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EL EVANGELIO DE HOY - DOMINGO 17

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Deuteronomio 26, 4‑10
Profesión de fe del pueblo escogido

Dijo Moisés al pueblo:
-“ El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios.
Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios:
"Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas.
Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa.
Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud.
Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia.
El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos.
Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel.
Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado."
Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.”
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“MARCADOS POR DIOS”

El texto de Deuteronomio 26 nos presenta lo que es la raíz y el fundamento de Israel, su credo, lo que le da consistencia frente a todos los pueblos: Dios prometió al padre del pueblo, a Abrahán una tierra y al final ha sido fiel a su promesa, el pueblo, y cada israelita en particular, siente el agradecimiento al Dios verdadero que no lo ha dejado en la estacada. La postración con los frutos de la tierra en sus manos es la proclamación de la fe en Dios frente a la esterilidad y la falsedad de la idolatría. Esa tierra y esos frutos son el argumento decisivo de la verdad de Dios sobre el resto de dioses.
El camino ha sido duro y el sufrimiento muy fuerte, cosa que les ha hecho curtir su fe y su confianza, ya que en muchos momentos han llegado a sentir que Dios lo había abandonado, pero esta situación de posesión y disfrute de una tierra que “mana leche y miel” es el argumento supremo de que Dios no falla, que todo lo que han sufrido y luchado tiene sentido y esto debe quedar bien grabado en la memoria del pueblo.
La fiesta de la cosecha que el pueblo celebra cada año, recuerda la entrada en la tierra, pues con la recogida de la cosecha se indica la posesión de la tierra que Dios prometió y que ya la ha regalado.
De la misma manera que el hombre entra en la tierra y se siente como acogido por Dios, ahora entra en el santuario con la ofrenda para ponerse en su presencia y adorarlo.
El sentido de elegido, custodiado, protegido, guiado y mimado por Dios es algo que hace que el israelita se sienta un individuo diferente al resto de hombres de la tierra. Esto le marcará su identidad.
Con Jesús, todo esto que el pueblo de Israel como un signo, se convierte en una realidad palpitante hasta el punto de invitarnos a sentir a Dios como un “Abba” y a tratarlo como a tal, y si nos lo dice, es porque lo somos y nuestra realidad ha cambiado radicalmente. Nuestra patria definitiva es el Reino, es algo que tenemos asegurado y es cuestión de empezar a actualizarlo… El problema es que no llegamos a creerlo y menos aún sentirlo.

Salmo responsorial Sal 90, 1‑2. 10‑11. 12‑13. 14‑15 (R.: 15b)

R. Está conmigo, Señor, en la tribulación.

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti.» R.
R. Está conmigo, Señor, en la tribulación.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos. R.
R. Está conmigo, Señor, en la tribulación.

Te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones. R.
R. Está conmigo, Señor, en la tribulación.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré.» R.
R. Está conmigo, Señor, en la tribulación.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 10, 8‑13
Profesión de fe del que cree en Jesucristo

Hermanos:
La Escritura dice:
“La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón.”
Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos.
Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás.
Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación.
Dice la Escritura:
“Nadie que cree en él quedará defraudado.”
Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan.
Pues “todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.”
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“LA SALVACIÓN SOLO VIENE DE DIOS”

