aunque humanamente no se vea nada, aunque el llanto explote en nuestra garganta y las lágrimas arrasen nuestros ojos, aunque tengamos que esperar contra toda esperanza humana y sangre el corazón... si creemos en Él y lo aceptamos, así como Dios nos visita, ¡es entonces cuando Jesús realiza el milagro!

Propósito
No es fácil. Necesitamos una fe muy grande. Y la fe es un don de Dios. ¡Pidámosle con humildad ese grandioso don!

Diálogo con Cristo
Ojalá que también nosotros, como Pedro, creamos en Ti, Señor y obedezcamos tu palabra: "¡Rema mar adentro y echa las redes para la pesca!". Y entonces veremos otro milagro en nuestra vida.

Preguntas o comentarios al autor  P. Sergio Cordova LC

SALMO 23 - DEL SEÑOR ES LA TIERRA Y CUANTO LA LLENA


Salmo
Sal 23,1-2.3-4ab.5-6

R/. Del Señor es la tierra y cuanto la llena



Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.

TENGO TRES COFRECILLOS


Tengo 3 cofrecillos
La vida es un gimnasio donde se fortalecen los músculos de estas tres virtudes teologales.


Por: Carlos Abraham Ortiz, L.C. | Fuente: Virtudes y Valores 





El día más importante de nuestra vida no lo recordamos la mayoría de los católicos. No, no es cuando nacimos. Es el día de nuestro Bautismo. Vestidos de blanco y en brazos de nuestra madre, recibimos un rocío purificador. Y con él, tres cofrecillos: en uno la fe, en otro la caridad y en un tercero la esperanza.

Aunque los tres aparecen a lo largo de nuestra vida, cada una brilla con especial intensidad en una etapa distinta. La leche dulce de la fe la mamamos en la niñez. En nuestra edad madura invertimos tiempo, dinero y esfuerzos en las ganancias del amor. Y al final de nuestra vida descansamos en la pensión de nuestra esperanza.

Empecemos por nuestra niñez. Todos hemos sido niños alguna vez. Cuando lo éramos, creíamos en todo con una enorme ilusión. Todo nos impresionaba. ¿Quién no creía en los Reyes Magos, en el ratoncito Pérez, en los superhéroes de las revistas y de la televisión? La lista de estas “creencias” es muy larga.

Y esto, ¿por qué nos sucede en la niñez? No es porque los niños sean ingenuos o tontos, sino que, como los superhéroes, vuelan con la capa de la sencillez, que es el trono en el que se sienta la fe. Dejamos de ser niños cuando perdemos la sencillez y nos complicamos la vida. Y esa sencillez va de la mano con la humildad, que nos ayuda a aceptar las realidades que sobrepasan nuestra corta inteligencia. Por tanto la fe brota cuando somos niños y da sus frutos en el resto de la vida.

Empezamos a crecer y nos damos cuenta de la importancia del amor. ¡Amor! Es una palabra tan maltratada y adulterada que nos dice muy poco, o sólo recuerda el aspecto sexual. Y si no es así, entonces, ¿por qué hay tantas y tan variadas respuestas a la pregunta sobre qué es el amor? La mejor respuesta nos la va dando y confirmando la experiencia de la vida. ¿Cuándo somos más felices y cuándo amamos más? Cuando en nuestro amor hay dolor. Paradójico ¿verdad?

Recomendaba la Madre Teresa de Calcuta: “ama hasta que duela y, entonces comenzarás a amar”. Esto es un reto para el ser humano. Por eso el verdadero amor atrae a muchos. Sólo en él se encuentra la felicidad verdadera. San Agustín escribió: “dilige et quod vis fac” (“Ama y haz lo que quieras”, in Ioh. Epist., Tract. VII,8) porque si verdaderamente se ama siempre se buscará el bien según Dios, para los demás y para uno mismo.

Así llegamos al final de nuestra vida, con un morral lleno de lágrimas y risas, de heridas y coronas. Nos queda la senectud para rumiar lo pasado e ir saboreando lo futuro: ¡la vida eterna! El anciano vive esperando y espera viviendo sus últimos días. Pero ¿qué espera? No una vida más larga y más fácil, sino el premio por el combate de su vida (“la vida del hombre es una batalla sobre la tierra”, Job VII,1). También es un período para prepararse bien para la muerte. En su carta 61 a Lucilio Séneca escribió: “Ante senectutem curavi ut bene viverem, in senectutem ut bene moriar” (“Antes de la vejez me preocupé por vivir bien, en la vejez por morir bien”). Además la esperanza nunca muere.

