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sábado, 19 de febrero de 2011

PACIENCIA



Paciencia


Debes aprender que, con paciencia, puedes mejorar tu destino.
Debes saber que, mientras más tenaz sea tu paciencia, más segura será tu
recompensa.

No existe ningún gran logro que no sea el resultado de un trabajo y de una espera pacientes. La vida no es una carrera.
Ningún camino será demasiado largo para ti si avanzas sin prisa.

Evita, como la peste, todo carruaje que haga un alto para ofrecerte un rápido viaje a la riqueza, la fama y el poder.
La vida tiene condiciones tan duras, hasta en sus mejores momentos, que las tentaciones, cuando hacen su aparición, pueden destruirte. ¡Camina! Puedes hacerlo.

La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce.
Con paciencia puedes soportar cualquier adversidad y sobrevivir a
cualquier derrota.
Con paciencia puedes controlar tu destino y tener lo que desees.
La paciencia es la clave de la satisfacción para ti y para los que
deben vivir contigo.
Comprende que no puedes apresurar el éxito del mismo modo que los lirios del campo no pueden florecer antes de la primavera.

¿Qué pirámide se construyó alguna vez si no fue piedra sobre piedra?
¡Cuán pobres son los que no tienen paciencia!
¿Qué herida sanó alguna vez a no ser poco a poco?.
Todos los inapreciables atributos que los hombres prudentes proclaman como necesarios para alcanzar el éxito, son inútiles si no tienes paciencia.

El ser valiente sin paciencia puede matarte.
El ser ambicioso sin paciencia puede destruir la carrera más prometedora.
El esforzase por alcanzar la riqueza sin paciencia no hará sino
separarte de tu magra bolsa.

El perseverar sin paciencia es siempre algo imposible.

¿Quién puede dominarse, quién puede perseverar sin la espera que es uno de sus atributos?
Empléala para robustecer tu espíritu, para dulcificar tu carácter, para calmar tu enojo, para sepultar tu envidia, abatir tu orgullo, frenar tu lengua, contener tu mano y entregar todo tu ser, a su debido tiempo, a la vida que mereces.

GRATITUD DE AMIGO


Gratitud de amigo
Autor: Padre Zezinho

Por la amistad que me profesas,
por mis defectos que no notas,
por mis valores que estimulas,
por mi fe que alimentas,
por esta paz que nos transmitimos,
por este pan de amor que repartimos,
por el silencio que dice casi todo,
por esa mirada muda que reprueba, por esa mirada que dice:
-¡Amigo, vas hacia adelante!,
porque no te callas y no consientes,
por la pureza de estos sentimientos,
por estar presente en todos los momentos, aun cuando estás ausente,
por ser feliz cuando me ves contento,
por estar triste cuando estoy entristecido,
por reír conmigo cuando estoy alegre,
por reprenderme cuando estoy equivocado,
por mi secreto que siempre guardaste,
por tu secreto que sólo yo conozco, y
por darme cuenta que apenas lo merezo,
porque en cada instante me acercas a Dios,
por ese amor fraterno tan constante,
por todo esto y mucho más yo te digo:
-Dios te bendiga, mi querido amigo.

CON MARÍA, UNA BARCA QUE SE ALEJA



Autor: Ma. Susana Ratero | Fuente: Catholic.net
Con María, y una barca que se aleja
Me tomas de la mano y me conduces a la orilla del lago, justo a tiempo para ver al Maestro y los discípulos subir a una barca y alejarse.

Leo el Evangelio según San Marcos (6,30-34).

Lo leo, Madrecita, refugiada en tu Corazón, pues por experiencia he aprendido que es el mejor sitio para escuchar a tu Hijo, para aprender sus enseñanzas y sacar el mayor fruto en mi propia vida.

Así pues, mirando tu pequeña imagen de Luján, el corazón se va a aquella casa, donde Jesús está con sus discípulos y “los que iban y venían eran muchos y no les quedaba tiempo ni para comer”…

Me acompañas, dulce Madre, me tomas de la mano y me sientas muy cerquita del Maestro, para escuchar su Palabra…

Cada palabra, cada mirada de Él, es bálsamo exquisito para mi alma dolorida. En un momento, al ver tanta gente, Jesús les dice a los discípulos: “Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco”. Se despide de nosotras y se aleja.

- ¿Adónde va, Madre? ¿Podemos seguirle?

Me tomas de la mano y me conduces a la orilla del lago, justo a tiempo para ver al Maestro y los discípulos subir a una barca y alejarse. Una honda pena me llena el alma. Jesús se aleja… se va… o lo que es peor, no puedo seguirle. Y las olas del lago marcan la distancia con acompasado canto en la orilla.

- Madre ¿Qué hago ahora?

- Aprende, hija, aprende. Mira las aguas ¿Qué ves?