S. Pablo quiere hacer tomar conciencia a los cristianos de Roma de que Cristo ha cambiado radicalmente todo el orden de las cosas: hasta entonces, el pueblo de Israel era un símbolo de lo que Dios tenía pensado hacer con toda la humanidad, ahora ha venido, la salvación, la ha traído para todos, empezando por aquellos que Él había elegido desde el principio, para que fueran el signo de lo que pensaba hacer ante los hombres, pero ahora ha resultado que éstos no quieren reconocer el cumplimiento de todo lo que tenían como una promesa.
Sin embargo, S. Pablo ve en esta negación del pueblo a aceptar la hora de Dios, como una oportunidad para el resto de pueblos y espera que, más adelante, tal vez movido por los celos, su pueblo se dé cuenta que es estúpida su postura que ha tomado y acepte la salvación de Dios como sus antepasados aceptaron el regalo de la tierra.
Pero el pueblo se ha cerrado en pensar que la salvación es obra de él, que la puede conseguir con su esfuerzo y el cumplimiento de las leyes y no acepta que, así como la tierra fue un regalo, la salvación ahora es otro regalo mucho mayor.
Pablo siente que su pueblo está dividido: entre su boca y su corazón no hay coherencia: proclama una cosa y está sintiendo otra y no quiere que caiga la comunidad en el mismo error: proclamar que “Jesús es Señor” porque “Dios lo ha resucitad”, es sentir y vivir bajo la nueva realidad que Dios ha realizado con Él.
El pueblo de Israel ha cambiado las cosas y ha puesto su confianza en el Templo, en la Ley como fundamentos de su identidad y signos de salvación y nosotros podemos ponerla en cosas parecidas cayendo en el peligro de creer que podemos manipular a Dios, de forma que, en su nombre, nos atrevemos a hacer aquello que, incluso, repulsa a Dios: podemos quedarnos en la norma, en el gesto, en el símbolo… en el cargo, en el puesto y terminamos adorando esas cosas por encima del mismo Dios. Y la salvación, la verdad, la alegría, la paz no reside en nada de eso, sino en Dios, en Jesucristo que es lo que debe ser creído y proclamado.

Versículo antes del evangelio Mt 4, 4b
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 1‑13
El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo:
-“Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.” Jesús le contestó:
-“Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre".”
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:
-“Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.”
Jesús le contestó:
-“Está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto".” Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: -“Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras".”
Jesús le contestó:
-“Está mandado: "No tentarás al Señor, tu Dios".”
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

“LAS TENTACIONES DE LA VIDA”

Jesús toma la decisión de dejar su aldea, Nazaret, y emplearse a fondo en el anuncio de la Buena Nueva, el proyecto de salvación que le Padre le ha encomendado, es el cambio radical de existencia que el evangelista S. Lucas quiere presentar a la comunidad en paralelo con la misma historia del pueblo de Israel que sale de la esclavitud de Egipto y se adentra en el desierto preparándose para una nueva existencia en libertad.
Jesús siente en su vida, durante su ministerio, las mismas tenciones que tuvo su pueblo durante la travesía del desierto: la tentación de volverse atrás y no complicarse la existencia, desconfiar del Dios que lo había sacado de la esclavitud, creer que lo ha dejado en la estacada… sin embargo, Jesús responde como el verdadero hijo que se fía de la Palabra y siente que su Padre no lo defrauda. La tentación que se le presenta es: “Si soy hijo de Dios, si tengo todo el poder en mis manos, ¿Por qué no hacer el milagro que necesito?... Pero vemos en todo el evangelio que Jesús jamás utiliza el poder que tiene para si, siempre lo hace en beneficio de los demás.
La segunda tentación es la del poder: no es justo aguantarse con lo que está ocurriendo, está justificado cualquier cosa que se haga para sacar al pueblo de la situación de injusticia que vive, el sistema que se ha impuesto es perverso, diabólico… idólatra, hacerse con el poder estaría perfectamente justificado y bien visto. Es curioso: Satanás utiliza las palabras del salmo 2 para decirle a Jesús que pierda el miedo y se lance, a lo que Jesús le contesta también con otra frase de la escritura: “Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto.”(Dt. 6,13). Con lo que podemos ver que la Sagrada Escritura mal utilizada o sacada de contexto puede ser un arma mortal. Jesús le deja muy claro al tentador que su ministerio es para ayudar a otros y no para salvarse Él: lo veremos en la cruz cuando le dicen: “Si eres Hijo de Dios… sálvate a ti mismo”.
Queda claro que aquel que usa su ministerio para engrandecerse y levantarse es un falso seguidor de Jesucristo, pues se sirve de su ministerio para su provecho personal, peor todavía reclamarle a Dios que haga milagros cuando Dios no necesita hacer nada extraordinario para que se realice su plan. Jesús nos muestra el camino, la actitud que hay que tener con al Padre, el resto son ya cosas secundarias.

-D. Melitón Bruque Garcia. Párroco de San José. LinareS