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lunes, 6 de abril de 2015

EL DERECHO A SER FELIZ


Derecho a ser feliz
Creer que los seres humanos alcanzamos la felicidad acumulando dinero o coleccionando mujeres (u hombres) como si fueran trofeos de caza es un grave error antropológico
Por: Jaime Nubiola 




"Yo tengo derecho a ser feliz" me decía ayer un amigo al anunciarme su propósito de abandonar a su mujer y a sus hijas para formar una nueva familia con otra mujer. Me impresionaba que una persona adulta e inteligente estuviera decidida a echar por la borda quince años de vida familiar arguyendo que la felicidad es un derecho como los de la Declaración universal de derechos humanos.

No es fácil aclararse sobre a qué llamamos felicidad. Algunos creen que es un estado de ánimo, y pretenden encontrarla en la euforia de la borrachera o de la droga o en los libros de autoayuda. Para otros, es la satisfacción de todos los deseos y, como están insatisfechos, se sienten casi siempre tristes. De hecho, lo que está más en boga es la identificación de la felicidad con el sentirse querido, con el estar enamorado. Quizá por ese motivo vuelan por los aires tantos vínculos matrimoniales, esclerotizados por la erosión del tiempo, el aburrimiento mutuo o el desamor infiel.

Ya Aristóteles, hace más de dos mil trescientos años, advirtió que la felicidad no era algo que pudiera buscarse directamente, esto es, algo que se lograra simplemente porque uno se lo propusiera como objetivo. Como todos hemos podido comprobar en alguna ocasión, quienes ponen como primer objetivo de su vida la consecución de la felicidad son de ordinario unos desgraciados. La felicidad es más bien como un regalo colateral del que sólo disfrutan quienes ponen el centro de su vida fuera de sí. En contraste, los egoístas, los que sólo piensan en sí mismos y en su satisfacción personal, son siempre unos infelices, pues hasta los placeres más sencillos se les escapan como el humo.

Me gusta pensar que, en vez de un derecho, la felicidad es un deber. Los seres humanos hemos de poner todos los medios a nuestro alcance para hacer felices a los demás; al empeñar nuestra vida en esa tarea seremos nosotros también felices, aunque quizá sólo nos demos cuenta de ello muy de tarde en tarde. Viene a mi memoria un programa religioso para jóvenes en la televisión española de los sesenta que tenía como lema: "Siempre alegres para hacer felices a los demás". ¡Cuánta sabiduría antropológica encerrada en una fórmula tan sencilla!

Creer que los seres humanos alcanzamos la felicidad acumulando dinero o coleccionando mujeres (u hombres) como si fueran trofeos de caza es un grave error antropológico. El secreto más oculto de la cultura contemporánea es que los seres humanos sólo somos verdaderamente felices dándonos a los demás. Sabemos mucho de tecnología, de economía, del calentamiento global, pero la imagen que sistemáticamente se refleja en los medios de comunicación muestra que sabemos bien poco de lo que realmente hace feliz al ser humano.

La felicidad no está en la huida con la persona amada a una paradisíaca playa de una maravillosa isla del Caribe, abandonando las obligaciones cotidianas que, por supuesto, en ocasiones pueden hacerse muy pesadas. La felicidad no puede basarse en la injusticia, en el olvido de los compromisos personales, familiares y laborales, tal como hacen algunos de los personajes de Paul Auster que cada diez años huyen para comenzar una nueva vida desde cero. La felicidad —respondí a mi amigo con afecto— no es un derecho, sino que es más bien resultado del cumplimiento —gustoso o dificultoso— del deber y aparece siempre en nuestras vidas como un regalo del todo inmerecido, como un premio a la entrega personal a los demás, en primer lugar, al cónyuge y a los hijos.

EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 6 DE ABRIL DEL 2015


La alegría de la Resurrección
Pascua

Mateo 28, 8-15. Lunes de Pascua. El cristiano tiene a Dios y con Él es feliz y todo lo puede. 


Por: H Juan Pablo Cortés | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Mateo 28, 8-15
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán». Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido. Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, con esta consigna: «Digan así: «Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos». Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo». Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.

Oración Introductoria
Padre, pongo en tus manos mi oración y mis súplicas, pues tengo la seguridad de que me escuchas. Sabes que soy frágil, pero me acojo a tu infinita misericordia. Dios mío, yo creo, te adoro, espero y te amo.