Sin comprenderte aun y sin pensar un poco más allá de lo que tengo a la vista, te digo sorprendida:

- Pues… agua, Madre… el agua es… solo agua…

- No si la miras con el alma, hija. Vamos, atrévete, te sorprenderás.

Y de tu mano dejo a mi alma mirar con sus ojos. Y el agua ya no es agua. Las olas no son olas, sino que son… son todos mis miedos, mis olvidos, mis excusas, mis pecados. Todo lo que no me permite seguir a Jesús por donde va. Y mi alma gime en una pregunta:

- Madre ¿Qué hago? ¿Cómo paso por encima de todo esto? ¿Cómo torno en puente estas aguas turbulentas?

Me abrazas suavemente y me acaricias el cabello. Siente mi corazón inmensa paz. Siente mi alma que aun no se acabaron los caminos.

- No es un puente el único camino para llegar, hija. Además, en la barca se van las herramientas que necesitas para construirlo. No, no puedes hacer un puente.

- ¿No hay esperanza, entonces, Madre?

- Siempre la hay, querida hija, siempre…Mira a tu alrededor.

Allí noto que “les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos”

- ¿Rodear el lago, Madre? ¿Ir por tierra siguiendo al que va por las aguas? ¿Cómo llegaré? Es demasiado lejos… no podré, Maria, lo siento…

- ¡Vaya, que pronto bajas los brazos!

- Es… que conozco mis fuerzas y sé que no podré.

- Bien dices, hija. Conoces “tus” fuerzas, pero ¡Te aseguro que desconoces las mías!

- No te comprendo, Madre.

Y estiras tu mano segura hacia la mía, vacilante. Tu mano es segura, brillante, purísima ¿Cómo negarme a tomarla? Y la aprieto con todas mis fuerzas.

- ¿Lista?-me dices sonriente- Prepárate, hija mía, prepara tu alma para el milagro.

Y, antes que alguna pregunta turbase tan delicado momento, comienzas a correr por la orilla. Me llevas. Siento los pies ágiles y el corazón liviano. Conoces todos los atajos, todos los secretos del camino. La gente corre a esperar a Jesús y noto que, de tu Mano, voy más rápido. Y compruebo que eres el camino más corto, perfecto, fácil y seguro para llegar a Jesucristo.

Estamos a pocos metros de la barca. Jesús nos ve llegar. Tu, espléndida, yo, jadeante, asombrada, feliz… Las demás personas nos miran con asombro pues no comprenden cómo hemos llegado antes que ellos.
Recupero el aliento mientras Jesús se nos acerca.
Te abraza. Le hablas de mí. El Maestro me mira y se compadece.

Las palabras se me han volado… no hacen falta. Él conoce bien cada dolor, cada espina de mi corazón, cada pecado cometido.

El Maestro, entonces, se dispone a enseñarnos.
Te sientas a mi lado, Madre, y das a mi alma el mejor de los consejos, el que repites a cada devoto tuyo: ”Haz todo lo que Él te diga”

El alma se va serenando. Apoyo mi cabeza en tu hombro mientras le escucho. Cuando Jesús hace unos segundos de silencio, tú te apresuras a explicarme lo que no entendí.

Ya cae la noche, el sol se ha escondido por completo en la ventana de la parroquia. Ya no estoy sentada a la orilla del lago sino en el banco… pero aún siento Tu Mano entre las mías… Al mirarlas, veo con alegría que aun sostienen el Rosario, rezado antes de Misa…

Te había pedido abrazar al Maestro cuando terminase de hablar, pero temí no poder hacerlo por tanta gente que había a su alrededor. Pero recordé tus palabras: “¡Tu no conoces mis fuerzas!”. Y me diste el regalo del abrazo con Jesús. No a la orilla del lago, sino en la Eucaristía. Un abrazo de Corazón a corazón. Un abrazo lleno de palabras, de lágrimas, de caricias, de alivio para el alma.
Ahora sé que muchas veces sentiré que Jesús se aleja y unas olas de dolor, de olvido y hasta de pereza intentarán separarme de Él. Sé, Madre, que entonces deberé tomar tu Mano y correr contigo, porque Tú conoces todos los caminos para llegar a Él… todos los atajos, todos los secretos.


Amigo mío, amiga mía que lees este sencillo relato. Cuando sientas que las olas del dolor, del olvido, la indiferencia… o cualquier otra, te separe del Maestro, corre con tu corazón a los pies de María. Pídele te dé su Mano para seguir a Jesús. Ella es el camino más corto, fácil, seguro y perfecto para llegar al más ansiado de los destinos: El Corazón de Jesús.