La vida es un gimnasio donde se fortalecen los músculos de estas tres virtudes teologales. Por eso no podemos perder la fe en la madurez de la vida sino que se debe fortalecer con el ejercicio diario y constante. Tampoco podemos olvidar el amor; no se nos permite dejar marchitar nuestro corazón por una envidia, rencor, o antipatía sino que debemos aprender a perdonar para amar más olvidando el mal que se nos haya hecho o que hayamos visto hacer. Nuestra esperanza siempre nos debe mantener al pie del cañón, nos debe motivar a seguir luchando hasta el final porque “el que persevera alcanza”.

Aprovechemos los tesoros de nuestros cofrecillos para formarnos y formar más personas según el pensamiento de Dios.

DEL SILENCIO A LA PAZ


Del silencio a la paz


“Aun en la vida cotidiana más afanosa y complicada, estoy seguro que es posible reservarse algunos momentos de silencio, si lo deseamos de verdad, para retomar la conciencia de sí mismo y mirar desde ahí alrededor” (Carlos Martini). Comienza desde el silencio a construir una sólida paz interior, para aportar a los demás lo mejor de ti mismo.

A Teresa de Calcuta le gustaba entregar una «tarjeta de visita» en la que estaba escrito: «Fruto del silencio es la oración; fruto de la oración la fe, fruto de la fe el amor, fruto del amor el servicio, fruto del servicio la paz».

La agitación y el ritmo descontrolado de las ocupaciones pueden hacer que te olvides de las cosas esenciales de la vida. No te dejes perturbar por pequeñeces, que debes sobrevolar y olvidar. La serenidad de tu espíritu es un valor tan grande que no merece canjearse por insignificancias.


* Enviado por el P. Natalio

PAPA FRANCISCO INDICA UNA NUEVA OBRA DE MISERICORDIA, EL CUIDADO DE LA CREACIÓN


Papa Francisco indica una nueva obra de misericordia: El cuidado de la creación
Por Alvaro de Juana


 (ACI).- El Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de Oración por el cuidado de la Creación de este año, que se celebra cada 1 de septiembre, lleva por título “Usemos misericordia hacia nuestra casa común”, en referencia al Año Santo que se está celebrando, y en él el Papa Francisco explica que también es una obra de misericordia cuidar de la creación.

La Santa Sede presentó en conferencia de prensa esta Jornada que se que celebra por segundo año junto a la Iglesia ortodoxa.

“Nada une más con Dios que un acto de misericordia, bien sea que se trate de la misericordia con que el Señor nos perdona nuestros pecados, o bien de la gracia que nos da para practicar las obras de misericordia en su nombre”.

El Santo Padre recuerda en el texto que “la vida cristiana incluye la práctica de las tradicionales obras de misericordia corporales y espirituales”.

“Pero, si las miramos en conjunto, el mensaje es que el objeto de la misericordia es la vida humana misma y en su totalidad”, añade.


Francisco asegura que “la misma vida humana en su totalidad incluye el cuidado de la casa común” y a continuación hace una propuesta: “me permito proponer un complemento a las dos listas tradicionales de siete obras de misericordia, añadiendo a cada una el cuidado de la casa común. Como obra de misericordia espiritual, el cuidado de la casa común precisa de la contemplación agradecida del mundo”.

Y “como obra de misericordia corporal, el cuidado de la casa común, necesita simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor”, dice el Papa.

Por otro lado, en el mensaje el Pontífice pide no rendirse o permanecer indiferentes ante “la pérdida de la biodiversidad y a la destrucción de los ecosistemas, a menudo provocados por nuestros comportamientos irresponsables y egoístas”.

A su vez el Papa habla de la ecología integral de la persona –como ya hiciera en su encíclica Laudato Sii’– y señala que “los seres humanos están profundamente unidos unos a otros y a la creación en su totalidad. Cuando maltratamos la naturaleza, maltratamos también a los seres humanos”.