Petición
María, alcánzame de Jesús el don de la oración y de la alegría de ser cristiano.

Meditación del Papa Francisco
«‘No tengan miedo’, ‘no teman’: es una voz que anima a abrir el corazón para recibir este mensaje. Después de la muerte del Maestro, los discípulos se habían dispersado; su fe se deshizo, todo parecía que había terminado, derrumbadas las certezas, muertas las esperanzas. Pero entonces, aquel anuncio de las mujeres, aunque increíble, se presentó como un rayo de luz en la oscuridad. La noticia se difundió: Jesús ha resucitado, como había dicho… Y también el mandato de ir a Galilea; las mujeres lo habían oído por dos veces, primero del ángel, después de Jesús mismo: ‘Que vayan a Galilea; allí me verán’. ‘No teman’ y ‘vayan a Galilea’.
Galilea es el lugar de la primera llamada, donde todo empezó. Volver allí, volver al lugar de la primera llamada. Jesús pasó por la orilla del lago, mientras los pescadores estaban arreglando las redes. Los llamó, y ellos lo dejaron todo y lo siguieron.
Volver a Galilea quiere decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria; sin miedo, ‘no teman’. Releer todo: la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, hasta la traición;  releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo, de este acto supremo de amor.
También para cada uno de nosotros hay una ‘Galilea’ en el comienzo del camino con Jesús. ‘Ir a Galilea’ tiene un significado bonito, significa para nosotros redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana. Volver a Galilea significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó al comienzo del camino. Con esta chispa puedo encender el fuego para el hoy, para cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas.» (Homilía de S.S. Francisco, 19 de abril de 2014).
Reflexión 
Todos los cristianos somos portadores del amor de Cristo. Tenemos a Dios y debemos llevarlo a los demás con nuestro ejemplo, con el cumplimiento de nuestras obligaciones, con nuestra alegría, con nuestra caridad y entrega al prójimo. Jesús nos invita a ser apóstoles alegres y sin temor alguno, pues le tenemos a Él como nuestro amigo y nuestra fuerza. «Todo lo puedo en aquel que me conforta». El cristiano tiene a Dios y con Él es feliz y todo lo puede.

Propósito
Viviré mi jornada con un especial espíritu de agradecimiento a Dios por sus innumerables benenficios.

Diálogo con Cristo
Gracias Señor por estar conmigo el día de hoy y darme lo que más necesito. Te pido perdón por las veces que te he fallado. Concédeme ser cada día mejor cristiano, que realmente te conozca y te transmita a los demás. Quiero pedirte por mis hermanos en la fe que son perseguidos por creer en Ti y amarte, para que Tú les fortalezcas, perdones a sus perseguidores y seas más conocido y amado en todo el mundo.


La oración para mí, es un impulso del corazón, es una simple mirada lanzada al cielo, es un grito de agradecimiento y de amor, en medio de la prueba, como en medio de la alegría. Santa Teresa de Lissieux.

LA PASCUA, UN TIEMPO DE ALEGRÍA


La Pascua, un tiempo de alegría
Cristo vive, no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue.


Por: Pablo Cardona | Fuente: Encuentra.com




Jesús, ¡has resucitado! Ya lo habías dicho.

Pero la Resurrección superaba totalmente a los apóstoles. Tras la Transfiguración les dices que "a nadie contasen lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. Ellos retuvieron estas palabras, discutiendo entre sí qué era lo de resucitar de entre los muertos." (Marcos 9,9-10). "Tan imposible les parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de Jesús resucitado, los discípulos dudan todavía: creen ver un espíritu. «No acababan de creerlo a causa de la alegría y estaban asombrados" (Lucas 24, 41).

Tomás conocerá la misma prueba de la duda y, en su última aparición en Galilea referida por Mateo, "algunos sin embargo dudaron" (Mateo 28, 17). Por esto, la hipótesis según la cual la resurrección habría sido un "producto" de la fe (o de la credulidad) de los apóstoles no tiene consistencia. Muy al contrario, su fe en la Resurrección nació -bajo la acción de la gracia divina- de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado (C. I. C.- 644).