EL PERÚ, PUEBLO CATÓLICO




Autor: Zenit | Fuente: Zenit
“Los peruanos defendemos
 la vida porque somos un pueblo católico”
Asegura presidente de la Comisión de Familia de la Conferencia Episcopal Peruana

LIMA, viernes 18 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- En Perú el 76.3% de la población está en contra de la legalización del aborto. Asimismo, el 74,7% de los peruanos encuestados está en contra del matrimonio homosexual.

Igualmente, el 69,5% rechaza las uniones civiles entre personas del mismo sexo y el 92,2% está en contra de la legalización de la comercialización y consumo de drogas en el país. Así lo reveló a principios de febrero un estudio de opinión pública realizado por la Compañía Peruana de Estudios de Mercados y Opinión Pública (CPI).

Para monseñor José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V., arzobispo metropolitano de Piura y presidente de la Comisión de Familia y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Peruana, estos resultados “demuestran de manera aplastante que los peruanos defienden la vida y el matrimonio”.

“Los peruanos rechazamos cualquier presión del exterior y de minúsculos grupos internos aliados con agendas anti vida y anti familia que buscan imponernos el crimen abominable del aborto y el debilitamiento del matrimonio con la aprobación de las uniones civiles entre personas del mismo sexo y del mal llamado “matrimonio” homosexual”, dijo el prelado en diálogo con ZENIT.

“El matrimonio es un consorcio de amor para siempre entre un hombre y una mujer abierto a la vida… El resultado de esta encuesta es una muestra clara de las profundas raíces católicas de los peruanos, ya que la fe cristiana sella nuestra identidad como país”, señaló.

“La encuesta – agregó monseñor José Antonio – también revela la urgente necesidad que los diferentes candidatos a la presidencia del Perú fijen claramente su posición sobre el aborto, el matrimonio homosexual y la legalización de la comercialización y consumo de las drogas en el país”.

“No podemos ir a las urnas ´adivinando´, y menos aún votar por candidatos que promueven el aborto y el matrimonio homosexual. Hago un llamado a los candidatos, que se deben al pueblo que pretenden gobernar, a que escuchen lo que los peruanos les estamos claramente diciendo: sí a la vida y sí a la familia la cual brota del matrimonio entre un hombre y una mujer para siempre”.

Cuestión política

El resultado de esta encuesta fue publicada la semana pasada, luego de que Alejandro Toledo, candidato presidencial por el partido Perú Posible, quien lidera las encuestas con un 28% de intención de voto, acentuara su postura a favor del aborto, la legalización de las drogas y la unión civil entre personas del mismo sexo.

“Nadie puede permitir que un ser humano nazca en circunstancias forzadas”, dijo el candidato, quien fue presidente del Perú entre 2001 y 2006, en rueda de prensa el pasado 25 de enero. Aseguró que el tema del aborto “hay que dejarlo a la libertad de las personas”, sosteniendo además que “los individuos tienen derecho a optar y, con todo respeto, la Iglesia no puede intervenir”.

Al respecto monseñor Eguren manifestó su total desconcierto ante estas declaraciones que evidencian una total contradicción: “por un lado el candidato Toledo reconoce la existencia de un ser humano y por el otro le niega el derecho a la vida. ¿Es eso posible? Desde la concepción ya hay vida humana, hay un ser humano que tiene el derecho inalienable e inviolable a la vida, derecho que nada ni nadie le puede conculcar.”

“La Iglesia no va a callar. En este y en otros asuntos tiene todo el derecho y el deber a intervenir ya que Ella es experta en humanidad y su camino fundamental es el ser humano y la defensa de su dignidad”, indicó.

Presiones

Ante la pregunta sobre cual sería el origen de las declaraciones del candidato Toledo, monseñor José Antonio Eguren explicó a ZENIT que las políticas que atacan a la familia y a la vida humana, promoviendo el llamado “matrimonio homosexual” y el aborto provienen de “fuertes presiones y lobbies internacionales en alianza con ONG´s feministas locales proclives a la ideología de género”.

“Su misión es desestructurar a la familia de su constitución natural (padre, madre e hijos) y ´normalizar´ a las mal llamadas familias desestructuradas, patológicas e incompletas; así como promover la sexualidad de manera reductiva y empobrecida, relacionándola únicamente con el cuerpo y el placer egoísta y ya no más como expresión del amor. Detrás de todo esto hay fuertes intereses económicos”.

El prelado insistió en la necesidad que sacerdotes, consagrados y laicos “estemos atentos y vigilantes sobre estos temas. Debemos estar en primera línea defendiendo la vida y el matrimonio, y por tanto, a la familia”.

Por último, el arzobispo de Piura citó a Juan Pablo II, próximo a ser beatificado por el Papa Benedicto XVI, quien enseñó en la exhortación apostólica Familiaris Consortio que “el futuro de la humanidad se fragua en la familia”. Por eso, concluyó monseñor Eguren, “debilitar la familia es debilitar a la sociedad”.

Por Carmen Elena Villa