El Cardenal Peter Turkson, actual Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz y recién nombrado presidente del nuevo dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral, fue el encargado de presentarlo en conferencia de prensa en el Vaticano.

El purpurado afirmó que este día se celebra “en reconocimiento del papel guía del querido Patriarca Ecuménico Bartolomeo, el cual desde hace tiempo comprendió cómo el abuso de los dones de la creación por parte de los seres humanos constituye un grave pecado”.

Además recordó que el Papa Francisco ha querido ofrecer “a los creyentes y a las comunidades la preciosa oportunidad de renovar la personal adhesión a la propia vocación de custodiar la creación”.

“Nosotros los seres humanos estamos llamados a mostrar misericordia hacia nuestra casa común, a reconocer y arrepentirnos por los pecados cometidos contra el creador y a modificar nuestra conducta de vida a través de la gracia de la misericordia de Dios”, añadió en la conferencia de prensa.


El Cardenal pidió también no olvidar que “cuando provocamos un daño a la tierra hacemos mal a los pobres, infinitamente amados por Dios”.

En definitiva, “el Papa Francisco nos invita a ser honestos con nosotros mismos y tomar conciencia de nuestro pecado, que es contra la creación, contra los pobres y contra todos aquellos que no han nacido todavía”.

“En este Año Jubilar, aprendamos a buscar la misericordia de Dios por los pecados cometidos contra la creación, que hasta ahora no hemos sabido reconocer ni confesar; y comprometámonos a realizar pasos concretos en el camino de la conversión ecológica”.

Para ello, Francisco muestra el camino a seguir: examen de conciencia y arrepentimiento, cambiar de ruta, comprender que se trata de una nueva obra de misericordia y, en definitiva, orar.

INICIAMOS SEPTIEMBRE, EL MES DE LA BIBLIA


Iniciamos Septiembre, en el que los cristianos de habla hispana celebramos el MES DE LA BIBLIA.


Para los católicos es el mes de la Biblia porque el 30 de septiembre es el día de San Jerónimo, el hombre que dedicó su vida al estudio y a la traducción de la Biblia al latín. Naciò en Dalmacia, cerca del año 340 y murió en Belén el 30 de septiembre de 420. San Jerónimo tradujo la Biblia del griego y el hebreo al latín. La traducción al latín de la Biblia hecha por San Jerónimo, llamada la Vulgata (de vulgata editio, ‘edición para el pueblo’), ha sido hasta la promulgación de la Neovulgata en 1979, el texto bíblico oficial de la Iglesia católica romana.

La Iglesia no cesa de presentar a los fieles el Pan de vida que se distribuye en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo. En la Sagrada Escritura, la Iglesia encuentra sin cesar su alimento y fuerza, porque, en ella, no recibe solamente una palabra humana, sino lo que es realmente: la Palabra de Dios (Tes 2,13). En los libros sagrados, el Padre que está en el cielo sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos.

Es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual.


Fuente: Pequeñas Semillitas

1 DE SEPTIEMBRE, II JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR EL CUIDADO DE LA CREACIÓN


Hoy 01 de septiembre se celebra la II Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación


 (ACI).- Cada 1 de septiembre se celebra la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, establecida así por el Papa Francisco en el 2015, en consonancia con el tema tratado en su encíclica Laudato Si’ sobre el cuidado de la casa común.

En una carta enviada el año pasado a los Presidentes del Pontificio Consejo Justicia y Paz y del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el Sumo Pontífice destacó que “como cristianos, queremos ofrecer nuestra contribución para superar la crisis ecológica que está viviendo la humanidad”.


El Santo Padre afirmó luego que esta Jornada “ofrecerá a cada creyente y a las comunidades una valiosa oportunidad de renovar la adhesión personal a la propia vocación de custodios de la creación, elevando a Dios una acción de gracias por la maravillosa obra que Él ha confiado a nuestro cuidado, invocando su ayuda para la protección de la creación y su misericordia por los pecados cometidos contra el mundo en el que vivimos”.

El Papa ha pedido que las distintas conferencias episcopales en el mundo celebren esta Jornada con diversas iniciativas en las que se involucren sacerdotes, religiosos y laicos.