¡Has resucitado! Luego eres realmente Dios. Se ha cumplido lo que habías dicho. Tu madre no ha ido al sepulcro. Ella sí creía en tus palabras. Sabía que era necesario que murieras primero para poder resucitar y enviarnos al Espíritu Santo. Ella, la Esposa de Dios Espíritu Santo, fue la primera en creer. Y es bienaventurada porque creyó "sin haber visto"(Juan 20, 29).


Cristo vive

Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado, ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia.

"No temáis", con esta invocación saludó un ángel a las mujeres que iban al sepulcro; "no temáis; vosotras venís a buscar a Jesús Nazareno, que fue crucificado: ya resucitó, no está aquí".

El tiempo pascual es tiempo de alegría, de una alegría que no se limita a esa época del año litúrgico, sino que se asienta en todo momento en el corazón del cristiano. Porque Cristo vive: Cristo no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos. No: Cristo vive. Jesús es el Emmanuel: Dios con nosotros. Su Resurrección nos revela que Dios no abandona a los suyos. (Es Cristo que pasa.-102).

Jesús, estás vivo. "Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe". La vida cristiana no consiste en seguir unas palabras más o menos profundas, en tener unos sentimientos más o menos solidarios con los demás hombres, o en realizar una serie de actos externos más o menos distraídos o emocionantes. "No,: Cristo vive". Y ser cristiano es, precisamente, vivir tu vida: una vida de hijos de Dios por la gracia, que nace con el Bautismo y se refuerza con los demás sacramentos, con la oración y las buenas obras. El tiempo pascual es un tiempo de alegría: Alegraos, pues la alegría es propia de los hijos de Dios.

EL PODER DE UN ABRAZO


EL PODER DE UN ABRAZO



El poder de un abrazo hace que uno se sienta bien.

Investigaciones científicas apoyan el hecho de que los abrazos son absolutamente necesarios y muy recomendables para el bienestar físico y emocional, veamos:

Un abrazo, es agradable y ahuyenta la soledad,
Aquieta los nervios,
Fortalece la autoestima,
Demora el envejecimiento,
Ayuda a dominar el apetito,
Alivia las tensiones,
Combate el insomnio,
Es democrático.
Para darse no necesita de un lugar especial,
Hace más felices los días difíciles.
Más soportables de los insoportables.
Llena los vacíos de la vida.
Al dar un abrazo se expresa y se hace sentir:

Amor, cariño, seguridad, protección, confianza,
Fortaleza, apoyo, aprecio, amistad, alegría, felicidad.
¿Abrazos? ¿dónde?, ¿cuándo?:

Cualquier lugar es bueno para un abrazo.
A cualquier hora, en la mañana, tarde o noche.
Acompañados siempre de una sonrisa.
Se debe recordar:

4 abrazos para sobrevivir
8 para mantenerse en pie
12 para crecer.
Pero lo más importante son los espontáneos, los que damos o nos dan a la hora inesperada.

HOY



HOY...



No existe un día mas hermoso que el día de hoy.
La suma de muchísimos ayeres, forma mi pasado. Mi pasado se compone de recuerdos alegres, tristes...

Algunos están fotografiados y ahora son cartulinas donde me veo pequeño, donde mis padres siguen siendo recién casados, donde mi ciudad parece otra.

El día de ayer pudo haber sido un hermoso día... pero no puedo avanzar mirando constantemente hacia atrás, corro el riesgo de no ver los rostros de los que marchan a mi lado.

Puede ser que el día de mañana amanezca aún más hermoso... pero no puedo avanzar mirando solo el horizonte, corro el riesgo de no ver el paisaje que se abre a mi alrededor.

Por eso, yo prefiero el día de hoy. Me gusta pisarlo con fuerza, gozar su sol o estremecerme con su frío, sentir como cada instante dice: presente!!

Sé que es muy breve, que pronto pasará, que no voy a poder modificarlo luego, ni pasarlo en limpio.
Como tampoco puedo planificar demasiado el día de mañana: es un lugar que todavía no existe.
Ayer fui.
Mañana, seré.
Hoy, SOY.

Por eso:
HOY, te digo que te quiero.
HOY, te escucho.
HOY, te pido disculpas por mis errores.
HOY, te ayudo.
HOY, comparto lo que tengo contigo.
HOY, me separo de ti sin guardarme ninguna palabra para mañana.

