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martes, 1 de enero de 2013

Internet en la vida del presbítero

Internet en la vida del presbítero

La imagen proyectada es la de una pareja joven que se mira, a ambos se les ve tristes, mientras ella reclama que le falta atención. Luego él pone la mano sobre la suya y la gira para un lado, para el otro, de modo mecánico, para luego hacer ‘doble click’ como único cariño... La platea ríe. Con este breve video de motivación –también de constatación--, se inauguró hoy el seminario “Internet en la vida del presbítero”, organizado por el Instituto de Terapia Cognitiva Interpersonal de Roma y el Pontificio Colegio Internacional “Mater Ecclesia”.

Serán dos días en que se profundizará sobre las bondades y a la vez los riesgos del uso de Internet en la formación de los seminaristas, así como en el modo en que se deben afrontar los “nuevos” pecados de los usuarios, que han hecho de la “redun espacio desordenado para su vida afectiva, laboral y moral.
Según la doctora Michela Pensavalli, psicóloga y psicoterapeuta, además de docente universitaria y coordinadora del Instituto promotor del evento, es muy importante que la persona –en este caso el seminarista--, analice y se responda si es o no “dependiente” de Internet. Es decir, si es capaz de dominar las emociones y pulsiones que los sitios web y las redes sociales generan, sea cuando se está conectado, como cuando se tienen que pasar largas etapas del día off line.

Para la especialista, el dominio y el equilibrio es vital, porque en una sociedad “Tecnolíquida”, según reciente definición del psiquiatra italiano, Tonino Cantelli, los dispositivos varios pueden mantener a las personas en una conectividad permanente, donde es difícil distinguir los límites o el tiempo transcurrido, en detrimento a veces de otros propósitos u obligaciones.

La teoría del “todo y rápido”
Otro de los riesgos con que se encuentra el navegante moderno, es la tendencia a abreviar las cosas y evitar los encuentros. Es decir, si por un mensaje de texto podemos explicar algo velozmente, ¿para qué extenderse o profundizar? O peor aún, si tenemos tantas plataformas de comunicación instantánea, ¿ya para qué encontrarnos?

También el usuario, en su necesidad de estar conectado, puede perder atención a lo que le dicen por ejemplo, en una clase o conferencia, por estar pendiente del modo velocísimo en que siguen interactuando sus contactos y listas de interés “allá afuera”.
El hecho de no poder desconectarse (switch off), ya es una señal a observar... Porque ni hoy ni en el pasado, se ha podido estar en un sitio y a la vez en otro –afuera--, no porque Internet te lo impida, sino porque las normas básicas de la convivencia o de la vida comunitaria te lo exigen. Pero para algunos --eso si es de ayer y de hoy--, su necesidad personal está por encima de los demás, lo que es una mala señal…

¿Qué más ofrece Internet? Según la doctora Pensavalli, te ofrece emociones –hasta fuertes--, relaciones –no exentas de peligro--, y te facilita las cosas para salir del “aburrimiento”. Para otros, el tiempo pasa más rápido conectándose a la red, por lo tanto ayuda a evadirse; mientras para un grupo de usuarios es la puerta entre lo privado y lo público, cuya llave se abre o cierra a conveniencia y voluntad.

Sobre esto, fue clara en advertir que, como emisor y dueño de sus conexiones vía Internet, el usuario se predispone a evitar lo que no le gusta, y a elegir solo aquello que no le aburra; así como seleccionar lo que no lo ponga tenso ni le haga reflexionar mucho. Es decir, la ambivalencia hace presa de la persona, y así cuando se viven las relaciones humanas, y ante una situación real de convivencia, en que se exige más de uno mismo, se llega a creer que es hora de “cerrar la conexión” y basta…

Amistades peligrosas
Todo en Internet aparece tan fácil y accesible, que el usuario comienza a cliquear donde no debería acercarse ni de asomo, o a “aceptar” invitaciones de amigos que no tiene la menor idea de qué hay detrás.

En Internet todos somos iguales, por lo menos en aquellos lugares de acceso público y gratuito. Pero no todos somos lo mismo, fue otra idea de la doctora Michela Pensavalli, pues las redes sacan de la persona sus lados más narcisistas, exhibicionistas y sin duda, lo voyeurista.