Asimismo animó a que esta ocasión sea también un motivo para estrechar los lazos ecuménicos con otros creyentes en Cristo. Aquí cabe resaltar que esta actividad ya se venía celebrando en la Iglesia Ortodoxa desde hace mucho tiempo.

SALUDO A JESÚS EUCARISTÍA


Saludo a Jesús Sacramentado



Oh Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, aquí presente en el Santísimo Sacramento del altar, creo todo lo que Vos, mi Señor, me habéis revelado.

Arrepentido de todos mis pecados, esperando en Vos que nunca permite que sea confundido, agradeciendo por este don supremo, amándoos sobre todas las cosas en este Sacramento de vuestro amor, adorándoos en el misterio profundo de vuestra humildad, os manifiesto y hago patente todas las heridas y miserias de mi pobre corazón y os pido me deis todo lo que necesito y deseo.

Pero tan solo os necesito a Vos, oh Dios mío, tan solo os deseo a Vos, vuestra gracia y la gracia de usar debidamente vuestras gracias, poseeros en esta vida y poseeros en la otra.

Bendito seáis, oh poder divino de vuestro paternal Corazón, que aunque todo lo podéis, sin embargo, no podíais darnos un don más precioso que este Santísimo Sacramento.
Oh Pan celestial, gran Sacramento, os adoro y os alabo en todo momento. (repítase después de cada alabanza.)

Bendita seáis, oh Sabiduría del Verbo Divino, que todo lo sabéis y lo ordenáis, y sin embargo no sabíais prepararnos una comida más exquisita, que este Santísimo Sacramento.

Bendito seáis, oh Dios mío, que en vuestra inefable dulzura de amor os habéis transformado en este pan para dárosnos como el más dulce manjar.

Bendito seáis, oh Dios mío, que habéis encerrado todos vuestros misterios en esta humilde forma de pan terrenal. ¡Oh Trinidad Santísima!

Amén

ORACIÓN POR LOS SACERDOTES


Oración por los sacerdotes


Señor Jesús, presente en el Santísimo Sacramento,
que quisiste perpetuarte entre nosotros
por medio de tus Sacerdotes,
haz que sus palabras sean sólo las tuyas,
que sus gestos sean los tuyos,
que su vida sea fiel reflejo de la tuya.
Que ellos sean los hombres que hablen a Dios de los hombres
y hablen a los hombres de Dios.

Que no tengan miedo al servicio,
sirviendo a la Iglesia como Ella quiere ser servida.
Que sean hombres, testigos del eterno en nuestro tiempo,
caminando por las sendas de la historia con tu mismo paso
y haciendo el bien a todos.

Que sean fieles a sus compromisos,
celosos de su vocación y de su entrega,
claros espejos de la propia identidad
y que vivan con la alegría del don recibido.
Te lo pido por tu Madre Santa María:
Ella que estuvo presente en tu vida
estará siempre presente en la vida de tus sacerdotes. Amen

NO JUZGUÉIS, Y QUÉ HAGO YO DE LA MAÑANA A LA NOCHE?

¡No juzguéis...! ¿Y qué hago yo de la mañana a la noche?
Jesús Sacramentado ¿por qué tu Corazón nunca me ha juzgado tan severamente como yo acostumbro a juzgar a mis semejantes?


Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net 




No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá a vosotros. ¿Cómo es que miras la brizna en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?. ¿O cómo vas a decir a tu hermano: Deja que te saque esa brizna del ojo, teniendo la viga en el tuyo?. Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano. (Mateo 7, 1-5)

Señor, acabamos de leer tus palabras según el evangelista San Mateo. Con qué claridad nos está hablando el Maestro, con qué claridad nos llega tu mandato, Señor: ¡NO JUZGUÉIS!...

¿Y qué hago yo de la mañana a la noche? Juzgar, criticar, murmurar... voy de chisme en chisme sin detenerme a pensar que lo que traigo y llevo entre mis manos, mejor dicho en mi lengua, es la fama, la honestidad, el buen nombre de las personas que cruzan por mi camino, por mi vida. Y no solo eso, me erijo en juez de ellos y ellas sin compasión, sin caridad y como Tu bien dices, sin mirar un poco dentro de mí.