Porque HOY respiro, veo, pienso, oigo, sufro, huelo, lloro, trabajo, toco, río, amo...

HOY.. HOY estoy vivo. Como Tú.

EL LUNES DEL ÁNGEL


El lunes del Ángel
Esta fiesta civil, con un trasfondo religioso, fue instaurada en Italia después de la Gran guerra 

Por: Cándido Casal | Fuente: origenescristianos.es




El lunes de la octava de Pascua es fiesta en la mayoría de países europeos y en algunas comunidades españolas. Esta costumbre tiene sus orígenes en el hecho de que entre los siglos IX al XIII en la mayor parte de los lugares se oía Misa y se abstenían de trabajos serviles durante toda la semana de Pascua; más tarde esta norma se limitó a dos días (lunes y martes) y desde finales del siglo XVIII, quedo reducida al lunes solamente. En algunos países como los Estados Unidos y actualmente en España en algunas comunidades, incluso el lunes no es fiesta de precepto.

También ocurre esto último en Italia, donde no es un día de precepto pero si un día festivo que tiene una denominación especial, se le llama el “lunedì dell’Angelo” (el lunes del Ángel) y que recibe el nombre popular de Pasquetta en casi toda Italia, con pequeñas excepciones, como los genoveses entre otros, que le dan este nombre al seis de enero.

En el evangelio de Marcos se cuenta cómo pasado el sábado Maria Magdalena, María la de Santiago y Salome compraron aromas para ungir el cuerpo de Jesús. Iban preocupadas porque no sabían quién les removería la piedra de la puerta del monumento. Cuando llegaron vieron que la piedra estaba removida. Entrando en el monumento vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de una túnica blanca y quedaron sobrecogidas de espanto. El Ángel les dijo “No os asustéis. Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado; no está aquí; mirad el sitio donde lo pusieron. (Cfr Mc 16, 1-8).

A pesar de que estos hechos que relatamos ocurrieron el día después de la Pascua (hebrea), que cayó en sábado en aquella ocasión, la tradición los ha trasladado al día después de nuestra Pascua.
Esta fiesta civil, con un trasfondo religioso, fue instaurada en Italia después de la Gran guerra, con el fin de prolongar la fiesta de la Pascua y los italianos, aprovechando la recién llegada primavera, suelen ocupar saliendo al campo con la familia y los amigos.

Pero volvamos al sentido religioso de la celebración, en 1994 el recordado Beato Juan Pablo II, en sus palabras después del rezo de Regina Coeli el día del Ángel se preguntaba “¿Por qué se le llama así? Me parece que es acertado ese nombre: lunes del ángel. Conviene dejar un poco de espacio a este ángel, que dijo desde lo más profundo del sepulcro: Ha resucitado.”

Estas palabras eran muy difíciles de pronunciar, de expresar, para una persona humana. También las mujeres que fueron al sepulcro lo encontraron vacío, pero no pudieron decir: Ha resucitado, sólo afirmaron que el sepulcro estaba vacío. El ángel dice más: no está aquí, ha resucitado.

Esto lo podía decir sólo un ángel, como fue también un ángel quien dijo a María: Concebirás un hijo, que será Hijo de Dios. Ninguna persona humana podía pensar en un Dios-hombre, un Dios que se hace hombre. Debía ser un ángel, enviado por el Padre, el que dijera esto a María.

A mediodía, este Lunes de la Octava de Pascua, o Lunes “del Ángel” el Santo Padre Francisco ha rezado el Regina Coeli, es decir la oración que sustituye el ángelus en este tiempo pascual, con los miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro. Es costumbre que este día los Papas recen públicamente el Regina Coeli.


¡Feliz Pascua de Resurrección a todos!

PAPA FRANCISCO: NO NOS CANSEMOS DE REPETIR QUE CRISTO HA RESUCITADO


"No nos cansemos de repetir que Cristo ha resucitado",
 el Papa Francisco el Lunes del Ángel



(RV).- Este Lunes del Ángel, desde la ventana del Palacio Pontificio, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Regina Coeli, que como él mismo explicó sustituye al Ángelus en el Tiempo Pascual. Ante una plaza llena de fieles a quienes el Papa les deseó unas felices Pascuas, Francisco hizo repetir en diferentes ocasiones la frase ¡Cristo ha resucitado!