¿Somos así en las relaciones cotidianas, por así decir físicas? De hecho que no, por lo que el uso compulsivo de la red (líquido, sin patrones ni límites), a veces nos exige cambiar de actitudes para interactuar, por lo que aparecen tendencias también patológicas…
Solo por mencionar los grados más bajos de cada tendencia –porque los más altos son de correr--, se puede identificar al narcisismo en el solo hecho de incluir la “mejor foto” en el perfil de una red social, así sea antigua o que no se ajuste a la realidad actual (foto sin camisa clerical, sin la familia, en el extranjero).

En el caso del exhibicionismo, están allí los logros o los comentarios expresados sin medida, solo por el hecho de que podemos incluirlos en nuestras cuentas, independiente a si los demás quieren tanto bombardeo “made en mí mismo”.

Y una tercera tendencia comentada por la especialista –no menos grave, dependiendo de la persona--, viene a ser el voyeurismo, o esa antigua obsesión a mirar sin que nos vean; aunque hoy en día, gracias a Internet, se puede hacer de manera consentida, falsificada o pagada sin controles. Se alertó sobre el alto consumo del llamado “cybersexo”, que según datos estadounidenses, en el mundo se consumen 3.000 dolares de material pornográfico cada segundo.
Hay que considerar por ello, el riesgo que significa que una persona puede ser lo opuesto a sí mismo en la red, alejándose de sus principios, obligaciones y faltando a la confianza de los superiores. 

Pues muchas veces estos toleran el uso de Internet con la esperanza de que ayude a profundizar en el estudio, a combatir la lejanía recibiendo mensajes de los familiares y amigos de bien, o para hacer los “pininos” de una futura y urgente pastoral en red.
Una conclusión clara fue que el mundo actual del ciberespacio, sí es un mundo donde se puede vivir, pero cuidando la calidad del uso que se le da y no dejándose dominar por los impulsos que este genera. Y, tal como ayer, no confundir nunca el instrumento con el mensaje… 

ORACIÓN PARA EL FIN DE AÑO


Oración para el fin del año

Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de Ti.

Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.

Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir.

Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que estén más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo.

También por la oración que poco a poco fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos mis olvidos, descuidos y silencios nuevamente te pido perdón.

En los próximos días iniciaremos un nuevo año y detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo Tú sabes si llegaré a vivirlos.

Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.

Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.

Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.

Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso.

Cólmame de bondad y de alegría para que, cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí encuentren en mi vida un poquito de Ti.

Danos un año feliz y enséñanos a repartir felicidad.

Amén

ORACIÓN PARA SOLICITAR FELICIDAD EN AÑO NUEVO A DIOS



Oración para pedir la felicidad en el año nuevo

Te pedimos, Señor, paz y felicidad en el nuevo año. Que seamos felices, Señor, en esta tierra nuestra: Ella nos sustenta y rige.

Que seamos felices, Señor, con el perdón: Nada más poderoso para desterrar los odios y establecer la paz.

Que seamos felices, Señor, con la justicia: Sin ella no hay humanidad.

Que seamos felices, Señor, con la ternura: Es el único sol necesario para alumbrar días y noches.

Que seamos felices, Señor, en este nuevo año de 2013
Lo necesitamos. Es deseo y don tuyo.

Amén.

¿QUÉ NOS TRAERÁ EL AÑO QUE COMIENZA?



¿Que nos traerá el año que comienza?

Lo que quiera Señor pero te pedimos:

FE: para mirarte en todo.

ESPERANZA: para no desfallecer.

CARIDAD: para amarte cada vez mas y hacerte amar por los que nos rodean.

Dadnos  paciencia, humildad, desprendimiento y generosidad.

Dadnos Señor lo que Tu sabes que nos conviene y no sabemos pedir.

Que tengamos un corazón alerta, el oído atento, las manos y la mente activos y que nos hallemos siempre dispuestos a hacer tu voluntad.

Derrama Señor tu gracia sobre todos los que amamos y concede tu paz al mundo entero.

Así sea….

ORACIÓN PARA EL AÑO QUE TERMINA Y EL QUE EMPIEZA


Oración para el año que termina y el que empieza

Gracias señor por todo cuanto me diste en el año que termina.

Gracias por los días de sol y los nublados tristes por las tardes tranquilas y las noches oscuras.

Gracias por lo que nos prestaste y luego nos pediste.

Gracias señor por la sonrisa amable y por la mano amiga, por el amor y todo lo hermoso, por todo lo dulce, por las flores y las estrellas, por la existencia de los niños y de las personas buenas.

Gracias por la soledad y por el trabajo, por las inquietudes y las dificultades, por las lágrimas, por todo lo que nos acerco a ti.

Gracias por habernos conservado la vida, por habernos dado techo, abrigo y sustento.