Señor, en este momento tengo la dicha inmensa e inmerecida de estar frente a Ti, Jesús, ¡qué pena tengo de ver esa viga que no está precisamente en mi ojo, sino en mi corazón...! ¿Por qué en este momento me siento tan pequeña, tan sin valor, con todas esas "cosas" que generalmente critico de los demás y que veo en mí son mayores y más graves?

Jesús Sacramentado ¿por qué tu Corazón nunca me ha juzgado tan severamente como yo acostumbro a juzgar a mis semejantes?
Solo hay una respuesta: ¡porque me amas!

Ahora mismo me estás mirando desde esa Sagrada Hostia con esos ojos de Dios y Hombre, con los mismos que todos los días miras a todos los hombres y mujeres, como miraste a María Magdalena, como miraste al ladrón que moría junto a ti y por esa mirada te robó el corazón para siempre... y así me estás mirando a mí esta mañana, en esta Capilla me estás hablando de corazón a corazón: "Ámame a mi y ama a los que te rodean, no juzgues a los que cruzan por tu camino, por tu vida... ámalos como me amas a mi, porque todos, sean como sean, son mis hijos, son mis criaturas y por ellos y por ti estuve un día muriendo en una Cruz... Te quiero a ti, los quiero a ellos, a TODOS...¡NO LOS JUZGUES!"

Señor, ¡ayúdame!

Arranca de mi corazón ese orgullo, esa soberbia, ese amor propio que no sabe pedir perdón y aún peor, ese sentimiento que me roe el alma y que no me deja perdonar... No perdones mis ofensas, mis desvíos, mi frialdad, mi alejamiento como yo perdono a los que me ofenden - así decimos en la oración que tu nos enseñaste, el Padrenuestro - a los que me dañan, a los que me lastiman, porque mi perdón suele ser un "perdón limitado", lleno de condiciones.... ¡Enséñame Señor, a dar ese perdón como es el tuyo: amplio, cálido, total, INFINITAMENTE TOTAL!

Hoy llegué a esta Capilla siendo la de siempre, con mi pereza, con mis rencillas muy mías y mis necedades, mi orgullo, mi intransigencia para los demás, sin paz, con mis labios apretados, sin sonrisa, como si el mundo estuviera contra mi...

Pero Tu me has mirado, Señor, desde ahí, desde esa humildad sin límites, desde esa espera eterna a los corazones que llegan arrepentidos de lo que somos... y he sabido y he sentido que me amas como nadie me puede amar y mi alma ha recobrado la paz.

Ya no soy la misma persona y de rodillas me voy a atrever a prometerte que quiero ser como esa custodia donde estás guardado y que donde quiera que vaya, en mi hogar, en mi trabajo, en la calle, donde esté, llevar esa Luz que he visto en tus ojos, en los míos, y mirar a todos y al mundo entero con ese amor con que miras Tu y perdonar como perdonas Tu....

¡Ayúdame, Señor, para que así sea!

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 1 DE SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Setiembre 1


Hay un momento admirable en la vida de todo hombre: es el momento en el que se compromete ante su propia conciencia a vivir el heroísmo del cumplimiento del deber.

Desde ese momento el hombre mira todas las cosas desde otro punto de vista y todo cobra nuevos reflejos, nueva vida.

Desde ese momento se abre en la vida del hombre una nueva etapa, más hermosa y sublime; la más hermosa y sublime de toda su vida; porque en ella ha entrado a ocupar un lugar, no sólo importante, sino decisivo, el deber, en lugar del dinero, del placer, del confort, del egoísmo.

Y si el deber ocupa el primer lugar, también lo ocupa Dios, y si Dios es el primero, todo queda en orden.

Y, cuando existe armonía, el hombre goza de verdadera y auténtica paz. Con no poca razón los antiguos definieron la paz como "la tranquilidad en el orden" Te deseo la paz de tu conciencia.

“El hombre sincero será colmado de bendiciones” (Prov 28,20). “¿No fue hallado Abraham fiel en la prueba y por eso Dios lo contó entre los justos? (1 Mac 2,52). La fidelidad a la palabra que hemos empeñado, cuando se nos dijo que Cristo contaba con nosotros y que nosotros contábamos con su gracia, ha de cumplirse a toda costa. La fidelidad a la palabra es en último término fidelidad al amor.


* P. Alfonso Milagro