Basándose en el Evangelio de Mateo, el Santo Padre recuerda cuando el Ángel anuncia a las mujeres que fueron al sepulcro de Jesús, que Él había resucitado, y como les pidió que fueran a Galilea a contarlo, y en este contexto, puntualiza Francisco que “Galilea es la ‘periferia’ donde Jesús había iniciado su predicación; y de allí reiniciará en Evangelio de la Resurrección”.

Así, nos explica que ésta es la buena noticia que estamos llamados a anunciar a los demás y en todo ambiente, “animados por el Espíritu Santo”, y exhortó que no nos cansemos de repetirlo: ¡Cristo ha resucitado! y pidió que dejemos que nuestra existencia sea conquistada y transformada por la Resurrección.

Después de la oración a la Madre de Dios, saludó detalladamente a diferentes grupos de peregrinos e hizo una mención especial al Movimiento Shalom y su misión ante la persecución de los cristianos en el mundo. E hizo un llamamiento a la comunidad internacional para no mirar hacia otro lado ante estos conflictos. Finalmente, Francisco dijo que para vivir más intensamente este periodo, “nos hará bien leer cada día un pasaje del Evangelio en el cual se habla del evento de la Resurrección”.

(MZ-RV)

TEXTO COMPLETO DE LAS PALABRAS DEL PAPA

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y todavía ¡Felices Pascuas!

El lunes después de la Pascua, el Evangelio (Cfr. Mt 28,8-15) nos presenta la narración de las mujeres que, fueron al sepulcro de Jesús, lo encuentran vacío y ven un Ángel que les anuncia que Él ha resucitado. Y mientras ellas corren para transmitir la noticia a los discípulos, encuentran a Jesús mismo que les dice: «Vayan a anunciar a mis hermanos que suban a Galilea: allí me verán» (v. 10). Galilea es la “periferia” donde Jesús había iniciado su predicación; y de allí reiniciará en Evangelio de la Resurrección, para que sea anunciado a todos, y para que cada uno pueda encontrar a Él, al Resucitado, presente y operante en la historia. También hoy Él está con nosotros aquí en la plaza.

Por lo tanto, éste es el anuncio que la Iglesia repite desde el primer día: “¡Cristo ha resucitado!”. Y, en Él, por el Bautismo, también nosotros hemos resucitado, hemos pasado de la muerte a la vida, de la esclavitud del pecado a la libertad del amor. Ésta es la buena noticia que estamos llamados a anunciar a los demás y en todo ambiente, animados por el Espíritu Santo. La fe en la resurrección de Jesús y la esperanza que Él nos ha traído es el don más bello que el cristiano puede y debe ofrecer a sus hermanos. A todos y cada uno, entonces, no nos cansemos de repetir: ¡Cristo ha resucitado! Repitámoslo todos juntos hoy aquí en la plaza: ¡Cristo ha resucitado! ¡Todos! ¡Cristo ha resucitado! Una vez más: ¡Cristo ha resucitado! Repitámoslo con las palabras, pero sobre todo con el testimonio de nuestra vida. La alegre noticia de la Resurrección debería manifestarse en nuestro rostro, en nuestros sentimientos y actitudes, en el modo con el cual tratamos a los demás.

Nosotros anunciamos la resurrección de Cristo cuando su luz ilumina los momentos oscuros de nuestra existencia y podemos compartirla con los demás; cuando sabemos sonreír con quien sonríe y llorar con quien llora; cuando caminamos junto a quien está triste y corre el riesgo de perder la esperanza; cuando transmitimos nuestra experiencia de fe a quien está en búsqueda de sentido y de felicidad. Y ahí con nuestra actitud, con nuestro testimonio, con nuestra vida decimos “Jesús ha resucitado”, con todo el alma.

Estamos en los días de la Octava de Pascua – ocho días –, durante los cuales nos acompaña el clima gozoso de la Resurrección. Es curioso, la Liturgia considera la entera Octava como un único día, para ayudarnos a entrar en el misterio, para que su gracia penetre en nuestro corazón y en nuestra vida. La Pascua es el evento que ha traído la novedad radical para todo ser humano, para la historia y para el mundo: es el triunfo de la vida sobre la muerte; es la fiesta del renacer y de la regeneración. ¡Dejemos que nuestra existencia sea conquistada y transformada por la Resurrección!

Pidamos a la Virgen Madre, testigo silenciosa de la muerte y de la resurrección de su Hijo, incrementar en nosotros el gozo pascual. Lo haremos ahora con la oración del Regina Coeli, que durante el tiempo pascual sustituye la oración del Ángelus. En esta oración, marcada por el Aleluya, nos dirigimos a María invitándola a alegrarse, porque a quien llevó en su vientre ha resucitado como había prometido, y nos encomendamos a su intercesión. En realidad, nuestra alegría es un reflejo de la alegría de María, porque es Ella que ha cuidado y conserva con fe los eventos de Jesús. Recitamos pues esta oración con los sentimientos de hijos que son felices porque su Madre es feliz.

(Traducción del italiano, Renato Martinez - Radio Vaticano)

EL TIEMPO PASCUAL


Tiempo Pascual
Los cincuenta días que van desde el domingo de resurrección hasta el domingo de Pentecostés


Por: Teresa Vallés | Fuente: Catholic.net




El Domingo de Resurrección o de Pascua es la fiesta más importante para todos los católicos, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda nuestra religión.

Cristo triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del Cielo. En la Misa dominical recordamos de una manera especial esta gran alegría. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.

La Resurrección de Jesús es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras, son el sepulcro vacío y las numerosas apariciones de Jesucristo a sus apóstoles.

Cuando celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también nuestra propia liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte.

En la resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar?

Cualquier sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de que, después de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios para siempre.

San Pablo nos dice: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I Corintios 15,14)

Si Jesús no hubiera resucitado, sus palabras hubieran quedado en el aire, sus promesas hubieran quedado sin cumplirse y dudaríamos que fuera realmente Dios.

Pero, como Jesús sí resucitó, entonces sabemos que venció a la muerte y al pecado; sabemos que Jesús es Dios, sabemos que nosotros resucitaremos también, sabemos que ganó para nosotros la vida eterna y de esta manera, toda nuestra vida adquiere sentido.

La Resurrección es fuente de profunda alegría. A partir de ella, los cristianos no podemos vivir más con caras tristes. Debemos tener cara de resucitados, demostrar al mundo nuestra alegría porque Jesús ha vencido a la muerte.

La Resurrección es una luz para los hombres y cada cristiano debe irradiar esa misma luz a todos los hombres haciéndolos partícipes de la alegría de la Resurrección por medio de sus palabras, su testimonio y su trabajo apostólico.

Debemos estar verdaderamente alegres por la Resurrección de Jesucristo, nuestro Señor. En este tiempo de Pascua que comienza, debemos aprovechar todas las gracias que Dios nos da para crecer en nuestra fe y ser mejores cristianos. Vivamos con profundidad este tiempo.

Con el Domingo de Resurrección comienza un Tiempo pascual, en el que recordamos el tiempo que Jesús permaneció con los apóstoles antes de subir a los cielos, durante la fiesta de la Ascensión.

La fiesta de la Pascua es tan importante, que un solo día no nos alcanza para festejarla. Por eso la Iglesia ha fijado una octava de Pascua (ocho días) para contemplar la Resurrección y un Tiempo Pascual (cincuenta días) para seguir festejando la Resurrección del Señor.

¿Cómo se celebra el Domingo de Pascua? 

Se celebra con una Misa solemne en la cual se enciende el cirio pascual, que simboliza a Cristo resucitado, luz de todas las gentes.
En algunos lugares, muy de mañana, se lleva a cabo una procesión que se llama “del encuentro”. En ésta, un grupo de personas llevan la imagen de la Virgen y se encuentran con otro grupo de personas que llevan la imagen de Jesús resucitado, como símbolo de la alegría de ver vivo al Señor.

En algunos países se acostumbra celebrar la alegría de la Resurrección escondiendo dulces en los jardines para que los niños pequeños los encuentren, con base en la leyenda del “conejo de pascua”.

La costumbre más extendida alrededor del mundo, para celebrar la Pascua, es la regalar huevos de dulce o chocolate a los niños y a los amigos.

A veces, ambas tradiciones se combinan y así, el buscar los huevitos escondidos simboliza la búsqueda de todo cristiano de Cristo resucitado.